Los Meteoros, imponentes columnas de roca
“Esta romántica región, de exotismo y belleza sin igual, no se parece a nada de lo que he visto. No he encontrado nada comparable a estos extraordinarios picos en [...] ninguna de las zonas montañosas que he visitado.”—Robert Curzon, viajero inglés (1849).
EL ASOMBROSO espectáculo que contemplamos al acercarnos a la población de Kalabaka, cerca de Kastraki, en la llanura griega de Tesalia, nos deja atónitos. Ante nosotros se alza un verdadero “bosque” rocoso compuesto de más de veinte enormes y escarpados pilares monolíticos, de centenares de metros de altura, en cuyas cimas se divisan varios monasterios con galerías de madera y tejados con cornisa.
Se trata de los Meteoros, lugar en el que la pintoresca disposición de las rocas se combina con un increíble empeño humano. El término Meteoros procede de un vocablo griego que significa “elevado, en el aire” y con él se hace referencia tanto a este grupo de pilares rocosos aislados como a los más de treinta monasterios construidos en sus cimas. La altura media de los picos es de 300 metros, aunque algunos alcanzan los 550 metros.
A medida que nos acercamos, las sombras de las imponentes moles se alargan. El paisaje de este singular entorno varía continuamente: por un lado están las cambiantes sombras que proyectan las rocas a lo largo del día; por otro, el contraste invernal de los oscuros riscos con la blanca nieve que tapiza el terreno.
Cómo se formaron
Se ha especulado mucho sobre el origen de los Meteoros. Muchos creen que hace millones de años, lo que ahora es la llanura de Tesalia se encontraba sumergida bajo un inmenso lago. Existe la teoría de que un descomunal levantamiento geológico hizo sobresalir de alguna manera las gigantescas formaciones. Según la revista Experiment, algunos geólogos opinan que “la forma actual de estas rocas debe haberse originado entre los años 2000 y 1000 a.E.C.”.
Robert Curzon, citado al principio, escribió lo siguiente sobre los Meteoros: “Parece como si el extremo de una cadena de montes rocosos hubiese sido partido por algún terremoto o arrastrado por el Diluvio, quedando solo una serie de [...] rocas altas, lisas y finas como agujas”. Cabe señalar que la mitología griega también atribuye la formación de las montañas de Tesalia a un diluvio ocasionado por los dioses (Génesis 6:1–8:22).
Monasterios encaramados
Cualquiera que sea la explicación geológica de los orígenes de los Meteoros, lo cierto es que el lugar ha captado la atención desde el siglo IX E.C. Los montañeros modernos que escalan los Meteoros con su equipo especializado, tal vez pueden apreciar mejor la hazaña de los primeros ermitaños que se establecieron en las cuevas y fisuras de estos peñascos. Pero todavía no se ha dilucidado cómo se construyeron los monasterios en lo alto de estas rocas prácticamente inaccesibles.
¿De qué forma se subía antiguamente a esos elevados monasterios, y se descendía de ellos? La obra Meteora—The Rock Monasteries of Thessaly (Los Meteoros: los monasterios de las rocas de Tesalia) explica que los visitantes ‘podían trepar por escalas de madera que los monjes bajaban desde la cima de los riscos o dejarse izar en una red con la ayuda de un torno instalado en el monasterio. En ambos casos, la persona tenía que confiar en la buena fe y la dudosa ingeniería de los monjes’. Según se informa, cuando se le preguntó a un ex abad con qué frecuencia se cambiaba la cuerda que sostenía la red, su respuesta fue: ‘Solo cuando se rompe’. No fue sino hasta 1925 cuando se tallaron escalones en la roca para facilitar el acceso.
Los primeros monjes ermitaños que escalaron los pilares fueron Varnavas (entre los años 950 y 965 E.C.) y Andronikos de Creta (en 1020). Con el tiempo acudieron otros monjes de toda Bizancio hasta que llegó a haber 33 monasterios encaramados en las rocas. Las comunidades monásticas tuvieron su auge en los siglos XVI y XVII, pero desde entonces han ido decayendo.
“¡Mire dónde hemos llegado! —exclamó el abad de uno de los monasterios—. ¡Ah! [...]. Los jóvenes ya no nos quieren.” Lo cierto es que de todos los monasterios solo siguen habitados seis, dos de ellos por monjas. En diversas cumbres de los Meteoros pueden verse monasterios abandonados.
Un surtido escaparate cultural
Hoy día, los monasterios de los Meteoros constituyen uno de los lugares culturales más interesantes de Grecia. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) los considera un extraordinario tesoro de patrimonio cultural. Últimamente, el Estado griego se ha ocupado de la conservación de dicho patrimonio abriendo al público edificios renovados y museos. ¿Qué contienen?
Pues bien, aparte de objetos como iconos, vestiduras eclesiásticas y códices de música, hay en ellos manuscritos bíblicos históricos excepcionales. Entre estos se encuentra el Códice 591, de pergamino, datado en 861-862 E.C., que contiene discursos interpretativos sobre el libro bíblico de Mateo.
Desde luego, las poderosas fuerzas de la naturaleza han creado un paisaje singular. Si alguna vez va a Grecia, ¿por qué no incluye en su itinerario una visita a los Meteoros? Y asegúrese de llevar suficiente película porque querrá sacar muchas fotos.—Colaboración.
[Ilustración de la página 16]
Monasterio de San Nicolás de Anapafsa
Monasterio de Rousanou
[Reconocimiento]
M. Thonig/H. Armstrong Roberts
[Ilustraciones de la página 17]
Monasterio de la Santísima Trinidad
Monasterio del Gran Meteoros
[Reconocimiento]
R. Kord/H. Armstrong Roberts
[Reconocimiento de la página 15]
Mountain High Maps® Copyright © 1997 Digital Wisdom, Inc.
[Reconocimiento de la página 16]
Fondo: Y. Yannelos/Greek National Tourist Organization