Una ocasión de doble gozo
EL 3 DE MARZO DE 1985 hubo una ocasión de doble gozo, especialmente para los 42 estudiantes de la clase número 78 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Éste no solo fue el día de graduación —razón de sobra para estar gozosos—, sino que también fue la primera vez que se celebró la graduación de Galaad en el nuevo Salón de Asambleas de Brooklyn, que había sido dedicado apenas el día antes.
A las 10.00 de la mañana, una muchedumbre llenaba por completo el salón de 2.400 asientos, la cual estaba compuesta de los estudiantes que se graduaban, sus parientes y amigos, y, por primera vez en muchos años en una graduación de Galaad, toda la familia del Betel de Brooklyn. El ambiente estaba lleno de entusiasmo. Y la conversación que predominaba era acerca de lo hermoso que los hermanos habían reconstruido el salón. Era muy patente que nadie estaba reprimiendo el gozo y la gratitud de que rebosaba su corazón.
Justamente a las 10.00 de la mañana, Theodore Jaracz, presidente del programa para el día, dio comienzo a la sesión. Ocasionó un aplauso estruendoso cuando sencillamente comentó: “Es maravilloso estar aquí, ¿no es verdad?”. Claramente, todos estaban muy de acuerdo con estas palabras.
El tema de la felicidad pareció dominar en la mente de los oradores del día. George Gangas, del Cuerpo Gobernante, habló sobre el tema “Disfrute de felicidad en el campo misional... ¿cómo?”. Dijo a los estudiantes que se graduaban que tal como Jehová utilizó a los ángeles en el pasado, “Jehová los utilizará a ustedes para libertar a la gente del cautiverio en la prisión de Satanás”. ¡Imagínese la felicidad que eso les traerá! Luego Daniel Sydlik aconsejó a los estudiantes a “llevar consigo a un amigo íntimo” cuando partieran hacia sus respectivas asignaciones en el extranjero. La Biblia es ese amigo. Pueden depender de ella en sus momentos de necesidad —les dijo él—. Es tan poderosa que a veces solo una oración, o hasta una palabra, de ella basta para ayudar a alguien. Léanla y préstenle atención diariamente —exhortó a los estudiantes—, y ayuden a otros a hacer lo mismo.
Robert Wallen, miembro del Comité del Hogar Betel, amplió el tema de la felicidad al instar a los estudiantes a mantener la actitud de “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí”, y Joel Adams, del Comité del Departamento de Servicio, dijo a la clase: “Para disfrutar de felicidad al mayor grado, tenemos que estar completamente dedicados a hacer la voluntad de Dios. Ambas cosas son inseparables”.
Los estudiantes recibieron también de sus dos instructores unos consejos finales. Ulysses Glass les recordó que “la vida misional no siempre será alegre y fácil”. Relató el drama profético de Elías y Eliseo y los instó a imitar a la clase de Eliseo del día moderno y a apegarse a su obra hasta terminarla. Jack Redford sorprendió a todos los concurrentes al decir: “El año pasado conocí a un hombre que no había cometido ningún error en 4.000 años”. Se refería a una momia egipcia de cierto museo. Claro, el punto era que únicamente los muertos no cometen errores. Pero cuando se nos hace ver nuestros errores, ¿obramos como Saúl, quien trató de justificar sus errores, o como David, quien pronto admitió los suyos? ¡Estas preguntas realmente nos mueven a reflexionar!
El último orador de la mañana fue el presidente de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, F. W. Franz. Refiriéndose al establecimiento de la Escuela de Galaad como “un magnífico ejemplo de fe”, contó cómo la escuela ha encabezado la obra de proclamar las buenas nuevas del Reino por todo el mundo. Ahora los 42 estudiantes de la clase número 78 tienen el privilegio de ir a 14 países para ayudar en esta grandiosa obra.
Después de recibir sus diplomas, uno de los estudiantes, Gordon Grant, se presentó para leer una carta de aprecio de la clase. “Nosotros llegamos como hombres y mujeres necesitados, aunque no nos dimos cuenta en aquel momento —dijo él—. Hoy, al final de solo cinco meses, nos vamos enriquecidos y satisfechos.” Ellos están resueltos a utilizar bien en sus nuevas asignaciones su adiestramiento y sus riquezas espirituales.
El programa de la tarde comenzó con un abreviado estudio de La Atalaya, en el cual participaron los estudiantes y que condujo Calvin Chyke, del Comité de la Fábrica. Luego los estudiantes presentaron una animada actuación teatral compuesta de experiencias y números musicales que destacaban lo que ellos habían aprendido tan solo al observar a la familia de Betel y al asociarse con ésta y otras personas. Finalmente, representaron un conmovedor drama bíblico basado en el memorable relato de José y sus hermanos. A muchos concurrentes se les llenaron los ojos de lágrimas.
Cuando el presidente concluyó la reunión del día, todos en el auditorio concordaron de todo corazón en que había sido maravilloso para ellos estar allí. ¡Sí, había sido un día lleno de buenas cosas espirituales... una ocasión de doble gozo!