La guerra siega la vida de muchos niños
SE SUPONE que la infancia sea una etapa feliz de la vida. Un tiempo de recibir cariño y protección. Un período caracterizado por la inocencia. Se espera que los niños jueguen, aprendan y cultiven cualidades que les ayuden a convertirse en adultos responsables. No se supone que se mate a los niños, y menos aún que ellos maten. Sin embargo, en tiempos de guerra, suceden muchas cosas que no deberían suceder.
Lamentablemente, la guerra es un problema mundial que siega la vida de muchos niños y destroza la infancia de muchos otros. En 1993 hubo conflictos importantes en 42 países mientras otros 37 sufrían algún tipo de violencia política. En cada uno de estos 79 países vivían niños.
Muchos jóvenes de nuestros días no saben lo que es la paz. A finales de 1995 se cumplían más de treinta años de enfrentamientos en Angola, diecisiete en Afganistán, once en Sri Lanka y siete en Somalia. Aunque en un lugar tras otro había políticos que hablaban con confianza del “proceso de paz”, el incesante proceso de guerra continuaba arruinando vidas humanas.
La guerra siempre ha hecho sufrir a los niños, pero la forma de luchar de estos últimos años ha hecho crecer vertiginosamente la cantidad de muertos civiles, entre ellos niños. En los conflictos de los siglos XVIII y XIX y de principios del XX, alrededor de la mitad de las víctimas eran civiles. En la II Guerra Mundial, que duró desde 1939 hasta 1945, el número de muertes civiles ascendió a dos tercios del total de bajas de guerra, en parte debido al intenso bombardeo sobre las ciudades.
Para fines de los años ochenta, las bajas civiles de guerra habían aumentado a casi el 90%. Una de las causas de semejante aumento es que las guerras se han hecho mucho más complejas. Los ejércitos ya no se enfrentan únicamente en un campo de batalla. La mayoría de los conflictos de hoy no tienen lugar entre países, sino dentro de un mismo país. Además, los enfrentamientos se producen en los pueblos o las ciudades, y allí, en medio del salvajismo y la sospecha, los que matan no hacen distinción entre el enemigo y los civiles inocentes.
La guerra se ha cobrado muchas víctimas infantiles. Según cálculos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, tan solo durante el último decenio ha causado la muerte de dos millones de niños y ha dejado impedidos a entre cuatro y cinco millones más. Debido a la guerra, más de un millón de niños están huérfanos y doce millones sin hogar. Además, unos diez millones padecen traumas psicológicos.
Existe un sinfín de libros sobre la guerra. Tratan de cómo y por qué se libraron ciertas batallas; describen las armas y estrategias utilizadas; conmemoran a los generales que dirigieron la matanza. Las películas maximizan la emoción y minimizan el sufrimiento provocado por la guerra. En tales libros y películas no se habla mucho de las víctimas inocentes. Los siguientes artículos analizan cómo se ha explotado a los niños reclutándolos para la guerra, cómo han sido estos las víctimas más vulnerables y por qué decimos que los niños de hoy pueden tener un brillante porvenir.