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ad págs. 205-206

BENJAMÍN

(“Hijo de la Diestra”).

1. Duodécimo hijo de Jacob y hermano carnal de José. Al parecer, Benjamín fue el único hijo de Jacob que nació en la tierra de Canaán; los otros hijos nacieron en Padán-aram. (Gén. 29:31-30:25; 31:18.) Raquel dio a luz a Benjamín, su segundo hijo, mientras iba en camino de Betel a Efrata (Belén), y este difícil parto le costó la vida. Antes de morir, llamó a este hijo Ben-oní, que significa “Hijo de Mi Pena”; pero su esposo luego le llamó Benjamín, que significa “Hijo de la Diestra”. (Gén. 35:16-19; 48:7.)

Desde su nacimiento, no se vuelve a hacer mención de Benjamín hasta el primer viaje que sus hermanos hicieron a Egipto. Al ser el hijo más joven de Jacob con Raquel, su esposa amada (Gén. 44:20), Benjamín era muy querido por su padre, especialmente desde que Jacob supuso que José había muerto. Por lo tanto Jacob era sumamente reacio a dejar que Benjamín fuese con sus hermanos a Egipto, y únicamente consintió después de mucha insistencia. (Gén. 42:36-38; 43:8-14.) Aunque Judá se refirió a Benjamín en esta ocasión como si fuese un “muchacho”, este en realidad ya era un hombre adulto, probablemente de unos treinta años, ya que su hermano José para ese tiempo se acercaba a los cuarenta. (Gén. 41:46, 53; 45:6.) El registro de Génesis 46:8, 21 muestra que Benjamín ya tenía hijos para cuando Jacob estableció su residencia en Egipto. No obstante, él era para Jacob el amado “niño de su vejez”, aquel sobre quien se apoyaba su anciano padre. (Gén. 44:20-22, 29-34.) José también manifestó profundo cariño por su hermano más joven. (Gén. 43:29-31, 34.)

La genealogía de los descendientes de Benjamín aparece en varios lugares, en algunos más completa que en otros. En Génesis 46:21, se alistan diez nombres como “hijos de Benjamín” y el que no aparezcan algunos de ellos en listas posteriores ha hecho que algunos piensen que ciertos hijos tal vez hayan muerto a una edad temprana o no hayan tenido hijos que produjesen linajes familiares. El deletreo de los nombres varía en estas listas (por ejemplo: Ehí, Ahiram, Ahará) y puede ser que algunos de los que figuran en Génesis 46:21 hayan sido simplemente descendientes. (Núm. 26:38-40; 1 Cró. 7:6; 8:1.) A la hora de considerar la posibilidad de que Benjamín tuviera tantos hijos o hasta nietos para estas fechas se han presentado diversas objeciones, pero hay que tener en cuenta que cuando se dice que estaban entre “las almas que vinieron con Jacob a Egipto” no significa necesariamente que hubiesen nacido antes de la llegada de Jacob a ese país. Es posible que ellos ‘vinieran a Egipto’ en el sentido de haber nacido allí antes de la muerte de Jacob, ocurrida diecisiete años después. Del mismo modo, los dos hijos de José que le nacieron en Egipto son contados entre “las almas de la casa de Jacob que entraron en Egipto”. (Gén. 46:26, 27.) Para cuando murió su padre, Benjamín tendría cerca de cincuenta años y, por lo tanto, suficiente edad como para tener nietos.

La bendición paterna pronunciada sobre Benjamín como uno de los cabezas de las doce tribus de Israel se considera más adelante. (Gén. 49:27, 28.)

2. Con el nombre de Benjamín también se conoce a una de las tribus que descendió del hijo de Jacob. Al tiempo del éxodo de Egipto, Benjamín era, después de Manasés, la tribu con menos varones. (Núm. 1:36, 37.) En el censo que se hizo más tarde en las llanuras de Moab, la tribu de Benjamín había ascendido al séptimo lugar. (Núm. 26:41.) Cuando estaban acampados en el desierto, la tribu se situaba al oeste del tabernáculo junto con las tribus que descendían de Manasés y Efraín, los hijos de José, y esta división de tres tribus ocupaba el tercer lugar en el orden de marcha. (Núm. 2:18-24.)

Dentro de Canaán, el territorio asignado a la tribu de Benjamín se encontraba entre Efraín y Judá, mientras que lindaba con el territorio de Dan al oeste. Al norte, su frontera se extendía desde el río Jordán, cerca de Jericó, cruzaba el terreno montañoso junto a Betel y continuaba hacia el oeste hasta las proximidades de Bet-horón Baja. Desde allí, la frontera occidental iba hasta Quiryat-jearim, al sur, giraba hacia el este y pasaba por Jerusalén a través del valle de Hinón, luego bajaba por las escarpadas laderas orientales de nuevo hacia el Jordán, en el extremo norte del mar Muerto, y así este río constituía el límite oriental. (Jos. 18:11-20; compárese con el límite septentrional de Judá, en Josué 15:5-9, y el límite meridional de “los hijos de José”, en Josué 16:1-3.) Esta zona medía de norte a sur aproximadamente 19 Km., y de este a oeste, unos 45 Km. A excepción de la porción del valle del Jordán, cerca del oasis de Jericó, el territorio era accidentado y desigual, aunque tenía algunas zonas fértiles en las laderas occidentales. Los valles torrenciales que se extendían hacia el oeste en dirección a la llanura de Filistea y hacia el este en dirección al Jordán convirtieron este territorio en una importante vía de acceso a las tierras altas, tanto para propósitos comerciales como militares. Durante la primera parte del reinado de Saúl, las fuerzas enemigas filisteas saquearon sin oposición a los israelitas en esta región desde su campamento de Micmash, unos 5 Km. al NE. de la casa de Saúl en Guibeah, hasta que la hazaña de Jonatán en Micmash dio lugar a una batalla que obligó a los filisteos a huir a las llanuras costaneras. (1 Sam. 13:16-18; 14:11-16, 23, 31, 46.)

Entre las ciudades más notables asignadas originalmente a Benjamín estaban Jericó, Betel, Gabaón, Guibeah y Jerusalén. Sin embargo, Betel fue conquistada por la casa de José y llegó a ser una ciudad destacada del territorio adyacente de Efraín y un centro de adoración idolátrica de becerros. (Jue. 1:22; 1 Rey. 12:28, 29.) Aunque Jerusalén también formaba parte del territorio de Benjamín, estaba situada en el límite con Judá, y fue esta tribu la que, al principio, capturó y quemó la ciudad. (Jue. 1:8.) No obstante, ni Judá ni Benjamín lograron expulsar a los jebuseos de la ciudadela de Jerusalén (Jos. 15:63; Jue. 1:21), y no fue sino hasta el tiempo del rey David que se dominó la ciudad y se convirtió en la capital de Israel. (2 Sam. 5:6-9.)

Durante el período de los jueces, la tribu de Benjamín rehusó obstinadamente entregar a los perpetradores de una vil acción cometida en la ciudad de Guibeah. Esto desembocó en una guerra civil con las otras tribus, que no estaban dispuestas a pasar por alto esta maldad, y la tribu de Benjamín casi quedó exterminada. (Jue., caps. 19-21.) Sin embargo, las otras tribus idearon un modo para que Benjamín no se extinguiera, y así esta tribu se recuperó y aumentó de unos seiscientos hombres a casi sesenta mil guerreros para el tiempo del reinado de David. (1 Cró. 7:6-12.)

En la profecía que Jacob pronunció en su lecho de muerte se presentó a los descendientes de Benjamín como hábiles luchadores. Él dijo de este hijo amado: “Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo”. (Gén. 49:27.) Los combatientes benjaminitas se destacaban por su habilidad con la honda; podían tirar piedras con honda tanto con la mano derecha como con la izquierda “a un cabello” y dar en el blanco. (Jue. 20:16; 1 Cró. 12:2.) El juez zurdo Ehúd, el ejecutor del tiránico rey Eglón, era de Benjamín. (Jue. 3:15-21.) También puede notarse que fue en “la mañana” del reino de Israel que la tribu de Benjamín, aunque llamada “la más pequeña de las tribus”, proveyó el primer rey de Israel, Saúl, hijo de Quis, quien resultó ser un fiero luchador contra los filisteos. (1 Sam. 9:15-17, 21.) Del mismo modo, “al atardecer” de la nación de Israel salieron de la tribu de Benjamín la reina Ester y el primer ministro Mardoqueo, los cuales sirvieron para salvar a los israelitas de la aniquilación bajo el imperio persa. (Est. 2:5-7.)

Aunque ciertos benjaminitas apoyaron al proscrito David mientras era perseguido por el rey Saúl (1 Cró. 12:1-7, 16-18), cuando este último murió, la mayor parte de la tribu dio su apoyo inicial a Is-bóset, hijo de Saúl. (2 Sam. 2:8-10, 12-16.) No obstante, más adelante reconocieron la posición real de David y desde entonces, salvo raras excepciones como Simeí y Seba, permanecieron leales al reino de Judá. (2 Sam. 16:5; 20:1-22.) Además para el tiempo de la división de la nación, cuando la tribu vecina de Efraín (que descendió del sobrino de Benjamín) llegó a ser la tribu prominente del reino septentrional, la tribu de Benjamín fielmente se adhirió a Judá en reconocimiento del decreto de Jehová. (1 Rey. 11:31, 32; 12:21; 2 Cró. 11:1; Gén. 49:8-10.)

Después del cautiverio babilonio, las tribus más prominentes fueron las de Benjamín y Judá. (Esd. 4:1; 10:9.) El apoyo leal de Benjamín a Judá y a la ciudad de Jerusalén sin duda contribuyó a la posición favorecida de esta tribu en la visión de Ezequiel sobre la división de la tierra bajo el Reino prometido. En esta visión, la tribu de Benjamín aparece justo en el límite meridional de la “contribución santa”, en tanto que la tribu de Judá se sitúa en el límite septentrional. (Eze. 48:8, 21-23.)

Se han encontrado unas cartas antiguas en Mari, junto al río Éufrates, consideradas del siglo dieciocho antes de la era común, en las que se hace mención de una violenta tribu de nómadas llamada Ben-Yamina. Algunos eruditos han relacionado esta tribu nómada con la tribu israelita de Benjamín. Sin embargo, como comenta The New Bible Dictionary, de Douglas (pág. 141): “[...] La diferencia en tiempo y origen hace que tal identificación sea muy poco probable”. El nombre Ben-Yamina, que en este caso significa “Hijos de la Derecha” o “Hijos del Sur”, en otras inscripciones antiguas se usa en paralelo con el nombre “Hijos de la Izquierda” o “Hijos del Norte”, por lo que tiene que ser una designación geográfica más bien que genealógica.

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