UNA VENTANA AL PASADO
Zheng He
“Hemos recorrido más de cien mil lia y hemos contemplado en el mar olas enormes como montañas elevándose hacia el cielo, y hemos puesto los ojos en regiones bárbaras, ocultas muy lejos [...], mientras nuestras velas, completamente desplegadas de noche y de día como nubes, seguían su curso tan rápidas como estrellas, surcando aquellas olas indómitas como si de una vía pública se tratara.” (Inscripción del siglo XV, ubicada en Changle [Fujian, China]. Atribuida a Zheng He)
CHINA es una tierra de récords. Ocupa uno de los territorios más extensos del planeta y es el país más poblado del mundo. Sus habitantes levantaron la Gran Muralla, una de las edificaciones más monumentales de la historia. Y por si fuera poco, los emperadores chinos Yongle y Xuande, de la dinastía Ming, construyeron una impresionante flota que ninguna nación pudo igualar durante los siguientes cinco siglos: la llamada flota del tesoro, cuyo almirante fue un musulmán del suroeste de China llamado Zheng He.
PODER, COMERCIO Y TRIBUTO
La inscripción citada al principio de este artículo también dice que la misión de Zheng He era “dar a conocer a todo el mundo las ventajas de hacerse súbditos del emperador y tratar con bondad a la gente de lejos”. Hablando del resultado de sus expediciones, la inscripción añade: “Los países más allá del horizonte, en los confines de la Tierra, se han hecho súbditos [de China.] [...] Los bárbaros de ultramar [...] se han presentado delante [de la corte imperial] con obsequios y objetos valiosos”.
¿Qué impulsó a los emperadores Ming a financiar estas expediciones? La respuesta es cuestión de debate. Hay quienes ven a Zheng He como un embajador cultural y de buena voluntad enviado por una nación poderosa, pero pacífica. Otros lo ven como el líder de una agresiva misión dirigida a subyugar los países que visitaba. Y es que si bien Zheng He ofrecía espléndidos regalos y apoyo político a los mandatarios que se sometían al Imperio Ming, también se llevaba prisioneros a los que se negaban a hacerlo. Con todo, gracias a los extraordinarios viajes de Zheng He, decenas de soberanos de la región del Índico enviaron embajadores a presentar sus respetos al emperador.
Sea como sea, la flota de Zheng He llevaba consigo porcelanas, sedas y esmaltes, de belleza sin igual, elaborados por artesanos de la dinastía Ming para negociar en los puertos distantes. La flota regresaba con piedras preciosas, marfil, especias, maderas tropicales y otros artículos de valor para los chinos. Incluso trajeron una jirafa, la cual se dice que causó sensación en China. Gracias a este intercambio de productos e ideas, el mundo pudo imaginarse cómo era la asombrosa civilización china del siglo XV.
Pero aquellas extraordinarias expediciones cesaron. Tan solo unas décadas después de los viajes de Zheng He ascendió al trono un nuevo emperador que puso fin al comercio y las relaciones diplomáticas con el exterior. Él y sus consejeros confucionistas no veían necesario aventurarse más allá de las fronteras y trataron de blindar al país de toda influencia extranjera. Al parecer, destruyeron los registros de los viajes realizados por la flota del tesoro e incluso la flota misma. Solo en fechas recientes se ha podido apreciar —dentro y fuera de China— la esplendorosa época en la que la gran flota de Zheng He surcaba los mares.
a El li es una unidad de medida china cuya longitud ha variado con los siglos. Se piensa que en la época de Zheng He medía más o menos medio kilómetro (un tercio de milla).