El enigma de las rocas... pinturas de los bosquimanos
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en la República Sudafricana
PARA un aficionado al arte, el ir a visitar una galería de arte es casi siempre una ocasión de interés y deleite. Pero aun en las ciudades grandes halla bastante limitado el número de galerías de arte. Sin embargo, la República Sudafricana puede jactarse de tener literalmente centenares de galerías de arte antiguo. Éstas han captado el interés y deleitado a un sinnúmero de artistas, arqueólogos y turistas.
Nos referimos a las pinturas rupestres de los bosquimanos. Cuando los visitantes miran fascinados la cara o frente de una roca cubierta de estos dibujos de gente y animales, se preguntan: ¿Estaba el artista solo garrapateando, o estaba tratando de comunicar un mensaje? Y, al lado de un arroyo que gorgotea a centenares de kilómetros del mar, ¿por qué hizo y cómo pudo un artista haber hecho un dibujo casi perfecto de un delfín?
En busca de respuestas
Buscando respuestas a estas preguntas y “movidos por la inevitabilidad de que estos dibujos van a desaparecer,” equipos de arqueólogos y artistas como la expedición de Frobenius con artistas de Alemania, y Harald Pager de Austria, han trabajado con toda premura para copiar y registrar cuantas pinturas les sea posible. El arqueólogo francés Henri Breuil, un abad, estuvo entre los investigadores de fama mundial que, después de haber investigado el arte primitivo de Europa, precisamente el de España y Francia, dirigió su atención al trabajo de los artistas bosquimanos del África. Los investigadores hallaron que el campo africano estaba tan lleno de preguntas a las que faltaban respuestas como cualquier otra zona que hubieran investigado previamente. Quedaron tan absortos al buscar soluciones a los muchos problemas que, en algunos casos, los investigadores nunca regresaron a casa. El descifre del enigma de las rocas llegó a ser su interés dominante y trabajo de toda la vida.
Por otra parte, el deseo de obtener la respuesta a estas preguntas ha hecho que muchos aficionados a la arqueología vayan a la biblioteca más cercana. Aquí pueden repasar las teorías y hallazgos de los expertos sin tener que escalar montañas, gatear en cuevas o hacer recorridos fatigosos por la maleza y arena en busca de obras de arte antiguas.
Deseo de expresar su individualidad
Se ha dicho del arte de las rocas que es la lengua franca de la llamada “edad de piedra”... el vehículo por el cual se transmitían pensamientos, ideas, hasta creencias religiosas, debido a la supuesta ausencia de la palabra escrita. Casi todo país tiene sus sitios arqueológicos que manifiestan que desde los tiempos más remotos el hombre ha tenido el deseo innato de expresarse artísticamente, o de hacer alguna clase de registro de su vida y actividades diarias. Estos registros antiguos varían desde las inscripciones complejas que se hallan en las tumbas egipcias hasta las pinturas más primitivas que se hallan en las rocas de las cavernas en toda parte de Europa, América y África.
La mayor concentración de pinturas rupestres del mundo está en el África, al sur del río Zambezi. En contraste con el arte rupestre de Europa que se halla escondido en lo profundo de las cavernas y hace necesario usar iluminación artificial, las pinturas rupestres del África austral se hallan en cuevas de barrancas rocosas bañadas de sol y sobre la frente de cualquier clase de roca que tenga el menor saledizo protector. Se sabe de más de 2.000 sitios rupestres en la República Sudafricana, además de los de Rodesia, Botswana, Suazilandia y África del Sudoeste. Una zona, la garganta Ndedema en las montañas Drakensberg de la República Sudafricana, tiene 16 sitios que contienen 3.000 pinturas. Según lo indicado, este abrigo rocoso, escondido en la garganta, fue el hogar de los bosquimanos por un período bastante largo. Esto dio a los artistas suficiente tiempo para satisfacer sus gustos en la decoración de interiores, a tal grado que algunos murales abarcan zonas muy grandes y contienen una multitud de figuras tanto de animales como de seres humanos.
¿Quiénes fueron los artistas?
Aunque la identidad exacta de los artistas todavía es asunto de debate, las obras de arte se conocen en general como pinturas de los bosquimanos. Hubo un tiempo en que los bosquimanos aborígenes fueron los únicos habitantes humanos de Sudáfrica, y antecedieron, evidentemente por muchos siglos, a los tipos negroides que emigraron más tarde al África austral. Los bosquimanos eran de estatura corta, con piel de matiz amarillento. Se ha notado una semejanza entre sus tipos craneales y los cráneos de pigmeos que se han hallado desde Egipto hasta el Cabo de Buena Esperanza. El rasgo físico más distintivo de los bosquimanos, tanto hombres como mujeres, fue el extremo grosor de sus posaderas.
Una antigua descripción arábiga de estos habitantes primitivos del África austral, que se remonta hasta 1150 de la Era Común, dice que su “habla se asemeja a silbido.” Esto pudiera haberse referido a los chasquidos del lenguaje que muchas tribus negras del día actual retienen como herencia debido a la mezcla entre los primitivos inmigrantes negroides y los pequeños bosquimanos.
A pesar de su habla poco usual, los bosquimanos han manifestado por sus pinturas rupestres que tenían agudas facultades de observación, un sentido del humor, y una existencia más sofisticada de lo que se habían dado cuenta los investigadores. No obstante, esta gente pequeña llevaba una vida sencilla. Aparte de los animales de caza que conseguían con sus arcos y flechas, su dieta incluía semillas, bayas, raíces, insectos y reptiles. Dado que eran nómadas, vivían en cuevas y al abrigo de salientes rocosos. Allí mismo, en sus hogares primitivos, hicieron las delicadas pinturas que registran su modo de vivir. El investigador británico G. W. Stow fue el primero que se dio cuenta de que estas obras de arte constituían una serie de páginas del libro de historia de Sudáfrica.
¿Qué dicen los dibujos?
Diferente del arte rupestre de Europa, que se concentra en la caza y sus aspectos, los artistas africanos manifestaron gran interés en el hombre y registraron las actividades de su vida diaria... algunas trágicas, otras chistosas. Los bosquimanos participaban en la caza, la pesca y el baile, y tocaban instrumentos músicos primitivos. Celebraban ceremonias religiosas y, sí, se emborrachaban, también. Aunque los artistas se destacaron en su observación de la vida animal e insectil, sobresalieron al representar la actividad humana. Son numerosas las escenas de la caza, ya que el hombre de familia pasaba la mayor parte de su día laboral buscando alimento. A las mujeres casi siempre se les pintó llevando los palos de cavar con los cuales buscaban alimento. Pero de vez en cuando ellas también participaban en el baile.
A veces el artista trataba su tema con cierta jocosidad, y una de tales escenas muestra al cazador regocijado dando la señal de victoria a medida que extiende los brazos ampliamente y le presenta a su gorda esposa las recompensas de su día de trabajo... tres ciervos muertos. Otro dibujo representa a un cazador airoso a punto de cortar la suave parte inferior de un antílope muerto. ¡Si el entero aspecto del cazador desde los dedos de los pies hasta las grandes gotas de saliva que gotean de su boca hambrienta comunican su expectación!
A veces la tragedia aparecía en los “titulares” de las rocas. En Rodesia, una escena del Matopos muestra el fin desdichado de una caza de leones en la cual un trazo del cazador vencido yace enfrente de una leona de apariencia temible. Otro dibujo representa un asesinato en el acto de cometerse. El atacante está golpeando la cabeza de la víctima con una piedra, mientras que el segundo adversario le dispara flechas. Nos preguntamos: ¿Fue el artista uno de los atacantes, o solo un ‘reportero rupestre’ que registraba los sucesos del día? También sigue haciéndose la pregunta: ¿Cuántos años han pasado desde que se pintaron algunas de estas escenas?
Dificultades de fijar fechas exactas
Entre los problemas que han impedido el fijar fechas exactas está el hecho de que ninguna de las pinturas de los muros está cubierta de materia sedimentaria, cuya edad pueda estimarse. Además, algunos dibujos han sido pintados sobre otros, y en los casos en que ha sido posible reconocer las herramientas primitivas, los períodos a que pertenecen abarcan hasta miles de años. La fecha más temprana a la que llegó el Dr. E. Denninger para una pintura en el sitio de Ndedema es dentro de 200 años antes o después de 1150 E.C., o sea, unos 350 años antes que el navegante portugués Vasco da Gama pasara por el Cabo. Las pinturas posteriores en las que se muestran barcos, caballos y carros pueden fecharse históricamente con la llegada de los pobladores blancos en los siglos XVII y XVIII.
Pero, para ese tiempo, según opinan algunos, los estilos y técnicas habían degenerado. En su libro The Artists of the Rocks, el pintor sudafricano Walter Battiss dice respecto a las técnicas de escorzo y perspectiva: “En Italia, durante el Renacimiento, Uccello solo estaba redescubriendo y reinventando lo que ellos [los bosquimanos] habían poseído por largo tiempo.” Battiss sugiere que el desarrollo técnico de los pintores más primitivos bosquimanos precedió por muchos años los estilos rígidos de las dinastías egipcias. Él dice: “Los talladores y pintores de piedra estaban trabajando en el África antes que se construyeran las pirámides.”
¿Hubo un eslabón antiguo?
El que haya habido o no un eslabón antiguo entre el arte primitivo de Egipto, el arte rupestre de Europa y las pinturas rupestres del África austral sigue siendo otro misterio. Pero parece que algunas pinturas bosquimanas presentan evidencia de conexiones con el África del Norte o con el Oriente Medio.
Una escena que se halló en las montañas Makgaberg de Transvaal del noroeste presenta problemas tanto de tiempo como de lugar. Según parece, representa una escena en una corte y hay cinco figuras de tipo europeo vestidas de ropa talar larga y blanca y llevan puestas tiaras y turbantes. Están ofreciendo regalos de tributo a un personaje cuya forma no está clara, y están inclinadas en una posición reverencial. Según la apariencia, no cabe duda de que los dignatarios sean persas, y puesto que la fe islámica prohíbe la representación de la figura humana, es probable que el dibujo represente una escena de tiempos pre-islámicos. Puesto que el lugar dista 480 kilómetros de la playa más cercana del océano Índico, surge la pregunta: ¿Cuándo vieron los bosquimanos aborígenes esa escena sofisticada de una corte en que figuraban personas de una cultura diferente y de una tierra lejana?
Al considerar una pintura semejante cerca de ésta, el profesor Raymond Dart, en un prólogo al libro Ndedema, de Harald Pager, discierne en otra figura que lleva tiara una semejanza a Zeus, el dios mítico del trueno. Según la leyenda, Zeus, en la forma de un toro blanco, invitó a la doncella Europa a montar sobre su grupa y luego se la llevó a la isla de Creta. Sorprendentemente, una leyenda africana dice de una joven que, al montar sobre la grupa del toro de la lluvia fue raptada por él.
También es enigmático el modo en que los bosquimanos asocian los dragones con los dioses de la lluvia, y hay una semejanza a la idea más primitiva de los babilonios de la diosa de los dragones Tiamat. Se halla el mismo concepto en China. Hay una similitud asombrosa entre el concepto chino y las ilustraciones de los artistas africanos de un dragón volador, cornudo, exhalador de humo que ellos asociaban con el trueno.
Técnicas y materiales que usaban
Prescindiendo del período que las pinturas abarquen, el asunto de su conservación también es materia de reflexión. Los artistas no se preocuparon por colocar sus pinturas fuera del alcance de su congéneres o de los elementos. No obstante, en la mayoría de los casos, los colores permanecen frescos y los perfiles claros y discernibles.
Los colores se consiguieron de los pigmentos de la tierra, carbón (de huesos quemados), óxido de hierro, cal y tiza, así como también ocre rojo y amarillo. Estos se mezclaban con grasa, la sangre de animales o los huevos de aves, y también con plantas que dan látex o resina. Los pintores hacían sus brochas de plumas, huesos, palos o pelo. Tenían sus pinturas en huesos huecos o cuernos pequeños, y se han hallado paletas de pizarra en algunos sitios arqueológicos.
El fin de los pintores bosquimanos
Durante la última mitad del siglo XIX el investigador inglés G. W. Stow mencionó dos pintores bosquimanos que llevaban pintura en pequeños cuernos colgados de sus cinturones. Un zulú muy anciano recordaba que por allá en 1888, cuando él era muchacho, los bosquimanos vivían en las cavernas montañeses, y que en aquel tiempo todavía estaban haciendo sus pinturas.
Pero los bosquimanos pequeños que habían pasado muchos siglos vagando por el África, tan libres como los pájaros que pintaban, no lograron sobrevivir a la escena cambiante del África con el mismo éxito que sus dibujos. Durante los siglos pasados, a medida que cada vez más del África austral llegó a ser poblada por razas negras como la de los zulúes, así como por los colonizadores holandeses y pobladores británicos, los bosquimanos tuvieron que retirarse más y más en las colinas. Desafortunadamente, llevaron consigo el ganado y las ovejas de los inmigrantes. Pero fue una batalla perdida y, a medida que arreaban el ganado a las fortalezas montañosas, los alcanzaron tanto los negros como los blancos, y los mataron. Hoy día, varios miles bosquimanos todavía llevan su vida sencilla, nómada, en los desiertos de África del Sudoeste y Botswana; pero ya son cosa del pasado sus días de pintar.
El registro de las rocas está desapareciendo
El desgaste causado por el viento y la lluvia, y el humo de las lumbres de pastores y campistas, así como el vandalismo directo, están reduciendo rápidamente el número de pinturas. Se informa que algunos pobladores primitivos usaban los animales pintados como blanco para practicar con rifles y revólveres. Durante el siglo pasado se emplearon cinceles para sacar centenares de dibujos y enviarlos a los museos de Europa. A veces entusiastas bien intencionados han retocado los dibujos con tiza, y llenado los perfiles con lápiz o lavado las pinturas a fin de producir fotos “mejores.”
Todo esto ha llevado a los amantes del arte y a los arqueólogos, apoyados por actos del Parlamento y noticias gubernamentales, a dar los muy necesarios pasos para conservar las últimas pinturas de los bosquimanos. No obstante, estas obras maestras de artistas primitivos pero talentosos del pasado todavía proveen un registro fascinante y valioso de la historia africana. También presentan un desafío a todo el que trate de resolver el intrigante enigma de las rocas del África.