La crisis inflacionaria... trátela con prudencia
“SI CONTINÚA así por mucho más tiempo, vendrá el día en que nadie podrá comer. En vez de apretarse los cinturones, vamos a ver a la gente comerse sus cinturones,” así se expresó cierto abogado brasileño.
Últimamente, el Brasil ha sufrido una inflación severa, pero no es el único país que se halla en esta situación. Los países desde la Islandia glacial hasta la Ghana tropical —sean comunistas o capitalistas, democracias o dictaduras— la mayoría de ellos han sufrido de inflación hasta cierto grado. Los peritos expresan diversas opiniones respecto al porqué de esto, pero hay una cosa que se sabe de seguro: La gente corriente tiene que vivir con la inflación. ¿Cómo se las arreglan?
Para los acaudalados, quizás el ajuste no sea demasiado doloroso. En entrevistas que se hicieron con profesionales de Río de Janeiro se reveló que algunos de ellos ya no hacen tantos viajes al extranjero, y otros habían despedido sus criadas, mientras que uno de ellos había dejado de consumir una marca costosa de whisky y ahora consume una marca barata. Pero, ¿qué hay de los que no tienen criadas a quienes despedir o que no pueden permitirse el lujo de comprar siquiera whisky barato? Un oficinista de una empresa comercial comentó: “¡Para las personas de ingresos bajos, el efecto de la inflación debe ser increíble!”
En Nigeria, una madre de tres hijos dijo a un periodista que, debido a la inflación, ya no podía servir a su familia tres comidas al día. Ahora sirve solo dos. “La verdad es que no soy la única que hace eso,” declaró ella. “Centenares de otras madres [lo hacen] también.” Es cierto que el tener dos comidas completas al día en vez de tres no significa que uno vaya a morir de hambre. Sin embargo, para algunas personas, esto sí significa un ajuste severo en su nivel de vida.
Centenares de millones de personas están viéndose obligadas a efectuar cambios drásticos en su modo de vivir. ¿Cómo reaccionan ante la situación?
Una reacción imprudente
La inflación hace que muchas personas teman. La revista filipina Panorama declaró que, debido a la inflación, “por toda la nación hay verdadera carencia material y, con ella, temor. ¿Perderemos nuestro empleo mañana? . . . ¿Podemos soportar la opresión económica a la que nos vemos sometidos en nuestro tiempo?” Este temor puede llevar a la gente a comportarse imprudentemente.
Un artículo en U.S. News & World Report hizo este comentario: “En su lucha por mantener su estilo de vida a pesar de la tremenda alza inflacionaria y de la intensificación de la recesión, cada vez más estadounidenses de la clase media están recurriendo al delito.” El artículo pasa a explicar que muchos “ciudadanos que normalmente son observantes de la ley” ahora están participando en delitos tales como el expedir cheques sin fondos, malversación, ratería y fraudes con relación al pago de impuestos. Se hace el siguiente comentario: “Estas personas no son malas. Están ganando menos en verdaderos dólares y pagando más por la energía, más por el alquiler, más por el alimento. Ellos se preguntan: ¿cómo... puede uno restringirse en los gastos?”
El recurrir al delito para no tener que reducir los gastos no es una solución prudente. Puede que el hurto proporcione alivio momentáneo de las dificultades económicas, pero no las resuelve. Una vez que se gaste el dinero que se hurtó, los problemas vuelven. Si prenden al ladrón, éste tiene agregado a sus problemas la vergüenza y el desconcierto de enfrentarse a la gente. Desgraciadamente, el aumento en delitos tales como el asalto y el robo ha añadido la dimensión de incertidumbre y terror a la vida de la gente por todo el mundo, incluso la de los pobres.
Un proverbio de Salomón que expresa sabiduría piadosa, dice: “No te pongas envidioso del hombre de violencia, ni escojas ninguno de sus caminos.” Y señala a una razón poderosa por la cual evitar tal proceder, al decir: “Porque el descarriado es cosa detestable a Jehová, pero Su intimidad es con los rectos.” (Pro. 3:31, 32) Hay mejores maneras de tratar con la inflación que el recurrir al delito.
Ajustes que algunos hacen
Robert Fuller hizo un informe intitulado “Inflación: El aumentante costo de vida en un planeta pequeño” (según se le citó en el periódico filipino Bulletin Today) en el cual dijo: “Igual que el hallarse uno corto de resuello al desempeñar sus actividades diarias normales, la inflación es una señal para que cambiemos el patrón de nuestra vida.” Esto aplica tanto a naciones como a individuos.
Algunas personas han empezado a examinar su modo de vivir. Se están haciendo preguntas serias respecto a la forma en que viven. En vez de pagar precios de inflación, muchos están optando por hacer cosas ellos mismos. En los Estados Unidos, familias han empezado a cultivar sus propios huertos caseros, a reparar sus prendas de vestir en vez de comprar nuevas, y a hacer su propia reparación y decoración del hogar. Si algún aparato que no consideran esencial —como el televisor— no puede repararse fácilmente, se las arreglan sin él.
En las Filipinas, algunos han dicho que están fumando y bebiendo menos a fin de habérselas con la inflación. Ese es un paso en la dirección correcta. También mencionaron que no consumen tantas bebidas gaseosas como antes. A veces la gente anda en vez de usar el transporte público. Además, en vez de gastar dinero en entretenimiento para la familia, llevan sus hijos a jugar en el parque. En realidad, es tal como dice la letra de una canción estadounidense: “Las cosas óptimas de la vida son gratuitas.” También están inmunes contra la inflación.
Ser equilibrados
Sí, el que uno trate con la inflación de modo prudente puede exigir cambios en su modo de vivir. También exige frecuentemente un cambio en su modo de pensar. Por ejemplo, en un país asiático, un hombre ahorró suficiente dinero para comprar dos cerdos. Él había pensado criarlos y desarrollar un negocio pequeño de vender cerdos. Sin embargo, llegó el tiempo en que se celebraba una fiesta en su aldea, y puesto que él era persona prominente allí, se esperaba que él pagara por la mayor parte de la comida. Gastó sus ahorros, y su negocio pequeño —que pudiera haberle servido de protección contra la inflación— nunca se materializó.
En la misma zona, otro hombre pidió dinero prestado al banco para hacer mejoras en su granja. Entonces, inesperadamente, su hijo se casó. Ateniéndose a la costumbre de la zona, el hombre preparó un banquete de bodas al cual invitó a todos los de la aldea. Si hubiera hecho menos, habría sufrido la pérdida de prestigio. Gastó todo el dinero que consiguió del banco para entretener a sus vecinos, y ahora el banco amenaza con demandarlo. Lamentablemente, el hombre hasta pudiera perder su granja.
Estas experiencias demuestran otra faceta de la prudencia que es esencial para habérselas con los problemas económicos. Puede que sea necesario cobrar valor para no seguir ciertas costumbres o tradiciones que, aunque no son malas ni incorrectas en sí mismas, son demasiado costosas para ser prácticas.
Hay otro asunto que también exige equilibrio. En algunos países se ofrece a los hombres la oportunidad de viajar a países más ricos para trabajar. Tal vez permanezcan en el extranjero por períodos de un año o más. Cuando nos hallamos en tiempos malos, es difícil resistir oportunidades de esa clase. Pero tal paso merece que uno lo piense bien. ¿Qué hay de la familia que se deja atrás? El hombre le debe más a su familia que simplemente dinero. ¿Quién atenderá a la esposa o disciplinará a los hijos mientras él esté ausente? Algunos padres que aceptaron contratos de esa índole al regresar a casa más tarde, hallaron que sus hijos se habían hecho delincuentes.
Es parecido a esto el caso de un hombre que estaba empleado como cortador de caña de azúcar. Cuando el precio mundial del azúcar cayó verticalmente, se le redujo el sueldo, y él no tenía lo suficiente para pagar sus gastos semanales. Le pareció que la mejor manera de resolver su problema sería tomando dinero prestado y empezando un negocio pequeño de comprar y vender ganado y productos. Pero, el que le prestó el dinero insistió en que él trabajara siete días a la semana y advirtió que, si no lo hacía, el préstamo sería retirado. Entonces el hombre no tenía tiempo para atender a su familia, ni para hacer ninguna otra cosa, sino solo trabajar. Dedica toda su vida al esfuerzo de ganar dinero.
Cuando se halla que la situación económica está ejerciendo fuerte presión en uno, ¿no sería sabio considerar sus planes con algunas personas maduras y experimentadas en quienes se tenga confianza? ¿Es lo que usted tiene pensado hacer la única solución para su problema? ¿Cómo están arreglándoselas con la situación otras personas? La Biblia dice: “Donde no hay recomendaciones sabias, los propósitos quedan en nada; pero cuando hay varios guías sabios quedan asegurados.” (Pro. 15:22, The Bible in Basic English) Puede que las “recomendaciones sabias” ayuden a impedir que usted se meta en dificultades innecesarias.
Tal vez el secreto básico para tratar con la crisis inflacionaria sea el tener el punto de vista correcto de las cosas materiales, el discernir lo que es importante y lo que no lo es. No hace mucho, hubo una inundación severa que afectó varias provincias en la parte septentrional de las Filipinas, destruyendo mucha propiedad. Cuando los miembros de una familia pobre notaron que las aguas iban subiendo, se refugiaron en un mango. Desde allí vieron las aguas turbulentas arrastrar su casita frágil, sus pocos cerdos y pollos... todas sus posesiones materiales. ¿Cómo reaccionaron? Le dieron gracias a Dios porque todavía estaban vivos. Reconocían con aprecio que todavía tenían su posesión más preciada: la vida.
Uno de sus vecinos era muy rico. Tenía arrozales en los cuales una cosecha grande estaba lista para ser recogida. Cuando llegó la inundación, la entera cosecha fue destruida. Aun después del desastre, este hombre probablemente era mucho más rico que sus vecinos pobres, pero había sufrido una pérdida mayor. Su mente no pudo soportar la tensión, y el pobre hombre sufrió un colapso mental.
Un desastre puede cambiar la forma en que vivimos en un instante, mientras que la inflación va despojándonos lenta e insidiosamente. Sin embargo, el resultado puede ser el mismo. Si apreciamos excesivamente nuestro nivel de vida actual, tal vez sacrifiquemos demasiado en un esfuerzo por conservarlo.
Es cierto que la mayoría de las personas que se han acostumbrado a las comodidades de la civilización no renunciarían a todas éstas gustosamente. No obstante, podemos vivir sin muchas de ellas. El tratar con el problema de la inflación de modo prudente puede exigir que hagamos cada vez más sacrificios de esta índole a medida que pasa el tiempo.
El proceder de la sabiduría
El rey Salomón hizo notar que “la sabiduría es para una protección lo mismo que el dinero es para una protección.” “Pero,” añadió él, “la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños.” (Ecl. 7:12) Salomón contaba con abundante sabiduría y dinero. Por eso, haríamos bien en considerar la opinión que él expresó respecto a los valores comparativos de estas dos cosas. Puesto que el dinero se está haciendo cada vez menos eficaz como “protección,” ciertamente éste es el tiempo en que se debe considerar la alternativa más valiosa... la sabiduría. Miles de personas están enfrentándose con éxito a la inflación simplemente porque aplican la sabiduría de la Biblia a su vida.
Aun en el mejor de los tiempos, la sabiduría piadosa es superior al dinero. ¿Por qué se dice eso? Porque nos enseña acerca de Jehová Dios y sus propósitos. En la actualidad, la sabiduría piadosa nos ayuda a entender por qué la humanidad se halla inundada de problemas que parecen insuperables, tales como éste de la inflación. Nos ayuda a utilizar del mejor modo posible las posesiones que todavía tenemos, y nos señala al tiempo que se aproxima rápidamente en que Dios mismo intervendrá en los asuntos del mundo y dará a los humanos fieles vida en un paraíso libre de la inflación.
Además, la sabiduría piadosa nos enseña que, aun ahora, por más severos que lleguen a ser la inflación u otros problemas, Dios no olvidará a los que lo adoran en armonía con su Palabra de verdad. Como muchos pueden testificar, él cuida de ellos de modo que no les falta nada que sea esencial para la vida.—Mat. 6:25-33.
Esta sabiduría piadosa se basa en el conocimiento que se halla en la Palabra de Dios, la Biblia. Si la inflación está destruyendo su tranquilidad mental, o está planteando problemas que parecen imposibles de resolver, lo animamos a que examine el contenido de la Biblia y vea cómo la sabiduría de ésta puede ayudarle. No hallará mejor guía en estos tiempos.
[Comentario en la página 18]
‘En su lucha por mantener su estilo de vida, cada vez más estadounidenses están recurriendo al delito’
[Comentario en la página 19]
Tenga el punto de vista correcto de las cosas materiales. Discierna lo que es importante y lo que no lo es
[Gráfico en la página 17]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Costo de vida