Ante el letrero “Se prohíbe el paso” ¿obedece usted?
LOS letreros de “Se prohíbe el paso” son comunes. Por lo general se ponen para proteger la propiedad o el derecho a la vida privada del dueño del lugar en el cual aparecen los letreros de “Se prohíbe el paso.” A veces tienen el propósito de proteger el césped de alguien. A menudo las instalaciones militares gubernamentales tienen letreros de “Se prohíbe el paso” por razones de seguridad. Por otra parte, es posible que se ponga un letrero de esa clase para proteger de daño al que pasara más allá de cierto punto, como en el caso de instalaciones eléctricas de gran potencia. El que no preste atención a esos letreros puede meterse en problemas y hasta puede causarse daño.
La Biblia nos habla de un letrero literal de “Se prohíbe el paso” que tuvo que ver con la ocasión en que Dios dio la ley en el monte Sinaí. A todo el pueblo se le dijo que se reuniera al pie del monte Sinaí. Jehová le dijo además a Moisés: “Tienes que fijar límites para el pueblo en derredor, diciendo: ‘Guárdense de subir a la montaña, y no toquen el borde de ella. Cualquiera que toque la montaña será muerto, positivamente.’” Por medio de este letrero de “Se prohíbe el paso” Jehová Dios grabó en la mente de los israelitas lo imponente del lugar, porque en éste fue que se manifestó a Israel y le dio su ley.—Éxo. 19:12, 13.
Para nuestro propio bien la Biblia contiene lo que pudiera decirse que son muchos letreros de “Se prohíbe el paso.” Para Adán, el primer hombre, hubo, de hecho, un letrero de “Se prohíbe el paso” tocante al fruto del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, y Adán se encargó de que Eva supiera de esta restricción. Como declaró Eva: “Ha dicho Dios: ‘No deben comer de él, no, no deben tocarlo para que no mueran.’” Adán y Eva no prestaron atención a ese letrero, y ellos y su prole sufrieron las malas consecuencias. Sí, “por la ofensa de un solo hombre muchos murieron.”—Gén. 2:16, 17; 3:1-19; Rom. 5:15.
Se pudiera decir que los Diez Mandamientos que Jehová dio a Israel consistieron en varios letreros de “Se prohíbe el paso” para proteger los derechos de Dios y del prójimo. Los primeros cuatro protegían los derechos de Dios: No habría de adorarse a ningún otro dios; no habrían de hacerse ídolos ni habría de inclinarse ante ellos; el nombre de Dios no habría de usarse de manera profana; el hombre no habría de afanarse seglarmente en el día de Jehová, el sábado. Los seis mandamientos restantes, como los que se dirigían contra el asesinato, el adulterio y el hurto, salvaguardaban los derechos de las criaturas humanas. Se pudiera decir que en particular el Décimo Mandamiento, contra el codiciar, era un letrero que decía: “Se prohíbe el paso.” Decía: “No debes desear . . . cosa alguna que le pertenezca a tu semejante.”—Éxo. 20:3-17.
Un ejemplo que nos sirve de advertencia, el de un individuo que violó uno de los letreros de “Se prohíbe el paso” con resultados desastrosos para sí mismo, fue el del rey Uzías de Judá. Empezó bien, pues leemos que “Siguió haciendo lo que era recto a los ojos de Jehová.” Pero el buen éxito lo hizo arrogante e invadió un territorio que estaba reservado estrictamente a sacerdotes. Presuntuosamente entró en el santuario del templo de Jehová “para quemar incienso sobre el altar de incienso.” Cuando ochenta sacerdotes se opusieron enérgicamente, Uzías se enfureció. Por su presuntuosidad Jehová Dios lo hirió de lepra. ¡Qué trágico fin para tan excelente principio!—2 Cró. 26:1-21.
Hoy, entre los letreros de Dios de “Se prohíbe el paso” a los que menos atención se presta están los que tienen que ver con el sexo. Tocante a esto el apóstol Pablo claramente dijo en 1 Tesalonicenses 4:3-6: “Esto es voluntad de Dios, la santificación de ustedes: que se abstengan de la fornicación; . . . que nadie llegue al punto de perjudicar y abuse de los derechos de su hermano en este asunto.”
¿Por qué puede decirse que cometer fornicación es violar uno de los letreros de Dios que dicen: “Se prohíbe el paso”? Porque el cuerpo del cristiano individual pertenece a Jehová Dios, en virtud de su dedicación, y al cometer fornicación el cristiano está pecando contra su propio cuerpo. (1 Cor. 6:18) En vista de esto, el cristiano que comete fornicación está invadiendo, por decirlo así, la propiedad de Dios.
Y ciertamente el mandato de no ‘llegar al punto de perjudicar y abusar de los derechos de un hermano en este asunto’ también constituye un letrero que dice: “Se prohíbe el paso.” Prohíbe el tomarse libertades con el cónyuge de otra persona. Hoy es una costumbre común en algunos lugares llevar anillos de matrimonio. Se pudiera decir que un anillo de matrimonio, sea en un hombre o en una mujer, también es un letrero de “Se prohíbe el paso.” Muestra que él o ella pertenece a otra persona.
¿Qué nos ayudará a prestar atención a estos letreros de “Se prohíbe el paso”? La Palabra de Dios no solo nos da estos letreros; también suministra ayuda para prestarles atención. Una de esas ayudas es el temor de Jehová Dios que inculca la Biblia. Hacemos bien en temer a Dios, “porque nuestro Dios es también un fuego consumidor.” Y el que tengamos ese temor ejercerá un efecto sano en nosotros, pues también leemos: “El temor de Jehová significa odiar lo malo.” El violar los derechos de otros es algo malo. Si odiamos esta forma de maldad no los violaremos.—Heb. 12:29; Pro. 8:13.
Otra gran ayuda es la llamada “Regla Áurea” que Jesús dio: “Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.” Queremos que otros respeten nuestros derechos, nuestras pertenencias, ¿verdad? Por eso, nosotros debemos respetar los de ellos prestando atención a los letreros que dicen: “Se prohíbe el paso.”—Luc. 6:31.
¿Qué hay si otros nos ofenden? Entonces hacemos bien en recordar que nosotros mismos ofendemos a veces y que ‘Dios bondadosamente nos ha perdonado todas nuestras ofensas.’ (Col. 2:13) Puesto que Jehová Dios bondadosamente nos ha perdonado nuestras ofensas, debemos estar dispuestos a perdonar las ofensas de otros contra nosotros. De hecho, resulta en nuestro propio bienestar duradero el que lo hagamos, pues Jesucristo, al comentar sobre su Oración Modelo, dijo: “Si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes.”—Mat. 6:12-15.