El problema religioso de Sudáfrica
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Sudáfrica
SUDÁFRICA es un país eminentemente religioso. Muchas personas asisten a las iglesias. En muchos hogares se lee la Biblia, la cual está disponible en todos los idiomas principales del país. Sin embargo, Sudáfrica se ha convertido en el escenario de conflictos raciales y violencia. Uno pudiera preguntarse: “¿A qué se debe que las Iglesias no hayan podido fomentar las cualidades cristianas de amor y unidad?”.
Al examinar la historia reciente, se ve que el problema es aún más grave. Esto se debe a que cada vez se hace más patente que la religión comparte mucha de la responsabilidad por los conflictos de este país. A fin de entender por qué, consideremos cómo se ha desarrollado la situación religiosa de Sudáfrica.
Fue en 1652 cuando los protestantes holandeses establecieron por primera vez una colonia permanente en el extremo sur de África. Hoy día sus descendientes hablan afrikaans, un idioma derivado del holandés. Con el tiempo, las iglesias holandesas se dividieron en varias iglesias reformadas, la mayor de las cuales es la iglesia reformada neerlandesa (Nederduitse Gereformeerde Kerk). Más de una tercera parte de la población blanca de la nación es miembro de dicha Iglesia.
También afluyeron a Sudáfrica pobladores ingleses. Muchos eran anglicanos, que después se dividieron en dos Iglesias: las llamadas iglesia alta e iglesia baja. Otros eran metodistas, presbiterianos o congregacionalistas. Por su parte, los pobladores alemanes introdujeron la iglesia luterana. De este modo, Sudáfrica se convirtió en un baluarte del protestantismo, lo cual resultó en la conversión de millones de negros. Actualmente, el 77% de la población sudafricana afirma ser cristiana, y de estos, menos del 10% son católicos.
Sin embargo, el protestantismo sudafricano continúa fragmentándose. Muchos blancos han abandonado las iglesias principales y se han unido a los movimientos que creen en “nacer otra vez”. De igual manera, muchos negros han africanizado las religiones convencionales. “Es posible que tan solo en Sudáfrica existan hasta 4.000 de esas iglesias independientes”, informa la revista Leadership.
Las iglesias protestantes tradicionales se enfrentan a otro problema. A medida que sus rebaños menguan, también lo hace el apoyo económico que reciben. Para empeorar los asuntos, los que siguen perteneciendo a las Iglesias están profundamente divididos debido a la atención desmesurada que estas dan a la cuestión racial. Mientras que algunos miembros exigen que su religión apoye medidas radicales para poner fin al apartheid, otros piden que lo apruebe. Los que se encuentran entre ambos extremos se dividen, a su vez, en cuanto al grado de presión que debería ejercer su Iglesia para promover la integración y la igualdad racial.
“Encuentro ofensivo el que me digan que debo mostrar afecto a gente que no conozco y hacer ver que siento amor fraternal por los que no son de mi clase”, dijo un anglicano respecto a un servicio religioso interracial que iba a celebrarse. A muchos anglicanos blancos también les disgusta que Desmond Tutu, su arzobispo negro, se mezcle en la política.
Un informe del Concilio de Investigación de Ciencias Humanas de Sudáfrica advirtió que la religión “a menudo desempeña un papel divisivo y destructivo”, con “la ilógica posibilidad de que seguidores de la misma tradición religiosa se enfrenten entre sí desde campos opuestos”. En realidad, como veremos, el protestantismo sudafricano ha desempeñado un importante papel en avivar animosidades raciales.