“Dense a conocer sus peticiones a Dios”
“En todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios.” (FILIPENSES 4:6.)
1. ¿Con quién tenemos el privilegio de comunicarnos, y por qué es maravilloso poder hacerlo?
IMAGÍNESE que uno pide audiencia con el jefe del gobierno de su país. ¿Qué contestación cree que recibirá? Aunque su oficina quizás nos mande una respuesta cortés, es muy poco probable que nos permitan conversar con él en persona. Sin embargo, esto no sucede con la máxima Autoridad del universo, el Señor Soberano Jehová. A él podemos acudir en cualquier lugar y a cualquier hora. Él siempre está atento a las oraciones que le dirigimos en conformidad con su voluntad (Proverbios 15:29). ¡Qué maravilla! Dado que estamos muy agradecidos a quien merece el título de “Oidor de la oración”, ¿verdad que deberíamos orarle con frecuencia? (Salmo 65:2.)
2. ¿Qué se necesita para que Dios escuche las oraciones?
2 Aun así, alguien quizás pregunte: “¿Qué se necesita para que Dios escuche las oraciones?”. La Biblia menciona una condición: “Sin fe es imposible serle de buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente” (Hebreos 11:6). En efecto, como se explicó en el artículo anterior, para acercarse a Dios es esencial tener fe. Él está dispuesto a aceptar nuestras oraciones siempre que vayan acompañadas de fe y buenas obras, así como de sinceridad y una actitud correcta.
3. a) Siguiendo el ejemplo de fieles siervos de Dios del pasado, ¿qué asuntos podemos tratar en las oraciones? b) ¿Qué formas adopta la oración?
3 El apóstol Pablo recomendó a los cristianos de su día: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios” (Filipenses 4:6, 7). La Biblia ofrece numerosos ejemplos de personas que presentaron sus preocupaciones ante Dios, tales como Ana, Elías, Ezequías y Daniel (1 Samuel 2:1-10; 1 Reyes 18:36, 37; 2 Reyes 19:15-19; Daniel 9:3-21). Sin duda, hacemos bien en imitarlas. Las palabras de Pablo también indican que la oración adopta distintas formas. Así, la acción de gracias es una expresión de gratitud por lo que Dios hace a favor nuestro, y puede ir acompañada de alabanzas. El ruego es una súplica humilde y ferviente. Y la petición es una oración en la que solicitamos algo en particular (Lucas 11:2, 3). A nuestro Padre celestial le complace que acudamos a él empleando cualquiera de estas modalidades.
4. Si Jehová sabe lo que necesitamos, ¿por qué tenemos que pedírselo?
4 Ahora bien, tal vez nos preguntemos: “¿Acaso no sabe Jehová lo que necesitamos?”. Sí, lo sabe (Mateo 6:8, 32). Entonces, ¿por qué quiere que se lo pidamos? Pongamos una comparación. El dueño de una tienda decide hacer un regalo a varios de sus clientes, pero establece la condición de que se dirijan a él para recogerlo. Quienes no estén dispuestos a hacerlo demostrarán que en realidad no valoran el ofrecimiento. De igual modo, si no nos dirigimos a Jehová para darle a conocer nuestras peticiones, demostraremos que no valoramos sus dádivas. Jesús dijo: “Pidan y recibirán” (Juan 16:24). Cuando así lo hacemos, damos prueba de que confiamos en Dios.
El modo de acercarse a Dios
5. ¿Por qué tenemos que orar en el nombre de Jesús?
5 Si bien es cierto que Jehová no establece un sinnúmero de reglas rígidas para acercarnos a él, tenemos que aprender cuál es el modo correcto, según se explica en la Biblia. Para empezar, Jesús dijo a sus seguidores: “Si le piden alguna cosa al Padre, él se la dará en mi nombre” (Juan 16:23). Por lo tanto, tenemos que orar en el nombre de Jesús en reconocimiento de que él es el único medio que Dios usa para bendecir a la humanidad.
6. ¿En qué postura hay que orar?
6 ¿En qué postura hay que orar? La Biblia no manda colocarse de una manera concreta para que las oraciones sean oídas (1 Reyes 8:22; Nehemías 8:6; Marcos 11:25; Lucas 22:41). Lo importante es orar a Dios con sinceridad y con la debida actitud (Joel 2:12, 13).
7. a) ¿Qué significa la palabra amén? b) ¿Cuál es la forma apropiada de utilizarla al orar?
7 ¿Qué puede decirse de la palabra amén? Las Escrituras indican que es apropiado concluir con ella las oraciones, sobre todo si son públicas (Salmo 72:19; 89:52). El significado básico de la voz hebrea ʼa·mén es “ciertamente”. Según el Diccionario Enciclopédico Espasa 1, se usa al final de las oraciones “para manifestar asentimiento o vivo deseo de que tenga efecto lo que se dice”. De modo que al terminar con un sincero “amén”, la persona manifiesta que sus expresiones nacen del corazón. Cuando un cristiano ora en nombre de la congregación y finaliza con esta palabra, ¿qué pueden hacer los oyentes? Pueden repetirla, sea en su interior o de manera audible, para indicar su total conformidad con lo que se acaba de decir (1 Corintios 14:16).
8. Al orar, ¿cómo podemos imitar a Jacob y Abrahán, y qué demostramos de ese modo?
8 A veces Dios deja que demostremos cuánto nos preocupa lo que le pedimos. Tal vez tengamos que imitar a Jacob, quien peleó toda la noche con un ángel para que lo bendijera (Génesis 32:24-26). O quizás debamos ser como Abrahán, quien vez tras vez intercedió a favor de Lot y de cualquier otro justo que hubiera en Sodoma (Génesis 18:22-33). De la misma forma, puede que tengamos que hacer ruegos a Jehová apelando a su justicia, su bondad amorosa y su misericordia a fin de que intervenga en asuntos que consideramos importantes.
Qué pedir
9. ¿A qué asuntos debemos dar más importancia cuando oramos?
9 Recordemos que Pablo dijo: “En todo, [...] dense a conocer sus peticiones a Dios” (Filipenses 4:6). Esto quiere decir que en las oraciones privadas podemos hablar prácticamente de cualquier asunto; aun así, lo más importante siempre deben ser los intereses divinos. Daniel puso un buen ejemplo. Cuando suplicó a Jehová que tuviera misericordia de los israelitas, quienes sufrían el castigo por sus pecados, dijo: “No tardes, por causa de ti mismo, oh Dios mío, porque tu propio nombre ha sido llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Daniel 9:15-19). Al igual que Daniel, ¿revelamos con nuestras oraciones que la santificación del nombre de Jehová y el cumplimiento de su voluntad son los asuntos que más nos preocupan?
10. ¿Qué indicaciones hay de que es apropiado hacer peticiones personales a Dios?
10 Por supuesto, también es apropiado hacer peticiones personales a Dios, como que nos ayude a comprender mejor los asuntos espirituales. Así lo hizo el salmista, quien rogó: “Hazme entender, para que observe tu ley, y para que la guarde con todo el corazón” (Salmo 119:33, 34; Colosenses 1:9, 10). Jesús, por su parte, “ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte” (Hebreos 5:7). De esta forma mostró que es oportuno implorar fuerzas para afrontar los peligros y dificultades. Además, cuando enseñó a sus discípulos la oración del padrenuestro, incluyó cuestiones personales como el perdón de los pecados y el pan nuestro de cada día.
11. ¿Cómo nos ayuda la oración a no caer en la tentación?
11 En esta oración modelo, Jesús también pidió a Dios: “No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo” (Mateo 6:9-13). Tiempo después dio este consejo: “Manténganse alerta y oren de continuo, para que no entren en tentación” (Mateo 26:41). Por consiguiente, es esencial orar cuando nos veamos tentados a hacer algo malo, como pasar por alto los principios bíblicos en el trabajo o la escuela. Puede que quienes no comparten nuestra fe nos inviten a actividades de dudosa moralidad o nos pidan hacer algo contrario a los principios justos. Sea que nos preparemos para afrontar dichas tentaciones o que ya estemos afrontándolas, hacemos bien en seguir el consejo de Jesús de rogar a Dios que nos ayude a no caer.
12. ¿De qué inquietudes podemos hablar con Jehová, y qué podemos esperar que haga él?
12 A los siervos de Dios nos afectan también diversas inquietudes y presiones. Las enfermedades y el estrés son causa de mucha angustia; la violencia que nos rodea provoca gran ansiedad, y los problemas económicos dificultan ganar el sustento. Por eso, saber que Jehová nos oye cuando le exponemos estos asuntos es verdaderamente alentador. Salmo 102:17 dice que Jehová “se volverá hacia la oración de los que están despojados de todo, y no despreciará su oración”.
13. a) ¿De qué asuntos personales podemos orar? b) Mencione un ejemplo.
13 En realidad, se puede orar acerca de cualquier asunto que repercuta en nuestro servicio a Jehová o en nuestra relación con él (1 Juan 5:14). Por ejemplo, antes de tomar decisiones sobre el matrimonio, el empleo o el aumento de nuestra actividad ministerial, pidamos la guía de Dios sin dudarlo un momento. Una joven filipina que quería ser evangelizadora de tiempo completo pero no tenía trabajo relata: “Un sábado le hice una oración a Jehová para que me ayudara a ser precursora. Ese mismo día, mientras predicaba, le ofrecí un libro a una muchacha. Sin venir a cuento, me dijo: ‘Deberías ir a mi escuela a primera hora el lunes por la mañana’. ‘¿Para qué?’, le pregunté. Me contestó que tenían que llenar una vacante lo antes posible. Fui, y allí mismo me contrataron. ¡Todo sucedió tan rápido...!”. Muchos Testigos del mundo entero han tenido experiencias parecidas. Por eso, no dejemos de abrirle el corazón a Dios y presentarle nuestras peticiones.
¿Y si hemos pecado?
14, 15. a) ¿Por qué no debemos dejar de orar aunque hayamos cometido un pecado? b) Además de las oraciones personales, ¿qué otra cosa contribuirá a la recuperación espiritual?
14 ¿Qué ayuda ofrece la oración a quien ha cometido un pecado? Algunos, al verse en tal situación, dejan de orar por vergüenza; pero eso no es lo más prudente. Para ilustrarlo, pensemos en un piloto de avión. Él sabe que si se pierde, puede pedir orientación a los controladores aéreos. Ahora bien, ¿qué pasaría si, por vergüenza, no se atreviera a llamarlos? Los resultados podrían ser desastrosos. Igualmente, quien comete un pecado y por bochorno no le ora a Dios, se expone a mayor daño. La vergüenza por haber pecado no debe impedirnos hablar con Jehová. De hecho, a quienes han cometido faltas graves, él los invita a orarle. El profeta Isaías animó a los pecadores de su tiempo a invocar a Jehová, “porque él perdonará en gran manera” (Isaías 55:6, 7). Claro está, para ‘ablandar el rostro de Jehová’ (es decir, buscar su favor), uno primero tiene que ablandar su propio corazón (o sea, humillarse). Para ello, debe alejarse del pecado y arrepentirse de verdad (Salmo 119:58; Daniel 9:13).
15 Hay otra importante razón para orar cuando se comete un pecado. El discípulo Santiago aconsejó que quien necesite ayuda espiritual “llame a sí a los ancianos de la congregación, y que ellos oren sobre él, [...] y Jehová lo levantará” (Santiago 5:14, 15). En efecto, la persona que ha pecado debe confesárselo a Jehová, pero también es conveniente que pida a los ancianos que oren por ella, pues esta medida contribuirá a su recuperación espiritual.
Las oraciones reciben diferentes respuestas
16, 17. a) ¿Cómo contesta Jehová las oraciones? b) ¿Qué experiencias ilustran que la oración y la predicación están muy relacionadas?
16 ¿Cómo contesta Dios las oraciones? A veces lo hace de manera rápida y obvia (2 Reyes 20:1-6). Pero en otras ocasiones tarda un poco más, y las respuestas no son tan evidentes. Como muestra la parábola de Jesús sobre la viuda que no se cansó de pedir justicia a un juez, quizás sea necesario suplicar con insistencia (Lucas 18:1-8). Sin embargo, mientras oremos en conformidad con la voluntad divina, podemos tener la certeza de que, a diferencia de aquel juez, Jehová nunca nos dirá: “Deja de causarme molestia” (Lucas 11:5-9).
17 Los siervos de Jehová hemos constatado con frecuencia que él responde las oraciones. Hay abundantes pruebas de ello en nuestro ministerio público. Veamos algunas. Mientras distribuían publicaciones bíblicas en una apartada zona de su país, dos cristianas filipinas le dieron un tratado a una mujer. Con lágrimas en los ojos, ella les dijo: “Anoche le pedí a Dios que enviara a alguien a explicarme la Biblia, y creo que acaba de responderme”. Poco después, la mujer ya asistía al Salón del Reino. En otra parte del sureste asiático, un cristiano estaba nervioso porque tenía que predicar en un edificio de viviendas muy vigilado; pero le oró a Jehová y, armándose de valor, decidió entrar. Al tocar a la puerta de un apartamento, salió una joven. Cuando él le explicó el motivo de su visita, ella se echó a llorar y le dijo que estaba buscando a los testigos de Jehová y que le había pedido a Dios que la ayudara a encontrarlos. Con gusto, el hermano la puso en contacto con la congregación local.
18. a) ¿Qué debemos hacer cuando Dios responda nuestras oraciones? b) ¿Qué beneficios se nos prometen cuando oramos en toda oportunidad?
18 La oración es, sin duda alguna, un maravilloso regalo de Jehová, quien siempre está listo para escucharnos y contestarnos (Isaías 30:18, 19). No obstante, hay que estar muy atentos a su respuesta, pues no en todos los casos llega como esperamos. Y una vez que percibamos cómo nos está guiando, nunca nos olvidemos de darle las gracias y alabarlo (1 Tesalonicenses 5:18). Tengamos presente la recomendación del apóstol Pablo: “En todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios”. Por lo tanto, hablemos con Dios en toda oportunidad. Así, seguiremos recibiendo sus respuestas y gozando de los beneficios que promete Pablo: “La paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales” (Filipenses 4:6, 7).
¿Qué contestaría?
• ¿Qué formas adopta la oración?
• ¿Cómo debemos orar?
• ¿Sobre qué cosas podemos orar?
• ¿Qué ayuda ofrece la oración a quien ha cometido un pecado?
[Ilustraciones de la página 29]
Orar de todo corazón nos ayuda a no caer en la tentación
[Ilustraciones de la página 31]
Mediante la oración damos gracias a Dios y le expresamos nuestras inquietudes y peticiones