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  • Testificación mundial contra conversión de mundo
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/2 págs. 104-110

Testificación mundial contra conversión del mundo

1. ¿Por qué merece cierto mandato dado hace diecinueve siglos que lo consideremos muy cuidadosamente hoy?

AL CONSIDERAR un mandato más de mil novecientos años después de haberse dado, uno puede determinar a qué grado se ha llevado a cabo tal mandato y si se ha llevado a cabo bien. Si es un mandato que de seguro ha de afectar a todo el mundo de la humanidad, entonces merece que lo consideremos muy cuidadosamente. ¿Qué se ha hecho acerca de ese mandato hasta ahora? La situación es verdadera, pues hay un mandato de esa clase, de importancia mundial. El cumplimiento de ese mandato ha afectado al mundo. Sea que nos guste o no la situación, estamos envueltos en ella, aun en el día actual.

2. ¿En qué día de la semana y en qué mes de qué año se dio ese mandato, y dónde?

2 ¿Cuándo se dio el mandato, y quién lo dio y a quiénes? Se dio el quinto día de la semana, o, como diríamos hoy, un jueves, y el día veinticinco del mes lunar de Iyar (o Ziv), en el año 33 de nuestra era común, en la primavera de aquel año. Algunos hombres hasta han tratado de marcar aproximadamente dónde se dio ese mandato, poniendo una capilla allí, porque se dio en un monte famoso al este de Jerusalén, a saber, el monte de los Olivos.

3. ¿Por qué era el Mandante una persona extraordinaria, y cómo se llamaba?

3 El Mandante era una persona extraordinaria, una persona que había regresado de entre los muertos solo cuarenta días antes de aquella ocasión. Soldados romanos habían servido como instrumentos para su ejecución. Había sido ejecutado debido al cargo que levantaron contra él sus acusadores, cuando le dijeron al gobernador romano Poncio Pilato: “A este hombre lo hallamos subvirtiendo a nuestra nación y prohibiendo pagar impuestos a César y diciendo que él mismo es Cristo, un rey.” A fin de apremiar a los romanos a ejecutarlo, los acusadores dijeron además: “Nosotros tenemos una ley, y según la ley debe morir, porque se hizo hijo de Dios.” Por estas acusaciones usted reconocerá al hombre. Era Jesucristo.—Luc. 23:2; Juan 19:7.

4, 5. (a) ¿Qué habían hecho los enemigos tocante al hecho de la resurrección de Jesús? (b) ¿Qué les dijo Jesús ahora a sus discípulos que hicieran en cuanto a los hechos que tenían que ver con él?

4 Los líderes religiosos de Jerusalén habían tratado de mantener secretos los hechos acerca de su resurrección. Trataron de falsificar los hechos, hasta con soborno. (Mat. 28:11-15) Pero, a pesar de todo, Jesucristo estaba completamente vivo de nuevo aquel jueves 25 de Iyar de 33 E.C., apareciendo por última vez en la carne a sus discípulos fieles. Les dio a entender que el reino de David no habría de ser restaurado a la nación terrestre de Israel. Tampoco era aquel el tiempo para que el reino de Dios se estableciera entonces en las manos del Mesías o Cristo de Dios. Bueno, pues, ¿habrían de dejar los discípulos que el caso de Jesucristo se echara al olvido? ¿Habrían de dejar que los hechos falseados acerca de él fueran diseminados mundialmente por los instigadores de su muerte y habrían de dejar que toda la humanidad se quedara sin obtener ningún beneficio de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo? ¿Habrían de mantenerse callados en cuanto a las cosas que habían visto y oído y en las cuales habían participado tan personalmente? ¡De ninguna manera! Habrían de ser facultados para hacer algo acerca de esto, pero comenzando al tiempo apropiado, a saber, el día en que comenzara a cumplirse la profecía de Joel 2:28-32. De modo que les dijo:

5 “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8.

6. Por eso, ¿desde cuándo habrían de ser los discípulos testigos de Jesús, y a quiénes?

6 ‘¡Ser testigos!’ Eso fue lo que se les mandó hacer, y serían comisionados para dar este testimonio cuando el espíritu santo de Dios fuera derramado sobre ellos en cumplimiento de Joel 2:28, 29, diez días después, en la fiesta del Pentecostés de aquel mismo año, 33 E.C. Habrían de ser testigos de Jesucristo, no solo a los judíos que vinieran a las fiestas de Jerusalén desde diversos países dentro y fuera del Imperio Romano y a toda Judea y Samaria, sino “hasta la parte más lejana de la tierra.” Es decir, hasta las naciones gentiles.

7. ¿Habría de cesar esta testificación acerca de Jesús con la muerte de aquellos discípulos? ¿Cómo hemos llegado a estar envueltos en ello nosotros los de hoy día?

7 No habría de abandonarse esta testificación cuando los discípulos que estaban allí en el monte de los Olivos murieran en el transcurso de aquel primer siglo de nuestra era común. Esta testificación acerca de Jesucristo, de importancia mundial, era de interés vital para todas las generaciones venideras, aun si sucediera que fuera la última generación del siglo veinte. La testificación habría de continuar a través de los siglos, seguida por discípulos cristianos que habrían de hacer aquellos discípulos que estaban en el monte de los Olivos, y luego por toda la cadena de los discípulos que seguirían, hasta que realmente la parte más lejana de la Tierra fuese alcanzada con el testimonio. Y así nos ha alcanzado hoy. Hemos llegado a estar envueltos en el asunto. Estamos interesados.

8. ¿Bajo la guía de quién habría de hacerse la testificación mundial, y qué se les aseguró a los discípulos respecto a Jesús al partir éste?

8 Esta testificación mundial habría de efectuarse bajo la guía invisible del Señor Jesucristo. ¿Por qué? Porque, después de dar este mandato de importancia mundial y de tan largo alcance, los discípulos que estaban presentes allí vieron ascender a Jesucristo hacia el cielo y desaparecer por el poder milagroso de Dios. El libro de los Hechos de los Apóstoles, Hech. capítulo uno, versículos diez y once, nos informa: “Y estando ellos mirando con fijeza en el cielo mientras él se iba, también, ¡mira! dos varones con prendas de vestir blancas estaban de pie al lado de ellos, y dijeron: ‘Varones de Galilea, ¿por qué están de pie mirando al cielo? Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba en el cielo vendrá así de la misma manera que lo han contemplado irse al cielo.’” ¡El Mesías habría de venir nuevamente!

¿QUÉ PROGRESO HACIA LA CONVERSIÓN DEL MUNDO?

9, 10. (a) ¿Por qué surge aquí la cuestión de la conversión del mundo? (b) ¿Qué dice el Commentary del Dr. Adam Clarke sobre la parábola de la levadura?

9 Pero ¿dónde se ve la conversión del mundo hoy día? ¿Cuál “conversión del mundo”? Pues, ¿no significan aquellas palabras del mandato de Jesucristo la conversión de todo el mundo de la humanidad al cristianismo antes de que se establezca el reino de Dios en los cielos y comiencen los mil años del reinado de Cristo? Así han entendido algunos comentadores de la Biblia aquellas palabras de Jesucristo, y otras. Por ejemplo, la parábola de Jesús sobre la masa que tenía levadura, que dice: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres grandes medidas de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada.” (Mat. 13:33) Sobre esto dice el comentario que se encuentra en A Commentary and Critical Notes, de Adam Clarke, LL. D.:

10 “Estas dos parábolas son proféticas, y tenían el propósito de mostrar, principalmente, cómo, desde principios muy pequeños, el Evangelio de Cristo penetraría en todas las naciones del mundo, y las llenaría de justicia y santidad verdadera.”—Página 155, columna 2.

11, 12. ¿Qué dice el Commentary de Clarke sobre la piedra que dio contra la imagen metálica que se vio en el sueño de Nabucodonosor?

11 En cuanto a la piedra que dio contra la imagen metálica que se vio en el sueño del rey Nabucodonosor, y que trituró la imagen y luego llegó a ser una gran montaña que llenó toda la tierra, dice el Commentary de Adam Clarke:

12 “La piedra comenzó a dar contra la imagen, cuando los apóstoles salieron a todas partes del imperio romano, derribando la idolatría, y fundando iglesias cristianas. . . . Pero el golpe importante fue dado al imperio romano pagano con la conversión de Constantino, . . . La conversión de Constantino aconteció mientras se hallaba en Galia, en 312 d. de J.C., . . . Acabó con el reinado de la idolatría en 331 d. de J.C., por un edicto en que ordenó la destrucción de todos los templos paganos. Esto hizo al CRISTIANISMO la religión del imperio. . . . Es el reino que el Dios del cielo establece. El que esto significa la dispensación entera del evangelio, y los efectos morales producidos por él en las almas de los hombres y en el mundo, necesita poca prueba; pues nuestro Señor, refiriéndose a esta profecía y a otras de este libro, llama a la influencia de éste y a su evangelio el reino de Dios, y el reino del cielo; mostrando así que es . . . un reino espiritual levantado y conservado por la gracia de Dios mismo, en el cual él mismo vive y rige, gobernando por sus propias leyes, influyendo y dirigiendo por su propio Espíritu; produciendo, no guerras ni contiendas, sino gloria a Dios en las alturas, y en la Tierra paz y buena voluntad entre los hombres.”—Páginas 3209, 3210, edición de 1836; Dan. 2:44, 45.

13, 14. ¿Qué dijo allá en 1885 el obispo metodista Foster en cuanto a los hechos sobre el progreso del cristianismo y la obra futura con el fin de convertir al mundo?

13 Hace menos de cien años, en 1885, cuando la población del mundo era menor y no presentaba una tarea tan grande, el obispo metodista Foster, dirigiéndose a la Conferencia Eclesiástica M. E., el 9 de noviembre de ese año, dijo, según se informó en la prensa pública:

14 “Se carece de información sobre el progreso del cristianismo. Diariamente se presentan erróneamente los hechos en los púlpitos por todo el país. Los ministros vacilan y no quieren presentar el peor aspecto de la situación por temor de causar desaliento. Crean esperanzas que jamás se realizarán. No estamos en la aurora del milenio. En comparación con la obra que ha de hacerse, el pasado no es nada. Los hijos de nuestros hijos durante diez generaciones venideras tendrán que laborar con mayor ahínco que nosotros para efectuar la conversión del mundo. La población del mundo es de 1.500.000.000. De éstos los cristianos ascienden a menos de la tercera parte. La mitad de esa tercera parte pertenece a la Iglesia Católica Romana. Los protestantes ascienden a 113.000.000. Están divididos en 500 sectas. Y en este número de su fuerza están incluidos también a todos los ladrones, ex-presidiarios, envilecidos, embrutecidos, los manchados y abigarrados de la cristiandad. . . . ante nosotros tenemos el ingente problema... los 1.100.000.000 de paganos que convertir al cristianismo. Esa es la roca sólida que descuella en nuestra senda. Mírenla; vean el trabajo que se ha efectuado en 1.800 años, y cuánto ha de efectuarse todavía. . . . Es una torta grande que ha de ser fermentada y ya hace mucho que ha estado fermentando.”—Vea The Watch Tower de enero de 1886, páginas 3-6, bajo “Guías ciegos.”

15, 16. (a) Después de la II Guerra Mundial, ¿qué obstáculos al progreso del cristianismo fueron quitados en el Japón? (b) Según se informa, ¿qué oferta se hizo respecto a hacer que el cristianismo fuera la religión estatal, y qué se hizo en cuanto a esa oferta?

15 Después de terminar la II Guerra Mundial el 2 de septiembre de 1945 parecía que a la cristiandad se le había presentado la oportunidad de ensanchar su número de miembros con un súbito esfuerzo supremo. El 10 de diciembre de ese año, el general norteamericano MacArthur, como supervisor militar del Japón, que había sido derrotado, abolió el sintoísmo como la religión nacional. Más tarde, se incluyó la libertad de cultos en la Constitución posbélica del Japón, que siguió el modelo de la Constitución de los Estados Unidos. Entonces el 1 de enero de 1946, cuando el emperador japonés renunció a la teoría de que era descendiente de la diosa del Sol, de modo que no habría de ser adorado como dios, esto quitó otro obstáculo en el camino al progreso de la cristiandad en el Japón. Hay informes confiables de que el general Douglas MacArthur rechazó una oferta que le hizo el emperador Hirohito de hacer al Japón un país “cristiano.” Informa el Times de Nueva York:

16 “La oferta fue rechazada . . . porque el general creía que era incorrecto imponer determinada religión a un pueblo. El general MacArthur . . . dijo que después de la rendición de los japoneses el emperador había declarado en privado que estaba dispuesto a hacer que el cristianismo fuese la religión estatal. El general pidió tiempo para ‘pensar en ello,’ . . . y después de considerar la proposición le contestó al emperador: ‘Jamás. A ninguna nación se le debe someter a determinada religión. Tiene que hacerse voluntariamente.’ . . . El general MacArthur rechazó la proposición del emperador, . . . y pidió en cambio al pueblo norteamericano que enviara 10.000 misioneros. ‘Respondimos con un puñado de misioneros,’ dijo el Sr. [Billy] Graham.”—Times de N.Y. del 7 de abril de 1964, bajo “General dijo de no admitir oferta de crear un Japón cristiano.”

17. En comparación con el aumento de la población mundial, ¿prueba el aumento de la cristiandad desde ese tiempo que ella tenga razón en lo que toca a la conversión del mundo, o que tenga la razón Jesucristo?

17 En aquel tiempo el Japón tenía una población de 73.110.995 personas. La población del mundo había aumentado a 2.139.958.919. Aunque decenas de millones de miembros de las iglesias de la cristiandad se habían matado unos a otros en la II Guerra Mundial, se informó entonces que el número de miembros de la cristiandad era de 592.406.542, ó aproximadamente la cuarta parte de la población del mundo. En 1970 se calculaba que el número de miembros de la cristiandad era de 924.274.000, lo cual significaba menos de la tercera parte de la población del mundo, que era de 3.483.263.000, habiendo más de mil millones más de personas no cristianas para ser convertidas a la cristiandad que en el año 1946. Claramente, el aumento de la cristiandad en su programa de conversión del mundo no está manteniéndose al mismo paso que la explosión demográfica del mundo no cristiano. ¿Quién, entonces, está equivocado... la cristiandad, o Jesucristo y las Santas Escrituras de la Biblia? Los hechos escuetos demuestran que la cristiandad está desastrosamente equivocada, pero que Jesucristo y la Biblia tienen razón.

18. (a) ¿Qué obra pronosticaron Jesucristo y la Biblia que se haría antes del fin completo de este sistema de cosas? (b) ¿Por qué razón pronosticó Jesús la destrucción de Jerusalén y de este sistema?

18 Ni Jesucristo ni la Biblia pronosticaron jamás la conversión del mundo al cristianismo antes del reinado de mil años de Jesucristo. Pronosticaron testificación mundial antes de la “tribulación grande” con la cual todo este sistema de cosas, incluso la cristiandad, terminará desastrosamente dentro de poco. En su profecía sobre la conclusión del sistema de cosas Jesús dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:3-14) En sus palabras finales a sus discípulos en el monte de los Olivos dijo: “Serán testigos de mí . . . hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hech. 1:8) No dijo que Jerusalén o que toda Judea y Samaria o la parte más lejana de la Tierra serían convertidas. No fueron convertidas, y no han sido convertidas. Él predijo la destrucción de Jerusalén, que le sobrevino en el año 70 E.C., y también el fin de este sistema de cosas actual en la “tribulación grande” que se aproxima, porque rehusarían arrepentirse y ser convertidos por el testimonio que se les diera. (Mat. 24:15-22) La testificación mundial todavía está efectuándose.

¿TESTIGOS DE QUIÉN?

19. ¿Qué impresión ha dado el clero de la cristiandad en cuanto al lugar del nombre de Dios en relación con el dar testimonio acerca de Jesús?

19 Cuando Jesucristo dijo a sus discípulos: “Serán testigos de mí,” ¿quiso él detraer la atención de ellos del Dios Altísimo? ¿Quiso decir que de allí en adelante el nombre de Dios habría de ser puesto en último término y que el propio nombre personal de Jesucristo habría de ser puesto en primer plano y que habría de usarse casi exclusivamente? La manera en que actúa el clero religioso de la cristiandad tiende a dar al mundo la impresión de que eso es lo que Jesús quiso decir. Pero, ¿cómo podría Jesucristo decir jamás a sus discípulos que no fueran testigos de Aquel de quien él mismo era testigo?

20. En Revelación 3:14, 21, ¿cómo da testimonio Jesucristo acerca de Dios como su Creador y Dador de vida?

20 En el último libro de la Biblia, es decir, en Revelación 1:5, él habla de “Jesucristo, ‘el Testigo Fiel,’ ‘El primogénito de los muertos,’ y ‘El Gobernante de los reyes de la tierra.’” Pero en Revelación 3:14 el glorificado Jesucristo mismo habla y dice: “Éstas son las cosas que dice el Amén, el testigo fiel y verdadero.” El “testigo fiel y verdadero” ¿de quién? Pues, de nadie más que de Dios, y es por eso que en la mismísima frase siguiente él suministra identificación adicional de sí mismo agregando: “el principio de la creación por Dios.” Y Jesucristo termina el mensaje que se introduce con esas palabras diciendo: “Al que venza yo le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.” (Rev. 3:21) Así Jesucristo da testimonio acerca de Dios, su Padre celestial, señalando que este es su Creador y Dador de vida.

21. En Revelación 3:12, ¿a quién menciona Jesucristo cuatro veces, y para indicar qué relación de éste con él mismo?

21 Jesús fue el Original entre las creaciones de Dios. Y algunos versículos antes, en Revelación 3:12, Jesucristo dice: “Al que venza... lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya no saldrá de él nunca, y sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo desde mi Dios, y ese nombre nuevo mío.” En esta promesa hace cuatro menciones de “mi Dios,” para testificar que Éste es su propio Dios, a quien él mismo adora. Él también llama la atención a Dios diciendo que éste tiene un nombre diferente de su propio nombre, para denotar a dos individuos separados.

22, 23. (a) En su Sermón del Monte y en medio de adoradores en Jerusalén en 33 E.C., ¿cómo mostró Jesús si su nombre habría de anteponerse al de Dios o no? (b) En su oración después de inaugurar “la cena del Señor,” ¿cómo dio prominencia Jesús al nombre de Dios?

22 No era posible que Jesús dijera a sus discípulos que antepusieran el propio nombre personal de él al nombre del Dios a quien oraba. En su Sermón del Monte dijo a sus discípulos: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.’” Jesús no oró por que su propio nombre fuera santificado, sino por que el nombre de su Padre y del Padre de ellos fuera santificado. (Mat. 6:9) En la primavera del año 33 E.C., después de entrar cabalgando triunfalmente en Jerusalén, Jesús oró en voz alta al alcance del oído de una muchedumbre de adoradores diciendo: “Padre, glorifica tu nombre.” ¿Hubo respuesta a la oración de Jesús? El relato escrito nos dice: “Luego vino una voz del cielo: ‘Lo glorifiqué y también lo glorificaré de nuevo.’” (Juan 12:23-28) Varios días después, después que Jesús había introducido lo que se llama “la cena del Señor,” oró a Dios en medio de sus once apóstoles fieles, diciendo:

23 “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo. He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo. . . . Padre santo, vigílalos por causa de tu propio nombre.”—Juan 17:3, 6, 11.

24, 25. (a) ¿Qué indica, pues, el mandato que Jesús dio a sus discípulos en la montaña de Galilea con referencia a su mandato final en el monte de los Olivos? (b) Según Isaías 43:1, 10-12, ¿qué estaba obligado a ser Jesús para con Jehová, dado que nació judío y estaba bajo la Ley?

24 Después de la resurrección de Jesús de entre los muertos, Jesús se apareció a sus discípulos que se habían reunido en una montaña de Galilea y les dijo: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.” (Mat. 28:18, 19) De modo que todo el registro prueba que Jesucristo no dijo a sus discípulos que rechazaran el nombre de Dios, su Padre celestial, y antepusieran su propio nombre, el nombre del Hijo, al nombre de su Padre. Por eso, en sus palabras de despedida a sus discípulos en el monte de los Olivos, no estaba diciéndoles que fueran, como él dijo, “testigos de mí,” excluyendo el ser testigos de Dios, su Padre celestial. Tenemos que recordar que Jesucristo, igual que los discípulos suyos judíos, nació de una judía y “vino a estar bajo ley,” es decir, la ley dada por medio del profeta Moisés. (Gál. 4:4) Por consiguiente, Jesucristo, igual que sus discípulos judíos, era parte de la nación de Israel (o Jacob), a quien Dios dijo estas palabras por boca de su profeta inspirado Isaías:

25 “Y ahora esto es lo que ha dicho Jehová, tu Creador, oh Jacob, y tu Formador, oh Israel: ‘No tengas miedo, porque yo te he recomprado. Te he llamado por tu nombre. Eres mío.’ ‘Ustedes son mis testigos,’ es la expresión de Jehová, ‘aun mi siervo a quien he escogido, para que sepan y tengan fe en mí, y para que entiendan que yo soy el Mismo. Antes de mí no fue formado Dios alguno [por naciones idólatras], y después de mí continuó sin que lo hubiese. Yo... yo soy Jehová, y fuera de mí no hay salvador. Yo mismo he anunciado y he salvado y he hecho que sea oído, cuando no había entre ustedes dios extraño. De modo que ustedes son mis testigos,’ es la expresión de Jehová, ‘y yo soy Dios.’”—Isa. 43:1, 10-12.

26. ¿Cómo prueba el último libro de la Biblia que el resucitado Jesús todavía es testigo del nombre de Jehová?

26 Inevitablemente, entonces, como miembros natales de la nación de Jacob o Israel, Jesús y sus discípulos allí en el monte de los Olivos estaban obligados a ser testigos de Dios, testigos de Jehová. Jesús, cuando estuvo en la carne en la Tierra, fue testigo de Jehová Dios, y también lo fueron sus discípulos judíos. Después de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo continuó siendo testigo de Jehová. El último libro de la Biblia, Revelación, que fue dado al apóstol judío Juan por conducto de Jesucristo, muestra que el glorificado Jesucristo todavía está dando testimonio de Jehová Dios. Revelación 19:1-6 registra cuatro veces el clamor gozoso: “¡Aleluya!”, que es una expresión hebrea que significa “¡Alaben a Jah!”, siendo el nombre “Jah” la abreviatura de Jehová.—Rev. 1:1, 2.

27. (a) Por su mandato dado en Hechos 1:8, ¿quitó Jesús de sus discípulos la obligación de ser testigos de Jehová? (b) ¿Aplicó esto aun después de llegar a ser israelitas espirituales en el Pentecostés de 33 E.C.?

27 Para toda la eternidad venidera el celestial Jesucristo será testigo de Jehová Dios. En armonía con eso, por sus palabras dichas a sus discípulos judíos: “Serán testigos de mí,” Jesucristo no quitó de sus discípulos la obligación de ser testigos de Jehová Dios en cumplimiento de Isaías 43:1-12. Lo mismo fue cierto aun después que el espíritu santo fue derramado sobre ellos en el Pentecostés, porque fue originalmente entonces que llegaron a ser israelitas espirituales bajo un nuevo pacto con Jesucristo mismo como Mediador entre Dios y los hombres.—Hech. 2:1-38; Gál. 6:16; 1 Tim. 2:5, 6; 1 Ped. 2:9.

[Gráfico de la página 108]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Población Número de miembros

del mundo de la cristiandad

(3.483.263.000) (924.274.000)

4 mil millones

1970

3 Aumento

desde 1946

2

1

1970

Aumento

desde 1946

[Ilustración de la página 105]

“Serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8.

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