¿Qué es la salud?
¿TIENE una persona buena salud solo porque no se siente enferma? Pues bien, ¿cuántas veces ha oído de personas que al parecer disfrutaban de una salud de hierro, pero que murieron de repente debido a una causa inesperada? Los informes médicos muestran que aproximadamente una quinta parte de los que mueren de enfermedades cardiacas cada año no habían presentado ningún síntoma de enfermedad. Esta claro, pues, que el sentirse bien o en forma no es una garantía de buena salud.
Considere, por ejemplo, el caso de un joven de veintidós años que era jugador universitario de baloncesto. Era una persona en la flor de la vida que parecía estar sana, pero una noche murió de repente. Las investigaciones revelaron que la causa de la muerte era una sobredosis de droga. Aunque estaba en muy buena forma física, ¿se puede decir que llevaba una vida saludable? Difícilmente.
Por lo tanto, la salud supone algo más que no estar enfermo. Por supuesto, la herencia y el ambiente desempeñan un papel importante, pero, en condiciones normales, es posible que nuestro modo de vivir (lo que comemos y bebemos, nuestra actividad, el descanso que obtenemos, la manera en que reaccionamos ante la presión y otros hábitos personales) sea el factor individual que más repercuta, para bien o para mal, en nuestra salud. Por lo tanto, en buena medida, nuestra salud es la que nosotros nos procuramos. El principio bíblico “cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”, aplica asimismo a nuestra salud física. (Gálatas 6:7.)
La salud y el estilo de vida
Es bien sabido, por ejemplo, que en muchas compañías japonesas grandes los empleados se someten a rigurosos programas de ejercicios diarios. ¿Con qué resultado? “Las estadísticas indican que los trabajadores japoneses son los más saludables del mundo”, dice la revista Asiaweek. Por otra parte, el informe dice que en Japón “el cáncer es la causa de aproximadamente una de cada cuatro muertes; los ataques cardiacos y apoplejías, una de cada cinco; y las enfermedades respiratorias, una de cada doce. Uno de cada cincuenta y dos varones se suicida (en el caso de las mujeres es una de cada setenta)”.
¿Parecen estos datos inconsecuentes o incluso contradictorios? En realidad no lo son, si examinamos los hechos. En Japón, el 40% de los adultos fuman 300 mil millones de cigarrillos al año, lo que lo convierte en el segundo país del mundo (solo después de Grecia) en consumo de cigarrillos per cápita. Además, los hombres japoneses beben al año 8.000 millones de botellas de cerveza y 1.600 millones de litros de sake. Esto equivale a una ingestión de más o menos medio litro de alcohol puro por hombre y por semana. Sería realmente sorprendente que tales prácticas dañinas no tuvieran un acusado efecto en la salud de la gente.
Cierto, pudiera decirse que los japoneses tienen la mejor expectativa de vida y que su consumo de tabaco y alcohol no es el mayor del mundo, pero eso, a fin de cuentas, no es lo fundamental. La realidad es que la gente está muriendo prematura e innecesariamente. Puede parecer que tienen mejor salud que otros, pero ¿realmente disfrutan de buena salud?
Está claro, pues, que nuestra salud es el resultado de nuestro estilo de vida y hábitos cotidianos. La buena salud depende, en parte, de un modo de vivir equilibrado que resulte en nuestro bienestar físico, mental, emocional y social, y que nos permita integrarnos en nuestro entorno y derivar una medida razonable de gozo y satisfacción de nuestras actividades diarias. ¿Qué podemos hacer para conseguir eso?
[Comentario en la página 6]
La herencia y el ambiente desempeñan un papel importante, pero nuestro modo de vivir posiblemente sea el factor individual que más repercuta en nuestra salud
[Fotografía en la página 5]
Una apariencia de buena salud puede ser engañosa