Los tambores parlantes de los yoruba
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN NIGERIA
EL HOMBRE que estaba de visita en Lagos se hallaba enfrascado en una conversación. ¡De repente, toda su expresión quedó en suspenso! La intensidad de sentimiento reflejada en su rostro se “petrificó” momentáneamente, y cedió entonces a una expresión de sorpresa y desconcierto. Escuchó cuidadosamente por unos momentos y volvió la cabeza como para captar cierto sonido con mayor claridad. Su expresión de desconcierto se intensificó. Finalmente el visitante se volvió a su compañero, quien sin mucho éxito trataba de aguantar la risa, y preguntó: “¿Qué es ese sonido tan extraño?”
Para entonces, el sonido venía desde más cerca. Parecía el sonido de un tambor, pero se asemejaba algo a una voz... una voz extranjera que estuviese hablando una lengua extraña. Ciertamente no era una voz humana. Aunque poseía las entonaciones y variaciones del habla, carecía de la articulación de los sonidos consonánticos. Aun así, el sonido no se asemejaba a los tonos de ningún instrumento musical que el visitante conociera.
Pero era la voz de un instrumento musical. Era la voz de los tambores parlantes de los yoruba.
El lenguaje de los tambores
Ahora el amigo del visitante tuvo la oportunidad de describir y explicar el uso de estos tambores. Para comenzar, dijo que en la tierra de los yoruba de Nigeria y en las comunidades de habla yoruba del África occidental se usan diferentes tipos de tambores para producir el lenguaje del tambor. Es posible enviar mensajes de esta manera, pero solo a corta distancia. Más comúnmente los tambores se usan para acompañar el baile y el canto.
Esto es posible porque el lenguaje yoruba es tonal. Palabras que se escriben del mismo modo se diferencian en el habla normal por medio de suaves variaciones en el tono y la altura del sonido. Los tambores imitan las entonaciones y cadencias del habla, de manera que el lenguaje del tambor se asemeja mucho al yoruba hablado. Así, pues, los tambores parlantes difieren de los tambores tam-tam de otras tribus, los cuales no pueden imitar ningún lenguaje, sino que se usan para enviar mensajes en clave a través de distancias muy largas.
Se requiere mucho entrenamiento para aprender a usar estos tambores parlantes. El lenguaje consiste en frases fijas que usualmente forman un oriki. El oriki es una expresión perteneciente a cada familia, como un emblema en palabras, que describe el nivel social, la profesión, religión o tradición de la familia. El hábil tocador del tambor tiene que aprenderse los orikis de muchas diferentes familias. También tiene que adquirir la habilidad mecánica de tocar el tambor de manera que imite los tonos del habla.
Por eso, el que quisiera aprender a tocar el tambor tendría que hacerse discípulo de un perito tocador del tambor a una edad muy tierna para asegurarse de tener suficiente tiempo para dominar los intrincados detalles de esta profesión, incluso adquirir la sensación táctil y la destreza necesarias. Tradicionalmente, en ciertas familias el tocar el tambor era una profesión que se heredaba. Este arte se transmitía de padre a hijo, y se mantenía un alto grado de habilidad.
Hay diferentes tipos de tambores, todos hechos de madera ahuecada, que se usan para recitar mensajes. El dundún es el más versátil juego de tambores parlantes. Se compone de cinco tambores. Cuatro son tambores de presión que tienen la forma de un reloj de arena y el otro es una media esfera poco profunda.
Generalmente el dundún cuelga de una correa ancha que pasa sobre el hombro izquierdo, y el que lo toca lo sostiene debajo del brazo izquierdo. El que toca el dundún comprime y relaja alternadamente la presión de unas tiras de cuero para hacer subir o bajar la altura del sonido del tambor. Estas tiras o cuerdas conectan las pieles que cubren los dos extremos del tambor. El arreglo entre las tiras y las pieles es tan estrecho que prácticamente cada parte de las pieles se afecta de una manera u otra cuando el hábil tocador del tambor las manipula. Usando un palillo que tiene la forma de un pico de grulla, el que toca el tambor puede producir una melodía que casi alcance la escala de una octava.
Además de recitar mensajes con el juego de tambores dundún, los músicos profesionales los usan para tocar música tradicional. Cuando tocan en la banda privada del jefe de la comunidad, los que tocan el tambor anuncian con declamaciones lisonjeras del tambor que el jefe se aproxima.
Estos son los tambores que, mientras acompañaban una procesión familiar, recitando la alabanza de la familia, atrajeron la atención del que estaba de visita en Lagos.