CAPÍTULO 38
¿Y si no me atrae la idea de ser testigo de Jehová?
Josué, de 16 años, está tirado en la cama. Su madre entra en la habitación y le ordena: “¡Levántate ahora mismo! ¡Sabes de sobra que hoy tenemos reunión!”. Ella ha llevado a su hijo a las reuniones de los testigos de Jehová desde que era un bebé. Sin embargo, últimamente, él no tiene muchas ganas de acompañarla.
—Pero ¿de verdad tengo que ir? —protesta.
—Deja de quejarte y vístete de una vez. No quiero que lleguemos tarde de nuevo —contesta ella mientras sale del cuarto.
—Mira, mamá, esta será tu religión, pero eso no significa que sea la mía —responde Josué. Lo dice en voz alta, para asegurarse de que lo oiga. Y lo consigue, pues sus palabras hacen que ella se detenga en seco. Pero no le responde nada; simplemente, continúa caminando.
En el fondo, Josué se siente un poco culpable. No quería herir sus sentimientos, pero tampoco piensa disculparse. Al final, no le queda más remedio que obedecer.
Resignado, suelta un suspiro y empieza a vestirse. “Un día de estos tengo que tomar mi propia decisión —murmura—. No soy como los demás del Salón del Reino. Creo que esto de ser Testigo no es para mí.”
¿ALGUNA vez te has sentido como Josué? ¿Tienes la sensación de que a los demás les encanta ser testigos de Jehová, mientras que tú solo lo haces por obligación? Por ejemplo:
● ¿Te parece que estudiar la Biblia es tan pesado como hacer tareas escolares?
● ¿Crees que predicar de puerta en puerta es casi, casi una tortura?
● ¿Te aburres en las reuniones?
Si has respondido que sí, no creas que ya no tienes remedio. En realidad, hay varias cosas que puedes hacer para lograr que te guste servir a Dios. ¿Te gustaría intentarlo?
PROBLEMA 1 Estudiar la Biblia
Por qué no es fácil. Tal vez pienses que estudiar no es tu fuerte. Puede que te cueste pasar mucho tiempo concentrado frente a un libro. Y además, ¿no es suficiente con lo que te mandan estudiar tus maestros?
Por qué estudiar la Biblia. Para empezar, porque viene de Dios. Además, todo lo que dice “es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir” (2 Timoteo 3:16, Traducción en lenguaje actual). Al leerla y reflexionar en ella, aprenderás cosas que ni te imaginas. ¿Requiere esfuerzo? Claro que sí, como todo lo que vale la pena en la vida. Por ejemplo, si quieres ser bueno en un deporte, tienes que aprender las reglas y practicar mucho. Y si quieres estar en forma, debes hacer ejercicio regularmente. Del mismo modo, si quieres conocer a Dios, tienes que dedicar tiempo a estudiar la Biblia.
Lo que otros jóvenes dicen. “Cuando tenía unos 16 años, empecé a cuestionarme ciertas cosas. Veía lo que hacían mis compañeros de clase y me preguntaba: ‘¿Por qué no puedo ser como ellos? ¿Lo que me han enseñado mis padres es realmente lo mejor para mí?’. Yo misma tenía que resolver esas dudas.” (Tshedza.)
“Siempre creí que me habían enseñado la verdad, pero quería comprobarlo de primera mano. No me conformaba con que fuera la religión de mi familia; quería que fuera la mía.” (Nicolás.)
Qué puedes hacer. Diseña un plan de estudio a tu medida. Incluye los temas que más te interesen. Para empezar, ¿qué tal si examinas a fondo tus creencias cristianas? Para ello, podrías valerte del manual bíblico ¿Qué enseña realmente la Biblia?a
Cómo empezar. En la siguiente lista marca (✔) dos o tres temas que te interesen. Si quieres, puedes añadir más al final.
□ ¿Cómo sé que Dios existe?
□ ¿Qué pruebas hay de que la Biblia viene de Dios?
□ ¿Por qué debo creer en la creación, y no en la evolución?
□ ¿Qué es el Reino de Dios, y qué pruebas hay de que es real?
□ ¿Cómo explicaría que el alma no sigue viviendo cuando morimos?
□ ¿Por qué estoy seguro de que los muertos van a resucitar?
□ ¿Cómo puedo saber cuál es la religión verdadera?
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PROBLEMA 2 Predicar
Por qué no es fácil. Tal vez te cueste hablar con desconocidos sobre la Biblia. O quizás temas encontrarte con un compañero de clase mientras predicas.
Por qué predicar. Porque Jesús les mandó a sus seguidores: “Hagan discípulos [...], enseñándoles [...] todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). Pero eso no es todo. Ciertas investigaciones indican que, en algunos lugares, la gran mayoría de los jóvenes creen en Dios y en la Biblia. Sin embargo, tienen muchas inquietudes sobre el futuro. Por lo tanto, si aprendes lo que enseña la Biblia, tú mismo podrás darles las respuestas que necesitan. Además, al hablar de tus creencias con los demás, te sentirás muy bien contigo mismo. Y más importante aún, harás muy feliz a Jehová (Proverbios 27:11).
Lo que otros jóvenes dicen. “Un amigo y yo nos preparamos juntos: hablamos de cómo empezar las conversaciones, cómo superar las objeciones de la gente y qué decir al volver a visitar a quienes se interesen en el mensaje. Así, ahora disfruto mucho más de la predicación.” (Nicolás.)
“A mí me ha ayudado mucho una Testigo seis años mayor que yo. Vamos juntas a predicar y, a veces, ella me invita a comer algo. Hace un tiempo utilizó la Biblia para animarme y ayudarme a corregir mi modo de pensar. Ahora puedo llegar mejor a la gente, y todo es gracias al ejemplo que ella me ha dado. Nunca podré pagarle lo que hace por mí.” (Shontay.)
Qué puedes hacer. Piensa en alguien de la congregación que sea mayor que tú y pídeles permiso a tus padres para ir a predicar con esa persona (Hechos 16:1-3). Las Escrituras dicen: “Con hierro, el hierro mismo se aguza. Así un hombre aguza el rostro de otro” (Proverbios 27:17). En efecto, la compañía y la experiencia de los cristianos adultos te ayudarán a aguzar, o mejorar, tus habilidades. Alexis, una joven de 19 años, afirma: “Me siento muy cómoda predicando con ellos”.
Cómo empezar. Anota el nombre de algún adulto de la congregación —que no sea uno de tus padres— con quien te gustaría predicar a menudo.
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PROBLEMA 3 Asistir a las reuniones
Por qué no es fácil. Después de pasar todo el día en clase, estar más de una hora escuchando discursos bíblicos puede parecerte interminable.
Por qué asistir a las reuniones. Porque la Biblia nos aconseja: “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como acostumbran algunos, sino animémonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca” (Hebreos 10:24, 25, Nueva Versión Internacional, 1990).
Lo que otros jóvenes dicen. “La clave para disfrutar en las reuniones es prepararse. Admito que a veces tengo que obligarme. Pero prefiero ir preparada porque así sé de qué están hablando y puedo participar.” (Elda.)
“Un día me di cuenta de que, cuando ofrecía comentarios, las reuniones se me hacían mucho más interesantes.” (Jessica.)
Qué puedes hacer. Estudia la información antes de ir a la reunión. Y cuando estés allí, anímate a levantar la mano para participar. Así sentirás que tú también formas parte del programa.
Ahora piensa en este ejemplo: ¿qué te gusta más: ver un partido desde las gradas, o jugarlo tú mismo? Jugar, ¿verdad? Pues si participas en las reuniones, también disfrutarás más que si solo asistes como espectador.
Cómo empezar. Escribe en qué momento de la semana podrías sacar media hora para prepararte para una de las reuniones.
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La Biblia dice: “Gusten y vean que Jehová es bueno” (Salmo 34:8). Muchos jóvenes de tu edad han visto que eso es muy cierto: cuando se deciden a probar por sí mismos las actividades espirituales, descubren que les gustan más de lo que imaginaban. Lo podrías comparar a un delicioso plato de comida: ¿verdad que no es lo mismo oír hablar de él que probarlo por ti mismo? Pues ocurre igual con la idea de ser Testigo. Así que no te limites a oír hablar sobre Dios. Pon manos a la obra, haz lo que dice la Biblia, y Jehová te promete que serás realmente feliz (Santiago 1:25).
¿Te gustaría saber cómo fijarte metas en la vida y alcanzarlas?
[Nota]
a Editado por los testigos de Jehová.
TEXTO BÍBLICO CLAVE
“Transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben [por] ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” (Romanos 12:2)
UNA SUGERENCIA
Llévate un cuaderno a la reunión y apunta las ideas que te parezcan importantes. Verás que aprendes más y el tiempo se pasa más rápido.
¿SABÍAS ESTO?
No hay nada de malo en que te hagas preguntas e investigues tus propias creencias religiosas. De hecho, es un buen método para comprobar si es cierto lo que has aprendido sobre Dios (Hechos 17:11).
¡MANOS A LA OBRA!
Voy a dedicar ․․․․․ minutos al día a leer la Biblia y ․․․․․ a la semana a prepararme para las reuniones cristianas.
Esto es lo que haré para concentrarme mejor durante las reuniones: ․․․․․
¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․
Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?
● ¿Por qué será que a algunos adolescentes les aburren las actividades espirituales?
● ¿En cuál de las tres áreas que vimos te gustaría mejorar?
[Comentario de la página 278]
“Soy Testigo porque yo quiero, y no solo porque mis padres lo sean. Jehová es mi Dios, y por nada del mundo dañaría mi relación con él.” (Samantha)
[Ilustraciones y recuadro de la página 280 a 281]
tenían metas en la vida
La Biblia nos advierte: “No saben lo que será su vida mañana” (Santiago 4:14). Seamos jóvenes o mayores, cualquiera de nosotros puede perderlo todo de un momento a otro, incluso la vida. Eso fue lo que les sucedió a Catrina y a Kyle. Mientras lees sus historias, fíjate en las metas que tenían en la vida y en cómo se esforzaron por tener una buena relación con Jehová Dios (Eclesiastés 7:1).
Catrina falleció con 18 años. Cuando solo tenía 13, elaboró una lista de metas que quería cumplir. Entre ellas estaban ser evangelizadora de tiempo completo, ir a predicar a un país donde se necesitaran maestros de la Biblia y trabajar con su padre en la construcción de Salones del Reino. Ella escribió: “¡Quiero dedicar mi vida a servir a Jehová!”. En sus propias palabras, su objetivo era “llevar una vida que agradara a Jehová y hacerle feliz”. Durante el funeral se la describió como “una hermosa joven que siempre quiso que su vida girara en torno a Dios”.
Kyle aprendió desde niño la importancia de fijarse metas. Por desgracia, un accidente de tráfico acabó con su vida a la edad de 20 años. Tiempo después, sus familiares encontraron un “libro de metas” que había escrito con ayuda de su madre cuando apenas tenía cuatro años. Algunos de sus objetivos eran bautizarse, presentar discursos en el Salón del Reino y trabajar en la sucursal de los testigos de Jehová, donde colaboraría en la impresión de publicaciones bíblicas. Después de examinar el libro que Kyle había escrito tantos años atrás, su madre dijo: “Logró cumplir todas y cada una de sus metas”.
Y tú, ¿también tienes metas en la vida? ¿Cuáles son? Recuerda que no sabes qué ocurrirá mañana, así que procura sacarle el máximo partido a cada día. Haz como Catrina y Kyle: dedica tu tiempo a actividades que le den valor a tu vida. Imita al apóstol Pablo, quien hacia el final de su vida dijo lo siguiente: “He peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he observado la fe” (2 Timoteo 4:7). El siguiente capítulo te ayudará a alcanzar metas por las que vale la pena luchar.
[Ilustración de las páginas 274 y 275]
Para estar en forma, hay que hacer ejercicio; para tener una buena relación con Dios, hay que estudiar la Biblia