Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo conseguir más intimidad?
“¡Mamá! —exclamas mientras buscas apresuradamente una bata—, ¡te he pedido mil veces que llames antes de entrar!” Pero a mamá parece divertirle esta situación. Para colmo de humillaciones, ha vuelto a revolver entre los cajones de tu cómoda con la excusa de ‘estar ordenándotelos’. Y luego está esa hermana tuya, que cree tener el incuestionable derecho de llevarse prestada cualquier cosa que tengas... con o sin permiso.
“¿Es que nadie respeta mi intimidad?”, te preguntas.
POCAS cosas pueden ser más irritantes que ver invadida la intimidad de uno. Por supuesto, no cuestionas que tus padres tengan el derecho de supervisar lo que haces. Pero, ¿tienen necesariamente que andar fisgando hasta el último detalle de tu vida? Y aunque no te importa compartir la habitación con un hermano o hermana, ¿no tienes derecho a quedarte a solas en la habitación alguna vez?
Afortunadamente, es posible que la situación no esté tan negra como parece. Con un poco de habilidad e imaginación quizás puedas añadir una considerable dosis de intimidad a tu vida.
¿Muestran tus padres interés, o solo curiosidad?
Los padres tienen el derecho de estar al corriente de las vidas de sus hijos. Quieren que ‘huyas de los deseos que acompañan a la juventud’ y te libres de la calamidad. (2 Timoteo 2:22.) Ellos han visto cómo la promiscuidad y el abuso de las drogas han destrozado las vidas de otros jóvenes, y desean algo mejor para ti.
Por eso, es bastante natural que se preocupen por tu comportamiento cuando no te ven. Así que cuando tu padre o tu madre hacen una inoportuna incursión en tu habitación o echan una ojeada a tu diario, no les mueve simple curiosidad, sino que probablemente sea una muestra de verdadero amor e interés. Cuando una joven se quejó a cierto columnista de un periódico de que su madre exigía que dejara la puerta abierta al quedarse sola con una persona del sexo opuesto, el columnista le respondió: “Da gracias a tu ‘entremetida’ madre por quererte lo suficiente como para hacer lo que debe hacer una madre: reducir al mínimo las tentaciones a las que con el tiempo se enfrentan todos los jóvenes normales”.
Engañar... ¡qué estupidez!
Pero, ¿cómo deberías reaccionar si tus padres te imponen lo que parece ser una restricción irrazonable a tu intimidad? La escritora Andrea Eagan dice: “Gritarle a tu madre porque te parece que está siendo irrazonable no es lo más provechoso que puedes hacer. Es muy probable que tú misma no reacciones bien cuando alguien te grita, y tampoco deberías esperarlo de tu madre”.
Lo mismo puede decirse de recurrir al engaño o a la mentira. “El sinuoso es cosa detestable a Jehová.” (Proverbios 3:32.) Además, el engaño, o la sinuosidad, a menudo es contraproducente. Una jovencita cuyos padres le prohibieron mantener relaciones con un adolescente trató de escribirse con él en secreto, y para ello empleó como dirección postal la casa de una amiga. Lo que no se imaginaba era que los padres de su amiga examinaban el correo de su hija.
En su libro Options, las autoras Diana Shaw y Caroline Franklin Berry dan un buen consejo cuando dicen: “Mentirles [a tus padres] cuando quieres que confíen en ti tiene tanto sentido como robar para demostrar que eres honrado. Lo más seguro es que, tan pronto como te descubran, tomen medidas aún más severas contra ti, por tramposo”.
‘Dales tu corazón’
“Hijo mío, de veras dame tu corazón”, dijo el escritor de Proverbios 23:26. No hay duda de que tus padres también apreciarían que te comunicases con ellos honrada y calmadamente. Si necesitas pasar algún tiempo a solas para estudiar o simplemente para relajarte un poco, no te pongas a gimotear o a llorar. Ayuda a tus padres a comprender lo importante que es para ti la intimidad. Calma los temores que puedan tener especificando exactamente cómo planeas usar ese tiempo. Cuando se den cuenta de que el tiempo que pasas a solas lo empleas en actividades constructivas, como hacer los deberes, limpiar tu habitación o meditar de manera significativa, es mucho más probable que consideren ese tiempo como bien invertido.
‘Darles tu corazón’ también abarca el que discutas francamente con tus padres tus problemas y preocupaciones. Si eres constante y consecuente al hacerlo, es mucho más difícil que ellos sospechen que les ocultas algo, y es más probable que te permitan disfrutar de intimidad. Por supuesto, el que te respalde un buen registro de conducta intachable contribuye mucho a garantizar a un padre que eres una persona confiable. “Hasta por sus prácticas el muchacho [o la muchacha] se da a conocer en cuanto a si su actividad es pura y recta.” (Proverbios 20:11.)
Finalmente, ‘darles tu corazón’ significa hacer las cosas a su manera. Por ejemplo: ¿suele tu madre entrar en tu cuarto inesperadamente e inspeccionarlo, para después soltarte un discurso sobre el orden y la pulcritud? El libro The Private Life of the American Teenager (La vida privada del adolescente americano) dice: “Muchos padres se niegan a respetar la intimidad de las habitaciones de sus hijos a no ser que estén limpias”. Es cierto que quizás tú prefieras que se vea que alguien vive en tu cuarto en lugar del estilo extremadamente pulcro de tu madre. Pero, ¿no vale la pena hacer las cosas a la manera de tu madre si con ello vas a ganar más intimidad?
Cuando tienes que compartir
Compartir una habitación con un hermano o una hermana puede dificultar bastante el obtener cierta medida de intimidad. La situación puede ser especialmente delicada si la persona con quien tienes que compartir la habitación es un hermanastro o una hermanastra. La Biblia, no obstante, insta a los cristianos a que “no hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien”. (Filipenses 2:3, 4, Versión Popular.) Sí, los cristianos deben ser “listos para compartir”. (1 Timoteo 6:18.)
Así que en vez de pelear, trata de llegar a un acuerdo con tu compañero de cuarto. Quizás se pueda preparar un horario en el que cada uno permita al otro pasar algún tiempo a solas en el cuarto. Especifica con claridad qué artículos se pueden usar o tomar prestados y cuáles no. El simplemente reajustar la disposición del mobiliario (quizás empleando una mampara divisoria) puede crear más espacio, o al menos dar la impresión de intimidad. Muchos jóvenes también han descubierto que el levantarse temprano les permite estudiar, dedicarse a sus aficiones favoritas o incluso hacer ejercicios tan a sus anchas como desean.
Aplica la “regla áurea”
La verdadera clave para conseguir intimidad es ser considerado. La Biblia dice: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. (Mateo 7:12.) Cuando mostramos consideración por la intimidad de los demás, es muy probable que también se nos muestre a nosotros.
Si la puerta de la habitación de tus padres está cerrada, llama antes de entrar; quizás ellos hagan lo mismo contigo más tarde. En caso de que tu hermana quiera estudiar o meditar, espera a otra ocasión para poner música si quieres que se te muestre la misma bondad más tarde. ¿Te ofendes cuando otros curiosean en tu diario? Entonces respeta las pertenencias personales de los demás miembros de la familia. “Cuanta más confianza te ganes de los miembros de tu familia, más intimidad vas a conseguir”, observa la revista Seventeen.
Utiliza tu intimidad provechosamente
Ahora bien, ¿cómo vas a emplear la intimidad que hayas obtenido? ¿Por qué no te resuelves a aprovechar al máximo ese tiempo que vas a pasar solo? Hay muchas cosas provechosas a las que te puedes dedicar. El tiempo que pases a solas puede ser una oportunidad para desarrollar otras habilidades, como tocar un instrumento musical o aprender otro idioma. Para Lynn, una joven de dieciocho años de edad, la intimidad significa “poder abrigar pensamientos o sentimientos acerca de algo o tomar decisiones sin que otros traten de hacerlo por mí”. Paula, de veinte años de edad, añade que “la intimidad también significa tener tiempo y un lugar donde hacer cosas a solas, como, por ejemplo, meditar y orar a Jehová sin ser interrumpida”.
Considera el ejemplo de Jesucristo. Él era un instructor y una figura pública que se presentaba todos los días ante multitudes de personas. Sin embargo, sabía cómo emplear su intimidad de modo productivo. En Marcos 1:35 se nos dice que “levantándose muy de mañana, mientras todavía estaba oscuro, [Jesús] salió y se fue a un lugar solitario, y allí se puso a orar”. El orar privadamente fortaleció la fe de Jesús y lo preparó para las pruebas a las que debía encararse. Si buscamos momentos para meditar y orar, también puede fortalecerse nuestra fe en Dios y el aprecio que tenemos por su amor hacia nosotros.
Sí, las posibilidades son cuantiosas. Si te esfuerzas, eres comunicativo y muestras sincera consideración para con los demás, es muy posible que obtengas toda la intimidad que necesitas.
[Comentario en la página 20]
No se consigue nada gritando y pataleando. Ayuda a tus padres a comprender tus sentimientos discutiéndolos calmadamente con ellos
[Fotografía en la página 21]
Reorganizar tu habitación, añadiendo, por ejemplo, una mampara divisoria, es un medio de conseguir más intimidad