Cuando los médicos insisten en administrar transfusiones de sangre
CUANDO uno va a un médico, ¿qué cualidades desea que él tenga? Por supuesto, uno quiere un médico que tenga buen conocimiento y habilidad en la medicina. Cuanta más habilidad tenga, más le podrá ayudar.
Sin embargo, ¿qué pasa si él rehúsa que uno tenga voz alguna en cuanto a lo que le sucede a su cuerpo? ¿Qué pasa si lo sujetara a una mesa y lo obligara a aceptar una medicina o cirugía en contra de su voluntad? Es probable que por lo menos uno buscaría otro médico en la siguiente oportunidad.
Lo que la gente quiere, y necesita, es un médico que tenga, no solo conocimiento y habilidad, sino también comprensión. Esta clase de médico nunca pierde de vista que él es un servidor público. Sirve a sus pacientes lo mejor que puede, pero no trata de gobernarlos. Él respeta los deseos de ellos. Afortunadamente hay muchos de esos médicos. Comprenden que siempre hay métodos nuevos... y opiniones diferentes aun entre los expertos. Así es que, aunque quizás recomienden un tratamiento, no tratan de obligar al paciente a aceptarlo.
Sin embargo, hay otra clase de médico. Él, también, indudablemente está sinceramente interesado en su paciente. Pero esta clase de médico está tan convencido de la eficacia de ciertos tratamientos que recurre a una orden judicial para administrarlo a la fuerza a un paciente. Frecuentemente esta clase de médico no reconoce que métodos más nuevos han hecho pasar de moda su modo de tratar ciertos males. Y frecuentemente es esta misma clase de médico la que carece de aprecio por su papel como un servidor público, y por el derecho de sus pacientes a escoger o rechazar ciertos tipos de tratamientos.
De modo que existe un gran contraste entre los médicos. De las dos clases, ¿cuál querría usted si estuviera enfermo, o necesitara de una cirugía?
“Hacia la ‘cirugía sin sangre’”
En ninguna otra parte es más evidente el contraste en los médicos que en el asunto de las transfusiones de sangre. ¿De qué modo?
Durante los pasados años un número cada vez mayor de médicos ha cambiado sus opiniones acerca de administrar transfusiones de sangre. Han aprendido a realizar toda clase de cirugía mayor sin administrar sangre. Sin embargo otros médicos no se dan por enterados de estos hallazgos nuevos. Todavía insisten en administrar sangre a personas que no la quieren.
Los nuevos desenvolvimientos en este campo se caracterizan por titulares como éste en el Times de Palo Alto, California: “NUEVAS TÉCNICAS QUIRÚRGICAS ELIMINAN LA NECESIDAD DE TRANSFUSIÓN DE SANGRE.” Otros titulares, en el Press de Long Island, Nueva York, proclamaron: “UNA TENDENCIA CRECIENTE HACIA LA ‘CIRUGÍA SIN SANGRE.’” Esta última publicación declaró:
“La transfusión de sangre solía ser un procedimiento normal en la cirugía. Pero ya no lo es. En años recientes los médicos han perfeccionado nuevos métodos de operar para minimizar, si es que no eliminar del todo, las transfusiones se sangre. Ellos también afirman que los nuevos métodos son mejores para los pacientes.”
El famoso cirujano del corazón, Dr. Denton A. Cooley, del Instituto Cardiólogo de Houston, Texas, dice: “Ahora es evidente el hecho de que gran parte de la cirugía mayor se puede efectuar sin transfusiones. . . . Nuestra meta es ver cuán poca sangre podemos usar.” Y el Dr. Jerome H. Kay escribió lo siguiente al The Journal of the American Medical Association: “Hemos evitado las transfusiones de sangre tanto como nos ha sido posible. . . . Ya hemos efectuado aproximadamente 6.000 operaciones de corazón al descubierto en el Hospital de San Vicente de Los Ángeles. Es nuestra impresión que desde que no hemos estado usando sangre para la mayoría de los pacientes, a los pacientes les ha ido mejor.”
Hay varias razones para esta tendencia hacia la “cirugía sin sangre.” Una es que los peligros de las transfusiones de sangre han llegado a ser más ampliamente reconocidos.
Los peligros de las transfusiones
Newsweek del 30 de abril de 1973, señaló que la transfusión de sangre es “un procedimiento que puede producir serias complicaciones si la sangre nueva está contaminada o si es emparejada incorrectamente con la del paciente.” ¿Cuán serias? Winfield Miller dice en Medical Economics: “Ningún producto biológico tiene un potencial más grande para errores fatales en la práctica médica que la sangre. Más de un médico aprendió para su pesar que cada botella de sangre en los bancos de sangre es una botella de nitroglicerina en potencia.”
¿Cuán mortíferas pueden ser las transfusiones de sangre? Los cálculos varían. Un cálculo dice que cada año más de 30.000 norteamericanos contraen hepatitis debido a las transfusiones de sangre, y que de éstos, 3.000 mueren debido a la enfermedad. Otro cálculo dice que “cada año 180.000 norteamericanos contraen hepatitis por suero debido a las transfusiones de sangre.” En el Congressional Record en los Estados Unidos se han publicado cantidades aun mayores; éste dice:
“El Centro para el Control de las Enfermedades ha declarado que la verdadera proporción de hepatitis quizás exceda por mucho a la cantidad oficial debido a que muchos médicos no informan los casos de hepatitis por suero. El centro calcula que tanto como 35.000 muertes y 500.000 enfermedades por año se pueden deber a la presencia de hepatitis por suero en la sangre que se usa en las transfusiones.”
Todos esos cálculos se basan en una sola complicación de la transfusión de sangre... la hepatitis. Sin embargo, hay otras, como las reacciones hemolíticas y las sobrecargas, las cuales se mencionan en el libro Complications in Surgery Management. Este libro añade entonces: “En términos de incapacidad y pérdida de la vida . . . las transfusiones de sangre rivalizan con algunos de nuestros mayores problemas de salud.” El Textbook of Medicine de Cecil-Loeb calcula que en los Estados Unidos se pueden esperar anualmente “por lo menos 120.000” reacciones reconocibles adversas a las transfusiones de sangre.
El Sunday News de Bulawayo de Rhodesia informó para fines de 1973 de otra seria complicación. Contó de dos bebés, una niña y un niño, que fueron contagiados con sífilis por transfusiones de sangre. Ambos habían recibido sangre de la misma fuente. Esta publicación africana comentó: “Los niños habían recibido sangre fresca que había sido sometida a las pruebas normales para las enfermedades venéreas y había sido declarada limpia.” ¿Cómo pudo suceder tal cosa? El Textbook of Surgery de Davis-Christopher explica: “Las primeras etapas de la sífilis son difíciles de detectar y es posible que los donantes no estén conscientes de su infección.”
De hallazgos recientes se puede ver cuán sensible es la sangre. En un estudio hecho con 29.000 donantes de sangre, los investigadores en Wisconsin hallaron una cantidad excesiva de monóxido de carbono en la sangre. El monóxido de carbono es uno de los venenos más mortíferos que se conoce. ¿Cómo se introdujo en la sangre de esos donantes? Entre los factores que se dieron estaban los escapes de gas de los vehículos de motor, el trabajo de la persona, y el lugar donde vivía. Los peores fueron los fumadores de tabaco. Tenían un nivel tres a cuatro veces más alto de este veneno en su sangre.
Es obvio, entonces, que hay muchos, muchos problemas serios relacionados con las transfusiones de sangre. Por lo tanto, con buena razón, el State Journal of Medicine de Nueva York declaró: “Nunca se debería dar una transfusión si otra terapia es suficiente.” Y se llegó a esta conclusión varios años antes de que muchos de los nuevos métodos de “cirugía sin sangre” hubieran sido perfeccionados.
Ninguna prueba segura
Se ha invertido mucho esfuerzo en tratar de idear métodos para detectar sangre portadora de enfermedad o incompatible. Pero aunque se han logrado algunas mejoras, no hay ningún método que sea seguro.
La Legislatura de California llegó a esta conclusión y la incluyó en su Enmienda Núm. 793 del 15 de marzo de 1973. Y Medical World News lo reconoce: “Aun si se revisara toda la sangre de donantes por medio de las pruebas más sensibles que están disponibles ahora . . . , muchos pacientes todavía contraerían hepatitis después de la transfusión.”
Tampoco es solo un asunto de no poder detectar el factor de la hepatitis. El famoso cirujano de corazón al descubierto en el hospital de St. Barnabas (en la ciudad de Nueva York), el Dr. Charles P. Bailey, declara: “Los daños por incompatibilidad y daño a los riñones causados por las transfusiones, aunque muy reducidos, nunca se pueden abolir, sin importar lo cuidadosamente que se ‘empareje’ la sangre.’”
Una de las razones para estos grandes problemas fue declarada por la revista Let’s Live. En un artículo escrito por dos médicos, se hace mención de “la singularidad de la relación entre un cuerpo y su propia sangre.” El artículo dice:
“En su libro Who Is Your Doctor and Why?, el Dr. Shadman escribe, ‘La sangre en cualquier persona es en realidad la persona misma. Contiene todas las peculiaridades del individuo del cual procede. Esto incluye los rasgos hereditarios, las susceptibilidades a enfermedades, venenos debido a la vida personal y a los hábitos de comer y beber. . . .’
“‘Cada individuo tiene su propia clase de sangre, y puesto que no hay dos que sean exactamente iguales, uno no puede con impunidad ponerse sangre de otra persona en sus venas prescindiendo de lo bien que ésta haya sido clasificada. Su organismo tiene que deshacerse de ésta y comienza a hacerlo inmediatamente, y sigue haciéndolo hasta que ha sido completamente eliminada. . . .’
“‘Se ha publicado mucho acerca de purificar la sangre y solo usar los residuos limpios. Eso no se puede hacer. La sangría de antaño ha sido reemplazada por la transfusión de sangre. De todas las ridículas prácticas médicas de tiempos pasados y presentes, la actual locura de la sangre es la peor.’”
El artículo también cita al Dr. Shadman que dice: “Al realizar más de 20.000 operaciones quirúrgicas, nunca administré ni una sola transfusión de sangre y nunca se me murió un paciente por falta de ésta. He administrado muchas transfusiones de una solución salina normal. Es mejor y más segura. Las he usado en casos de todo grado de anemia, y ninguno murió. Algunos pacientes estaban blancos como la tiza y fríos como una piedra, pero sobrevivieron.”
Tal afirmación pudiera parecer exagerada a algunos. Sin embargo, observe lo que el autoritativo Textbook of Surgery de Davis-Christopher declara: “Se ha calculado que del 35 al 50 por ciento de todas las transfusiones de sangre son innecesarias, y que aproximadamente solo 1 por ciento se administra como procedimiento salvavidas.”
Además, no es probable que el elemento humano se pueda eliminar de la colección y almacenamiento de sangre. Se cometen errores, y también hay descuido, como se reconoció en el Hospital Practice de enero de 1974.
Descargo de responsabilidad
Los daños ocasionados por las transfusiones de sangre han creado enormes problemas legales. Se ha demandado a los médicos y los hospitales por grandes sumas de dinero. Esto se convirtió en un problema mucho más grave cuando no hace mucho el tribunal supremo de un estado norteamericano falló que los hospitales ciertamente pueden ser considerados responsables por daños a consecuencia de una transfusión de sangre.
Como resultado, muchos pacientes que han de recibir transfusiones de sangre tienen que firmar un formulario que descarga de responsabilidad al hospital. Por medio de firmar este formulario el paciente accede a descargar al hospital y su personal de cualquier responsabilidad si hay daño debido a la sangre. Uno de esos formularios de hospital dice lo siguiente:
“Entiendo cabalmente que la transfusión o administración de sangre o derivados de la sangre me puede producir HEPATITIS INFECCIOSA u otras reacciones inconvenientes que resulten en posibles enfermedades o complicaciones serias, hospitalización, necesidad de más cuidado y tratamiento médico, incapacidad temporaria o permanente, así como otros posibles efectos adversos sobre mi salud y bienestar, (incluso la muerte).”
En este formulario, se provee un espacio para que los padres o tutores firmen cuando el paciente es un menor.
¿Es consistente?
Ciertamente es consistente con los derechos del paciente el informarle de los peligros de las transfusiones de sangre. Eso es, si el paciente quiere sangre. Al firmar el formulario el paciente accede a recibir sangre a su propio riesgo.
Pero, ¿qué pasa si él NO quiere sangre? ¿Cuán consistente es para los médicos y hospitales querer que se firmen formularios descargándolos de la responsabilidad de administrar sangre, y no obstante en otros casos querer órdenes de los tribunales para poder administrar sangre a la fuerza a pacientes que no quieren aceptarla?
Además, se muestra la misma inconsistencia cuando se trata con los pacientes que son menores, niños. Por una parte, a los padres o tutores se les pide que firmen formularios que descargan a los médicos y a los hospitales de las responsabilidades si al niño le ocurre algún daño debido a una transfusión de sangre. Sin embargo, por otra parte, se ha pasado por alto a los padres o tutores cuando firman, o quieren firmar, formularios para descargar a los médicos y hospitales de la responsabilidad por NO dar al niño una transfusión de sangre.
Solo puede haber un punto de vista consistente y razonable. El de tomar en consideración el derecho del paciente a rechazar un tratamiento médico en particular. Este derecho es especialmente valioso cuando ese tratamiento es reconocidamente peligroso, y hasta mortífero.
En este punto, el Dr. Arthur Kelly anterior secretario de la Asociación Médica del Canadá, dijo: “Ningún médico puede estar seguro de que la persona morirá si no obtiene una transfusión de sangre o de que vivirá si lo hace. Quizás sea mejor que la persona en particular muera en vez de menoscabar el derecho fundamental de rechazar un tratamiento médico.”
Una razón más importante
Como es bien conocido, los testigos de Jehová no aceptan las transfusiones de sangre. Es cierto, reconocen los peligros. Pero principalmente objetan a éstas por razones religiosas, y para ellos esta es una razón mucho más importante.
La Palabra de Dios, la Santa Biblia, ordena específicamente a los cristianos “que se abstengan de las cosas contaminadas por los ídolos y de la fornicación y de lo estrangulado y de la sangre.” (Hech. 15:20, 29) Dice que se “guarden . . . de la sangre.”—Hech. 21:25.
Esta prohibición de la sangre se registró en las Escrituras Griegas Cristianas. Pero no era nueva ni siquiera en ese entonces. Dios había dado esa misma ley miles de años antes, y está registrada en las Escrituras Hebreas. Tampoco se dio esa ley solamente a la antigua nación de Israel. Fue dada a la humanidad siglos antes de que esa nación llegara a existir y aplica a toda la humanidad.—Vea como ejemplos Génesis 9:4; Levítico 17:11, 12, 14; Deuteronomio 12:23.
Muchas personas ridiculizaron esos mandamientos cuando por primera vez se hicieron populares las transfusiones de sangre. Pero ahora algunas de estas mismas personas están reflexionando. Ven que lo que al principio parecía ser un “curalotodo” ahora se ha convertido en una pesadilla. Así es que, después de todos estos años, los más recientes hallazgos de la medicina moderna han mostrado la sabiduría en la prohibición divina en contra de aceptar sangre.
Siguen insistiendo en las transfusiones de sangre
Uno pensaría que seguramente ahora, en esta fecha tan avanzada, y en vista de la información más reciente y las técnicas nuevas, los médicos y los hospitales no insistirían en administrar transfusiones de sangre a la gente. Pero sí lo hacen.
Por ejemplo, para fines de 1973 una joven embarazada, Connie Reavis, se negó a aceptar la recomendación de su médico de administrarle sangre. El médico y el hospital en Portland, Oregón, llevaron el asunto a los tribunales. El juez del tribunal de circuito Berkeley Lent aprobó el pedido de administrar sangre a la fuerza. La señora Reavis rehusó cumplir con la orden. Se puso en comunicación con médicos en Seattle que accedieron a no usar sangre. En el hospital de la Universidad de Washington realizaron con buen éxito una operación cesárea y partearon a una bebita de cinco kilos trescientos gramos. No se usó sangre.
En otro caso, Curtis Dunn y su esposa Patsy, testigos de Jehová, descubrieron cuán engañosos pueden ser los formularios que uno firma. A la espera de su tercer hijo, firmaron un formulario descargando a los médicos y al hospital de cualquier responsabilidad por no aceptar sangre.
Después de nacer, el niño desarrolló anemia. Los médicos de un hospital de Houston, Texas, por medio de una orden judicial le quitaron el infante a sus padres y le dieron una transfusión de sangre. La acción se tomó de súbito. No se hizo concesión para primero tener una vista de la causa. Pero, ¿qué había pasado con el formulario que habían firmado?
Un examen más minucioso del formulario fue revelador. El formulario solo declaraba que descargaba a los médicos y al hospital de cualquier responsabilidad por la decisión de los padres. No decía que la decisión de los padres sería respetada bajo todas las circunstancias. De modo que esos formularios quizás sean relativamente sin valor. Pueden ser engañosos, pues hacen que los pacientes relajen la vigilancia confiados en un sentimiento falso de seguridad.
Es un hecho interesante que un médico que analizó el caso más tarde dijo: “Esta anemia con toda probabilidad se debió al uso prolongado de la sonda de infusión en la vena umbilical, la cual había sido insertada [para la infusión de fluidos o sangre] cuando el niño tenía siete horas de vida.”
No “vida o muerte”
Muchas veces los médicos les han dicho a los testigos de Jehová que se enfrentan a cirugía mayor que si no aceptan una transfusión de sangre morirán. No obstante, vez tras vez esto no ha sucedido. A muchos se les ha permitido aceptar un tratamiento alternativo y les ha ido muy bien. Y al hacerlo así se libraron de los peligros que surgen de las transfusiones de sangre.
Por ejemplo, a los padres de un bebé que tenía un día de nacido, en Kentucky, se les dijo que el bebé tendría que recibir una transfusión de sangre. Los médicos en un hospital en Fort Thomas dijeron que de otro modo moriría por la incompatibilidad del factor Rh. Cuando los médicos procuraron una orden del tribunal para administrar una transfusión de sangre, el padre, William Bergeron, se puso en comunicación con otro médico. Se llevó a su bebé del hospital y lo transfirió a uno en Houston, Texas. Allí los médicos trataron con buen éxito al bebé con fototerapia fluorescente y lo dieron de alta en tres días.
La experiencia de Aaron Lee Washburn, de dieciséis años de edad, fue similar. Él había estado en un accidente automovilístico y había sufrido fracturas múltiples en la cabeza y otras partes del cuerpo. En un centro médico de Dallas sus padres declararon claramente su rechazo a las transfusiones de sangre. Al principio esto se respetó. Pero tres días más tarde el cirujano que iba a operar procuró una orden del tribunal para administrar a la fuerza una transfusión de sangre. Le dijo al juez que no se podría hacer la operación sin ésta. Pero entonces el caso se dio a otros cirujanos. Respetaron la posición de los padres acerca de la sangre y procedieron a operar. Todo el período de la operación duró siete horas y media. No se usó sangre. La operación fue un éxito y a esto se le dio amplio reconocimiento en los informes periodísticos.
Lecciones aprendidas
Las experiencias que los testigos de Jehová han tenido con respecto a las transfusiones de sangre enseñan varias lecciones. Una de las más positivas fue informada por la Prensa Asociada:
“La necesidad de perfeccionar técnicas quirúrgicas que no requirieran transfusiones de sangre fue estimulada en parte por las limitaciones que la fe de los testigos de Jehová impuso en los modos usuales de operar, pues su religión se opone a la transfusión de sangre de donantes.”
Sí, muchos de los nuevos procedimientos y tendencias en la “cirugía sin sangre” han llegado a existir debido a médicos que trataron de buscar mejores métodos para operar a los testigos de Jehová. Algunas de estas técnicas nuevas han tenido tanto éxito que un número cada vez mayor de médicos las usan ahora en todos sus pacientes.
Otra lección que se aprendió es que aunque ahora hay más médicos que respetan el derecho del paciente de rechazar la sangre, de ningún modo es esto una tendencia universal. Muchos médicos no muestran ese respeto, y recurrirán a órdenes de tribunal para tratar de administrar sangre a la fuerza a pacientes no dispuestos.
Una lección dolorosa es que un formulario firmado no es garantía de que se respetará el rechazo de la sangre del paciente. No basta con firmar una declaración descargando al personal médico de la responsabilidad si algo llegara a andar mal debido a que el paciente no aceptó sangre. Esos formularios deben incluir una garantía del personal médico implicado de no administrar sangre bajo ninguna circunstancia. Al mismo tiempo, esos formularios pueden expresar la disposición a aceptar un tratamiento alternativo aprobado por el paciente.
No obstante, aunque los testigos de Jehová todavía experimentan muchas dificultades, ha habido “brechas” importantes. Han visto a muchos miembros de la profesión médica reconocer que las transfusiones de sangre pueden dañar y matar. Han visto a más autoridades hablar en contra de la práctica. Y han llegado a conocer a más y más médicos que respetan su derecho de rechazar la sangre. Por esos médicos comprensivos, estos pacientes están muy agradecidos.