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  • ¡Despertad! 1989
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¡Despertad! 1989
g89 8/5 págs. 3-4

El alza de los precios. Sus repercusiones en la gente

Por el corresponsal de ¡Despertad! en España

“Hemos dejado de comer tomates porque son demasiado caros, y en cuanto a la fruta, no puedo recordar la última vez que compré un poco”, se lamentó un ama de casa de la India.

“No podemos comprar ni zapatos ni ropa —se quejó un trabajador mexicano de la industria textil que trata de mantener a una familia de cinco miembros—. Hace cuatro años teníamos menos dinero, pero todo era más barato. Ahora el dinero no vale para nada.” El poder adquisitivo del peso descendió en su país en un 35,4% entre los años 1982 y 1986.

Muhammed el-Ghani trabaja de vigilante nocturno en El Cairo (Egipto), donde en tan solo un período de doce meses los precios de algunos de los artículos de primera necesidad se duplicaron. “Vivimos al día —comenta—, y algunos días no podemos permitirnos el lujo de comer.”

En Brasil, una desafortunada víctima de un accidente ferroviario tuvo que esperar veinte años antes de que los tribunales dictaran sentencia sobre la indemnización que solicitaba. Finalmente se le concedió una indemnización mensual equivalente a la mitad del salario mínimo nacional al tiempo del accidente. Sin embargo, debido a la inflación, es posible que con esta cantidad ni siquiera pueda pagar el billete del autobús que ha de tomar para ir a cobrarla.

Bala, un nigeriano que ya tenía tres hijos, se desmayó al enterarse de que su esposa acababa de dar a luz trillizos. Aunque tenía dos empleos, los ingresos de la familia apenas llegaban a cubrir las necesidades básicas, y los precios de los alimentos han seguido subiendo. Él sabía que ni siquiera le iba a resultar posible conseguir que estos niños tuvieran lo más básico, de modo que estuvo dispuesto a que otras personas los adoptaran.

Puede que los detalles varíen, pero la situación se repite por todo el mundo. El coste de la vida sube implacablemente. Para muchos, el pan y la leche han llegado a ser un lujo, y el hacer tres comidas al día, una rareza. Un informe procedente de Nigeria explica: “El pan ha sido el elemento básico de la alimentación de la mayoría de los nigerianos, pero ahora solo lo consumen las personas acaudaladas. El arroz únicamente se come en ocasiones festivas”.

Hay quienes alivian el problema trabajando más horas, pero a otros les resulta difícil, o hasta imposible, obtener un empleo. Se ven obligados a dedicarse todos los días a la interminable y a menudo infructuosa tarea de ir en busca de comida. Para ellos la cuestión no es tan solo hacer frente al coste de la vida, sino luchar por la supervivencia.

En la mayoría de los casos, la culpa la tiene la inflación, o, dicho de otra manera, el alza de los precios. Es posible que los salarios también suban, pero raras veces se mantienen al paso con el alza de los precios. Los más afectados son, sobre todo, los que dependen de ingresos módicos, como los pensionistas o los desempleados. En años recientes, el nivel de vida de muchos de los países menos desarrollados ha bajado bruscamente. En realidad, puede decirse que, a escala mundial, aunque los ricos quizás se estén haciendo más ricos, no cabe duda de que los pobres cada vez se sumen más en la pobreza. ¿Sucede esto en su país?

Agitación provocada por las dificultades económicas

No es de sorprender que muchas personas levanten su voz en protesta. Por ejemplo: los maestros de las provincias de Chiapas y Oaxaca están sumidos en la pobreza, y por eso montaron sus tiendas de campaña en la plaza mayor de Ciudad de México en espera de que su permanencia allí resultara en que se les hiciera justicia. “El pueblo está explotado”, afirma uno de ellos. En otros países, cuando se ha producido un alza súbita de los precios, han estallado motines.

También se está extendiendo la delincuencia, a la que algunos llaman una revolución silenciosa y, sin embargo, peligrosa, de los pobres contra los ricos. En un seminario sobre la administración policial, se atribuyó esta ola internacional de delincuencia a la desesperada crisis económica por la que atraviesan tantos ciudadanos. Las adversidades económicas a veces toman un giro deplorable. En 1987, en dos aldeas de la India cientos de campesinos hambrientos asesinaron a más de cincuenta personas de castas elevadas porque se sentían explotados por terratenientes feudales de estas castas.

¿Quién tiene la culpa?

Aunque en el siglo XX se ha creado más riqueza que nunca antes, paradójicamente, al acercarse el fin del siglo, cada vez más millones de personas se encuentran en una situación de pobreza perpetua de la que no pueden salir. Las promesas que hacen los políticos sobre un mañana mejor, una mejora en la economía y un salario decente para todos, con demasiada frecuencia no son más que castillos en el aire.

¿Quién o qué tiene la culpa? Muchos dicen que los gobiernos, los cuales, por su parte, tal vez culpen a la política económica de otros países. El sistema económico mundial también ha sido el centro de muchas críticas. Por lo visto, los problemas son complejos y las soluciones difíciles. En el siguiente artículo consideraremos tan solo algunas de las causas fundamentales que han provocado la actual crisis del coste de la vida y hablaremos sobre por qué son tan difíciles de remediar.

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