El respeto a la mujer en la congregación
LA BIBLIA establece para los cristianos un orden teocrático de jefatura, según el cual Cristo está en sujeción a Dios, el hombre en sujeción a Cristo y la mujer en sujeción a su marido. (1 Corintios 11:3.) Sin embargo, esta sujeción no implica un trato dictatorial. La jefatura en el círculo de la familia nunca se establece con violencia, sea física, psicológica o verbal. Además, la jefatura cristiana es relativa y no significa que un marido pueda ser un déspota que se crea infalible.a Algo que podría ayudar a muchos matrimonios a ser mutuamente reconfortantes y a que su relación perdure, es saber cómo y cuándo decir: “Lo siento, tenías razón”. Sin embargo, qué fácil es que esas expresiones de humildad se nos queden atoradas en la garganta. (Colosenses 3:12-14, 18.)
En sus consejos sobre el matrimonio, los apóstoles cristianos Pablo y Pedro constantemente nos recuerdan el ejemplo de Cristo. El marido se gana el respeto de su mujer mediante su buen ejemplo en imitación del modelo que Cristo estableció, porque “el esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación, siendo él salvador de este cuerpo”. (Efesios 5:23.)
El consejo que Pedro da a los maridos es muy explícito: “Ustedes, esposos, continúen morando con [su esposa] de igual manera, de acuerdo con conocimiento”. (1 Pedro 3:7.) Una traducción moderna de la Biblia en español parafrasea estas ideas diciendo: “Respecto a los maridos: tengan tacto en la vida común, mostrando consideración con la mujer”. Estas palabras abarcan muchos aspectos, incluso el de mostrar sensibilidad en la relación matrimonial. Un marido no debería ver a su esposa como un simple medio de satisfacción sexual. Una esposa que había sufrido abusos sexuales de pequeña, escribió: “Desearía que hablaran más sobre el apoyo que un marido puede dar a una esposa que ha pasado por esa experiencia. La mayoría de las esposas necesitamos saber que realmente se nos ama y se nos cuida, no que tan solo servimos para satisfacer algunos deseos físicos o para desempeñar las labores de ama de casa, sin que exista ningún vínculo emocional”.b Dios instituyó el matrimonio para que el marido y la mujer fuesen compañeros y ayudantes el uno del otro. Es una cuestión de labor de equipo y de aprecio mutuo. (Génesis 2:18; Proverbios 31:28, 29.)
¿En qué sentido es la mujer “un vaso más débil”?
Pedro también aconseja a los maridos que asignen honra a su esposa “como a un vaso más débil, el femenino”. (1 Pedro 3:7.) ¿A qué se refería Pedro cuando dijo que la mujer es “un vaso más débil”? Es cierto que, por lo general, la mujer es físicamente más débil que el hombre. Eso se debe a que su estructura ósea y muscular es diferente. Pero en cuanto a fortaleza moral interna, la mujer no es de ningún modo más débil que el hombre. Las mujeres han aguantado por años situaciones que quizás muchos hombres no tolerarían ni siquiera durante breves instantes —incluyendo maltratos por parte de un cónyuge violento o alcohólico—. Y piense en todo lo que aguanta una mujer para tener un hijo, sin olvidar las dolorosas horas del parto. Cualquier marido con cierto grado de sensibilidad que haya presenciado el milagro del nacimiento de un hijo suyo, ha de ver incrementado el respeto que siente por su esposa y por su gran fortaleza interna.
En 1944, Hannah Levy-Haas —presa judía del campo de concentración nazi de Ravensbrück— escribió en su diario lo que pensaba sobre esta cuestión de la fortaleza moral interna: “Hay una cosa aquí que me disgusta muchísimo, y es ver que, en sentido físico, los hombres son mucho más débiles y mucho menos capaces de resistir dificultades que las mujeres, y con frecuencia también son más débiles en sentido moral. Incapaces de controlarse, manifiestan tal falta de fibra moral que no se puede más que compadecerlos”. (Mothers in the Fatherland [Madres en la patria], de Claudia Koonz.)
Esta experiencia sirve para ilustrar que el simple hecho de que las mujeres posiblemente sean más débiles en sentido físico, no es base para discriminarlas. Edwin Reischauer escribió: “En tiempos modernos es de aceptación general que las mujeres tienen más voluntad y fortaleza psicológica que los hombres”. (The Japanese.) Esta fortaleza puede ser utilizada en la congregación cristiana, pues posiblemente ciertas mujeres maduras podrían ayudar a otras mujeres que atraviesan momentos de grave tensión emocional. Desde luego, hay circunstancias en las que a una mujer que ha sido víctima de abusos le resultará más fácil recurrir a una mujer madura en busca de consuelo inmediato que a un hombre. Aunque, si surge la necesidad, se puede consultar a un anciano cristiano para mayor asesoramiento. (1 Timoteo 5:9, 10; Santiago 5:14, 15.)
A muchas mujeres las irrita que sus reacciones se desestimen por completo por considerarlas emocionales y atribuibles a “los días del mes”. Betty, cristiana practicante, declaró: “Nosotras sabemos que, como escribió el apóstol Pedro, en ciertos aspectos somos el ‘vaso más débil’, el femenino, con una constitución biológica más delicada. Pero eso no significa que un capataz o supervisor tenga que ser condescendiente y paternalista, y atribuir todas las reacciones de una mujer a su ciclo mensual. Somos inteligentes y queremos que se nos escuche con respeto”.
No todas las mujeres son emocionales, tal como no todos los hombres son duros. Cada persona debería ser juzgada individualmente. Betty, citada antes, dijo lo siguiente a ¡Despertad!: “No me gusta que me clasifiquen sobre la base de mi sexo. He visto a hombres llorar y he conocido a hombres con un carácter muy variable. Y hay mujeres que pueden tener un corazón de piedra. Por eso, quisiera que cuando los hombres nos escuchan, fuesen objetivos y no pensasen en nuestro sexo”.
¿Qué se necesita para que las cosas cambien?
Hay quien dice que si las cosas han de cambiar para bien, no basta con que la mujer haga campaña para defender sus derechos y para que se le haga justicia; tampoco es suficiente con que el hombre le haga algún cumplido respetuoso a la mujer. En toda cultura y marco de circunstancias el hombre tiene que examinar el papel que desempeña y preguntarse qué puede hacer para conseguir que la vida de la mujer sea más feliz y placentera. (Mateo 11:28, 29.)
La escritora y poeta Katha Pollitt escribió en la revista Time: “La mayoría de los hombres no violan ni golpean ni matan, claro está. Pero eso no significa, como demasiados hombres parecen creer, que estén totalmente al margen de los actos de violencia perpetrados contra las mujeres. Cada uno de nosotros en nuestra vida cotidiana contribuye a dar forma a los conceptos y las suposiciones culturales que definen los límites de lo permisible. [...] Me refiero a que los hombres se hagan un autoexamen sincero, reflexionando en sus prejuicios y privilegios, asumiendo la responsabilidad que les corresponde por las malas condiciones en que estamos”.
Pero aunque hombres de todo el mundo cambiaran su actitud hacia las mujeres de forma radical, no se solucionarían por completo las injusticias que afligen a la humanidad. ¿Por qué? Porque los hombres cometen injusticias y barbaridades no solo contra las mujeres, sino también contra otros hombres. Guerra, violencia, asesinato, escuadrones de la muerte y terrorismo siguen estando a la orden del día en muchos países. Lo que se necesita es un sistema de gobernación enteramente nuevo para toda la Tierra, y una nueva educación para toda la humanidad. Eso es precisamente lo que Dios ha prometido que sucederá cuando la Tierra sea gobernada por su Reino celestial. Solo entonces existirá verdadera justicia y equidad para todos: hombres, mujeres y niños. Solo entonces existirá verdadero respeto mutuo entre hombres y mujeres. En Isaías 54:13, la Biblia lo expresa con estas palabras: “Todos tus hijos [e hijas] serán personas enseñadas por Jehová, y la paz de tus hijos [e hijas] será abundante”. Efectivamente, la instrucción apropiada en los principios justos de Jehová contribuirá a la existencia de un nuevo mundo en el que reine el respeto mutuo.
[Notas a pie de página]
a Véase “¿Qué significa la sujeción en el matrimonio?”, en La Atalaya del 15 de diciembre de 1991, páginas 19-21.
b Véanse los números de ¡Despertad! del 8 de octubre de 1991, páginas 3-11, y del 8 de abril de 1992, páginas 24-7.
[Fotografía en la página 16]
En muchas ocasiones, una mujer madura puede dar consejos útiles
[Fotografía en la página 17]
Una de las maneras en las que el marido puede mostrar respeto a su esposa es ayudándola en los quehaceres domésticos