El acoso sexual: un problema mundial
PARA la joven secretaria Rena Weeks, el empleo se había convertido en una pesadilla. Es cierto que trabajaba para una prestigiosa compañía de abogados con sucursales en más de veinticuatro países, pero —según sus declaraciones— su jefe no dejaba de agarrarla y tocarla. Aquellos episodios humillantes iban acompañados de lenguaje grosero e insinuante.
Años atrás, la mujer que se hallaba en tal situación no tenía más opción que renunciar. La administración de la empresa no resolvía el asunto por disponer tan solo de ‘la palabra de ella contra la de él’, y hasta era posible que quienes creyeran en su versión minimizaran los hechos diciendo: ‘No es para tanto’. Hoy, sin embargo, la situación es distinta. Rena Weeks no se conformó con sentir coraje y renunciar. Interpuso una demanda.
Un jurado estadounidense ordenó que el jefe pagara 50.000 dólares por daños psicológicos y 225.000 por concepto de daños punitivos. Además, emitió un veredicto que captaría la atención de las empresas y compañías de todo el mundo: multó a la empresa con la enorme suma de 6.900.000 dólares en concepto de daños punitivos por no haber corregido la situación.
El caso Weeks de ningún modo es único. Recientemente se entabló una demanda contra una cadena estadounidense de tiendas de descuento. Peggy Kimzey, una empleada, acusó a su supervisor de hacerle continuos comentarios insolentes de índole sexual. En 1993, renunció a su empleo y entabló la demanda. Fue indemnizada con 35.000 dólares por las humillaciones y el sufrimiento mental, y recibió la simbólica compensación de un dólar por pérdidas salariales. El jurado también determinó que su ex jefe había creado un ambiente hostil de trabajo al tolerar el acoso sexual. ¿A cuánto ascendió la multa? A 50.000.000 de dólares por daños y perjuicios.
La revista Men’s Health comentó: “Los casos de hostigamiento sexual están proliferando como las bacterias. En 1990, la EEOC [siglas en inglés para la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo] atendió 6.127 quejas por este motivo; a finales del año pasado [1993], la cantidad anual casi se había duplicado: 11.908”.
Abuso del poder
Aunque las cifras astronómicas de los veredictos acaparen los titulares, la realidad es que muy pocos casos llegan a los tribunales. La mayoría de las víctimas soportan en silencio la humillación, como marionetas de un ruin espectáculo de poder e intimidación que lo abarca todo: oficinas, calles, autobuses, fábricas y comedores de las empresas. En ocasiones, la coacción para que se presten a tener relaciones íntimas es explícita; no obstante, la mayoría de las veces el asedio consiste en acciones más sutiles, pero sumamente desvergonzadas: tocamientos molestos e impropios, comentarios lascivos y miradas libidinosas.
Algunos se niegan a reconocer como acoso dicho comportamiento, y aducen que sencillamente son torpes intentos de captar la atención femenina. Sin embargo, muchas personas, como la escritora Martha Langelan, opinan que tal argumento no es más que una excusa para la conducta indecente. Esta autora escribe: “No se trata de galanteos torpes, burdos, chistosos o ‘malinterpretados’. No son intentos de captar la atención femenina, sino un comportamiento que tiene un motivo completamente distinto. Al igual que la violación, el acoso sexual se practica para coaccionar a la mujer, no para atraerla. [...] Es una exhibición de poder”. Sí, a menudo este trato abusivo no es más que otra demostración de que “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”. (Eclesiastés 8:9; compárese con Eclesiastés 4:1.)
Las mujeres, por lo general, no reaccionan con agrado ante el acoso sexual, sino con sentimientos que van desde la indignación y la rabia hasta la depresión y la humillación. Una víctima comentó: “La situación me destrozó. Perdí la confianza, el amor propio y mis aspiraciones profesionales. Mi personalidad cambió de la noche a la mañana. Yo, que veía la vida con optimismo, me convertí en una mujer amargada, retraída y llena de vergüenza”. Además, cuando el acosador es el jefe o alguien con autoridad, el asedio adquiere matices más repugnantes.
No sorprende, por tanto, que los tribunales hayan comenzado a castigar a los culpables y a compensar a las víctimas. Desde que el Tribunal Supremo de Estados Unidos definió tales abusos como una violación de los derechos civiles, se considera responsabilidad de los empleadores crear un ambiente laboral que no sea “hostil u ofensivo”.
Las empresas que toleren el hostigamiento sexual podrían pagarlo con la decadencia moral de sus empleados, el absentismo, la baja productividad y el frecuente cambio de personal, sin mencionar el golpe económico que podrían causar las víctimas que decidan demandar a la empresa.
¿Es común?
¿Se da con frecuencia el acoso sexual? Las encuestas revelan que en Estados Unidos más de la mitad de las empleadas lo han experimentado. Un libro afirma que “el acoso sexual es un problema omnipresente, que afecta por igual a mujeres de toda profesión, desde camareras hasta ejecutivas; se observa en todo escalafón empresarial e industrial”. Por lo demás, el problema difícilmente se circunscribe a Estados Unidos. El libro Shockwaves: The Global Impact of Sexual Harassment (Ondas de choque: el impacto mundial del acoso sexual), de Susan L. Webb, presenta los siguientes datos:a
CANADÁ: “Un estudio reveló que 4 de cada 10 mujeres han sido asediadas sexualmente en el empleo”.
JAPÓN: “Una encuesta realizada en agosto de 1991 indicó que el 70% de las entrevistadas habían sido” acosadas en el trabajo. “El 90% afirmó que eran asediadas en el trayecto de ida y vuelta al empleo.”
AUSTRIA: “Un sondeo llevado a cabo en 1986 mostró que el 31% de las mujeres se había quejado de situaciones graves de asedio sexual”.
FRANCIA: “Un estudio que fue realizado en 1991 [...] reveló que el 21% de las 1.300 encuestadas había sufrido acoso sexual”.
PAÍSES BAJOS: Un estudio mostró que “el 58% de las mujeres habían sido víctimas de hostigamiento sexual”.
Señal de los tiempos
De ningún modo puede decirse que el hostigamiento y el acoso sexual en el empleo son problemas recientes. Las mujeres —y a veces los hombres— han sufrido esta clase de abusos desde tiempos bíblicos. (Génesis 39:7, 8; Rut 2:8, 9, 15.) Pero parece que este proceder deplorable se ha generalizado en la actualidad. ¿Por qué?
En primer lugar, las mujeres han ingresado recientemente en el mercado laboral en cantidades nunca antes vistas. Por consiguiente, más mujeres entran en situaciones en las que puede presentarse el acoso sexual. Pero un factor más significativo es lo que la Biblia predijo hace mucho: “Debes saber que en los últimos días habrá momentos difíciles. Los hombres se volverán egoístas, codiciosos, orgullosos, soberbios, difamadores, [...] insensibles, implacables, calumniadores, desenfrenados, inhumanos”. (2 Timoteo 3:1-3, Biblia de América.) La generalización del acoso sexual es solo una de las irrefutables pruebas del cumplimiento actual de estas palabras. Es interesante que la revista Men’s Health haya dicho que “el aumento de quejas de acoso sexual ha ido acompañado de una sorprendente decadencia generalizada de las normas de urbanidad. En todas partes se observan malos modales”.
La extensión del acoso sexual refleja también la “nueva moralidad” que se difundió por todo el mundo en los años sesenta. El desprecio de los valores tradicionales llevó aparejada una terrible falta de consideración por los derechos y sentimientos ajenos. Prescindiendo de su origen, el acoso sexual es una lamentable realidad en el empleo. ¿Qué pueden hacer, tanto hombres como mujeres, para protegerse? ¿Llegará el día en que este tipo de hostigamiento ya no exista en el lugar de trabajo?
[Nota a pie de página]
a Las cifras varían según el sistema de encuestas y la definición que se dé al acoso sexual.
[Recuadro de la página 4]
Mitos y realidades del acoso sexual
Mito: Se informan más casos de acoso sexual de los que realmente suceden. Solo es una manía alimentada por los medios publicitarios y la histeria colectiva.
Realidad: Es obvio que una mujer tiene muy poco que ganar —y mucho que perder— cuando informa que es víctima de acoso sexual. En realidad, solo una minoría (el 22%, según las encuestas) se atreve a decirle a alguien que la están hostigando. El temor, la vergüenza, el sentimiento de culpa, la confusión y la ignorancia de sus derechos mantienen en silencio a una gran cantidad de mujeres. Muchos expertos creen que se informan muy pocos casos.
Mito: A las mujeres les gustan las atenciones. Las que dicen que sufren acoso sencillamente son hipersensibles.
Realidad: Las encuestas revelan consecuentemente que a las mujeres les molesta el trato vulgar. Un sondeo indicó que “más de dos quintas partes se sentían ofendidas, y una tercera parte, furiosas”. Otras expresaron que se sentían nerviosas, lastimadas y deprimidas.
Mito: A los hombres se los acosa tanto como a las mujeres.
Realidad: Investigadores de la Asociación Nacional de Mujeres Trabajadoras (E.U.A.) informan que “según cálculos, el 90% de los casos de hostigamiento sexual tiene que ver con hombres que asedian a mujeres, el 9% se da entre personas del mismo sexo [...], y solo el 1% tiene que ver con mujeres que asedian a hombres”.
[Ilustración de la página 5]
El acoso sexual no tiene que ver únicamente con el sexo