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  • Valores que cambian en una era moderna
  • ¡Despertad! 1980
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  • ¿A qué se debe el cambio?
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¡Despertad! 1980
g80 22/11 págs. 20-24

Valores que cambian en una era moderna

Vistos en el escenario africano

‘YO HABÍA visto la ropa que mis hermanos habían traído al regresar, y les había oído hablar del salario que se podía ganar. Describieron las luces de las calles, los cines, los salones de baile, y a las mujeres y a los astutos hombres del pueblo. Mi padre no quería que yo fuera, pero, sin despedirme de mis padres, subí a un autobús rumbo a la gran ciudad.

‘Me asombré de lo que vi; hubiera querido haber llegado antes. No había nada parecido a esto en el lugar donde yo vivía. En todas las casas había luces; había un increíble y excitante bullicio, emoción y resplandor. Todo el mundo estaba radiante de riqueza, confianza y éxito. La vida en la ciudad tenía que ser fácil; las recompensas tenían que ser grandes y fáciles de obtener. Me alegraba de haber dejado la oscura y tranquila choza de mi padre, donde yo era un muchacho nada más, un mensajero, un mandadero, un obrero. ¡Esto sí era vivir!’

Así empezó la experiencia de un africano que quiso explorar los deleites de otro mundo... la vida en una gran ciudad.

Él creía que el mudarse a la ciudad y la perspectiva de tener más posesiones materiales serían su trampolín a la felicidad. Muchos piensan como él pensó. Tal vez usted esté entre ésos. Lo que está sucediendo en África ha sucedido o está sucediendo en muchas partes del mundo.

Cambios que afectan mente y corazón

Mentes y corazones que han estado acostumbrados a una forma de vida sencilla han llegado a conocer un modo de vivir que envuelve un interminable despliegue de fascinantes posesiones. El efecto se pinta en un pasaje del poema africano intitulado “Canción de Lawino.” Un hombre recién educado que había regresado de la ciudad a su aldea le llevó un reloj a su esposa, quien nunca antes había visto uno. Ella dijo: “¡El reloj me hace sentir muy orgullosa! Es bello. ¡Y qué impresionadas quedan con él las visitas!” Sí, este nuevo “juguete” parecía añadir esplendor y estímulo, así como prestigio, a su vida. ¿Quién de entre nosotros no ha visto y luego deseado algún artefacto nuevo que pudiera hacerle más deleitable la vida?

Sin embargo, todos los beneficios de la tecnología moderna vienen con “etiquetas de precio”... cuestan dinero; ¡a veces mucho dinero! La pregunta a la cual cada persona tiene que enfrentarse es: ¿Cuánto estoy dispuesto a sacrificar a fin de obtener ese artículo? El disfrutar de ciertos beneficios de esta era moderna hasta puede exigir que uno sacrifique valores personales. Esto ha estado sucediendo, no solo en África, sino por todo el mundo.

Para comprender plenamente cuáles son los valores preciosos que se están perdiendo, examinemos brevemente el “modo de vida tradicional” que por milenios ha caracterizado a gran parte de la sociedad africana.

Valores tradicionales

Hay evidencia de que los africanos de tiempos antiguos lograron muchas sobresalientes hazañas técnicas. Sin embargo, el verdadero logro de la cultura africana se encuentra en otra esfera.

Basil Davidson, en su libro African Kingdom (El reino africano), relata: “A la sombra de su pompa y gloria yace el modesto y no obstante impresionante logro del África de las aldeas. En lo que se relacionaba con las actitudes de la comunidad que unían a los hombres en una hermandad de igualdad, en lo que se relacionaba con las creencias que enaltecían el aspecto espiritual de la vida por encima del material, la aldea africana logró una especie de armonía social que a menudo funcionaba sin necesidad de autoridad centralizada alguna. De hecho, ésta fue la esfera en la cual el África desplegó su verdadero ingenio... en su aptitud para la organización social. . . . Los africanos estaban más interesados en los buenos modales entre las personas que en el progreso material.”

VIDA DE FAMILIA: Un comunicado de la prensa internacional tomó nota de lo siguiente con relación a las sociedades tradicionales africanas: “Los jóvenes, los viejos y los enfermos nunca están desatendidos, hambrientos ni desabrigados mientras haya un pariente o hermano tribual que pueda compartir algo con ellos.” La familia trabajaba junta y, básicamente, las aldeas eran, como todavía muchas lo son, grupos muy allegados de varias familias “ensanchadas.” Los niños se criaban en un ambiente de interés familiar.

HOSPITALIDAD: Esa era la práctica común en África en la antigüedad. A los desconocidos se les daba la bienvenida sin reservas. Dos escritores, uno de ellos europeo y el otro estadounidense, vivieron por un tiempo con algunas de las tribus más primitivas del África. El europeo escribió: “Es maravilloso experimentar la hospitalidad de la gente nuba.” El otro informó: ‘Los masai tienen un espíritu bien desarrollado, un sentido de la dignidad humana, afecto y un sentido de humor, amor a la familia y a los amigos. Me pareció que los masai habían desarrollado algo muy especial.’

GOBIERNO DE LEY: Todas las aldeas tenían jefes, ancianos de aldea y un sistema judicial. Se imponían castigos por los delitos y se excluía de la comunidad a los criminales. Había seguridad, y la vida en la aldea por lo general era tranquila y afectuosa.

Sí, amor a la familia, hospitalidad, gobierno de ley... ¿no son valiosas todas estas cualidades, especialmente en un mundo frío donde las relaciones estrechas entre familiares y amigos están convirtiéndose en una rareza, y el desafuero aumenta? Estos factores se consideraban preciosos en la vida tradicional africana. Pero, ¿qué les está sucediendo a tales valores?

¿Qué está cambiando?

VIDA DE FAMILIA: “Los problemas propios de una sociedad acaudalada ya están golpeando vigorosamente a nuestras puertas. Sufrimos de la toxicomanía, de los problemas de los adolescentes [y] de un gran aumento en la cantidad de divorcios.”—Ebomuche Oguuh-ibe, escritor africano.

“Los padres están desatendiendo su papel. . . . La familia africana se caracterizaba por un sistema de revisar el comportamiento de sus miembros y mantenerlo equilibrado. Pero este sistema no existe en la actualidad.”—Francis Uzoeshi, estudiante africano.

HOSPITALIDAD: “La hospitalidad está desapareciendo [debido a que] no se confía en los visitantes desconocidos. ¡Pudieran ser ladrones!” (Bantu Customs [Las costumbres de los bantúes]) Además, son muchos los que no pueden darse el lujo de desplegar mucha hospitalidad y todavía continuar manteniendo su nivel de vida o atender las necesidades de sus familiares más allegados.

GOBIERNO DE LEY: “Es tiempo de declarar guerra al crimen.” “Esta tierra brutal.” “La guerra en contra de la corrupción.”—Titulares de periódicos africanos.

“La gente sigue haciéndose más insensible y egoísta que nunca, hasta el punto de no interesarse en lo que le suceda al vecino de al lado, algo que es contrario a la creencia tradicional africana de la hermandad del hombre.”—Oguuh-ibe, escritor africano.

¿A qué se debe el cambio?

Se preguntó a un grupo de madres jóvenes del sur de África: “¿Qué causa más problemas: la cerveza, o el dinero?” Contestaron unánimemente: “El dinero.” Por supuesto, no es el dinero en sí, sino lo que se hace para obtenerlo y el uso que se le da.

Por ejemplo, para ganar más dinero, algunos hombres se mudan al pueblo, que queda lejos, y dejan a la esposa la tarea de cultivar el pequeño terreno de la familia y criar a los hijos. Las largas horas de soledad resultan en que algunos se sientan tentados a beber en exceso y cometer inmoralidad. Hay hombres que hasta se consiguen una “esposa de pueblo,” una mujer que vive con el hombre fuera del matrimonio. Debido a estas nuevas presiones, puede suceder que el hombre no logre enviar nada de su salario a casa, lo cuál hace más tirante aún la vida de familia que ya ha sido trastornada. ¡Tal vez el hombre no regrese a su hogar más de una o dos veces al año!

Sin embargo, aun cuando el esposo y la esposa vivan juntos en el pueblo, la esposa a menudo trabaja para complementar los ingresos de su esposo. En muchos casos se deja a los niños en casa bajo el cuidado de una sirvienta, y esta misma persona a veces es solamente una muchacha. Tal falta de educación juvenil adecuada ha contribuido al dramático aumento en los delitos juveniles y en la inmoralidad en muchas ciudades africanas. ¡Esto es especialmente grave en África, debido a que casi la mitad de la población tiene menos de 16 años de edad! El efecto destructivo de ir en busca de riquezas se ilustra vívidamente en el caso de algunos miembros de las tribus nuba. La autora Leni Riefenstahl, quien vivió con los nuba, informó que en el pasado ella podía dejar por meses su equipo fotográfico en cajones sin cerradura. Pero recientemente tuvo que dejar de hacer esto. ¿Por qué? Por el robo. Escribe: “Debido a una muy mala cosecha, algunos de los miembros de las tribus nuba tuvieron que ir a los pueblos a trabajar por salario para comprar ganado o unas cuantas cabras. En los pueblos vieron que todo podía comprarse con dinero, y esto tuvo un efecto destructivo en ellos.”

Antes de llegar a conocer la modernización, los nuba eran básicamente independientes. Riefenstahl agrega: “No conocían nada más y estaban felices y contentos con su vida. El poseer dinero era cosa extraña para ellos. Pero pronto la inevitable marcha de la civilización llegará a los nuba de Mesakin y los cambiará también.”

Al ir en pos de las cosas que esta era moderna puede proporcionar, muchos se han dejado atrapar también por otra cosa.

Esclavitud a las compras a crédito

Una pareja africana escribió: “El crédito fácil es un lazo terrible. Hace que el comprar parezca fácil y barato, cuando en realidad no lo es. El que uno pueda entrar en una tienda y comprar un vestido sin pagar por él inmediatamente es una verdadera tentación, y en lo que toca a los pagos... bueno, se puede pensar en eso después. Cuando llega el ‘después’ y se recibe la factura, uno se da cuenta de que no puede pagarla, y es entonces cuando la situación se hace ‘divertida.’ Uno se convierte en verdadero esclavo de estas tiendas a crédito, por lo fuerte que es el deseo de tener cosas nuevas. He estado en hogares donde hay equipo nuevo de alta fidelidad, un nuevo automóvil, muebles preciosos y, sin embargo, no hay suficiente dinero para comprar alimento debido a que se está pagando por todas estas otras cosas. El esposo y la esposa están trabajando y los muchachos andan a rienda suelta.”

A este respecto, los africanos no están solos. Las deudas que resultan del comprar a crédito constituyen un enorme problema en otros países también. Por ejemplo: de cada 20 norteamericanos, uno está en graves deudas debido a esto, puesto que el 60 por ciento de su entrada total está comprometida a pagos de crédito.

El efecto de esto en la mente y las emociones es realmente severo. Una persona que se hallaba muy endeudada por haber comprado a crédito escribió: “Perdí el empleo, y la compensación por desempleo no rinde para hacer los pagos mínimos, sin contar el alquiler y el pagar por el alimento. He recurrido a vender plasma sanguíneo y a hacer cualquier trabajo que se presente. El evadir a los acreedores me está enloqueciendo. Soy un manojo de nervios.”

No todo ha cambiado

Por supuesto, no todos los africanos han perdido el buen juicio ni el sentido correcto de los valores debido al deseo de disfrutar de los beneficios de la tecnología moderna. Hay muchas personas honradas y rectas por todo África.

Un corresponsal extranjero, que pasó algún tiempo en África, notó falta de honradez en algunos, pero informó con franqueza: “Pero debo contar también . . . del joven que rehusó aceptar dinero después de servirme de guía por horas alrededor de un proyecto de riego. Además debo mencionar a la trabajadora de lavandería que me devolvió los ochenta nairas que dejé en el bolsillo de una camisa. También debo mencionar la bondad que desplegó para conmigo un hombre a quien traté de estúpido.”—National Geographic, marzo de 1979.

No todos los que se mudan a la gran ciudad cambian de valores. La necesidad quizás los haya obligado a mudarse, pero algunos han retenido sus buenos principios y han mantenido unidas a sus familias. Ellos han considerado de manera práctica el estilo de vida que gira en torno de ir en pos del dinero y de las comodidades que éste puede comprar. Saben que otras cosas valen más.

¿La buena vida?

¿Recuerda al joven que mencionamos al principio de este artículo, quien creía que su nuevo modo de vida le resultaría en felicidad genuina? Su historia continúa:

‘He estado ya seis meses en la gran ciudad. He pasado de mi primer empleo, en el cual las horas eran largas y el trabajo interminable, a otro trabajo y después a otro. Las condiciones de trabajo eran casi iguales y el salario hasta poco menos. Fui amoldándome al ritmo de la vida en la ciudad... estaba extremadamente agotado antes de recibir el salario y luego repentinamente reanimado al fin de cada mes. Con el tiempo empeñé todo lo que tenía y llevé una vida tan tranquila como la que llevaba en un tiempo en casa de mis padres.

‘Cada noche, cuando dejaba de trabajar, salía a la calle y me quedaba observando. Siempre veía las mismas cosas, la misma procesión de automóviles, las mismas mujeres bien vestidas viajando en taxímetros, y los mismos jóvenes ricachos. ¿Cómo consiguieron la riqueza? Tenía que haber algún truco en alguna parte. Yo estaba agotado por el trabajo como nunca antes, pero el dinero —que me llegaba a manos llenas en cantidades que nunca me hubiera imaginado— se me iba con igual rapidez. Empecé a comprender que no hay posibilidad de éxito para personas como yo.’

Aunque no todos los que llegan a la ‘gran ciudad’ terminan pensando de esta manera, muchos ven cuán inútil es el buscar la felicidad únicamente por medio de las cosas materiales. Añoran la vida sencilla de antes. No es que deseen volver a vivir en la pobreza, como era el caso de algunos, ni restaurar todos los aspectos de la cultura tradicional, sino que echan de menos las relaciones estrechas de familia, la hospitalidad y el gobierno de ley, valores que están deteriorándose en esta era moderna.

Quizás a usted también le preocupe el efecto que el materialismo haya tenido en su vida. Puede ser que desee efectuar un cambio. Pero, ¿cómo? Una solución práctica que ya está ayudando a miles de personas por todo África se considera en el artículo siguiente.

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