Septiembre
Viernes 1 de septiembre
Le pidieron que les mostrara alguna señal del cielo (Mat. 16:1).
En tiempos de Jesús, a algunos les parecía que su asombrosa manera de enseñar no era suficiente; querían más. Pero, como se negó a darles la señal que le pedían, tropezaron y lo rechazaron (Mat. 16:4). ¿Qué dice la Biblia? Refiriéndose al Mesías, Isaías profetizó: “No gritará ni levantará la voz, no hará oír su voz en la calle” (Is. 42:1, 2). Jesús realizó su ministerio sin atraer la atención hacia sí mismo. No se dedicó a construir templos impresionantes, no llevó vestiduras religiosas especiales ni exigió que se dirigieran a él con títulos religiosos rimbombantes. Mientras lo juzgaban, se negó a hacer algún milagro para impresionar al rey Herodes a pesar de que su vida estaba en peligro (Luc. 23:8-11). Claro, durante su ministerio hizo algunos milagros, pero para él lo más importante siempre fue predicar las buenas noticias. Les dijo a sus discípulos: “Para eso he venido” (Mar. 1:38). w21.05 18:9, 10
Sábado 2 de septiembre
Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a quien tú enviaste, Jesucristo (Juan 17:3).
Buscamos a quienes tienen “la actitud correcta para obtener vida eterna” (Hech. 13:48). Para que lleguen a ser discípulos, tenemos que ayudarlos a 1) entender, 2) aceptar y 3) aplicar las cosas que están aprendiendo de la Biblia (Col. 2:6, 7; 1 Tes. 2:13). Todos en la congregación pueden ayudar a los estudiantes mostrándoles amor y dándoles la bienvenida cuando asisten a las reuniones (Juan 13:35). Puede que el maestro también tenga que dedicar mucho tiempo y energías a ayudar al estudiante a derrumbar creencias o prácticas “fuertemente atrincheradas” (2 Cor. 10:4, 5). Ayudar a alguien a hacer todos estos cambios hasta que por fin cumpla los requisitos para bautizarse quizás tome muchos meses, pero sin duda vale la pena. w21.07 26:6
Domingo 3 de septiembre
Comprueben todas las cosas y aférrense a lo que está bien (1 Tes. 5:21).
¿Estamos totalmente convencidos de que los testigos de Jehová enseñamos la verdad y de que nuestra manera de adorar a Dios en la actualidad es la única que él acepta? El apóstol Pablo estaba totalmente convencido de que lo que creía era la verdad (1 Tes. 1:5). Y esa seguridad no era una simple emoción. Era el resultado de un estudio profundo de la Palabra de Dios. Él creía que “toda la Escritura está inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16). Al estudiarla, Pablo encontró pruebas indiscutibles de que Jesús era el Mesías prometido. Sin embargo, los líderes religiosos judíos decidieron pasar por alto esas pruebas. Aquellos hipócritas afirmaban representar a Dios, pero sus obras decían lo contrario (Tito 1:16). En contraste, Pablo no eligió en qué partes de la Palabra de Dios quería creer y en cuáles no. Estaba dispuesto a enseñar y a aplicar “toda la voluntad de Dios” (Hech. 20:27). w21.10 42:1, 2
Lunes 4 de septiembre
Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo traiga (Juan 6:44).
Aunque nosotros plantamos y regamos, debemos reconocer que es Dios quien “lo hace crecer” (1 Cor. 3:6, 7). Para Jehová, la vida de todas las personas es valiosa. Nos da el honor de colaborar con su Hijo en reunir en su pueblo a personas de todas las naciones antes de que llegue el fin de este sistema (Ageo 2:7). Cuando predicamos, somos como los miembros de un equipo de rescate enviados a liberar a un grupo de personas que se han quedado atrapadas en una mina. Aunque solo algunos rescatistas encuentren a gente con vida, el trabajo de todos es importante. Lo mismo sucede en la predicación: no sabemos cuántas personas pueden ser rescatadas todavía del mundo de Satanás, pero Jehová puede usar a cualquiera de nosotros para ayudarlas. Andreas, que vive en Bolivia, dice: “Sé que, cuando alguien conoce la verdad y se bautiza, es gracias al trabajo de muchas personas”. Así que esforcémonos por seguir siendo positivos en el ministerio. Si lo hacemos, Jehová nos bendecirá y la predicación nos dará mucha alegría. w21.05 20:19, 20
Martes 5 de septiembre
Escapen de la trampa del Diablo (2 Tim. 2:26).
Capturar o matar a su presa: ese es el objetivo de todo cazador. Para conseguirlo, puede utilizar diversas trampas, como las que mencionó uno de los falsos amigos de Job (Job 18:8-10). ¿Y cómo logra atraer a un animal para que caiga en su trampa? Estudiándolo a fin de averiguar por dónde se mueve, qué le gusta y qué puede tomarlo por sorpresa. Satanás hace lo mismo. Se fija en nosotros y nos estudia para ver por dónde nos movemos y qué nos gusta. Entonces, nos tiende una trampa, con la que espera tomarnos por sorpresa. Aun así, la Biblia nos dice qué debemos hacer para evitar caer en sus trampas. Y, si caemos en una de ellas, qué hacer para liberarnos. Dos de las trampas más eficaces de Satanás son el orgullo y la codicia. Llevan miles de años dándole buen resultado. Él es como un pajarero que atrae a su presa para que caiga en una trampa o en una red (Sal. 91:3). Pero no tenemos por qué dejarnos engañar por sus tácticas, pues Jehová nos ha revelado cuáles son (2 Cor. 2:11). w21.06 24:1, 2
Miércoles 6 de septiembre
Las canas son una corona de belleza cuando están en el camino de la justicia (Prov. 16:31).
Nuestros fieles hermanos mayores son un valioso tesoro. La Palabra de Dios compara sus canas a una corona (Prov. 20:29). Pero es fácil que no nos demos cuenta del valor que tienen. Los jóvenes que los saben valorar consiguen algo más que un tesoro literal. Jehová valora muchísimo a los hermanos mayores. Sabe bien la clase de personas que son y aprecia sus hermosas cualidades. Se siente feliz al ver que les transmiten a los jóvenes la sabiduría que han adquirido a lo largo de sus años de fiel servicio (Job 12:12; Prov. 1:1-4). También valora mucho su aguante (Mal. 3:16). Aunque han tenido problemas en su vida, siempre han demostrado una fe fuerte en Jehová. Ahora su esperanza es más viva que cuando conocieron la verdad. Y Jehová los ama porque siguen hablando de su nombre “hasta en su vejez” (Sal. 92:12-15). w21.09 35:2, 3
Jueves 7 de septiembre
Que cada uno examine sus propias acciones, y entonces tendrá razones para alegrarse por lo que él mismo ha hecho (Gál. 6:4).
Es buena idea analizarnos cada cierto tiempo. Podemos preguntarnos: “¿Necesito compararme con otros para así sentirme bien conmigo mismo? ¿Qué me impulsa a trabajar en la congregación? ¿Es un deseo de ser mejor que los demás o, al menos, mejor que cierto hermano o hermana? ¿O es sencillamente mi deseo de darle lo mejor a Jehová?”. La Biblia nos dice que no nos comparemos con los demás. ¿Por qué? Porque, si al compararnos con otros nos sentimos superiores, nos podemos volver orgullosos. Y, si nos sentimos inferiores, nos podemos desanimar (Rom. 12:3). Recordemos que Jehová no nos trajo a él por nuestra belleza, facilidad de palabra o popularidad, sino porque estamos dispuestos a amarlo y a escuchar a su Hijo (Juan 6:44; 1 Cor. 1:26-31). w21.07 28:3, 4
Viernes 8 de septiembre
Deben seguir renovando su forma de pensar (Efes. 4:23).
Claro, para renovar nuestra forma de pensar, tenemos que orar, estudiar la Palabra de Dios y meditar en ella. No dejemos de hacer estas cosas y pidámosle a Jehová que nos dé fuerzas. Su espíritu santo nos ayudará a corregir la tendencia a compararnos con los demás. Jehová también nos ayudará a ver si nos hemos vuelto orgullosos o envidiosos, y a actuar de inmediato para liberarnos de esos defectos (2 Crón. 6:29, 30). Jehová conoce nuestro corazón. También sabe que estamos luchando contra el espíritu del mundo y contra nuestras propias imperfecciones. Cuando ve todos los esfuerzos que hacemos en esta lucha, el amor que siente por nosotros se hace cada vez más profundo. Para expresar lo que siente por nosotros, Jehová utiliza el ejemplo del amor que una madre siente por su bebé (Is. 49:15). Cuando Jehová nos ve luchar con todas nuestras fuerzas por darle lo mejor, siente por nosotros un amor así de profundo. ¿Verdad que saber eso nos consuela mucho? w21.07 29:17-19
Sábado 9 de septiembre
Alégrense con los que se alegran (Rom. 12:15).
Podemos sentir más alegría si nos esforzamos al máximo en cualquier tarea que recibamos en nuestro servicio a Jehová. Dediquémonos por completo a la predicación y participemos de lleno en las actividades de la congregación (Hech. 18:5; Heb. 10:24, 25). Preparémonos bien para animar a los demás con nuestras respuestas en las reuniones. Tomemos en serio cualquier asignación estudiantil que tengamos en la reunión de entre semana. Si nos piden ayuda para hacer algún trabajo en la congregación, seamos puntuales y confiables. No pensemos que ciertas labores son poco importantes y que no merecen que les dediquemos nuestro tiempo. Esforcémonos por mejorar nuestras habilidades (Prov. 22:29). Cuanto más ocupados estemos en nuestras actividades y responsabilidades espirituales, más rápido progresaremos y más alegría sentiremos (Gál. 6:4). Y más fácil se nos hará alegrarnos cuando otros reciban una responsabilidad que a nosotros nos habría gustado tener (Gál. 5:26). w21.08 33:11
Domingo 10 de septiembre
La sabiduría de arriba es en primer lugar pura, luego es pacífica y razonable, está lista para obedecer y llena de misericordia y buenos frutos, es imparcial y no es hipócrita (Sant. 3:17).
Debemos evitar el orgullo y dejar que Jehová nos enseñe. Tal como una enfermedad puede endurecer las arterias del corazón y hacer que deje de funcionar bien, el orgullo puede endurecer nuestro corazón figurado y hacer que nos cueste obedecer a Jehová. Los fariseos permitieron que su corazón llegara a endurecerse tanto que se negaron a reconocer las claras pruebas de que Jesús era el Hijo de Dios y contaba con su espíritu (Juan 12:37-40). Esa actitud tan mala les hizo perder la oportunidad de vivir para siempre (Mat. 23:13, 33). Qué importante es que continuemos permitiendo que la Palabra de Dios y su espíritu moldeen nuestra personalidad e influyan en nuestros pensamientos y en nuestras decisiones. Como Santiago fue humilde, dejó que Jehová le enseñara. Y fue gracias a su humildad que llegó a ser un buen maestro. w22.01 2:7
Lunes 11 de septiembre
Sigan pidiendo (Mat. 7:7).
Si perseveramos en la oración, podemos estar seguros de que nuestro Padre celestial nos escuchará (Col. 4:2). Puede que nos parezca que la respuesta tarda en llegar, pero Jehová promete que nos responderá “justo en el momento” debido (Heb. 4:16). Así que nunca debemos pensar que Jehová comete un error si no nos responde cuando a nosotros nos parece que debe hacerlo. Por ejemplo, muchos llevan años pidiéndole que les permita ver cómo su Reino acaba con este sistema. Jesús incluso dijo que pidamos que venga el Reino de Dios (Mat. 6:10). Pero qué insensato sería que perdiéramos la fe en Dios porque el fin no haya llegado cuando nosotros lo esperábamos (Hab. 2:3; Mat. 24:44). Lo sabio es seguir esperando a que Jehová actúe y orando con fe. El fin llegará justo en el momento debido porque Jehová ya ha fijado “el día y la hora”. Y será el mejor momento para todos (Mat. 24:36; 2 Ped. 3:15). w21.08 31:10, 11
Martes 12 de septiembre
Humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes (Filip. 2:3).
Los hermanos mayores que son humildes comprenden que con el paso de los años ya no pueden hacer tanto como en el pasado. Por ejemplo, pensemos en el caso de los superintendentes de circuito. Cuando cumplen 70 años, se les da una nueva asignación. Puede que eso sea muy difícil para ellos, pues les encantaba servir de esa manera a sus hermanos. Pero comprenden que es mejor que ahora se encarguen de ella hermanos más jóvenes. Su actitud es como la de los levitas del antiguo Israel que, cuando cumplían 50 años, debían dejar de servir en el tabernáculo. Su alegría no dependía de una responsabilidad en particular. Con entusiasmo, hacían todo lo que podían y ayudaban a los más jóvenes (Núm. 8:25, 26). Hoy día, aunque los hermanos que fueron superintendentes de circuito ya no atienden a muchas congregaciones, le dan mucha ayuda y ánimo a la congregación donde sirven. w21.09 36:3, 4
Miércoles 13 de septiembre
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado tu hijo (Luc. 15:21).
Jesús contó una conmovedora historia sobre un hijo perdido, que podemos leer en Lucas 15:11-32. Un joven se rebeló contra su padre, se fue de su casa y “viajó a un país lejano”. Allí llevó una vida desenfrenada. Pero, cuando llegaron los problemas, empezó a reflexionar en lo que había hecho y se dio cuenta de lo bien que estaba en la casa de su padre. Como dijo Jesús, el joven “recobró el juicio”. Decidió regresar y pedirle a su padre que lo perdonara. Fue importante que comprendiera que había tomado muchas malas decisiones, pero tenía que hacer cambios. El hijo perdido demostró que estaba realmente arrepentido. Esta parábola es más que una historia conmovedora. Enseña algunos principios que pueden ayudar a los ancianos a determinar si alguien que ha cometido un pecado grave está arrepentido de verdad. w21.10 40:14, 15
Jueves 14 de septiembre
Sacudiré los cielos y la tierra (Ageo 2:6).
¿Qué es lo que no será sacudido o eliminado? El apóstol Pablo escribió: “En vista de que vamos a recibir un Reino que no se puede sacudir, sigamos recibiendo bondad inmerecida, para que mediante ella podamos darle servicio sagrado a Dios como a él le gusta, con temor de Dios y profundo respeto” (Heb. 12:28). En efecto, cuando pase la gran sacudida final, lo único que quedará en pie será el Reino de Dios (Sal. 110:5, 6; Dan. 2:44). No hay tiempo que perder. Las personas deben elegir. ¿Seguirán apoyando el estilo de vida que fomenta este mundo y serán destruidas? ¿O harán los cambios necesarios para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y recibirán la vida eterna? (Heb. 12:25). Mediante la predicación, ayudamos a las personas a tomar esta decisión tan importante. Tengamos siempre presentes las palabras de nuestro Señor Jesús: “Las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). w21.09 37:18-20
Viernes 15 de septiembre
Nunca te dejaré y jamás te abandonaré (Heb. 13:5).
Ancianos, ustedes en especial tienen la responsabilidad de consolar a los hermanos con seres queridos que han dejado a Jehová (1 Tes. 5:14). Tomen la iniciativa y anímenlos antes y después de las reuniones. Visítenlos y oren por ellos. También pueden predicar con ellos o de vez en cuando invitarlos a su adoración en familia. Los pastores espirituales deben mostrarles a las ovejitas de Jehová que sufren la compasión, el amor y la atención que necesitan (1 Tes. 2:7, 8). Jehová “no desea que ninguno sea destruido, sino que todos lleguen a arrepentirse” (2 Ped. 3:9). Aunque una persona cometa un pecado grave, su vida sigue siendo muy valiosa para Dios. Recuerde que Jehová pagó un precio muy alto por cada uno de nosotros: la vida de su Hijo amado. Con amor, Dios intenta ayudar a quienes lo han dejado para que vuelvan a él. Y espera que decidan hacerlo, como podemos aprender de la parábola de Jesús del hijo perdido (Luc. 15:11-32). w21.09 39:17-19
Sábado 16 de septiembre
Ustedes se han beneficiado del trabajo de otros (Juan 4:38).
¿Y si usted ya no puede predicar y enseñar tanto como antes porque le falla la salud? Aun así, puede sentirse feliz por lo que sí puede hacer en la cosecha. Veamos lo que pasó cuando el rey David y sus hombres derrotaron a una banda de saqueadores amalequitas y recuperaron a sus familias y todo lo que les habían robado. Doscientos hombres estaban demasiado cansados para ir a pelear, así que se quedaron vigilando las pertenencias. Después de la batalla, David dijo que el botín se repartiría entre todos por igual (1 Sam. 30:21-25). Hoy día, pasa algo parecido con nuestra obra mundial de hacer discípulos. Todos los que le damos a Jehová lo mejor que tenemos, incluido usted, podemos alegrarnos por igual cada vez que se ayuda a una persona a entrar en el camino que lleva a la vida. Jehová se fija en nuestro duro trabajo y en el amor que le ponemos, y nos recompensa por ello. También nos enseña a ser felices con lo que podemos hacer en la gran cosecha (Juan 14:12). No lo dudemos: Dios nos dará su aprobación si no nos rendimos. w21.10 43:15-17
Domingo 17 de septiembre
La gloria de los jóvenes está en su fuerza (Prov. 20:29).
Cuando vamos haciéndonos mayores, puede que nos asuste la idea de que ya no seremos tan útiles para Jehová como lo éramos antes. Es cierto que quizás ya no tengamos tantas fuerzas, pero podemos usar la sabiduría y la experiencia que hemos ganado con los años para ayudar a los jóvenes a ser más útiles en la organización de Jehová y asumir nuevas responsabilidades. Si los mayores desean ayudar a los más jóvenes, deben ser humildes. La persona que es humilde piensa que los demás son superiores a ella (Filip. 2:3, 4). Los mayores que demuestran esta cualidad tienen claro que a menudo hay muchas maneras bíblicas y efectivas de hacer las cosas. Así que no esperan que todo el mundo las haga como ellos las hacían antes (Ecl. 7:10). Aunque tienen mucha experiencia que compartir, saben que “la escena de este mundo está cambiando” y que tal vez sea necesario que se adapten a las nuevas circunstancias (1 Cor. 7:31). w21.09 36:1, 3
Lunes 18 de septiembre
¿Quién entre los dioses es como tú, oh, Jehová? ¿Quién es como tú, que demuestras ser supremo en santidad? (Éx. 15:11).
Jehová nunca nos pide que hagamos nada que nos rebaje. Él es totalmente santo. Esto quedaba claro por las palabras inscritas en una placa de oro que el sumo sacerdote llevaba en el turbante. Decían: “La santidad le pertenece a Jehová” (Éx. 28:36-38). Lo que decía aquella placa le dejaba claro a cualquier persona que la veía que Jehová es santo en grado supremo. Pero ¿y si un israelita no veía la placa porque no podía acercarse al sumo sacerdote? ¿Tendría alguna manera de saber que Jehová es santo? Claro que sí. Todos los israelitas podían escucharlo cuando se leía la Ley delante de los hombres, las mujeres y los niños (Deut. 31:9-12). Si hubiéramos estado ahí, habríamos escuchado estas palabras: “Yo soy Jehová su Dios, […] y ustedes tienen que ser santos porque yo soy santo” y “ustedes tienen que ser santos porque yo, Jehová, soy santo” (Lev. 11:44, 45; 20:7, 26). w21.12 48:6, 7
Martes 19 de septiembre
Dejen de estar excesivamente preocupados (Luc. 12:29).
Puede que algunos hermanos vivan muy preocupados por conseguir lo necesario para vivir. Quizás la situación económica en su país esté muy mal. Tal vez les resulte difícil ganar suficiente dinero para su familia. A lo mejor el que mantenía a la familia ha fallecido y los demás se han quedado sin apoyo económico. Algo que nos ayudará es sustituir la preocupación por la confianza en Jehová. Recordemos que él nos promete que, si lo ponemos en primer lugar, se encargará de darnos lo que necesitamos en sentido material (Mat. 6:32, 33). Él siempre ha cumplido esta promesa (Deut. 8:4, 15, 16; Sal. 37:25). Si Jehová cuida a los pájaros y las flores, no tenemos por qué preocuparnos de lo que vamos a comer o nos vamos a poner (Mat. 6:26-30; Filip. 4:6, 7). Tal como el amor mueve a los padres responsables a proveer para sus hijos, el amor impulsa a nuestro Padre celestial a atender las necesidades materiales de sus siervos. w21.12 50:4, 5, 8
Miércoles 20 de septiembre
Jehová continuó con José. Siguió mostrándole amor leal (Gén. 39:21).
¿Alguna vez nos ha hecho mucho daño alguien, tal vez incluso dentro de la congregación? Pensemos en José. Sus hermanos cometieron injusticias contra él, pero siguió centrado en servir a Jehová, y Dios lo bendijo por su paciencia y aguante. Con el tiempo, José pudo perdonar a sus hermanos y ver cómo Jehová lo había bendecido (Gén. 45:5). Al igual que José, nosotros sentimos consuelo cuando nos acercamos a Jehová y dejamos que sea él quien haga justicia (Sal. 7:17; 73:28). Si estamos aguantando una injusticia o algún otro problema que nos causa dolor, recordemos que Jehová se acerca a “los que tienen el corazón destrozado” (Sal. 34:18). Él nos ama porque somos pacientes y arrojamos nuestra carga sobre él (Sal. 55:22). Es el Juez de toda la Tierra y sus ojos lo ven todo (1 Ped. 3:12). Por eso, si pasamos por problemas difíciles que no podemos resolver, recordemos que debemos estar dispuestos a esperar a que Jehová actúe. w21.08 31:14, 16
Jueves 21 de septiembre
Comprendan cuál es la voluntad de Jehová (Efes. 5:17).
Lo más sabio es que usemos nuestra vida de una manera que haga feliz a Jehová. Debemos establecer bien las prioridades. Para aprovechar el tiempo de la mejor manera, a veces hay que elegir entre dos actividades, aunque ninguna de ellas sea mala. Eso fue lo que pasó cuando Jesús fue a visitar a María y a Marta. Como Marta era tan hospitalaria y se sentía tan feliz de tener a Jesús en su casa, se puso a cocinar una gran comida. Pero su hermana, María, aprovechó para sentarse junto a Jesús y escuchar lo que les quería enseñar. Marta no hizo nada malo, pero Jesús dijo que “María eligió la mejor parte” (Luc. 10:38-42). Es probable que con el tiempo María olvidara lo que comió en aquella ocasión, pero seguro que nunca olvidó lo que aprendió de Jesús. Está claro que María valoró mucho el tiempo que pasó con Jesús, y nosotros también valoramos el tiempo que pasamos con Jehová. w22.01 5:5, 6
Viernes 22 de septiembre
¿Has visto cómo se ha humillado Acab por mí? (1 Rey. 21:29).
Aunque Acab se humilló ante Jehová, lo que después hizo demostró que no estaba arrepentido de verdad. No intentó acabar con la adoración a Baal en Israel ni animó al pueblo a adorar a Jehová. Después de su muerte, Jehová dejó claro lo que pensaba de él. Jehú, un profeta de Dios, dijo que Acab había sido uno de “los malos” (2 Crón. 19:1, 2). Pensemos en esto: si Acab se hubiera arrepentido de verdad, seguro que el profeta no lo habría incluido entre “los malos” y “los que odian a Jehová”. Así que está claro que, aunque Acab lamentó hasta cierto grado lo que había hecho, nunca se arrepintió del todo. ¿Qué aprendemos de su ejemplo? Cuando Elías le anunció el castigo que iba a sufrir su familia, Acab al principio se humilló. Ese fue un buen primer paso. Pero los pasos que dio después demostraron que no estaba arrepentido de corazón. Esto nos enseña que el verdadero arrepentimiento implica más que simplemente decir que nos sentimos mal por lo que hemos hecho. w21.10 40:4, 5, 7, 8
Sábado 23 de septiembre
Las buenas noticias del Reino se predicarán (Mat. 24:14).
Isaías era profeta, y puede que su esposa haya realizado una labor parecida, pues en la Biblia se la llama “la profetisa” (Is. 8:1-4). Para esta pareja, adorar a Jehová era lo más importante. ¿Cómo pueden los matrimonios seguir el ejemplo de Isaías y su esposa? Haciendo todo lo posible en su servicio a Jehová. Para fortalecer su fe en Dios, pueden estudiar juntos las profecías de la Biblia y ver cómo estas se cumplen siempre (Tito 1:2). Pueden meditar en cómo participar en el cumplimiento de algunas profecías de la Biblia, como por ejemplo la que dijo Jesús de que las buenas noticias se predicarían en toda la Tierra antes de que viniera el fin. Cuanto más convencido esté un matrimonio de que las profecías de la Biblia se están cumpliendo, más decidido estará a hacer lo máximo posible en el servicio a Jehová. w21.11 46:9, 10
Domingo 24 de septiembre
Le dijo al discípulo: “¡Ahí tienes a tu madre!” (Juan 19:27).
Jesús quería que su madre, que posiblemente era viuda, estuviera bien atendida. Como la amaba y le preocupaba su bienestar, le confió su cuidado a Juan, pues sabía que él la ayudaría a seguir sirviendo a Jehová. A partir de aquel momento, María vio a Juan como si fuera su hijo y él cuidó de ella como si fuera su madre. Jesús le mostró un gran amor a la mujer que con tanto cariño lo había cuidado desde el día en que nació y que ahora estaba junto a él en el día de su muerte. ¿Qué aprendemos de las palabras de Jesús? Es posible que estemos más unidos a los hermanos de la congregación que a nuestra familia directa. Puede que algunos parientes se pongan en nuestra contra o hasta nos abandonen. Pero, como Jesús prometió, si nos mantenemos cerca de Jehová y de su organización, recibiremos “100 veces más” de lo que perdamos. Muchos llegarán a ser como hijos, hijas, madres o padres para nosotros (Mar. 10:29, 30). ¿Cómo nos sentimos al formar parte de una familia espiritual que está unida porque todos tenemos fe y amamos a Jehová y a los hermanos? (Col. 3:14; 1 Ped. 2:17). w21.04 15:7, 8
Lunes 25 de septiembre
No se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con los demás (Heb. 13:16).
El amor leal va más allá de lo que se espera. Igual que en el pasado, muchos Testigos de nuestros días han decidido mostrarles amor leal a sus hermanos, incluso a los que no conocen. Por ejemplo, cuando se enteran de que ha habido un desastre natural, enseguida preguntan cómo pueden ayudar. O, si saben que algún hermano de la congregación tiene problemas económicos, tratan de averiguar lo que necesita y lo ayudan. Imitan el ejemplo de los cristianos de Macedonia del siglo primero, que dieron “incluso más de lo que podían dar” (2 Cor. 8:3). Igual que aquellos cristianos, hacen más de lo que se espera. Se sacrifican para ayudar a sus hermanos más necesitados. Hoy día los ancianos felicitan a los hermanos de la congregación por la ayuda y el cariño que les dan a otros. Esas oportunas palabras de ánimo les darán las fuerzas que necesitan para seguir adelante (Is. 32:1, 2). w21.11 45:14, 21
Martes 26 de septiembre
Presta atención y escucha las palabras de los sabios (Prov. 22:17).
Todos necesitamos que nos aconsejen de vez en cuando. A veces, somos nosotros los que le pedimos consejo a alguien a quien respetamos. En otros casos, puede que un hermano esté preocupado por nosotros y nos haga ver que estamos a punto de dar “un paso en falso”, es decir, a punto de hacer algo de lo que luego nos arrepentiríamos (Gál. 6:1). O puede que el consejo nos llegue cuando nos corrigen después de haber cometido un error grave. Sea como sea, debemos escuchar los consejos, porque son para nuestro bien y pueden salvarnos la vida (Prov. 6:23). El texto de hoy nos anima a escuchar “las palabras de los sabios”. Nadie lo sabe todo en esta vida; siempre hay alguien que tiene más conocimiento o experiencia que nosotros (Prov. 12:15). Así que, cuando escuchamos los consejos, demostramos que somos humildes, que estamos conscientes de nuestras limitaciones y que nos damos cuenta de que necesitamos ayuda para alcanzar nuestros objetivos. El rey Salomón escribió estas palabras: “Con muchos consejeros se consiguen buenos resultados” (Prov. 15:22). w22.02 7:1, 2
Miércoles 27 de septiembre
Al que esconde sus pecados no le irá bien, pero al que los confiesa y los abandona se le mostrará misericordia (Prov. 28:13).
El pecador que está arrepentido de verdad no solo tiene que decir que se siente muy mal por lo que ha hecho. También tiene que cambiar su manera de pensar y de sentir. Debe abandonar su mala conducta y volver a obedecer las normas de Jehová (Ezeq. 33:14-16). Para él, lo más importante debe ser recuperar su buena relación con Jehová. ¿Qué debemos hacer si nos enteramos de que un amigo nuestro ha cometido un pecado grave? Si tratamos de ocultar su pecado, lo único que lograremos es hacerle daño a nuestro amigo. De todos modos, eso no va a servir de nada, pues Jehová lo ve todo (Prov. 5:21, 22). Podemos ayudar a nuestro amigo diciéndole que los ancianos quieren ayudarlo. Y, si no quiere confesárselo, debemos hablar nosotros con ellos. Así demostraremos que de verdad queremos ayudarlo. w21.10 40:19-21
Jueves 28 de septiembre
Busquen no solo sus propios intereses, sino también los de los demás (Filip. 2:4).
Todos podemos aprender del espíritu de sacrificio de Jesús. La Biblia dice que él “tomó la forma de un esclavo” (Filip. 2:7). Un buen esclavo o siervo busca maneras de agradar a su amo. Como nosotros somos esclavos de Jehová y siervos de nuestros hermanos, deseamos ser cada vez más útiles para nuestro Dios y nuestros compañeros. Preguntémonos: “¿Estoy dispuesto a hacer sacrificios personales para ayudar a otros? ¿Me ofrezco enseguida para ayudar con la limpieza del lugar donde se celebra una asamblea o con el mantenimiento del Salón del Reino?”. Si nos damos cuenta de que tenemos que mejorar en algún aspecto, pero no sentimos el deseo de hacerlo, oremos a Jehová de corazón. Digámosle cómo nos sentimos y pidámosle que nos dé “tanto el deseo como las fuerzas para actuar” (Filip. 2:13). w22.02 9:9-11
Viernes 29 de septiembre
Yo los aliviaré (Mat. 11:28).
Jesús demostró que era amable siendo afectuoso y razonable, aun en circunstancias difíciles (Mat. 11:29, 30). Por ejemplo, cuando una mujer fenicia le suplicó que curara a su hija, él al principio no hizo lo que le pidió. Pero fue amable con ella y curó a la niña cuando vio su gran fe (Mat. 15:22-28). Ahora bien, él no se dejaba llevar por el sentimentalismo. A veces, la amabilidad exigía que fuera firme con los que amaba. Por ejemplo, cuando Pedro trató de influir en Jesús para que no cumpliera con la voluntad de Jehová, él lo reprendió delante de los otros discípulos (Mar. 8:32, 33). No lo hizo para humillar a Pedro, sino para enseñarle y para advertir a los otros discípulos que debían apoyarlo y no impedirle hacer la voluntad de Dios. Sin duda Pedro sintió un poco de vergüenza, pero fue por su bien. Para ser verdaderamente amables con los que queremos, a veces tenemos que hablar con franqueza. Cuando lo hagamos, imitemos a Jesús y basemos nuestros consejos en los principios de la Palabra de Dios. w22.03 11:12, 13
Sábado 30 de septiembre
Ofrezcamos siempre a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de nuestros labios, que declaran públicamente su nombre (Heb. 13:15).
Adoramos a Jehová cuando lo alabamos (Sal. 34:1). ¿Y cómo alabamos a Jehová? Hablando con aprecio de sus maravillosas cualidades y sus obras. La alabanza nace de un corazón lleno de gratitud. Si sacamos tiempo para meditar en la bondad de Jehová —en todas las cosas buenas que él ha hecho por nosotros—, nunca se nos acabarán las razones para alabarlo. La predicación nos da una excelente oportunidad de ofrecer a Dios “un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de nuestros labios”. Tal como deberíamos pensar con cuidado en lo que vamos a decir antes de hacerle una oración a Jehová, hacemos bien en pensar con cuidado en lo que les diremos a las personas cuando les vayamos a predicar. Queremos que nuestro “sacrificio de alabanza” sea de la mejor calidad. Al llevarles la verdad a otros, hablamos con el corazón. w22.03 13:8