¿Qué les da valor?
CORRÍA el año 1909. Cuatro mujeres estaban tratando de cruzar de costa a costa por automóvil los Estados Unidos. Se trataba del primer viaje transcontinental de esta índole en el cual hubiera una mujer al volante. Estaban pasando por el estado de Nevada cuando algo sucedió que evidentemente aterrorizó a la que iba al volante. Sesenta y ocho años más tarde, ella declaró:
“De repente vimos venir directamente hacia nosotras una docena de indios montados a caballo . . . todos con arcos y flechas preparados para disparar. Estaban dando verdaderos gritos de guerra.”
¿Peligraba la vida de aquellas mujeres? Obviamente ellas creían que sí. Pero entonces el terror se disipó y el alivio tomó su lugar. Recordando el incidente, Alice Huyler Ramsey dijo: “De repente, adelante vimos que un conejo, locamente empeñado en escapar cruzaba la carretera a saltos . . . Los indios ni se molestaron en disminuir la velocidad ni nos prestaron la menor atención. ¡Qué día!”
Aquellas mujeres difícilmente tuvieron tiempo para revestirse de valor. Además, su temor había sido infundado. Probablemente todos nosotros de vez en cuando hemos experimentado inquietudes sin que hubiera verdadera razón para ello. No obstante puede ser que en ciertas ocasiones nos hayamos enfrentado a situaciones que hayan requerido valor genuino y duradero. Ciertamente los cristianos se han encontrado a menudo en situaciones de ese tipo. Repetidas veces se han encarado a situaciones que han sometido a prueba su fe, algunas tan severas que podrían inspirar temor o terror en la mayoría de las personas.
¿Cómo han podido los cristianos verdaderos aguantar grandes pruebas de fe? ¿Qué les da el valor que despliegan?
EL ANDAR CON DIOS
Una fuente segura de valor es el ‘andar con Dios,’ es decir, el seguir un derrotero de justicia que esté en armonía con las verdades que Jehová Dios ha revelado. Esto significa que uno armoniza su vida con la voluntad y el propósito de Dios, sin importar lo que todas las demás personas estén haciendo. En los principios de la historia humana, tanto el piadoso Enoc como el bien conocido Noé ‘anduvieron con Dios.’—Gén. 5:24; 6:9.
La mayoría de los lectores de la Biblia recordarán que Dios comisionó a Noé para que construyera una enorme arca con el fin de conservar tanto la vida humana como la animal. Por años, este hombre devoto y su familia efectuaron aquella obra de construcción ante los ojos de personas que se mofaban de ellos. Pero el fiel patriarca y su familia tuvieron el valor necesario para completar aquel trabajo que Dios les había dado.—Gén. 6:13-22.
Pero había acontecido algo más que exigía gran valor. Antes de que Noé se pusiera a construir el arca, “los hijos del Dios verdadero empezaron a observar a las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron.” (Gén. 6:2) Es obvio que los ‘hijos de Dios’ a quienes se menciona aquí no eran varones humanos, pues éstos ciertamente habían ‘observado a las hijas de los hombres’ mucho antes, se habían casado con éstas y así habían contribuido de manera natural a que continuara existiendo la raza humana. Estos “hijos del Dios verdadero” eran ángeles desobedientes que habían abandonado su lugar apropiado en los cielos, se habían materializado en cuerpos de carne, y ahora estaban viviendo con mujeres. De hecho, en Génesis 6:4 la Versión de los Setenta, griega, que se halla en el Manuscrito Alejandrino, dice “ángeles de Dios” en vez de “hijos de Dios.” Esto está en armonía con las palabras del apóstol Pedro con relación a “los ángeles que pecaron” y la declaración de Judas acerca de “los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación.”—2 Ped. 2:4; Jud. 6.
Noé necesitó más valor todavía debido a que la unión entre los ángeles desobedientes y las mujeres produjo una raza de nefilim. Se cree que esta palabra significa en hebreo “derribadores,” o “los que causan la caída de otros.” Estos nefilim, llamados también “los poderosos,” eran tiranos o pendencieros híbridos que contribuyeron a la violencia que cundía en aquel mundo antediluviano.—Gén. 6:4.
En medio de tales circunstancias, Noé se distinguió no solamente como el edificador del arca, sino como “predicador de justicia.” (2 Ped. 2:5) Sí, él tuvo el valor de hablar con firmeza y decir a sus contemporáneos que Dios se había propuesto destruir a los inicuos mediante un diluvio de alcance mundial. Patentemente el mensaje de justicia que Noé predicó incluía una llamada al arrepentimiento y una advertencia de destrucción venidera, pues Jesucristo mencionó aquellos días y dijo, de la gente, que “no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos.”—Mat. 24:37-39.
Pero reflexione brevemente en las circunstancias de Noé y su familia en aquel período antediluviano. De seguro hombres, mujeres y niños hacían de ellos objeto de burla. Además, probablemente los nefilim, quienes aparentemente eran gigantes conocidos por su violencia, los desafiaban y escarnecían. Y ¿qué hay de los ángeles desobedientes materializados? ¿No se necesitaría valor para enfrentarse a ellos?
LA FUENTE DEL VALOR
No hay duda de que el ‘andar con Dios’ era el fundamento mismo del valor de Noé. De hecho, la única manera en que Noé y su familia podían comportarse con valor en medio de aquellas circunstancias era cifrando confianza absoluta en el Dios verdadero. Tenían que confiar en que, tal como se había predicho, Jehová pondría fin a aquel mundo impío. (Gén. 6:3) Además, aquel patriarca y su familia podían tener la certeza adicional de que el arca no se estaba edificando sin propósito. Con el tiempo sí se usaría. Adicionalmente, el valor de ellos aumentaría debido a su estrecha relación con Jehová, especialmente por medio de la oración. Ciertamente Noé y su familia podían confiar en que no les sucedería nada que estuviera fuera de armonía con la providencia divina.
Al debido tiempo de Dios ocurrió el Diluvio, y todos los que se mofaban y los opositores fueron eliminados. Tanto los humanos impíos como los nefilim perecieron en las aguas del diluvio. Los ángeles desobedientes se vieron obligados a despojarse de su forma material para salvarse la vida. Pero desde entonces en adelante estarían restringidos, pues ocuparían meramente una posición de desaprobación divina hasta que se ejecutara en ellos en un tiempo futuro el juicio adverso de Dios. (2 Ped. 2:4) Solamente el valeroso Noé y su familia fueron preservados sobre la Tierra y recibieron el favor de Dios en aquel tiempo.
VALOR PIADOSO HOY EN DÍA
Como Noé, los testigos de Jehová hoy día son ‘predicadores de justicia.’ Su mensaje es uno de advertencia y una llamada al arrepentimiento y a la reconciliación con Jehová Dios. Mientras que Noé y su familia se encontraban cara a cara con ángeles desobedientes, las personas piadosas de hoy en día tienen enemigos invisibles. Pero estos cristianos verdaderos tienen la protección de la armadura espiritual procedente de Dios y así pueden continuar valerosamente en la obra de predicar que Dios les ha dado.—Efe. 6:10-18; Mat. 24:14.
Muchas personas se burlan de los siervos de Dios de hoy día y se oponen a ellos, y hasta recurren a persecución brutal en su esfuerzo por imponer silencio a los labios de los que alaban a Jehová. Pero los testigos de Jehová no se dejan desanimar. Como Noé, ‘andan con Dios’ y confían en que muy pronto Jehová hará lo que ha prometido... pondrá fin a este mundo impío y conservará a los que aman la justicia. (2 Ped. 3:5-13) Además, el valor de los cristianos verdaderos se intensifica debido a su estrecha relación personal con Jehová mediante la oración. Reconocen también que no les sucederá nada sin el permiso de Dios.—Compare con Romanos 8:28.
Es verdaderamente consolador saber que “Jehová no desamparará a su pueblo.” (Sal. 94:14) Simples seres humanos no pueden impedir el cumplimiento de los propósitos de Dios ni erradicar a los que lo aman. La confianza en las promesas de Jehová, el fiarse absolutamente en él y el mantener una estrecha relación personal con el Altísimo... éstos son los factores básicos que dan a las personas piadosas el valor que despliegan. Ese valor las sostiene en tiempos de intensa aflicción y persecución, como lo revela el siguiente relato.