La bendición del trabajo
Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos
¿QUÉ te gusta más, trabajar o jugar? Es verdad que a todos nos gusta jugar. Pero, ¿sería realmente bueno jugar todo el tiempo? ¿Has pensado en lo que sucedería si nadie jamás trabajara? Vamos a pensar en ello por un momento.
Mira la ropa que tienes. ¿Sabes de dónde vino? Probablemente fue hecha de la lana de un animal o del algodón que crece en el suelo. Pero si la gente no trabajara para hacer ropa de la lana y del algodón, no tendrías nada que ponerte. Por eso, ¿no te da gusto saber que la gente trabaja para hacer ropa?
Piensa en la comida que comes. ¿Sabes de dónde viene? Casi toda ella crece de plantas pequeñas y árboles grandes. Pero si nadie los cuidara y recogiera los frutos y las verduras que producen, ¿qué comerías? ¿No es bueno que la gente trabaje para que tengas alimento que comer?
Ahora mira lo que hay en la casa en que vives. ¿Tienes una cama en que duermes? ¿Hay sillas para sentarte y también una mesa? ¿No te da gusto que alguien haya trabajado para hacer estas, cosas?
¿Qué opinaba Jesús, el Gran Maestro, acerca del trabajo? Vamos a ver.
José, el esposo de María, era carpintero. Hacía cosas de la madera. Y crió a Jesús como su propio hijo. Es por eso que la Biblia llama a Jesús “el hijo del carpintero.” En aquellos días un muchacho joven trabajaba con su padre. Aprendía a hacer los mismos trabajos que su padre hacía. De modo que Jesús sin duda trabajó con José.—Mat. 13:55.
Quizás haya sido duro al principio. Pero con años de práctica, aprendió a hacerlo bien. La Biblia nos dice que Jesús llegó a ser carpintero también.—Mar. 6:3.
¿Crees que este trabajo le causó placer a Jesús? ¿Te gustara poder hacer mesas y sillas elegantes y otras cosas que la gente pueda usar? El trabajo puede darte mucho placer. La Biblia dice que es bueno que uno “se regocije en sus obras.” El trabajo da placer de una clase que no puede obtenerse de jugar. No hay nada malo en jugar, pero no es bueno jugar todo el tiempo.—Ecl. 3:22.
Jesús no trabajó de carpintero toda su vida. Jehová Dios quería que hiciera un trabajo especial en la Tierra. ¿Sabes cuál fue ese trabajo? Jesús dijo: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” Sí, Dios quería que Jesús hiciera una obra de predicar.—Luc. 4:43.
¿Qué pensó Jesús en cuanto a hacer este trabajo? ¿Quería hacerlo?
Jesús dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra.” ¿Cuánto gusto te da comer tu comida favorita? Esto te da una idea de lo mucho que le gustaba a Jesús el trabajo que Dios le dio. Ese trabajo fue una bendición para él, así como es una bendición comer cuando tienes hambre.—Juan 4:34.
Puesto que a Jesús le dio placer trabajar, ¿crees que tú también puedes hallar placer en trabajar? Estoy seguro de que puedes. Cuando aprendes a hacer bien un trabajo, entonces puede causarte verdadero placer.
Dios nos hizo de tal manera que nos sentimos felices cuando aprendemos a trabajar. Él dice que su don al hombre es el “regocijarse en su duro trabajo.” De modo que, si aprendes a trabajar cuando eres joven, toda tu vida te será más deleitable.—Ecl. 5:19.
Eso no quiere decir que un niño joven puede hacer el trabajo de un hombre grande, pero todos podemos hacer algún trabajo. Tu padre trabaja día tras día para que tengamos comida que comer y un hogar en que vivir. ¿Sabes qué clase de trabajo hace tu padre? Él no trabaja simplemente para su propio bien. Él trabaja para el bien de toda la familia. Y tu madre trabaja para preparar nuestras comidas. Mantiene limpias nuestra casa y nuestra ropa.
¿Qué trabajo hay que puedas hacer tú que sea una bendición para toda la familia? Puedes ayudar a poner la mesa, a secar los platos, a limpiar tu habitación y recoger tus juguetes. Quizás ya estés haciendo algunas de esas cosas. ¿Es ese trabajo realmente una bendición?
Vamos a ver un solo ejemplo: El recoger tus juguetes después de jugar. ¿Por qué dirías que eso es importante? Ayuda a mantener nítida la casa. También es importante porque puede impedir accidentes. Si no recoges tus juguetes, quizás tu madre venga algún día con los brazos llenos y pise en uno de ellos. Puede tropezar, caer y romperse la cabeza. Quizás hasta tenga que ir al hospital. ¿No sería terrible eso? Por lo tanto, el que recojas tus juguetes después de jugar, es una bendición para todos nosotros.
Hay otro trabajo que también tienen los niños. Estoy pensando en la tarea escolar. En la escuela aprendes a leer. A algunos niños les parece divertido el leer, pero algunos dicen que es difícil. Aunque te parezca difícil al principio, tendrás gusto si aprendes a leer bien. Cuando sabes leer, hay muchas cosas interesantes que puedes aprender. El leer pone a tu alcance grandes tesoros de conocimiento. ¡Hasta podrás leer por ti mismo el propio libro de Dios, la Biblia! Por eso, el que hagas bien tu tarea escolar, realmente es una bendición, ¿verdad?
Hay algunas personas que tratan de evitar el trabajo. Quizás conozcas a alguien que hace eso. Pero puesto que Dios nos hizo para trabajar, ¿crees que gente de esa clase puede sentirse feliz? No; tenemos que aprender a disfrutar del trabajo.
Voy a mencionar algunas cosas que pueden ayudar. Cuando se te dé algún trabajo que hacer, ten la costumbre de pensar y entender por qué hay que hacerlo. Cuando sabes por qué algo es importante, es más fácil hacerlo. Y sea que el trabajo parezca grande o pequeño, hazlo bien. Si haces eso, podrás regocijarte en el trabajo de tus manos. Entonces verás por ti mismo que el trabajo realmente es una bendición.
“¡Mira! La mejor cosa que yo mismo he visto, la cual es bella, es que uno coma y beba y vea el bien por todo su duro trabajo con el cual trabaja duro.”—Ecl. 5:18.