¿Cómo está su casa?
1 “Hombre devoto y que temía a Dios junto con toda su casa.” ¿No es esa una situación deseable? ¿Describe eso a su casa también? Es interesante el hecho de que aquí no se está hablando de una casa cristiana. Sin embargo, en ella se ofrecían oraciones diarias a Dios y se hacían esfuerzos sinceros por servir al Altísimo. Por eso Dios envió un ángel a decirle a este hombre que mandara a buscar a Pedro a fin de aprender acerca de la salvación.—Hech. 10:2; 11:13, 14.
2 Probablemente usted sepa quién era el hombre... Cornelio, un oficial del ejército italiano. Él y su casa fueron los primeros gentiles incircuncisos que se hicieron cristianos. Pero la Biblia habla de otras familias y relata los pasos necesarios que éstas tomaron para obtener el favor de Dios.
3 Concerniente a un servidor de la realeza, evidentemente del rey Herodes Antipas, la Biblia dice: “Él y toda su casa creyeron.” De Lidia y de los que vivían con ella, se nos dice: “Fueron bautizadas ella y su casa.” Semejantemente, de un carcelero filipense la Biblia nos dice: “Él y los suyos, fueron bautizados sin demora. . . . y se regocijó mucho con toda su casa ahora que había creído a Dios.”—Juan 4:53; Hech. 16:15, 33, 34.
4 ¿Cree su familia también? ¿Están convencidos en mente y corazón de la verdadera identidad de Jesús... que realmente es el Hijo de Dios que vino del cielo y dio su vida en muerte sacrificatoria aquí en la Tierra para que pudiéramos obtener vida eterna? Por supuesto, antes de creer se necesita algo. ¿Qué? Conocimiento, pues ¿cómo puede uno realmente creer en algo si no sabe de ello? ¿Se han hecho provisiones para que su familia aumente en el conocimiento de Dios? En verdad hay necesidad de ello.
5 ¿Cómo son las horas de comida en su casa? En una conversación reciente, algunos de nosotros dijimos que recordábamos muy bien que toda la familia se reunía alrededor de la mesa. Aquellos eran buenos momentos de asociación, y para los que estábamos en la verdad, era una buena ocasión para considerar y repasar asuntos espirituales. Hoy día las horas de comida en Betel son momentos deleitables y provechosos. ¿Es esto cierto de su hogar? Si no es así, ¿puede hacer arreglos para que lo sean? Esto puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de una familia que realmente cree.
6 Note lo que dijo un padre que crió a 18 hijos en la verdad: “El comer juntos definitivamente ha contribuido a nuestra unidad; nos da la oportunidad, por ejemplo, de orar juntos. Y me ha permitido inculcar en mis hijos los dichos de Dios ‘cuando me siento en mi casa,’ en armonía con Su voluntad de que lo haga. (Deu. 6:6, 7) También me ha ayudado a mantener el dedo sobre el pulso de la familia, observar actitudes o tendencias, y a aplicar lo que perciba que sea el remedio según las necesidades espirituales de todos nosotros.”—La Atalaya del 15 de octubre de 1976.
7 A fin de que todos en la familia puedan comer juntos quizás haya que hacer ajustes en los horarios de ustedes, pero ciertamente vale la pena hacer el esfuerzo y los gastos. Un padre, que crió con éxito a tres hijos en la verdad escribe: “Aunque yo trabajaba a más de 25 kilómetros de la casa, regresaba para la comida del mediodía. Me parecía que lo que aquello me costaba era más que compensado por las ventajas. ¡Cuántos problemas se resolvían en torno de la mesa de la familia!”—La Atalaya del 15 de mayo de 1978.
8 Jesús, también, usó las horas de las comidas para considerar asuntos espirituales y evidentemente sus discípulos hicieron lo mismo. (Juan 21:15-17; Hech. 2:42, 46) Pero también es bueno el apartar otros ratos para leer y considerar la Biblia. Por ejemplo, ¿por qué no toma porciones de la vida de Jesús y en una sesión lee partes de la Biblia que se relacionen solo con esa fase en particular de la vida de Jesús? Por ejemplo, se pueden tener muchas sesiones deleitables de lectura y consideración de la Biblia simplemente considerando los pocos días entre el 8 y el 16 de Nisán del 33 E.C.—Vea siS págs. 289, 290; wS 1/3/73 págs. 146-148.
9 ¿Cómo está su casa? Esta es una pregunta que cada uno de nosotros debe hacerse a menudo, y entonces tomar los pasos que sean necesarios para hacer de ella una casa espiritualmente saludable. Porque, de veras, ¿de qué provecho nos sería ganar todo el mundo, si nuestra familia muere espiritualmente?