¿Cuál es el punto de vista bíblico?
¿Cuántos Salvadores tiene usted?
SIEMPRE ha habido hombres en la historia que se han presentado como salvadores de sus congéneros. Por ejemplo, en el apogeo de su gloria Hitler y Mussolini fueron aclamados como mesías. Entusiasmada por el progreso que se había logrado durante la primera parte del régimen de Hitler, una residente de Prusia Oriental le dijo a su vecina: ‘Merece que le besen los pies.’ Pero estos dictadores no resultaron ser salvadores. Se hicieron responsables de la muerte de millones de hombres, mujeres y niños. ¡Qué desilusión sufrieron las personas que habían cifrado su confianza en ellos al ver derrotadas sus naciones respectivas!
Estos ejemplos, así como muchos otros, ilustran bien la sabiduría de esta amonestación bíblica: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.” (Sal. 146:3, 4) Para que sea segura la salvación tiene que venir de una fuente muy superior al hombre moribundo. La Biblia indica que esa fuente es nuestro Hacedor, Dios. “La salvación pertenece a Jehová,” declaró el inspirado salmista. (Sal. 3:8) Mediante su profeta Isaías, el Todopoderoso dijo: “Yo... yo soy Jehová, y fuera de mí no hay salvador.”—Isa. 43:11.
Pero quizás alguien pregunte: ‘¿No es Jesucristo el Salvador? Entonces, ¿no son Jehová y Jesús el mismo, de modo que tenemos un solo Salvador, Dios?’
La Biblia no limita la voz “salvador” al Altísimo. En el pasado, se llamó salvadores a los hombres que Dios usó para librar de la opresión a su pueblo Israel. Leemos: “Jehová les levantó un salvador a los hijos de Israel para que los salvara, a Otniel hijo de Kenaz, hermano menor de Caleb.” (Jue. 3:9) En otra ocasión se nos dice: “Los hijos de Israel empezaron a clamar a Jehová por socorro. De modo que Jehová les levantó un salvador, a Aod.”—Jue. 3:15.
Note que Jehová Dios levantó como salvadores a Otniel y Aod. Estos hombres solo fueron los agentes por medio de quienes el gran Salvador, Dios, efectuó la liberación de su pueblo de la opresión enemiga. Otniel, Aod y otros como ellos no proclamaron que eran salvadores. Reconocieron como su Salvador y Dios a Aquel que los estaba usando. David, que participó muchas veces en salvar a los israelitas de sus enemigos, dijo: “Mi Dios es mi roca. En él me refugiaré, mi escudo y mi cuerno de salvación, mi altura segura, y mi lugar adonde huir, mi Salvador; de violencia me salvas.”—2 Sam. 22:3.
Pero, ¿qué se puede decir acerca de Jesucristo? Bueno, no se puede referir a él tampoco como un Salvador “fuera de” o aparte de Jehová, es decir, como competidor de su Padre. Las Escrituras establecen claramente que el papel de Salvador que Jesús desempeña le fue asignado por su Padre. El apóstol cristiano Juan escribió: “Nosotros mismos hemos contemplado y estamos dando testimonio de que el Padre ha enviado a su Hijo como Salvador del mundo.” (1 Juan 4:14) Cuando el anciano Simeón vio al niño Jesús en el templo, exclamó: “Ahora, Señor Soberano, estás dejando que tu esclavo vaya libre en paz según tu declaración; porque han visto mis ojos tu medio de salvar.”—Luc. 2:29, 30.
Porque la salvación viene de Jehová Dios por medio de Jesucristo, el libro de Revelación en su descripción de una “grande muchedumbre” dice que declaran lo siguiente: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Rev. 7:9, 10) Se refiere a esa “grande muchedumbre,” como sobrevivientes de la “grande tribulación” que ha de sobrevenirle a la humanidad. (Rev. 7:14) Sin embargo, el ser salvados o conservados vivos a través de esta tribulación no es la única clase de salvación que éstos experimentan. Por ser Jesucristo el Cordero de sacrificio provisto por Dios, proporcionó la base para salvar o librarlos del pecado, el “aguijón que produce muerte,” de modo que también los salva de la muerte. (1 Cor. 15:56) Esto concuerda con lo que le dijo un ángel a José: “No tengas miedo de llevar a María tu esposa a casa, porque lo que ha sido engendrado en ella es por espíritu santo. Dará a luz un hijo, y tienes que ponerle por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”—Mat. 1:20, 21.
Es apropiado, pues, que por ser el medio que Dios usa para la salvación, Jesucristo sea llamado el Salvador. Aparte de él nadie en la Tierra puede salvarse del pecado y la muerte. Cuando el apóstol Pedro estuvo ante el tribunal supremo de los judíos señaló esto al decir: “No hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”—Hech. 4:12.
El hecho de que se hace referencia a Jesús como el Salvador no quiere decir que él y Jehová Dios son el mismo. Bueno, el mismo nombre “Jesús” señala a Dios como la fuente de la salvación. Significa “Jehová Es Salvación” y así honra al Padre como el Salvador a quien el Hijo mismo acudió. Leemos en Hebreos 5:7: “En los días de su carne Cristo ofreció ruegos y también peticiones al que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fue oído favorablemente por su temor piadoso.” Además, después que Jesucristo fue resucitado de entre los muertos, siguió colocándose en una posición inferior a la de su Padre. Por ejemplo, le dijo a María Magdalena: “Ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes.’”—Juan 20:17.
Aunque las Escrituras Griegas Cristianas correctamente subrayan el papel de Jesucristo como Salvador, también aclaran que propiamente dicho el Dios de Jesucristo es el autor de la salvación. El discípulo Judas concluyó su carta breve con estas palabras: “Al único Dios nuestro Salvador por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, potencia y autoridad por toda la eternidad pasada y ahora y en toda la eternidad. Amén.” (Jud. 25) De modo parecido, el apóstol Pablo, en su carta a Timoteo, se refirió al Padre celestial como Salvador: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús bajo mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, nuestra esperanza.” (1 Tim. 1:1) “Esto es excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos.” (1 Tim. 2:3-6) “Hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.” (1 Tim. 4:10) Se ve, pues, que aun cuando se menciona a Jesucristo en el contexto, se identifica a Dios como el Salvador.
Así, el testimonio de la Biblia en conjunto aclara el hecho de que solo hay un Salvador, Jehová Dios. En cuanto a todos los otros que se han llamado correctamente salvadores, incluso Jesucristo, no son salvadores competidores. Más bien, se mostraron dispuestos a ser usados por Jehová Dios en desempeñar este papel. Por eso, los que desean tener aprobación divina tienen que reconocer que la salvación proviene del Padre por medio de su Hijo, el Señor Jesucristo.