Los juegos olímpicos... ¿son realmente “para la gloria del deporte”?
UN FESTIVAL religioso celebrado en Olimpia, en el sur de Grecia, hace más de 2.760 años fue el precursor de la competición que se celebró en Los Ángeles, California, y que probablemente ha captado el interés de usted. El festival se celebró en honor del dios Zeus, quien supuestamente regía en el monte Olimpo. De allí surgieron los juegos olímpicos, que se celebraron por primera vez en 776 a. de la E.C. Las diferentes ciudades-estados de la Grecia antigua enviaban a sus mejores atletas para competir allí cada cuatro años.
La tradición continuó hasta 393 E.C., cuando se celebraron los juegos antiguos por última vez. El año siguiente los prohibió el emperador “cristiano” Teodosio, quien prohibió toda práctica pagana (no cristiana) en el Imperio Romano. Entonces, ¿cómo es que existen hoy?
A fines del siglo XIX Pierre de Coubertin, joven educador francés, quedó impresionado con el uso de los deportes en las escuelas públicas de Inglaterra. Estaba convencido de que una educación equilibrada debía incluir los deportes. Luego, de acuerdo con lo que escribió cierto biógrafo, “llegó a estar obsesionado con [la restauración de] los juegos olímpicos”. Coubertin llevó a cabo una campaña eficaz y en 1896 se restablecieron los juegos olímpicos, apropiadamente, en Atenas, Grecia.
Entre otras cosas, a Coubertin le parecía que los juegos, que se celebrarían cada cuatro años, servirían para promover la paz mundial. A ese respecto, él estaba lejos de la realidad. Desde 1896 los juegos se han interrumpido dos veces debido a dos guerras mundiales y frecuentemente han surgido complicaciones debido a la política. En 1974 lord Killanin, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, se vio obligado a decir: “Ruego a todo hombre y a toda mujer deportista que no acudan a los juegos olímpicos si desean usar el deporte para fines políticos”.
En 1976 y 1980 su consejo produjo resultados contrarios a los que él esperaba. Muchas naciones boicotearon los juegos precisamente para hacer resaltar sus agravios políticos. Entonces en 1980, a fines de los juegos olímpicos de Moscú, lord Killanin presentó otro ruego: “Ruego a los deportistas del mundo que se unan en paz antes de que descienda un fuego consumidor [...] Los juegos olímpicos no deben usarse para fines políticos”. El mismísimo hecho de que haya sido necesario presentar dichos ruegos indica el peligro que representa la política para los ideales olímpicos. El que muchas naciones comunistas se hayan retirado de los juegos olímpicos de Los Ángeles da más peso a este punto.
¿“Para la gloria del deporte”?
¿Se basaban necesariamente en la deportividad y el jugar limpio los juegos olímpicos antiguos? En su reseña del libro The Olympic Games: The First Thousand Years (Los juegos olímpicos: los primeros mil años), el erudito y escritor británico Enoch Powell comentó: “Básicamente eran poco deportivos y se desplegaba poca deportividad. No importaba el juego: todo lo que importaba era la victoria. No había ‘subcampeones’; pero una victoria, aun si se la ganaba recibiendo un castigo por haber hecho una jugada sucia [...] era una victoria al igual que cualquier otra. Eran peligrosos y brutales”. De hecho, el libro declara: “Los competidores oraban para recibir ‘sea la corona [de la victoria], o la muerte’”.
Ostensiblemente, los juegos olímpicos modernos tienen un motivo más puro. En el Credo Olímpico se declara: “En los juegos olímpicos lo más importante no es ganar, sino participar, al igual que en la vida lo más importante no es el triunfo, sino la lucha. Lo esencial no es haber conquistado, sino haber peleado bien”. A principios de los juegos un atleta repite el Juramento, o Promesa, Olímpico en nombre de los demás. Fue formulado por Coubertin, y declara: “En el nombre de todos los competidores prometo que participaré en estos juegos olímpicos, respetando y obedeciendo las reglas que los rigen, en el verdadero espíritu de la deportividad, para la gloria del deporte y la honra de nuestros equipos”.
Ciertamente todo esto suena muy noble, pero tiene el tono de otra época. ¿Cuál es la realidad hoy? ¿Se reflejaron realmente dichos ideales en Los Ángeles, California, donde miles de atletas compitieron por unos centenares de medallas de oro? ¿Compitieron de acuerdo con los ideales originales de Coubertin? ¿Cuál es la verdadera fuerza motivadora detrás de los juegos olímpicos? ¿Se trata de la deportividad y el jugar limpio? ¿Promueven los juegos la paz internacional y la amistad de manera significativa? ¿O son otro campo de batalla donde hay una lucha de rivalidades políticas?
[Ilustración en la página 5]
Los juegos olímpicos antiguos eran “básicamente poco deportivos [...] Eran peligrosos y brutales”