¿Existe realmente el Diablo?
¿Hay base para creer que existe una criatura espíritu inicua? ¿O es infundada esta creencia?
EL ESCRITOR David Lawrence, cuyos editoriales se leen extensamente, dijo en cierta ocasión: “‘Paz en la tierra’... casi todo el mundo la desea. ‘Buena voluntad hacia los hombres’... casi todos los pueblos del mundo la sienten uno hacia el otro. Entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué hay amenaza de guerra a pesar de los deseos innatos de los pueblos?”
Estas preguntas ciertamente hacen pensar. Cuando el deseo natural de toda persona normal es vivir en paz, ¿por qué es tan común que la gente odie y haga una práctica del matarse unos a otros? Verdaderamente es una paradoja, como hizo notar hace unos años el Dr. Hugo Keenleyside, ex-diplomático canadiense: “Podemos aceptar sin escrúpulo la idea de incinerar a centenares de miles o millones de mujeres y niños a quienes en medio de condiciones normales tendríamos gusto en cuidar con ternura y en quienes hallaríamos amabilidad y deleite.”
Hoy las condiciones son semejantes. Las víctimas de las guerras regularmente son mutiladas y lisiadas. ¿Cómo pueden personas civilizadas tratarse unas a otras así? ¿Qué fuerzas las impulsan a hechos tan aborrecibles, o las maniobran a la situación en que se sienten obligadas a cometerlos? Ciertamente no es impropio el plantear, con toda seriedad, las preguntas: ¿Podrá haber algún poder inicuo, invisible, que influya en los humanos para que efectúen estos actos de violencia? ¿Existe realmente el Diablo?
No despida estas preguntas con la respuesta de que precisamente así es como son los hombres; al contrario, el deseo normal de ellos es tener paz. Este, pues, es un asunto que merece que usted lo considere cuidadosamente.
PUNTO DE VISTA MODERNO
El popularizar, hacia fines del siglo pasado, las ideas materialistas ha influido grandemente en el modo actual de pensar de muchas personas en cuanto al Diablo. Bajo el encabezamiento “Materialismo,” The Encyclopedia Americana (1955) declara: “El materialismo completo asegura que no existe nada sino cuerpos físicos y procesos físicos.”
Este punto de vista materialista ha conseguido la preeminencia en muchos círculos, y hasta ha afectado las creencias de muchos caudillos religiosos acerca del Diablo. Explica la revista religiosa Eternity, en su número de agosto de 1964: “Ya por más de un siglo parece que la creencia en el diablo está desapareciendo. . . . Los teólogos protestantes por lo general han desterrado al diablo personal de la Biblia al cuarto de trastos reservado para los mitos arruinados.”
Concerniente al punto de vista moderno acerca del Diablo, el Dictionary of All Scriptures and Myths (1960) por G. A. Gaskell dice: “El diablo verdadero, en contra de quien tenemos que ser sobrios y vigilantes, está dentro del hombre; se lleva dentro del corazón humano. Es la parte animal de la naturaleza humana.”
También, The Encyclopædia Britannica (1966), dice bajo el encabezamiento “Diablo”: “El protestantismo liberal moderno tiende a negar la necesidad de creer en un diablo personal, prefiriendo entender las referencias bíblicas y de otra índole a él como referencias a la personificación del principio del mal.”
De modo que ha llegado a estar de moda el creer en una “parte animal de la naturaleza humana,” o en un “principio del mal,” más bien que en un Diablo que es una realidad. Así, muchas personas ya no toman en serio el entendimiento que en otro tiempo fue común de que el Diablo es una persona viva, invisible. ¿A qué se debe este cambio de punto de vista? ¿Está justificado?
RAZONES POR LAS CUALES SE NIEGA SU EXISTENCIA
En su libro Satan, A Portrait, Eduardo Langton investiga la creencia histórica sobre el Diablo. Es interesante lo que él hace notar concerniente al punto de vista acerca del Diablo que se expresa en la literatura de los monjes de la edad media: “La imaginación religiosa se desenfrena, e ilusiones y alucinaciones, productos de mentes enfermas o tirantes, se exponen como realidades objetivas.”
Así, con el tiempo, muchas personas religiosas llegaron a aceptar supersticiosos y ridículos conceptos erróneos acerca del Diablo. Aun hoy se concibe tradicionalmente al Diablo como una criatura con uniforme rojo ajustado, con cuernos, cola y tridente en la mano. Sin duda esos ridículos conceptos erróneos son responsables, en parte, de que muchas personas nieguen la existencia del Diablo.
Sin embargo, la Biblia no es la fuente de estos conceptos erróneos. A pesar de que no lo es, hombres que abogaban por ideas materialistas durante la parte última del siglo pasado lanzaron un ataque en contra de sus enseñanzas. Esto, en particular, resultó en negar la existencia del Diablo, como indica The Encyclopædia Britannica, edición undécima (1910-1911). Bajo su encabezamiento “Diablo,” ésta hace notar lo siguiente:
“Puede afirmarse confiadamente que la creencia en Satanás ahora no se considera generalmente como un artículo esencial de la fe cristiana . . . El punto de vista moderno respecto a la inspiración de las Escrituras no requiere el aceptar la doctrina de las Escrituras sobre este tema como final y absolutamente autoritativo. La enseñanza de Jesús aun en este asunto puede explicarse como una adaptación a los puntos de vista de aquellos con quienes trató, o más probablemente como prueba de la limitación de conocimiento que era condición necesaria de la Encarnación. . .”
De modo que el “punto de vista moderno” de que la Biblia no es literalmente verdadera hizo que muchas personas rechazaran lo que ésta decía acerca de un Diablo personal. (Mat. 25:41; Luc. 4:1-8; Juan 8:44) Aun caudillos religiosos comenzaron a enseñar que las referencias que Jesús hizo al Diablo se debieron a su conocimiento limitado sobre el tema. O alegaron que Jesús se adaptó a las ideas y lenguaje que predominaban entonces en Judea, pero que él mismo no consideraba al Diablo una persona real y viva.
Pero, ¿era satisfactoria esta idea de que no existe un Diablo personal? ¿Cómo se explicó el horrible maltrato del hombre a sus semejantes?
PUNTO DE VISTA MATERIALISTA NO SATISFACE
La teoría materialista de que el hombre había evolucionado de animales inferiores fue adoptada como la respuesta, aun por muchos líderes religiosos. Se alegó que el hombre aún retiene parte de su pasado animal, y que ésta es la razón por la cual pelea, atormenta y mata a sus semejantes. También se raciocinó que esta malignidad, con el tiempo, sería eliminada del hombre a medida que continuara progresando por evolución. En la conclusión de su libro sobre las creencias del hombre sobre el Diablo, Eduardo Langton comenta de manera interesante sobre esto:
“Los doctos expulsaron [al Diablo] de su sistema de creencia dogmática e inceremoniosamente. Cerraron la puerta tras él con un golpe violento, y la cerraron con llave y la atrancaron. Satanás, habían concluido, era una reliquia de la superstición antigua. Para siempre se había desvanecido de la existencia bajo la fuerte y clara luz de la razón y el sentido común. La realidad sencilla, dijeron, estriba en que el hombre nace de una casta animal. . . . No obstante, llegará el tiempo en que, bajo la influencia de las fuerzas de la civilización —de la educación, la cultura y el conocimiento en aumento— gradualmente el hombre dejará atrás al mono, al tigre y al lobo, y al fin contemplaremos al hombre perfecto. Mientras tanto cada generación mejora cada vez más.”
Pero, ¡cuán insatisfactoria ha resultado esta explicación! Pues, en vez de mejorar, la humanidad se hundió a profundidades sin precedente de depravación. Se inició la I Guerra Mundial, utilizando gases diabólicos para dar muerte a humanos asfixiándolos o quemándolos, y otras nuevas armas para mutilar y lisiar. Pero ese conflicto solo fue el principio de los horrores. Considere la demostración a sangre fría de la monstruosa crueldad que ha seguido a esa guerra. Considere el lanzallamas, los campos de concentración, las cámaras de gas, el asesinato en masa de millones de judíos; considere las bombas atómicas, las bombas de napalm y las bombas de hidrógeno.
Es indisputable que, en vez de que cada generación mejore, nunca ha habido en escala tan colosal una mayor degradación de todas las normas de moralidad y conducta. ¿Cree usted que todos esos males perpetrados simplemente sucedieron por casualidad? ¿Cree usted que el hombre, que anhela la paz y la felicidad, es capaz, por su propia voluntad, de tan crasa iniquidad contra sí mismo? Pues, ni siquiera los animales son culpables de los horribles tormentos y muertes que los humanos han planeado y proyectado para sus semejantes.
Por eso no se deje embaucar de modo que acepte un punto de vista meramente materialista. Pues, como comentó con reflexión un prominente científico de este siglo, el difunto Dr. Roberto A. Millikan: “Una filosofía netamente materialista es para mí el colmo de la estupidez.”a Es sencillamente irrazonable creer que las criaturas materiales sean la forma de vida más elevada. El raciocinio sano señala al hecho de que hay criaturas invisibles, y que éstas ejercen una influencia poderosa en los asuntos humanos.
LA EXPLICACIÓN QUE DA LA BIBLIA
La Biblia también indica este hecho. Por lo tanto, no es anticientífica ni ridícula cuando habla de personas espíritus invisibles. “Dios es un Espíritu,” explica la Biblia. (Juan 4:24) También nos dice que Dios hizo a los ángeles en forma de espíritus. (Heb. 1:7) Estos son personas reales, vivas. De modo que el Diablo, también, es una persona espíritu.
“Pero,” alguien pudiera preguntar, “si Dios hizo a todas las criaturas que son espíritus, ¿por qué creó a una de modo que fuera un Diablo?” En realidad, Dios no hizo eso. El hizo perfectas a todas las criaturas espíritus. Pero uno de estos espíritus se hizo a sí mismo el Diablo. Se corrompió por sus propios deseos incorrectos. La Biblia explica el proceso mediante el cual aun criaturas perfectas se pueden hacer malas: “Cada uno es probado por medio de ser provocado y atraído seductoramente por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado.”—Sant. 1:14, 15.
El deseo incorrecto que abrigó esta poderosa criatura espíritu fue el de recibir la adoración de otras criaturas, cosa que solo merece el Creador, Jehová Dios. Esta criatura espíritu pudo hacer que la pareja humana le sirviera presentándole en falsos colores lo que Dios había dicho acerca de comer de cierto árbol del jardín de Edén. Así se convirtió en un calumniador, o “Diablo.” También se llama en la Biblia “Satanás,” “dragón” y “serpiente original.” Con el tiempo, aun otras criaturas espíritus, se unieron a Satanás en rebelión contra Dios, y también se hicieron diablos o demonios.—Gén. 3:1-6; Rev. 12:9; Mar. 3:22.
“Pero,” alguien pudiera inquirir adicionalmente, “¿por qué no destruyó Dios inmediatamente al Diablo y a la pareja humana a la que éste había inducido a quebrantar la ley de Dios?” Jehová Dios no optó por hacerlo. La rebelión había suscitado un punto en disputa que encerraba la pregunta: ¿Logrará el Diablo apartar de Dios a todas las criaturas? A Adán y Eva se les permitió producir prole para que el derrotero retenedor de integridad de los fieles de entre sus descendientes vindicara a su Creador y probara mentiroso al Diablo. De modo que Dios apartó suficiente tiempo para zanjar esta cuestión.—Job, capítulos 1 y 2.
Mientras tanto, Satanás el Diablo ha ejercido influencia invisible en los asuntos humanos. Él es responsable del hecho de que aunque ‘casi todos quieren paz en la Tierra,’ pelean y se matan atrozmente unos a otros por millones. Sí, se debe a su influencia mala el que fracasen todos los esfuerzos que se hacen para establecer paz duradera, aunque ‘casi todos los pueblos del mundo sienten buena voluntad unos hacia los otros.’
La Biblia explica que el Diablo es “el gobernante de este mundo.” También lo llama “el dios de este sistema de cosas.” (Juan 12:31; 2 Cor. 4:4) ¡Cuán patente se hace que estas expresiones bíblicas son veraces! El registro de la historia humana indiscutiblemente indica que una fuerza impía, inicua, está detrás de los gobernantes humanos, impeliéndolos a hechos de execrable terribilidad.
Sin embargo, pudiera surgir en la mente de alguno la pregunta: ¿Por qué, en este tiempo, en que los hombres materialistas predijeron que cada generación debería mejorar, han empeorado las relaciones del hombre con sus semejantes más que nunca antes? ¿Por qué ha aumentado el desafuero en la actualidad a proporciones epidémicas, de modo que en muchas ciudades ya no es seguro ni siquiera el caminar por las calles después del anochecer? La Biblia también da la explicación de esto.
AL DIABLO LE QUEDA POCO TIEMPO
La Biblia revela que hemos llegado al tiempo del fin de este sistema de cosas. Las profecías bíblicas y los sucesos en cumplimiento de ellas muestran que el Hijo de Dios, Jesucristo, ha asumido poder para gobernar en medio de sus enemigos. (Sal. 110:1, 2) La Biblia muestra que dentro de esta mismísima generación él le ha asestado una derrota aplastante a Satanás. ¿Cómo? Explica:
“Hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada; fue arrojado abajo a la tierra . . . A causa de esto ¡alégrense, cielos y los que residen en ellos! Ay de la tierra y del mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”—Rev. 12:9, 12.
Esto explica el tremendo aumento de desafuero desde la primera guerra mundial. Satanás el Diablo ha sido echado del cielo, y está empeñado en causar tanta ruina entre la humanidad como sea posible. Sí, estamos viviendo ahora mismo en el corto período de ayes del cual habla la Biblia. ¡Cuán vital, por lo tanto, es el hacer cuanto podamos para evitar que el Diablo nos conduzca a la destrucción!
El primer paso esencial es reconocer que el Diablo realmente existe... que él y sus demonios son enemigos verdaderos, invisibles. (Efe. 6:12) Es importante, también, que nos enteremos de los métodos que emplea para extraviar a la gente. Él es astuto. “Satanás mismo sigue transformándose en ángel de luz,” explica la Biblia. (2 Cor. 11:14) Sus ardides para extraviar a la gente quizás parezcan muy inocentes. Como hemos visto, hasta utiliza a líderes religiosos como ministros suyos para que engañen a la gente y la hagan creer que él no existe.
Por lo tanto, apártese del clero religioso, que considera a la Biblia más como mito cada día. Armese de conocimiento. Infórmese. Obtenga ayuda para su estudio de la Biblia de los que se apegan a la Biblia como veraz. Los testigos de Jehová están muy dispuestos a ayudarle. Y sin falta preste atención a la advertencia bíblica: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.”—1 Ped. 5:8.
[Nota]
a Times de Nueva York. 30 de abril de 1948.