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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
w72 15/4 págs. 241-244

¿Dónde está la verdad?

La verdad liberta, pero ¿dónde puede hallarla uno?

CUANDO Jesucristo fue enjuiciado delante del gobernador romano Poncio Pilato, su respuesta a los cargos falsos que le habían imputado quedó resumida en su declaración: “Yo para esto he nacido, . . . para dar testimonio a la verdad.” El gobernador contestó con una pregunta: “¿Qué es la verdad?”

Pilato había sido nombrado para gobernar una zona que por siglos había sido el centro de la adoración judía. Y ahora los principales sacerdotes de los judíos estaban ejerciendo fuerte presión sobre él para que ejecutara a un hombre de cuya inocencia Pilato evidentemente estaba convencido. Tenía razón de preguntar: “¿Qué es la verdad?”

Pero no hay nada que indique que Pilato realmente estuviese buscando la verdad. Entregó a Jesús para ser ejecutado y se lavó las manos en cuanto al asunto. Sin duda estuvo perturbado, pero no al debido grado.—Juan 18:37, 38; 19:12-16.

Hay muchas personas como Pilato: desorientadas y perturbadas acerca de este asunto de la verdad. Cuando surge el tema de la verdad quizás uno piense en su propia iglesia, en su propia religión. Pero recientemente han estado sucediendo tantas cosas en los círculos religiosos que la gente está genuinamente perpleja. Los informes de lo que está sucediendo en las iglesias crean dudas serias en la mente de muchas personas sinceras en cuanto a si su iglesia realmente tiene la verdad o no. Todavía creen en Dios, pero ¿está Dios en su iglesia? ¿Estuvo él alguna vez en su iglesia? ¿Se le han ocurrido a usted ideas como éstas?

RECONOCIENDO LA VERDAD HOY

Bueno, ¿es realmente tan difícil reconocer la verdad? Quizás usted haya oído a alguien usar la expresión de que alguna declaración o creencia “tiene el acento de la verdad.” Exactamente, ¿qué significa? Bueno, significa que algo suena como verdadero o correcto. La verdad es “concordancia con los hechos.” Y cuando uno oye algún nuevo pensamiento y sabe que está en armonía con otras ideas que se basan en hechos, inmediatamente quiere decir: “Eso es correcto.” Suena razonable. No se le hace difícil a uno aceptarlo.

También es posible que la fuente de la información influya algo en que uno la acepte. Si se origina de una fuente que uno siempre ha sabido que es confiable, imparcial y bien informada, no se le hace muy difícil a uno percibir que lo que se dice tiene el acento de la verdad.

Ahora bien, ¿diría usted que las cosas que oye y lee en relación con su propia iglesia le dan esta clase de confianza? ¿Encuentra usted que las cosas que se le enseñan armonizan fácilmente con la realidad? ¿Le suenan razonables? ¿Está usted convencido de que sus líderes religiosos son sinceros? ¿Viven ellos mismos en armonía con lo que enseñan? A más y más personas se les está haciendo difícil contestar Sí a preguntas como éstas.

UN LIBRO DE VERDAD

Entonces, ¿significa esto que no puede encontrarse la verdad en ninguna parte? De ninguna manera. Es probable que usted sea miembro de su iglesia porque a usted siempre le ha parecido que ésta pertenece a Dios y enseña su Palabra, la Biblia. Puede que ahora usted justamente esté empezando a leer la Biblia y se le está haciendo difícil armonizar lo que lee con lo que su clérigo ha estado enseñando.

Quizás usted haya pensado que su religión es la correcta porque es muy antigua. Pero la Biblia es más antigua, y todo lo que dice todavía concuerda con los hechos. Lo que enseña todavía es razonable. Sus escritores no han perdido nada de la incomparable sinceridad que los señala como honrados. Nunca ha sido posible contradecirla con éxito, y la veracidad de sus profecías se demuestra cada día que pasa. Fue a las Santas Escrituras que Jesús se refirió cuando dijo en oración a Dios: “Tu palabra es la verdad.” Y fue esta misma Palabra la que él recomendó a sus oyentes cuando dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará.”—Juan 17:17; 8:32.

¿Quiénes fueron las personas a quienes Jesús dijo esas palabras? Fueron personas que pensaban que estaban libres y pensaban que conocían la verdad. Pensaban que todavía estaban siguiendo la adoración de su antepasado Abrahán y que por ser tan “antigua” su religión tenía que ser correcta. Sin embargo la realidad era que sus líderes se habían alejado mucho de lo que Abrahán creyó; habían acumulado tradiciones y filosofías que tenían a la gente en esclavitud. Jesús mostró lo profundamente que estaban metidos en el error cuando los reprendió, diciendo: “Pero ahora procuran matarme, un hombre que les ha dicho la verdad que oí de parte de Dios. Abrahán no hizo esto.”—Juan 8:40.

HOMBRES DE VERDAD

Pero no todos los que escucharon a Jesús hablar la verdad se opusieron a él. Quizás usted sea como los hombres que se hicieron discípulos de él. Ellos, también, pertenecían a una antigua religión tradicional cuyas raíces se remontaban hasta siglos pasados. Sin embargo pudieron discernir que sus líderes religiosos se habían apartado de las Escrituras y no estaban obrando con honradez. Pudieron ver su avaricia comercial, sus ambiciones, el que se mezclaban en la política y su disposición hacia la violencia.

Mucho se ha dicho acerca de la capacidad intelectual de estos discípulos de Jesús. Los gobernantes judíos se refirieron a ellos como hombres “iletrados y del vulgo,” y no obstante esto fue en una ocasión cuando la simplicidad y denuedo con que hablaron hizo que estos gobernantes se maravillaran. Empezaron a “reconocer acerca de ellos que solían estar con Jesús.” ¿Por qué? Sin duda porque las cosas que estos hombres dijeron y la manera directa en que razonaban “sonaba” igual al habla de Jesús.—Hech. 4:13.

Es interesante notar que algunos líderes religiosos de hoy todavía razonan como los gobernantes y sacerdotes judíos. En su libro, Whereon to Stand: What Catholics Believe and Why (A qué atenerse: lo que creen los católicos y por qué), el escritor católico romano John Gilland Brunini habla de los apóstoles de Jesús y dice: “Antes de la muerte de Cristo, Pedro y sus hermanos se guiaron mucho más por fe que por conocimiento y entendimiento. Prescindiendo de cuánta instrucción les impartía Jesús, aprendían a tropezones las lecciones con las cuales los niñitos cristianos de la actualidad tienen poca dificultad.” Pero, ¿cuán exacto es este avalúo de la situación?

El escritor inmediatamente pasa a ilustrar su punto diciendo: “La idea de que estaban asociados con un Hombre singular que verdaderamente era Hombre y verdaderamente era Dios les fue difícil de entender y solo lograron penetrarla con lentitud.” En otros términos, su torpeza se demostró en que evidentemente no creían en una trinidad. Según el escritor vencieron esta torpeza cuando ‘más tarde el Espíritu Santo les suministró gracia.’ ¿Está esto en armonía con la realidad? Lea los escritos inspirados de estos hombres después de recibir el espíritu santo de Dios y vea si puede encontrar el rasgo más leve de evidencia de que ahora aceptaron la enseñanza de la trinidad. No se puede hallar ninguno.

¿Qué hay de usted? ¿Cree usted en un Dios misterioso compuesto de tres personas, todas ellas coiguales? ¿Cómo encaja esto con la razón y la realidad? Más importante, ¿está en armonía con la Biblia? Pedro no identificó a Jesús como Dios, sino como “el Hijo del Dios vivo.” El amado apóstol Juan se refiere a él como el “Hijo unigénito” de Dios, y “el principio de la creación por Dios.” El apóstol Pablo muestra que la posición relativa de Jesús es la de “mediador entre Dios y los hombres.” Todo esto suena como verdadero. Es razonable. Ante todo, concuerda con lo que Jesús mismo enseñó. No hay nada difícil de entender en la siguiente declaración llana que él hizo: “El Padre es mayor que yo.”—Mat. 16:16; Juan 3:16; Rev. 3:14; 1 Tim. 2:5; Juan 14:28.

CUALIDADES AFINES A LA VERDAD

¿Notó usted también en la disputa entre Jesús y los judíos que creían tener la verdad que aquellos hombres estaban dispuestos a la violencia? Tanto se encolerizaron con Jesús por hablar ‘la verdad que oyó de Dios’ que quisieron matarlo. Por esa razón les dijo que eran hijos del original mentiroso y homicida, Satanás. La Biblia enseña que los que tienen la verdad real de Dios son pacíficos. “La sabiduría de arriba es . . . pacífica,” dice el discípulo Santiago. (Sant. 3:17) Ahora bien, ¿está su iglesia promoviendo la paz? Si usted es católico, ¿qué opina al leer informes del Brasil, que se considera ser el país católico más grande del mundo, que dicen del arresto de sacerdotes, monjes y seminaristas debido a presuntas actividades subversivas? ¿Se sorprende usted cuando uno de los jefes de seguridad de esa nación declara que tiene “prueba indisputable” de que por lo menos tres de los líderes religiosos arrestados tienen fuertes vínculos con la organización terrorista comunista del Brasil? (El Universo, Guayaquil, Ecuador, 9 de noviembre de 1969) Pero tocante a las religiones de la cristiandad en general, ¿no se ha matado gente de la misma religión unos a otros en tiempo de guerra? Sin embargo Jesús indicó que sus seguidores verdaderos se destacarían por su amor y apego a la paz.—Juan 13:35; Mat. 5:9.

Santiago también dijo que la sabiduría de arriba “es primeramente casta.” (Sant. 3:17) Ahora bien, la falta de castidad es general y se extiende desbordadamente por todas partes. Las causas son muchas y no es la menor de ellas la ignorancia de lo que la Biblia enseña acerca de la moralidad. Y los que deberían haber estado enseñando esta clase de verdad tienen que aceptar su porción de la responsabilidad. El Outline-History of Latin America, hablando de la vida religiosa de esa parte del mundo (América latina), dice:

“La práctica de la religión en las colonias españolas y en el Brasil a menudo fue superficial, . . . Con frecuencia el clero era analfabeto, . . . y a menudo también inmoral. Por consiguiente a veces le ponía un mal ejemplo al pueblo, que en algunos casos perdió todo respeto al clero . . . En toda comunidad la Iglesia hacía un llamamiento al populacho por medio de usar fiestas, procesiones y celebraciones religiosas de toda descripción. Especialmente en las poblaciones indígenas, las ceremonias de la Iglesia parecían inseparables de las antiguas formas paganas de adoración de ídolos. Puede decirse con seguridad que en muchas comunidades de las colonias la religión católica romana había degenerado y había llegado a estar desprovista de mucho de su significado europeo al injertar en ella muchas prácticas no cristianas.”

Esto fue en los días de las colonias hispanas, pero las cosas no son muy diferentes en la actualidad. Las mismas procesiones religiosas, con los participantes disfrazados de demonios, ángeles y animales mientras que al mismo tiempo usan imágenes y otros artefactos de la iglesia moderna, todavía es un espectáculo que se acostumbra ver a través de la población indígena de la América del Sur. Las fiestas todavía se caracterizan por orgías de inmoralidad y borracheras que con frecuencia terminan en derramamiento de sangre, y los sacerdotes católicos todavía presiden en ellas por medio de oficiar la misa. Muchos católicos sinceros que ven estas cosas por primera vez se perturban al saber que esas prácticas existen en “su” religión. Tienen razón para perturbarse.

Vemos, pues, que todas estas cosas que hemos considerado van juntas. La veracidad, la razón, la paz, la castidad; por naturaleza se hallan juntas. Si falta una, dudamos de las otras. Y si faltan en su iglesia, usted tiene razón para buscarlas en otra parte. Pero, ¿dónde puede uno buscar?

SATISFACIENDO LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Bueno, Jesús dijo que la clase de personas que Dios busca son aquellas que quieren adorarlo “con espíritu y con verdad.” (Juan 4:23, 24) Si hay tales personas —y las hay— enseñarán doctrinas razonables, bíblicas. Estarán en paz las unas con las otras y las hallará usted viviendo de una manera que las recomiende como cristianas. Quisiéramos invitarlo a considerar más de cerca a los testigos de Jehová. Es posible que usted conozca por lo menos a uno de ellos, puesto que usted está leyendo esta revista. Quizás usted conozca personalmente a este individuo o conozca a otros testigos de Jehová en su vecindario. ¿No ha notado usted que por lo general son la clase de personas que hemos descrito?

Por supuesto, no esperamos que usted acepte lo que decimos sin investigar por sí mismo. Es posible que usted tenga su religión y todavía opine que es la mejor. Si usted es sincero, debería opinar que lo es. No obstante, usted también debería querer estar en lo correcto y tener la verdad. Como se ha dicho: “Una cosa es desear que la verdad esté de nuestro lado, y otra muy distinta desear sinceramente estar del lado de la verdad.”

Seguramente usted habrá notado que la verdad no es popular. No lo fue en el día de Jesús. Los judíos querían matar a Jesús porque hablaba la verdad. La verdad los encolerizaba porque era diferente de lo que ellos enseñaban. Es por eso que los testigos de Jehová por lo general no son muy populares. Lo que enseñan es diferente, porque la verdad es diferente. Usted no los encuentra participando en la política. Pero sí encontrará que pagan sus impuestos, viven en conformidad con las normas morales de la Biblia y no pelean con sus vecinos.

Por supuesto, esto no es todo lo que está incluido en tener la verdad en su vida. Cuando uno sabe lo que es la verdad, no debe temer decírsela a otros aunque sea diferente. Es por esa razón que usted también encuentra a los testigos de Jehová a su puerta tan a menudo.

Quizás el que le dejó a usted esta revista regrese a verlo, porque los testigos de Jehová se interesan en hablar con la gente que tiene mente investigadora. ¿Por qué no le permite entrar y considerar más el asunto? Recuerde que lo importante es establecer la verdad. Y solo hay una verdad. Si usted la tiene, entonces por favor úsela para ayudar a otros a librarse de la falsedad. Pero si su mente está embrollada con una religión que no puede reconciliarse con la razón, la castidad y la paz, entonces usted tiene motivo para estar perturbado. No se lave las manos del asunto como lo hizo Pilato. Prosiga su búsqueda de la respuesta a la pregunta: “¿Qué es la verdad?”

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