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  • La Escuela de Galaad, cincuentenaria y con gran vitalidad

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  • La Escuela de Galaad, cincuentenaria y con gran vitalidad
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 1/6 págs. 23-27

La Escuela de Galaad, cincuentenaria y con gran vitalidad

“HAY muchos lugares donde el testimonio concerniente al Reino no se ha dado en gran grado”, dijo N. H. Knorr a la primera clase de Galaad el 1 de febrero de 1943, día de la apertura de la escuela. Luego añadió: “Ha de haber centenares y miles más que oirían si hubiera más trabajadores en el campo. Por la gracia del Señor, habrá más”.

Ciertamente, ha habido más trabajadores: millones más. La cantidad de publicadores del Reino ha aumentado de 129.070 en 54 países en 1943 a 4.472.787 en 229 países en 1992. La Escuela de Galaad ha realizado una aportación extraordinaria al testimonio que ha producido tal aumento. Cincuenta años después sigue ocupando un lugar fundamental en la formación de misioneros, que luego son enviados dondequiera que se les necesita en el campo mundial.

El 7 de marzo de 1993 se reunieron 4.798 invitados y miembros de la familia de Betel de Estados Unidos en el Salón de Asambleas de Jersey City (Nueva Jersey) para presenciar la graduación de la clase 94. Esta ocasión tan especial brindó la oportunidad de mirar al pasado, a los cincuenta años de existencia de la Escuela de Galaad. ¿Le gustaría tener una idea de cómo transcurrió el programa?

Tras el primer cántico, el hermano George D. Gangas, del Cuerpo Gobernante, ofreció una fervorosa oración. Luego, después de los comentarios de introducción del presidente del programa, Carey W. Barber, los graduados y el resto del auditorio escucharon con atención una serie de discursos breves.

Robert W. Wallen disertó en primer lugar sobre el tema “Nunca están solos”. Con un tono amigable, dijo: ‘En los días por venir va a haber ocasiones en que se sentirán solos, muy solos, lejos de la familia y los amigos’. Entonces, ¿cómo puede decirse que “Nunca están solos”? El orador dio la siguiente razón: ‘Porque siempre tienen la oportunidad de comunicarse instantáneamente con Jehová Dios’. Animó a los graduados a tener en alta estima el privilegio de orar y a hacerlo a diario. De este modo podrían decir, como Jesús, “no estoy solo”. (Juan 16:32.) ¡Cuánto animaron estas palabras a los graduados!

Con el tema “Hemos de asirnos firmemente de nuestra esperanza” (discurso basado en el texto diario del 7 de marzo), Lyman A. Swingle, del Cuerpo Gobernante, habló de la necesidad de cultivar dos cualidades: el aguante y la esperanza. ‘Todo cristiano necesita aguante en vista de que se enfrenta a oprobio, hostilidad, odio, encarcelamiento e incluso muerte —señaló—. La fuerza más allá de lo normal que puede recibir el testigo de Jehová fiel en tiempos de necesidad es ilimitada. Sin duda, esta es una idea tranquilizadora, sobre todo para ustedes los graduados.’ ¿Y qué dijo tocante a la esperanza? ‘La esperanza es indispensable —explicó—. Tal como el yelmo resguarda la cabeza, la esperanza guarda y protege las facultades mentales del cristiano y le permite permanecer íntegro.’ (1 Tesalonicenses 5:8.)

El siguiente orador, Ralph E. Walls, seleccionó un tema intrigante: “¿Cómo podemos refugiarnos en la seguridad de un ‘lugar espacioso’?”. ¿Qué es este “lugar espacioso”? (Salmo 18:19.) “El estado de liberación que infunde paz interior y un sentimiento de seguridad”, explicó el discursante. ¿De qué se nos tiene que liberar? ‘De nosotros mismos, de nuestras propias deficiencias.’ Luego añadió: ‘También de circunstancias externas provocadas por Satanás’. (Salmo 118:5.) ¿Cómo podemos refugiarnos en la seguridad que nos brinda un lugar espacioso? ‘Si tratamos de cumplir las órdenes de Jehová en todo lo que hacemos y si le oramos con fe para hacerle saber nuestras preocupaciones.’

“¿Qué encierra el futuro?” fue el tema que eligió Don A. Adams. ¿Qué encerraba para los nuevos misioneros? Un período de adaptación, explicó. “También les esperan muchas bendiciones.” Como ejemplo, habló de dos nuevos misioneros que, una vez aclimatados a su asignación, escribieron: “Imagínese el mejor día que haya tenido en el servicio: así son todos los días aquí. No nos es posible llevar todas las publicaciones que necesitamos, y no dejan de pedirnos estudios”. El orador dirigió algunos comentarios a la familia y amistades de los graduados: ‘No tienen por qué preocuparse por estos graduados. Pueden ayudarles escribiéndoles cartas de estímulo’. (Proverbios 25:25.)

A continuación tomaron la palabra los instructores de la escuela. Jack D. Redford eligió el tema “No esperen nada de nadie”. Los graduados tienen ante sí la difícil tarea de llevarse bien con la gente, explicó. ¿Qué les puede ayudar? “Pasen por alto sus defectos. No esperen demasiado de los demás. No esperen que siempre van a recibir todo lo que creen que les corresponde. Sean indulgentes con las imperfecciones del prójimo, y esta condescendencia les ayudará a llevarse bien con la gente. El que tengan buenas relaciones con los demás será un indicativo de su madurez.” (Proverbios 17:9.) Por supuesto, si llevan a la práctica este sabio consejo, les será más fácil adaptarse a la vida del misionero en un país extranjero.

“Tenemos este tesoro en vasos de barro”, dice 2 Corintios 4:7. Ulysses V. Glass, secretario general de la Escuela de Galaad, analizó este texto al disertar sobre el tema “Confíen en los hermanos fieles y experimentados”. ¿Qué son los “vasos de barro”? “Tienen que referirse a nosotros, seres humanos imperfectos”, señaló. ¿Qué es el “tesoro”? “Es nuestro ministerio cristiano”, explicó. (2 Corintios 4:1.) ¿Qué ha de hacerse con este tesoro? “No hay que acaparar el tesoro que Jehová nos ha confiado. Por ello, queridos futuros misioneros, distribuyan el tesoro por dondequiera que vayan, y enseñen a muchas personas a distribuirlo.”

Cuando el hermano Albert D. Schroeder tomó la palabra, fue un momento nostálgico, pues él fue secretario general de la escuela en sus comienzos. Habló del tema “Medio siglo de educación teocrática”. “Jehová sabe cómo ofrecer educación teocrática eficaz, y así lo ha hecho”, comentó. ¿De qué manera? El hermano Schroeder se refirió a la formación recibida mediante dos escuelas instituidas hace cincuenta años: la Escuela del Ministerio Teocrático y la Escuela de Galaad. Explicó que una ayuda muy útil para impartir conocimiento exacto ha sido la Traducción del Nuevo Mundo. Aseguró a los graduados: “Pueden ir a sus asignaciones en el extranjero confiados en que la Sociedad los mantendrá bien equipados con el conocimiento exacto de los propósitos de Jehová”.

Milton G. Henschel, presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract de Pennsylvania, habló del tema “Vencedores, y más aún”. Tomó el tema del texto del año para 1943: “Vencedores, y más aún, por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:37, Versión Moderna.) Este texto fue apropiado, pues en plena guerra mundial nuestros hermanos de muchos países padecían una intensa persecución. El hermano Henschel leyó algunos extractos del número de La Atalaya que analizaba el texto del año y luego explicó: “Este artículo de La Atalaya [15 de enero de 1943 en inglés y 15 de junio de 1943 en español] lo estudió la primera clase de Galaad en el mes de febrero, y los preparó para lo que les esperaba”. Muchos graduados de los pasados cincuenta años ya han salido vencedores, explicó. ¿Qué ocurrirá con la clase número 94? “Estén siempre cerca de Jehová, cerca de su amor, y su victoria está garantizada.”

Tras los discursos de la mañana, el presidente del programa transmitió los saludos recibidos de diversos países. Luego llegó el momento más esperado por los veinticuatro matrimonios: la entrega de los diplomas. A partir de ese momento, los estudiantes de Galaad eran oficialmente graduados de Galaad. Provenían de cinco naciones y se les destinó a diecisiete países, entre ellos Hong Kong, Taiwan, Mozambique y lugares de Europa oriental.

Después del intermedio se dio paso al programa de la tarde con un estudio abreviado de La Atalaya, dirigido por Robert L. Butler. Acto seguido, los graduados escenificaron algunas experiencias destacadas que habían tenido al dar testimonio cerca de Wallkill (Nueva York). El programa fue el reflejo de uno de los factores que indudablemente los llevaron a Galaad: su profundo amor al ministerio del campo.

Tras el programa de los estudiantes, gran parte de los presentes se preguntaban si habría alguna sección especial para conmemorar el cincuentenario de la Escuela de Galaad. ¡No quedaron decepcionados! (Véase el recuadro adjunto “Repaso a cincuenta años de la Escuela de Galaad”.)

Hace cincuenta años, el hermano Knorr demostró que era un hombre con fe y visión de futuro. La confianza que tenía en el éxito de la Escuela de Galaad se ve reflejada en las siguientes palabras extraídas del discurso inaugural dirigido a la primera clase: “Creemos que, fiel a su nombre, un ‘majano de testimonio’ saldrá de este lugar a todas partes del mundo y que ese testimonio permanecerá como monumento para la gloria de Dios y que nunca será destruido. Ustedes como ministros ordenados pondrán toda su confianza en el Altísimo, sabiendo que él los guiará y dirigirá en todo tiempo de necesidad, y ustedes sabrán también que él es también el Dios de bendiciones”.a

Cincuenta años después, la Escuela de Galaad sigue con gran vitalidad. Los graduados de la promoción número 94 tienen hoy el privilegio de seguir los pasos de los más de seis mil quinientos que los han antecedido. ¡Que todos ellos, con plena confianza en el Altísimo, contribuyan a la formación de un “majano de testimonio” como monumento perpetuo para la gloria de Jehová Dios!

[Nota a pie de página]

a El término hebreo “Galaad” significa “Majano de Testimonio”. (Génesis 31:47, 48.)

[Fotografía en la página 25]

Clase 94 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower

En la siguiente lista se han numerado las filas desde el frente hacia atrás, y los nombres de izquierda a derecha en cada fila.

1) De La Garza, C.; Borg, E.; Arriaga, E.; Chooh, E.; Purves, D.; Fosberry, A.; Delgado, A.; Drescher, L. 2) Scott, V.; Fridlund, L.; Kettula, S.; Copeland, D.; Arriaga, J.; Thidé, J.; Olsson, E.; Widegren, S. 3) Delgado, F.; Keegan, S.; Leinonen, A.; Finnigan, E.; Fosberry, F.; Halbrook, J.; Berglund, A.; Jones, P. 4) Watson, B.; Frias, C.; Chooh, B.; Halbrook, J.; Purves, J.; Finnigan, S.; Jones, A.; Cuccia, M. 5) Scott, G.; Copeland, D.; Drescher, B.; De La Garza, R.; Leinonen, I.; Keegan, D.; Watson, T.; Kettula, M. 6) Widegren, J.; Borg, S.; Cuccia, L.; Berglund, A.; Olsson, B.; Frias, J.; Fridlund, T.; Thidé, P.

[Recuadro en la página 25]

Estadísticas de la clase

Cantidad de estudiantes: 48

Cantidad de países representados: 5

Cantidad de países adonde van: 17

Promedio de edad: 32

Promedio de años en la verdad: 15,3

Promedio de años en el ministerio de tiempo completo: 9,6

[Recuadro en las páginas 26, 27]

REPASO A CINCUENTA AÑOS DE LA ESCUELA DE GALAAD

¿Qué mejor manera de recordar la historia de Galaad que mediante las experiencias de los que la han vivido: los primeros graduados, instructores y otras personas que ayudaron a organizarla? El público disfrutó de escuchar la sección “Repaso a cincuenta años de la Escuela de Galaad”, a cargo de Theodore Jaracz.

¿Qué circunstancias llevaron a fundar la escuela? El hermano Schroeder explicó que a él y a otros dos instructores se les dio solo cuatro meses para organizar la escuela. “Pese a todo, el lunes 1 de febrero de 1943 estábamos listos para la inauguración.”

¿Cómo era la vida de los primeros misioneros que se enviaron? El hermano Henschel rememoró: “Mandamos a embalar al Departamento de Envíos de la Sociedad las posesiones que los misioneros se querían llevar. Cuando llegaron las cajas, las abrieron con cuidado, sacaron sus pertenencias y luego utilizaron las cajas de madera para hacerse muebles”. Con el tiempo, la Sociedad se encargó de que hubiera casas misionales con un equipamiento sencillo.

Siguiendo con el programa, algunos graduados de las primeras clases de Galaad que en la actualidad pertenecen a la familia de Betel de Estados Unidos hablaron de sus recuerdos, sentimientos y experiencias. Sus comentarios llegaron al corazón de todos los presentes.

“Después de recibir la invitación a la primera clase, me enteré de que mi madre tenía cáncer. Pero como era precursora desde los 16 años, me aconsejó enérgicamente que aceptara la invitación. De modo que, con sentimientos encontrados y confiando en Jehová, viajé a South Lansing (Nueva York). Disfruté muchísimo de la instrucción que recibí en Galaad, por la cual estoy muy agradecida. Mi madre terminó su carrera terrestre un tiempo después de mi graduación.” (Charlotte Schroeder; sirvió en México y El Salvador.)

“Como Jehová ya había cuidado de mí en la parte de la Tierra donde vivía, supuse que dondequiera que fuera todavía estaría en su Tierra y él seguiría cuidando de mí. De modo que acepté con mucho gusto la invitación a la primera clase.” (Julia Wildman; sirvió en México y El Salvador.)

“Era maravilloso. Podíamos hablar en todas las puertas. El primer mes dejé 107 libros y dirigí 19 estudios bíblicos. Al mes siguiente ya tenía 28 estudios bíblicos. Por supuesto, tuvimos que habituarnos a varias cosas: el calor, la humedad y los insectos. Pero estar allí fue un privilegio maravilloso. Es algo que siempre recordaré con mucho cariño.” (Comentarios de Mary Adams, de la segunda clase, sobre su asignación en Cuba.)

“El clima era uno de los grandes obstáculos con los que tenía que luchar en Alaska. En el norte hacía un frío espantoso, con temperaturas que bajaban hasta los 50 °C bajo cero y a veces hasta más. Llegábamos a las poblaciones indígenas y a los lugares aislados del sureste de Alaska en barco o en avión.” (John Errichetti; tercera clase.)

“Para mí, Galaad fue una invitación que me hizo Jehová mediante su organización terrestre a fin de fortalecernos espiritualmente y mostrarnos un modo de vivir maravilloso.” (Mildred Barr, de la clase 11; sirvió en Irlanda.)

También fue un placer escuchar las entrevistas que siguieron: Lucille Henschel (clase 14; sirvió en Venezuela), Margareta Klein (clase 20; sirvió en Bolivia), Lucille Coultrup (clase 24; sirvió en Perú), Lorraine Wallen (clase 27; sirvió en Brasil), William y Sandra Malenfant (clase 34; sirvieron en Marruecos), Gerrit Lösch (clase 41; sirvió en Austria) y David Splane (clase 42; sirvió en Senegal).

También se entrevistó a un grupo de hermanos que fueron instructores: Russell Kurzen, Karl Adams, Harold Jackson, Fred Rusk, Harry Peloyan, Jack Redford y Ulysses Glass. Reflexionaron sobre su privilegio y explicaron cómo ha repercutido en su vida hasta el día de hoy.

Lloyd Barry, que sirvió en Japón, presentó un emocionante testimonio de la eficacia de los misioneros formados en Galaad. En 1949, cuando se enviaron quince misioneros a Japón, había menos de diez publicadores en todo el país. Pero cuarenta y cuatro años después hay más de 175.000 publicadores. Robert Wallen habló a continuación del sobresaliente éxito que han tenido algunos misioneros en ayudar a las personas a abrazar la verdad, como, por ejemplo, una misionera que está en Panamá desde hace más de cuarenta y cinco años y ha ayudado a 125 personas a dedicarse y bautizarse.

El programa alcanzó el clímax cuando se invitó a subir al escenario a todos los graduados de Galaad presentes en la sala. Fue un momento conmovedor. Un flujo continuo de hermanos y hermanas —89 de la familia de Betel, además de graduados que estaban de visita— llenaron los pasillos y las escaleras que conducían a la plataforma. Se unieron al grupo los hermanos que habían sido instructores a lo largo de los años y, por último, la clase 94, lo que dio un total de unos ciento sesenta hermanos.

“¿Ha tenido éxito seguro Galaad en formar misioneros para enviarlos a países extranjeros? —preguntó el hermano Jaracz—. Los pasados cincuenta años demuestran irrefutablemente que sí.”

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