Padres, protejan a sus hijos
SI SU hijo le dijera a usted que los condiscípulos estaban ejerciendo presión sobre él para que tomara drogas, ¿qué haría usted? O si su hija le dijera que los muchachos de la escuela la estaban molestando, ¿cómo reaccionaría usted?
De seguro usted no tardaría en hacer algo al respecto, ¿verdad? Procuraría enterarse de los hechos y ver lo que pudiera hacer para proteger a su hijo o hija. Así es como usted cree que reaccionaría en calidad de padre o madre. Pero en realidad las cosas no siempre suceden así. Por lo general, cuando los padres se enteran de tales asuntos, ya es muy tarde. Con demasiada frecuencia, la única reacción es: “¿Cómo pudo ocurrirle esto a mi hijo (o mi hija)?”.
Los jóvenes están bajo presión
Si usted es padre o madre, ¿sabe usted bajo qué clase de presión están sus hijos? ¿Está consciente de las situaciones a que se encaran cada día? El apóstol Pedro advirtió: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien” (1 Pedro 5:8). Aunque el objetivo de Satanás es conquistar y esclavizar a toda la humanidad, a jóvenes y mayores, él es claramente una amenaza mayor para los jóvenes inexpertos, pues los pone bajo presión intensa.
Considere tan solo unos cuantos ejemplos. Bajo el titular “Delitos de menores son ahora 52% del total”, el Mainichi Daily News del Japón informa que, entre los delincuentes juveniles, “los delitos cometidos por jóvenes de 14 años de edad encabezan la lista”. En los Estados Unidos, 3.300.000 jóvenes entre las edades de 14 y 17 años tienen problemas con la bebida; de cada seis adolescentes, uno usa drogas con regularidad, y casi medio millón de niños nacen de adolescentes solteras cada año. El hecho es que, prescindiendo de dónde viva usted, sus hijos no están inmunes a la ola de delitos, violencia e inmoralidad juveniles que está extendiéndose por la Tierra.
Usted puede ayudarlos
Todo esto recalca que los jóvenes de hoy día están envueltos en una lucha difícil. Sea que se den cuenta de ello o no, para salir victoriosos necesitan la ayuda de personas maduras y experimentadas. Si usted es padre o madre, ¿está en condiciones de proporcionar dicha ayuda a sus hijos? Y ¿está dispuesto a hacer el esfuerzo necesario para ayudarlos?
Se ha dicho y escrito mucho acerca de ayudar a los hijos; no escasea el consejo al respecto. De hecho, el problema consiste más bien en decidir cuál de las muchas opiniones contradictorias debería seguir uno. Por ejemplo, cierto experto quizás diga que es bueno dar zurras. Otro dice que nunca se debería hacer eso. O tal vez un especialista le diga que no premie a su hijo por sus logros si no lo quiere engreír. Pero otro dice que es esencial encomiar y premiar al hijo para que no se sienta inseguro. No es de extrañar que, según las palabras de un miembro del personal del Hospital para Niños Enfermos, de Toronto, Canadá, lo que tenemos es “una generación de padres que casi tienen miedo de ser padres”.
Al ver la grave situación y los muchos fracasos que hay, puede que usted se pregunte si realmente es posible hoy día criar a los hijos para que sean personas maduras, equilibradas y, sobre todo, piadosas. Antes de resignarse a aceptar el parecer de que es imposible hacerlo, recuerde que el apóstol Pablo escribió: “Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:4). Sin duda, Dios no habría dado esta responsabilidad a los padres si fuera imposible desempeñarla.
Una familia ejemplar
Noé y su familia vivieron en un tiempo muy parecido al nuestro. De acuerdo con el registro bíblico, en aquel tiempo “vio Jehová que abundaba la maldad del hombre en la tierra y que toda inclinación de los pensamientos de su corazón era solamente mala todo el tiempo. [...] Vio Dios la tierra y, ¡mire! estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra”. (Génesis 6:5, 12.)
¿Cómo se sentiría usted si tuviera que criar a sus hijos en medio de esas circunstancias? Al comparar Génesis 5:32 con Génesis 7:6, notamos que todos los hijos de Noé nacieron dentro del período de cien años que precedió al Diluvio. Y no obstante, 120 años antes del Diluvio, las condiciones ya estaban tan malas que Jehová Dios dijo: “Ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que también es carne. Por consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”. (Génesis 6:3.)
A pesar de esas condiciones adversas, Noé y su esposa lograron criar a sus tres hijos de modo que llegaran a ser jóvenes temerosos de Dios. Por haber cooperado obedientemente con sus padres, ellos sobrevivieron al Diluvio que destruyó a aquella generación impía.
¿Cuál fue la clave del éxito de Noé? En Hebreos 11:7 el apóstol Pablo dice bajo inspiración: “Por fe Noé, habiéndosele dado advertencia divina de cosas todavía no contempladas, mostró temor piadoso y construyó un arca para la salvación de su casa”. De hecho, Génesis 6:22 nos dice: “Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Dios. Hizo precisamente así”.
Sin duda, la fidelidad y diligencia de Noé ante Jehová habían dejado una impresión indeleble en la mente de sus hijos en cuanto a la importancia de que ellos mostraran las mismas cualidades en su propia vida. Durante el proyecto de la construcción del arca, él tiene que haber pasado mucho tiempo trabajando y hablando con ellos, compartiendo momentos y haciendo cosas con ellos. Y puesto que era “predicador de justicia”, Noé tiene que haber enseñado a su propia familia las leyes y los requisitos de Jehová. Como resultado de esto, la familia de Noé sobrevivió al fin de aquel antiguo “mundo de gente impía”. (2 Pedro 2:5.)
Lo que usted puede hacer
Debe ser perfectamente patente, pues, que el ejemplo de los padres desempeña un papel importante en enseñar y entrenar con éxito a los hijos. Cuando se preguntó a un periodista cuál era el mayor obstáculo a que se enfrentan los padres al entrenar a sus hijos, él simplemente contestó: “Ellos mismos”. Los padres que no ponen en práctica lo que predican están obrando en contra de sus propios intereses y los de sus hijos. (Compárese con Romanos 2:21-23.) Es esencial ser consecuente al respecto. Por eso los padres tienen que preguntarse: ¿Cuáles son las cosas que considero de mayor importancia en la vida? ¿Cuáles son mis metas personales?
En Deuteronomio 6:7, a los padres se da el siguiente mandato: ‘Tienen que inculcarlas [las palabras de Jehová] en su hijo y hablar de ellas cuando se sienten en su casa y cuando anden por el camino y cuando se acuesten y cuando se levanten’. Esto implica comunicación. Pero no todo hablar es necesariamente comunicarse. Un joven de 17 años de edad relató que en dos ocasiones trató de hablar con su madre acerca del problema que él estaba experimentando en la escuela con relación a las drogas. “Mi madre me dijo que me mantuviera alejado de [los traficantes de drogas]”, dijo él. ¿Le ayudaron esas palabras? Evidentemente no, porque el muchacho aún se sentía entrampado por la presión y no sabía cómo librarse de ella.
Cuando los jóvenes se enfrentan con problemas que no saben tratar, generalmente su primer recurso es acudir a sus padres en busca de soluciones, y esto es bueno. Pero dicha confianza se puede destruir fácilmente si los padres no muestran comprensión respecto a la situación de sus hijos. Aunque no haya ninguna solución inmediata, si se muestra comprensión, las líneas de comunicación se mantienen abiertas.
La corrección es otro factor esencial en el entrenamiento de los hijos. Cierto proverbio bíblico dice: “La vara y la censura son lo que da sabiduría; pero el muchacho que se deja a rienda suelta le estará causando vergüenza a su madre”. (Proverbios 29:15.)
Hace algún tiempo, el Departamento de la Policía de Houston, Texas, distribuyó un folleto titulado “12 reglas para criar a hijos delincuentes”. El estilo irónico de éste quizás le haga reír entre dientes, pero casi todas estas “reglas”, que hacen reflexionar, tienen que ver con la corrección, o la falta de ella. He aquí algunos ejemplos:
◻ “Empiece desde la infancia a dar al niño todo lo que quiere. Así él llegará a creer que el mundo debe mantenerlo”.
◻ “Cuando el niño repita malas palabras, ríase de él. Esto hará que él se crea gracioso. [...]”.
◻ “Nunca le dé ningún entrenamiento espiritual. Espere hasta que él tenga 21 años de edad, y entonces deje que él ‘decida por sí mismo’”.
◻ “Evite usar la palabra ‘incorrecto’. Puede que contribuya a un complejo de culpabilidad. [...]”.
Los padres cristianos, naturalmente, se interesan en criar a sus hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:4). Esto no se logra sin esfuerzo... sino con mucho esfuerzo. Pero ninguna inversión de tiempo y esfuerzo es demasiado grande cuando el resultado final es vida para usted y sus hijos. (Deuteronomio 6:2.)
Una asignación galardonadora
“¡Miren! Los hijos son una herencia de parte de Jehová; el fruto del vientre es un galardón”, dice el salmista (Salmo 127:3). A pesar del transcurso del tiempo y el cambio de las costumbres sociales, esa declaración aún es veraz. La prueba puede verse en los muchísimos jóvenes dentro de la organización cristiana de los testigos de Jehová que han llegado a ser jóvenes responsables, respetables e ingeniosos. Hacen honor a sí mismos, a sus padres y, sobre todo, al Creador, Jehová Dios.
Usted puede segar el galardón de criar a sus hijos con resultados satisfacientes como ésos si toma medidas ahora para entrenarlos, enseñarlos y protegerlos.
[Ilustración en la página 26]
La guía consecuente, la buena comunicación y la corrección amorosa son esenciales en el entrenamiento de los hijos