Cambio de actitudes sobre el trabajo
¿HA NOTADO usted que la actitud de en los trabajadores ha estado cambiando? Quizás lo haya observado en muchos vendedores, especialmente en las tiendas de las ciudades grandes, donde a menudo el servicio deja mucho que desear. Es probable que haya recibido mercancía defectuosa, o tal vez hasta haya aceptado mercancías inferiores a veces sólo porque sabía que requeriría demasiado tiempo el que la compañía se las reemplazara.
En muchos campos del comercio, hay personas que quieren que se les pague, pero que no quieren efectuar el trabajo o no quieren hacerlo bien. Hay cada vez más descuido y una actitud de “despreocupación” en el trabajo.
En particular desde la II Guerra Mundial los obreros han demandado cada vez más dinero y otros beneficios, pero, según opinan muchas personas, la calidad de su trabajo a menudo ha resultado ser cada vez menos satisfactoria.
Hoy los patronos dicen que muchos obreros simplemente no quieren dedicar un día completo de trabajo. Por ejemplo, a la Sociedad Watch Tower, al tratar de comprar cierta mercancía al necesitarla, se le ha dicho que no hay seguridad de cuándo esté disponible, ‘puesto que todo depende de que los hombres se sientan con ganas de trabajar.’
A menudo la actitud que exhiben muchos obreros es una de indiferencia. Dijo un patrono: “Cuando entré en los negocios por mi cuenta, hubo veces en que fue preciso pedirle ayuda al sindicato. Pues, conseguía aproximadamente un buen trabajador por cada diez que empleaba. Los hombres realmente no querían trabajar. Me consideraba afortunado si podía obtener quince minutos de trabajo de cada hora de ellos. Si uno se libraba de ellos, no les importaba. Cobraban seguro de desempleo o decían: ‘Váyase al Diablo. El sindicato nos respalda.’”
Un contratista general de construcción de Kentucky, EE. UU., comenta de manera semejante sobre las actitudes para con el trabajo hoy día: “Hoy muchos obreros se interesan principalmente en dos cosas: la hora de salida y el día de pago. No se interesan en la compañía ni en lo que está tratando de hacer la compañía.”
Este patrono también comentó sobre una tendencia que hay entre muchos jóvenes de desear un puesto prominente rápidamente pero sin hacer todo el esfuerzo que se requiere para llegar a ser un hábil artífice. “Es preciso permanecer al lado mismo de muchos de estos trabajadores jóvenes y mostrarles todo, pues de otra manera no lo hacen bien. En tiempos pasados un muchacho trabajaba junto con su padre. Cuatro o cinco años de aquel entrenamiento bastaban para que supiera usar su cabeza y sus manos. Pero ya no sucede así en muchos casos. El joven por lo general anda buscando una salida fácil. Pero no hay maneras fáciles de adquirir habilidades o de entrenar el cuerpo y la mente para efectuar cosas.”
Después de meditar en lo que acababa de decir, continuó: “Hoy, preferiría emplear a un hombre de cuarenta años o más. Es muy difícil reemplazar a los veteranos.”
Otros también han observado que hoy entre muchos trabajadores jóvenes hay la creencia de que ‘el trabajo es necesario, pero no deseable.’ Esto tal vez se deba a que muchos jóvenes están orientados hacia el placer. No solo se inclinan a la recreación, y por eso se inclinan a participar en payasadas, sino que también se dejan distraer fácilmente por los que los rodean; por consiguiente se necesita que alguien los supervise. Muchos tienen buenas intenciones, pero no han desarrollado buenos hábitos de trabajo, de modo que produzcan constantemente a través del día.
Actitudes que cambian para con la honradez
Hay cambio de actitudes no solo en cuanto a la diligencia y la habilidad en el oficio, sino también en cuanto a la honradez. Muchos trabajadores hurtan informando tiempo de trabajo cuando ni siquiera están en el trabajo. Por ejemplo, cuando se daña un sistema de comunicaciones, es preciso que una brigada de emergencia de reparadores examine las líneas, localice la dificultad y la arregle. Por lo general este trabajo se lleva a cabo sin supervisor. Por eso, cuando se corrige la dificultad, queda de los reparadores registrar el tiempo en que cesaron de trabajar. Se ha observado que para muchos trabajadores es procedimiento normal el anotar en la hoja del tiempo más horas de las que realmente han pasado en el trabajo.
Muchos obreros no tienen escrúpulos en cuanto a hurtar tiempo y otras cosas de su patrono. “El hurtar es tan común,” dijo un patrono, “que se da por sentado.” Un fabricante de artículos de piel parecía aceptar el hurto como una realidad de la vida: “Lo que los obreros pueden meterse en los bolsillos se lo llevan,” dijo con alguna indiferencia. “Se imaginan que la compañía les debe eso. Realmente no les parece que sea hurto, o que sea incorrecto hurtar.”
Un soldador declaró que si su equipo no fuera encadenado durante la noche o guardado bajo llave, muy probablemente le fuese hurtado antes del amanecer. Un patrono reveló que durante veinte años no pudo abandonar su fábrica e irse de vacaciones porque no había nadie a quien le pudiera confiar la mercancía. Solo que después de emplear a una persona que vive en armonía con los principios bíblicos, un testigo de Jehová, que tomó sus primeras vacaciones.
Responsabilidad de los patronos
¿A qué se debe el cambio de actitudes sobre el trabajo? Es muy fácil echarle la culpa a los obreros, pero los hechos muestran que la administración a menudo ha contribuido a estas actitudes. Por ejemplo, a veces hombres en puestos superiores ejercen presión para que los trabajadores aflojen el paso. Una muchacha que trabajaba a destajo en un taller de encuadernación descubrió que estaba desobedeciendo órdenes cuando trabajaba a su velocidad normal. Su sobrestante le hacía alterar su registro de producción para que igualara los otros del departamento. El sobrante se anotaba en el registro del día siguiente, lo cual la obligaba a ir a un paso más lento el día siguiente.
Por otra parte, a veces una compañía está demasiado preocupada con la producción, con menoscabo de los hábitos de trabajo. “En estos días a muchas compañías no les importa la apariencia de un trabajo mientras sea tolerable,” admitió un hombre de una compañía. “Lo que quieren es producción.” Esto puede resultar en trabajo rápido pero descuidado, que a menudo tiene que volverse a hacer.
A veces hay una actitud de “no me importa” entre la administración, y esto solo puede resultar en malos hábitos de trabajo. “Considere mi trabajo,” dijo un electricista. “La hora de comenzar es las 8:00 en punto, pero los hombres no empiezan a llegar al trabajo sino hasta las 8:30 o las 9:00; sin embargo la compañía no dice nada. Si a la compañía no le importa, entonces, ¿por qué debería importarles a los trabajadores?”
A menudo se considera el hurtar con una actitud de indiferencia similar. Un contratista declaró que ‘hay compañías a quienes no les importa el hurto. Calculan que emplearon al hombre por un salario inferior, de modo que, si hurta, su salario inferior compensa por mucho la pérdida.’
Pero en el cambio de actitudes en cuanto al trabajo hay más envuelto que solo el que algunos patronos no estimulen las actitudes apropiadas.
Presiones de un sistema que se deteriora
Habiendo tantos obreros que no quieren rendir un día completo de trabajo, se ejerce presión en otros para que se amolden a la actitud que predomina. Por ejemplo, un joven universitario pasó un período de cinco semanas en su primer trabajo de cooperativa. Un día le contó al director del departamento de personal de la escuela su experiencia. Comenzó diciendo: “¿No se espera que los estudiantes den lo más y mejor que puedan en el día de trabajo a su patrono?”
“¿Por qué pregunta eso?” indagó el director.
“Bueno, empecé rindiendo todo lo que podía en mi trabajo. Al poco tiempo uno de los compañeros me dijo que no trabajara tan aprisa. No le presté ninguna atención; entonces otros me regañaron, y finalmente el sobrestante me habló acerca de ello.”
“¿Aflojó usted el paso entonces?” preguntó el director.
“Sí. Me di cuenta de que me estaba haciendo impopular con los otros trabajadores, pero me molestaba el no tratar de hacer todo lo que podía.”
Este incidente, por supuesto, no es un incidente aislado. Ha sucedido muchas veces. Un trabajador celoso fue a trabajar en el departamento de máquinas automáticas de fabricar tornillos de una fábrica manufacturera grande. Le pareció fácil el trabajo, de modo que trabajó con placer bastante aprisa. Solo habían pasado unos cuantos días cuando uno de los operarios que llevaba más tiempo fabricando tornillos lo abordó y le dijo: “Ve con calma, chico, no hay prisa. Afloja un poco el paso. Acepta mi consejo; es más saludable.”
Trabajadores de muchos campos se han visto bajo las mismas presiones. Por eso, muchos han efectuado menos de lo que efectuarían normalmente. A hombres a quienes les gustaba su trabajo y que no podían resistir producir más que otros se les ha sorprendido ocultando productos acabados debajo de sus bancos de trabajo, temerosos de entregarlos. Se ha visto a trabajadores sin hacer nada por horas por haberse ya alcanzado el “límite” del día. Sin embargo, los investigadores han descubierto que mucha gente trabajadora desprecia todo el asunto del haraganear, del ‘tomarlo con calma.’
Otra razón por la cual han cambiado las actitudes en cuanto al trabajo es la tendencia hacia supercorporaciones de “crecimiento,” donde los obreros se sienten atrapados por el gigantismo. Muchos jóvenes se quejan de que el trabajar para estos establecimientos es una experiencia no remuneradora, que lleva a frustración. A menudo no se siente la sensación de logro personal que tanto se necesita.
Un patrono de un negocio eléctrico que ha notado este cambio de actitudes entre los obreros sencillamente dijo: “Quizás sea el sistema.” Tiene mucha razón, todo el sistema de cosas suministra evidencia de estar deteriorándose, y hay extenso derrumbe moral. De hecho, la Santa Biblia, cuando habla de los “últimos días,” predijo que por todo el dominio de los llamados cristianos vendría el tiempo en que ‘los hombres serían amadores del dinero, presumidos, altivos, desagradecidos, desleales, no dispuestos a ningún acuerdo, testarudos, hinchados de orgullo.’ (2 Tim. 3:1-5) Esas cualidades no contribuyen a mejores actitudes hacia el trabajo.
Todo el sistema de cosas está envuelto en el asunto, pues, y las diversas actitudes de descuido, falta de honradez, indiferencia, falta de confiabilidad, falta de cooperación, etc., son una manifestación del “espíritu del mundo” y de las cualidades del “gobernante de este mundo,” quien, según la Biblia indica, es Satanás el Diablo mismo.—1 Cor. 2:12; Juan 12:31; 14:30; 16:11; Rev. 12:9.
Beneficios de actitudes correctas
Aunque las actitudes en cuanto al trabajo están cambiando, uno no tiene que dejarse llevar por “el espíritu del mundo” y caer bajo su influencia. Uno puede cultivar buenas actitudes de diligencia, alegría, amigabilidad y cooperación; con esas cualidades uno puede hacer más gozoso su trabajo y puede obtener mayor satisfacción.
Sí, con buenas actitudes para con su trabajo, uno se deleita verdaderamente en el logro. La Santa Biblia, la Palabra de Dios, dice que el hombre debe ‘regocijarse en sus obras.’ (Ecl. 3:13, 22) Para regocijarse en su trabajo, uno tiene que hacerlo bien. De hecho, prescindiendo del trabajo que haga, uno puede esforzarse por suministrarle la marca de artesanía, de excelencia. El artífice es aquel que hace bien cualquier cosa que tiene que hacer. Se deleita en poder hacer bien su trabajo.
Por ejemplo, el carpintero que construye bien siempre puede señalar a su trabajo con orgullo. En su logro siente una sensación de valor. Su familia también puede regocijarse con él. También un ama de casa que se aplica se deleita en mostrar a otros las obras de sus manos; desarrolla sanas actitudes en cuanto a todo su trabajo en el hogar. (Pro. 31:27, 28, 31) Aun los niñitos se alborozan por el buen trabajo que efectúan. De hecho, todo buen trabajador se alboroza. Porque, ¿qué persona se complace verdaderamente en el trabajo mal hecho?—Ecl. 2:24.
Otro beneficio del tener buenas actitudes en cuanto al trabajo es que las habilidades y servicios de uno probablemente estén más en demanda, aunque haya desempleo, lo cual predomina en varios países hoy día. He aquí lo que dijo un patrono cuyo negocio es conocido por la elevada calidad de su personal:
“Nos interesamos mucho más en la actitud de un hombre que en su experiencia. Si alguien tiene la actitud correcta, se puede estar razonablemente seguro de que continuará aprendiendo, creciendo y desarrollándose. Además, siempre será una persona de la clase con la cual uno disfrute al trabajar. Si alguien no tiene una buena actitud, no lo queremos... prescindiendo de su experiencia o habilidad. Tarde o temprano una actitud agria siempre significa dificultad.”
Así, pues, las buenas actitudes en cuanto al trabajo pueden ayudarle a uno a tener empleo mientras que la persona que tiene malas actitudes sobre el trabajo tal vez se encuentre desempleada. Puesto que hoy muchas empresas operan con un margen muy pequeño de ganancia, las malas actitudes sobre el trabajo entre los empleados pueden contribuir a que una compañía se declare en bancarrota. Por varias razones, pues, la persona que no tiene buenas actitudes en cuanto al trabajo puede encontrarse desempleada. ¡Cuán acertado es el principio bíblico que dice: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”!—Gál. 6:7.
¿Cuál es la actitud suya en cuanto al trabajo? Si desea mejorarla, puede tomar a pechos el buen consejo del apóstol cristiano Pablo, que dijo: “Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres, porque ustedes saben que es de Jehová que recibirán el debido galardón.” (Col. 3:23, 24) Este consejo bíblico ayuda a los cristianos a alcanzar el más elevado aliciente al trabajar. Con esa actitud el trabajador no hurta las mercancías de su patrono, ni hurta tiempo de su patrono por malos hábitos de trabajo.—Efe. 4:28.
El cambio en las actitudes sobre el trabajo debe hacer que todos nos mantengamos alerta para resistir “el espíritu del mundo.” Pues estamos ante un sistema de cosas que está en decadencia, y que pronto será reemplazado por el justo nuevo orden de Dios. (2 Ped. 3:13) Mientras tanto, buenas actitudes en cuanto al trabajo le producirán a uno gozo y profunda satisfacción personal.