El cambio de actitudes plantea nuevas preguntas
“REVOLUCIÓN SEXUAL”, “sexoadicción”, “revolución moral”. Estos términos anunciaron un cambio de actitudes con relación a la sexualidad, especialmente a partir de mediados de los años sesenta. Muchos adoptaron el lema de “amor libre”, que caracterizó un estilo de vida en el que se rechazaban el matrimonio y la virginidad.
La máxima del escritor Ernest Hemingway: “Es moral todo lo que hace que me sienta bien, e inmoral todo lo que hace que me sienta mal”, resume muy bien la actitud de los que se dejan llevar por las promesas de libertad y gratificación sexuales. La aceptación de esta filosofía justificaba las relaciones sexuales pasajeras con varias parejas para que hombre y mujer exploraran su propia sexualidad. La “gratificación” sexual no conocía límites. La píldora anticonceptiva, introducida en el mercado durante aquella misma década, contribuyó a fomentar la experimentación sexual sin inhibiciones.
Sin embargo, aquella promiscuidad dejó como legado el sida y otras enfermedades de transmisión sexual. Las actitudes de aquella generación libertina frente al sexo sufrieron una sacudida. Hace unos años apareció en la revista Time el titular “Comportamiento sexual en los años ochenta: la revolución ha terminado”. La razón principal por la que se dijo que la revolución había terminado fue la gran proliferación de enfermedades de transmisión sexual entre muchos estadounidenses. Hasta la fecha, la cantidad total de casos de sida en todo el mundo ha alcanzado la alarmante cifra de casi treinta millones.
El temor a las enfermedades de transmisión sexual provocó un nuevo giro en la actitud de muchos con respecto a las relaciones sexuales pasajeras. En 1992 la revista de ocio US publicó un artículo sobre una encuesta oficial y dijo: “Unas seis millones ochocientas mil mujeres solteras han efectuado cambios en su comportamiento sexual a causa del sida y otras enfermedades de transmisión sexual”. Según el artículo, el mensaje es muy claro: “Las relaciones sexuales son un asunto serio. Practíquelas por su cuenta y riesgo”.
¿Qué efecto han tenido estas décadas turbulentas en la actitud de la gente respecto a las relaciones sexuales? ¿Se ha aprendido algo del temerario desenfreno de los últimos decenios, caracterizado por el amor libre, y de la aleccionadora proliferación de enfermedades de transmisión sexual en los años ochenta? ¿Ha ayudado la educación sexual en las escuelas públicas a que la juventud lleve bien las riendas de su sexualidad? ¿Cuál es la mejor manera de afrontar la situación creada por el cambio actual de actitudes con respecto a la sexualidad?