LAS BUENAS NOTICIAS SEGÚN JUAN
1 En el principio la Palabra existía,*+ la Palabra estaba con Dios+ y la Palabra era un dios.+ 2 Él estaba en el principio con Dios.+ 3 Todas las cosas llegaron a existir por medio de él,+ y sin él no llegó a existir ni siquiera una sola cosa.
Lo que ha venido a existir 4 mediante él fue la vida, y la vida era la luz de los seres humanos.*+ 5 La luz brilla en medio de la oscuridad,+ pero la oscuridad no la ha podido vencer.
6 Vino un hombre enviado como representante de Dios. Se llamaba Juan.+ 7 Este hombre vino como testigo, para dar testimonio acerca de la luz,+ para que gracias a él personas de todo tipo creyeran. 8 Juan no era aquella luz,+ sino que vino a dar testimonio acerca de aquella luz.+
9 La luz verdadera que alumbra a todo tipo de personas estaba a punto de venir al mundo.+ 10 En realidad, él ya estaba en el mundo,+ y el mundo llegó a existir por medio de él,+ pero el mundo no lo conoció.* 11 Vino a su propia casa, pero su gente no lo aceptó.+ 12 Ahora bien, a todos los que sí lo recibieron les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios,+ porque demostraban fe en su nombre.+ 13 Y ellos no nacieron de sangre ni por voluntad humana* ni por la voluntad de un hombre, sino que nacieron de Dios.+
14 La Palabra llegó a ser carne+ y vivió entre nosotros, y vimos su gloria, una gloria como la que le corresponde a un hijo unigénito+ de parte de su padre. Y estaba lleno de favor divino y verdad.+ 15 (Juan dio testimonio acerca de él. Exclamó: “¡Este es aquel del que dije ‘El que viene detrás de mí se me ha adelantado, porque existía antes que yo’!”).+ 16 Porque todos nosotros recibimos de su plenitud, sí, bondad inmerecida sobre bondad inmerecida. 17 Porque la Ley fue entregada por medio de Moisés,+ pero la bondad inmerecida+ y la verdad llegaron a existir por medio de Jesucristo.+ 18 A Dios ningún ser humano lo ha visto jamás.+ El dios unigénito,+ que está junto al Padre,+ es el que nos ha explicado cómo es él.+
19 Este es el testimonio que dio Juan cuando los judíos le enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle “¿Quién eres tú?”.+ 20 Él no se negó a contestar, sino que admitió: “Yo no soy el Cristo”.+ 21 Y le preguntaron: “¿Entonces qué? ¿Eres Elías?”.+ Él contestó: “No, no lo soy”.+ “¿Eres el Profeta?”.+ Y contestó: “¡No!”. 22 Así que le dijeron: “Dinos quién eres, para que les llevemos una respuesta a los que nos enviaron. ¿Tú qué dices de ti mismo?”. 23 Él contestó: “Yo soy la voz de alguien que grita en el desierto ‘¡Hagan que el camino de Jehová quede recto!’,+ tal como dijo el profeta Isaías”.+ 24 Ahora bien, aquellos enviados venían de parte de los fariseos. 25 Y le preguntaron: “Si no eres el Cristo ni Elías ni el Profeta, ¿entonces por qué bautizas?”. 26 Juan les contestó: “Yo bautizo en agua. Hay alguien entre ustedes al que no conocen. 27 Es el que viene detrás de mí, y yo ni siquiera merezco desatarle las correas de las sandalias”.+ 28 Estas cosas pasaron en Betania del otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.+
29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús viniendo hacia él y dijo: “¡Miren, el Cordero+ de Dios que quita el pecado+ del mundo!+ 30 Este es aquel del que dije ‘Detrás de mí viene un hombre que se me ha adelantado, porque existía antes que yo’.+ 31 Ni siquiera yo lo conocía, pero la razón por la que vine bautizando en agua es esta: para que él fuera puesto de manifiesto a Israel”.+ 32 Y Juan también dio este testimonio: “Vi el espíritu bajar del cielo como una paloma y quedarse sobre él.+ 33 Ni siquiera yo lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sabrás quién es el que bautiza en espíritu santo+ cuando veas que el espíritu baja y se queda sobre él’.+ 34 Y yo eso lo vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”.+
35 Al día siguiente, Juan estaba otra vez allí, acompañado de dos de sus discípulos, 36 y al ver a Jesús caminando dijo: “¡Miren, el Cordero+ de Dios!”. 37 Cuando los dos discípulos lo oyeron decir eso, siguieron a Jesús. 38 Entonces Jesús se volvió y al ver que lo seguían les preguntó: “¿Qué buscan?”. Ellos le contestaron: “Rabí —que traducido significa ‘maestro’—, ¿dónde te estás hospedando?”. 39 Les dijo: “Vengan y verán”. Así que fueron, vieron dónde estaba hospedado y se quedaron con él el resto del día; era como la hora décima. 40 Andrés,+ el hermano de Simón Pedro, fue uno de los dos que oyeron lo que Juan dijo y siguieron a Jesús. 41 Encontró primero* a su propio hermano, Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías”+ (que traducido es Cristo),+ 42 y lo llevó adonde estaba Jesús. Cuando Jesús lo miró, le dijo: “Tú eres Simón+ hijo de Juan. Tú serás llamado Cefas” (que traducido es Pedro).+
43 Al día siguiente, Jesús quería irse a Galilea. Entonces encontró a Felipe+ y le dijo: “Sé mi seguidor”. 44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Y Felipe encontró a Natanael+ y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas:+ a Jesús hijo de José,+ de Nazaret”. 46 Pero Natanael le preguntó: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”.+ “Ven y verás”, le respondió Felipe. 47 Cuando Jesús vio a Natanael viniendo hacia él, dijo: “Miren, sin duda un israelita en quien no hay engaño”.+ 48 Natanael le preguntó: “¿Cómo es que me conoces?”. Jesús le respondió: “Te vi cuando estabas debajo de la higuera, antes de que Felipe te llamara”. 49 Natanael le contestó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.+ 50 Jesús le dijo: “¿Crees en mí porque te dije que te vi debajo de la higuera? Verás cosas más grandes que estas”. 51 Y añadió: “De verdad les aseguro que ustedes verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando hacia el Hijo del Hombre”.+
2 Al tercer día se celebró un banquete de boda en Caná+ de Galilea, y allí estaba la madre de Jesús. 2 También invitaron al banquete de boda a Jesús y a sus discípulos.
3 Cuando se estaba acabando el vino, la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino”. 4 Pero Jesús le respondió: “¿Y por qué debería importarnos eso a ti y a mí, mujer? Todavía no ha llegado mi hora”. 5 Su madre les dijo a los que estaban sirviendo: “Hagan todo lo que él les diga”. 6 Resulta que había seis vasijas de piedra para el agua, puestas allí para cumplir con las normas de purificación de los judíos.+ En cada una cabían dos o tres medidas de líquido. 7 Jesús les dijo: “Llenen de agua las vasijas”. Y las llenaron hasta el borde. 8 Después les dijo: “Ahora saquen un poco y llévenselo al director del banquete”. Así que ellos se lo llevaron. 9 Cuando el director del banquete probó el agua que había sido convertida en vino, como no sabía de dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio 10 y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el buen vino y luego, cuando la gente ya está borracha, sirve el de peor calidad. Pero tú has tenido guardado el vino bueno hasta ahora”. 11 Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus milagros. Así él puso de manifiesto su gloria,+ y sus discípulos pusieron su fe en él.
12 Después de esto, bajó a Capernaúm+ con su madre, sus hermanos+ y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
13 Cuando faltaba poco para la Pascua+ de los judíos, Jesús subió a Jerusalén. 14 En el templo se encontró a los que vendían reses vacunas, ovejas y palomas,+ y a los que cambiaban dinero sentados en sus asientos. 15 Así que, después de hacerse un látigo de cuerdas, los echó a todos ellos del templo, junto con las ovejas y las reses vacunas, y desparramó las monedas de los que cambiaban dinero y volcó sus mesas.+ 16 Y a los que vendían palomas les dijo: “¡Quiten todo esto de aquí! ¡Dejen de convertir la casa de mi Padre en un mercado!”.+ 17 Sus discípulos recordaron que está escrito: “La devoción que siento por tu casa arderá en mi interior”.+
18 Al ver esto, los judíos le preguntaron: “¿Qué señal puedes mostrarnos+ de que tienes autoridad para hacer esto?”. 19 Jesús les respondió: “Derriben este templo y en tres días lo levantaré”.+ 20 Entonces los judíos dijeron: “Tomó 46 años construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”. 21 Pero el templo del que él hablaba era su cuerpo.+ 22 Cuando fue levantado de entre los muertos, sus discípulos recordaron que él solía decir eso,+ y creyeron lo que decían las Escrituras y lo que Jesús había dicho.
23 Ahora bien, cuando estuvo en Jerusalén para la fiesta de la Pascua, muchos pusieron su fe en el nombre de él al ver los milagros* que hacía.+ 24 Pero Jesús no confiaba por completo en ellos,* porque los conocía a todos 25 y no necesitaba que nadie le explicara nada* sobre el hombre, ya que él sabía lo que había dentro del hombre.+
3 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo,+ un gobernante de los judíos. 2 Él fue a ver a Jesús de noche+ y le dijo: “Rabí,+ sabemos que eres un maestro enviado por Dios, porque ningún hombre puede hacer los milagros*+ que tú haces si Dios no está con él”.+ 3 Jesús le contestó: “De verdad te aseguro que, si uno no nace de nuevo,+ no puede ver el Reino de Dios”.+ 4 Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? No puede meterse en la matriz de su madre y nacer por segunda vez, ¿verdad?”. 5 Jesús le contestó: “De verdad te aseguro que, si uno no nace del agua+ y del espíritu,+ no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo que ha nacido de la carne es carne, y lo que ha nacido del espíritu es espíritu. 7 No te asombres de que te haya dicho ‘Ustedes tienen que nacer de nuevo’.+ 8 El viento sopla donde quiere y, aunque lo puedes oír, no sabes ni de dónde viene ni adónde va. Así sucede con todo el que ha nacido del espíritu”.+
9 Entonces, Nicodemo le preguntó: “¿Cómo pueden suceder estas cosas?”. 10 Jesús le respondió: “¿Tú eres maestro de Israel y no sabes estas cosas? 11 De verdad te aseguro que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto,+ pero ustedes no aceptan el testimonio que damos.+ 12 Si les he hablado de cosas de la tierra y aun así no creen, ¿cómo van a creer si les hablo de cosas del cielo?+ 13 Además, ningún hombre ha subido al cielo+ excepto el que bajó del cielo,+ el Hijo del Hombre. 14 Y, así como Moisés alzó la serpiente en el desierto,+ así tiene que ser alzado el Hijo del Hombre+ 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna.+
16 ”Porque Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito+ para que nadie que demuestre tener fe en él sea destruido, sino que tenga vida eterna.+ 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que él juzgue al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él.+ 18 El que demuestra fe en él no será juzgado.+ El que no demuestra fe ya ha sido juzgado, porque no ha demostrado fe en el nombre del Hijo unigénito de Dios.+ 19 Esta es la base del juicio: que la luz vino al mundo+ y, en vez de amar la luz, las personas* amaron la oscuridad, porque las cosas que hacían eran malas.+ 20 Porque el que practica cosas malas odia la luz y no va a la luz, para que las cosas que hace no sean puestas al descubierto.* 21 Pero el que hace lo que es verdadero va a la luz,+ para que se vea claramente que las cosas que hace están de acuerdo con la voluntad de Dios”.
22 Después de esto, Jesús entró con sus discípulos en la zona rural de Judea, y allí pasó algún tiempo con ellos y estuvo bautizando.+ 23 Pero también Juan estaba bautizando, en Enón, cerca de Salim, porque allí abundaba el agua,+ y la gente venía y se bautizaba;+ 24 y es que Juan todavía no había sido encarcelado.+
25 Entonces los discípulos de Juan discutieron con un judío sobre la purificación. 26 Luego fueron y le dijeron a Juan: “Rabí, mira, el hombre que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio,+ está bautizando, y todos se están yendo con él”. 27 Juan respondió: “Nadie puede recibir nada a menos que se le haya dado del cielo. 28 Ustedes mismos son testigos de que dije ‘Yo no soy el Cristo,+ sino que he sido enviado delante de él’.+ 29 El que tiene a la novia es el novio.+ Pero el amigo del novio, cuando está cerca de él y lo escucha, se siente inmensamente feliz al oír la voz del novio. Por eso ahora mi felicidad es completa.* 30 Él tiene que seguir aumentando, pero yo tengo que seguir disminuyendo”.+
31 El que viene de arriba está por encima+ de todos los demás.* El que es de la tierra es de la tierra y habla de cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos los demás.+ 32 Y da testimonio de lo que ha visto y oído,+ pero nadie acepta su testimonio.+ 33 El que ha aceptado su testimonio ha confirmado que Dios es fiel a la verdad.+ 34 Es que aquel a quien Dios envió dice las palabras de Dios,+ porque Dios da el espíritu generosamente.* 35 El Padre ama al Hijo+ y ha entregado en sus manos todas las cosas.+ 36 El que demuestra fe en el Hijo tiene vida eterna,+ pero el que desobedece al Hijo no verá la vida,+ sino que la ira de Dios permanece sobre él.+
4 Cuando el Señor se enteró de que los fariseos habían oído que él* hacía y bautizaba+ más discípulos que Juan 2 —aunque no era Jesús el que bautizaba, sino sus discípulos—, 3 salió de Judea y se dirigió otra vez a Galilea.+ 4 Pero tenía que pasar por Samaria. 5 Así que llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que Jacob le había dado a su hijo José.+ 6 De hecho, allí estaba el pozo de Jacob.+ Y Jesús, que estaba cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
7 En eso llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: “Dame de beber”. 8 (Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos). 9 Pero la samaritana le preguntó: “¿Cómo es que tú, que eres judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?”. (Porque los judíos no tienen trato con los samaritanos).+ 10 Jesús le respondió: “Si supieras del regalo* de Dios+ y supieras quién es el que te está diciendo ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido agua a él, y él te habría dado agua viva”.+ 11 Ella le dijo: “Pero, señor, si ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es profundo. ¿De dónde vas a conseguir esa agua viva? 12 ¿Acaso eres tú superior a nuestro antepasado Jacob? Él fue quien nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y su ganado”. 13 Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed. 14 El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed.+ Más bien, el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial que brotará para dar vida eterna”.+ 15 La mujer le dijo: “Dame de esa agua, señor, para que no vuelva a tener sed ni tenga que estar viniendo a este lugar a sacar agua”.
16 Él le dijo: “Anda, llama a tu esposo y vuelve aquí”. 17 “No tengo esposo”, le contestó la mujer. Jesús le dijo: “Tienes razón al decir que no tienes esposo, 18 porque has tenido cinco y el hombre que tienes ahora no es tu esposo. Lo que has dicho es verdad”. 19 La mujer le dijo: “Señor, veo que eres profeta.+ 20 Nuestros antepasados adoraban a Dios en esta montaña, pero ustedes dicen que hay que adorarlo en Jerusalén”.+ 21 Jesús le dijo: “Créeme, mujer: viene la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22 Ustedes adoran lo que no conocen;+ nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación comienza con los judíos.+ 23 Pero viene la hora —de hecho, ha llegado ya— en que los auténticos adoradores del Padre lo adorarán con espíritu y con verdad. Porque el Padre sin duda está buscando a personas así para que lo adoren.+ 24 Dios es un espíritu,+ y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”.+ 25 La mujer le dijo: “Yo sé que va a venir el Mesías, al que llaman Cristo. Cuando él venga, nos lo explicará todo”.+ 26 Jesús le contestó: “Ese soy yo, el que está hablando contigo”.+
27 Justo en ese momento llegaron sus discípulos y les extrañó que él estuviera hablando con una mujer. Pero, claro, ninguno preguntó “¿Qué estás buscando?” o “¿Por qué estás hablando con ella?”. 28 Entonces la mujer dejó allí su vasija de agua y se fue a la ciudad a decirle a la gente: 29 “Vengan para que vean a un hombre que me dijo todo lo que yo he hecho. ¿No será este el Cristo?”. 30 La gente salió de la ciudad y fue a verlo.
31 Mientras tanto, los discípulos le insistían: “Rabí,+ come algo”. 32 Pero él les dijo: “Yo tengo para comer un alimento del que ustedes no saben”. 33 Así que los discípulos se decían unos a otros: “Nadie le trajo comida, ¿verdad?”. 34 Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió+ y completar su obra.+ 35 ¿No dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la cosecha? Pues fíjense en lo que les digo: levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha.+ Ya 36 el cosechador está recibiendo su paga y recogiendo fruto para vida eterna. Así, el sembrador y el cosechador pueden alegrarse juntos.+ 37 Porque en esto se cumple el refrán ‘Uno es el que siembra y otro es el que cosecha’. 38 Yo los mandé a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Fueron otros los que trabajaron duro, y ustedes se han beneficiado de su trabajo”.
39 Muchos samaritanos de aquella ciudad pusieron su fe en él gracias al testimonio de aquella mujer, que aseguró: “Me dijo todo lo que yo he hecho”.+ 40 Así que, cuando los samaritanos lo fueron a ver, le pidieron que se quedara con ellos, y él se quedó allí dos días. 41 Como resultado, al oír lo que enseñaba, muchos más creyeron en él, 42 y le dijeron a la mujer: “Ya no creemos solo por lo que tú nos contaste. Lo hemos oído nosotros mismos y sabemos que de verdad es el salvador del mundo”.+
43 Después de esos dos días, salió de allí rumbo a Galilea. 44 (Jesús mismo dio testimonio de que al profeta no se le honra en su propia tierra).+ 45 Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, pues ellos también habían ido a la fiesta+ y habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta.+
46 Entonces fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.+ Y había un funcionario del rey que tenía a su hijo enfermo en Capernaúm. 47 Cuando este hombre oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le pidió que bajara a curar a su hijo, porque estaba a punto de morir. 48 Pero Jesús le dijo: “A menos que vean milagros* y cosas impresionantes,* ustedes nunca van a creer”.+ 49 El funcionario del rey le pidió: “Señor, baja conmigo antes de que mi niño se muera”. 50 Jesús le dijo: “Vuelve a tu casa, que tu hijo está vivo”.+ El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue. 51 Y, mientras bajaba a su casa, sus esclavos salieron a su encuentro para decirle que su hijo estaba vivo.* 52 Así que él les preguntó a qué hora había empezado a sentirse mejor. Le contestaron: “La fiebre se le fue ayer a la hora séptima”.+ 53 Ahí el padre se dio cuenta de que era la misma hora en que Jesús le había dicho “Tu hijo está vivo”.+ Y él y todos los de su casa se hicieron creyentes. 54 Este fue el segundo milagro+ que Jesús hizo después de volver de Judea a Galilea.
5 Después de esto hubo una fiesta+ de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 Ahora bien, en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas,+ hay un estanque llamado en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos. 3 En ese lugar estaba recostada una multitud de enfermos, ciegos, cojos y personas que tenían extremidades atrofiadas.* 4 -- 5 Y había allí un hombre que llevaba 38 años enfermo. 6 Al ver a este hombre allí acostado, y sabiendo que llevaba enfermo mucho tiempo, Jesús le preguntó: “¿Te gustaría ponerte bien?”.+ 7 El enfermo le contestó: “Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua se agita. Cada vez que voy a entrar, alguien se me adelanta y baja antes que yo”. 8 Jesús le dijo: “¡Levántate! Recoge tu camilla y camina”.+ 9 Y el hombre enseguida se puso bien, recogió su camilla y comenzó a caminar.
Aquel día era sábado.+ 10 Así que los judíos se pusieron a decirle al hombre que había sido curado: “Hoy es sábado. No te está permitido cargar la camilla”.+ 11 Pero él les contestó: “El hombre que me curó me dijo ‘Recoge tu camilla y camina’”. 12 Ellos le preguntaron: “¿Quién es el hombre que te dijo ‘Recógela y camina’?”. 13 Pero el hombre que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
14 Después de esto, Jesús lo encontró en el templo y le dijo: “Mira, te has curado. Ya no peques más, no sea que te pase algo peor”. 15 El hombre se fue y les dijo a los judíos que era Jesús el que lo había curado. 16 Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.+ 17 Pero él les contestaba: “Mi Padre hasta ahora sigue trabajando, y yo también sigo trabajando”.+ 18 A raíz de eso, los judíos se esforzaron todavía más por matarlo, porque, además de no respetar el sábado, llamaba a Dios su Padre, haciéndose igual a Dios.+
19 Por lo tanto, Jesús les dijo: “De verdad les aseguro que el Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su cuenta, solo hace lo que le ve hacer al Padre.+ Porque todas las cosas que hace el Padre, el Hijo también las hace de la misma manera. 20 Porque el Padre quiere al Hijo+ y le enseña todas las cosas que él mismo hace, y le enseñará obras más grandes que estas para que ustedes se queden asombrados.+ 21 Porque, al igual que el Padre resucita* a los muertos y les da vida,+ el Hijo también le da vida a quien él quiere dársela.+ 22 Porque el Padre no juzga a nadie en absoluto, sino que le ha confiado al Hijo toda la labor de juzgar,+ 23 para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que fue quien lo envió.+ 24 De verdad les aseguro que el que oye mis palabras y cree en el que me envió tiene vida eterna+ y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.+
25 ”De verdad les aseguro que viene la hora —de hecho, ha llegado ya— en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso vivirán. 26 Porque, tal como el Padre tiene vida en sí mismo,+ también le ha concedido al Hijo tener vida en sí mismo.+ 27 Y le ha dado autoridad para juzgar,+ porque él es el Hijo del Hombre.+ 28 No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz+ 29 y saldrán: los que hicieron cosas buenas, para una resurrección de vida, y los que hicieron cosas malas, para una resurrección de juicio.+ 30 Yo no puedo hacer ni una sola cosa por mi cuenta. Juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo,+ porque no busco hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.+
31 ”Si solo yo diera testimonio a mi favor, mi testimonio no sería verdadero.*+ 32 Pero hay otro que da testimonio a mi favor, y sé que el testimonio que él da acerca de mí es verdadero.+ 33 Ustedes le han enviado mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.+ 34 Ahora bien, yo no acepto el* testimonio de ningún hombre, pero digo estas cosas para que ustedes se salven. 35 Ese hombre era una lámpara que ardía y brillaba, y ustedes por un poco de tiempo estuvieron dispuestos a alegrarse muchísimo con su luz.+ 36 Pero el testimonio que yo presento tiene más peso que el de Juan, porque las obras que mi Padre me mandó a hacer, estas obras que yo hago, confirman que el Padre me envió.+ 37 Y el Padre, que me envió, él mismo es quien ha dado testimonio acerca de mí.+ Ustedes nunca han oído su voz ni han visto su aspecto,+ 38 y su palabra no reside en ustedes porque no creen al que él envió.
39 ”Ustedes estudian con mucho cuidado las Escrituras+ porque piensan que por medio de ellas tendrán vida eterna; y son estas mismas las que dan testimonio acerca de mí.+ 40 Aun así, ustedes no quieren acudir a mí+ para tener vida. 41 Yo no acepto las alabanzas* de la gente.* 42 En cambio, sé muy bien que en ustedes no hay amor a Dios. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben. Ahora, si viniera otro en su propio nombre, a ese sí lo recibirían. 44 ¿Cómo van a creerme ustedes, que aceptan alabanzas* unos de otros+ en vez de buscar la aprobación* del único Dios?+ 45 No piensen que yo los voy a acusar delante del Padre. El que los acusa es Moisés,+ en quien ustedes ponen su esperanza. 46 En realidad, si le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque él escribió sobre mí.+ 47 Pero, si no creen en sus escritos, ¿cómo van a creer lo que digo yo?”.+
6 Después de estas cosas, Jesús partió al otro lado del mar de Galilea, o de Tiberíades.+ 2 Y una gran multitud lo iba siguiendo+ porque veía los milagros* que él hacía al curar a los enfermos.+ 3 Así que Jesús subió a una montaña y se sentó allí con sus discípulos. 4 Estaba cerca la Pascua,+ la fiesta de los judíos. 5 Cuando Jesús levantó la vista y vio que una gran multitud venía hacia él, le preguntó a Felipe:+ “¿Dónde compraremos pan para que esta gente coma?”.+ 6 Esto lo dijo para ponerlo a prueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le contestó: “Ni 200 denarios de pan alcanzarían para que cada uno comiera un poco”. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescaditos. Pero ¿qué es eso para tanta gente?”.+
10 Jesús dijo: “Díganle a la gente que se siente”. Como en ese lugar había mucha hierba, se sentaron allí. Había unos 5.000 hombres.+ 11 Jesús tomó el pan y, después de darle gracias a Dios, lo repartió entre los que estaban sentados allí; hizo lo mismo con los pescaditos, y comieron todo lo que quisieron. 12 Una vez que quedaron satisfechos, les dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada”. 13 Así que los recogieron y llenaron 12 canastas con los pedazos que dejaron los que habían comido de los cinco panes de cebada.
14 Cuando la gente vio el milagro* que hizo, se puso a decir: “Está claro que este es el Profeta que tenía que venir al mundo”.+ 15 Entonces Jesús, que sabía que estaban a punto de venir para llevárselo a la fuerza y hacerlo rey, se retiró+ otra vez a la montaña, él solo.+
16 Al anochecer, sus discípulos bajaron al mar,+ 17 se subieron a una barca y empezaron a cruzar el mar en dirección a Capernaúm. Ya estaba oscuro y Jesús todavía no se había reunido con ellos.+ 18 Y el mar comenzó a agitarse porque el viento soplaba con fuerza.+ 19 Después de remar unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca, y les dio miedo. 20 Pero él les dijo: “¡Soy yo! ¡No tengan miedo!”.+ 21 Entonces ellos lo recibieron con gusto en la barca, y poco después la barca llegó al lugar al que se dirigían.+
22 Al día siguiente, la multitud que se había quedado al otro lado del mar vio que allí no había ninguna barca. Antes había una pequeña, pero Jesús no se había subido a esa barca con sus discípulos, sino que ellos se habían ido solos. 23 Entonces, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del lugar donde la gente había comido el pan después de que el Señor le dio gracias a Dios. 24 Así que, cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm para buscar a Jesús.
25 Cuando lo encontraron al otro lado del mar, le preguntaron: “Rabí,+ ¿cuándo llegaste acá?”. 26 Jesús les contestó: “De verdad les aseguro que ustedes no me buscan porque vieron milagros,* sino porque comieron de los panes hasta quedar satisfechos.+ 27 No trabajen por el alimento que se echa a perder,+ sino por el alimento que dura y lleva a vida eterna,+ el que les dará el Hijo del Hombre. Y es que el Padre, Dios mismo, ha puesto sobre él su sello de aprobación”.+
28 Por lo tanto, le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. 29 Y Jesús les contestó: “Esta es la obra de Dios: que demuestren fe en el que él envió”.+ 30 Entonces le dijeron: “¿Y qué milagro* vas a hacer+ para que lo veamos y te creamos? ¿Qué obra haces tú? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto,+ tal como está escrito: ‘Les dio de comer pan del cielo’”.+ 32 Jesús entonces les dijo: “De verdad les aseguro que Moisés no les dio el pan del cielo, sino que mi Padre les da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que ha bajado del cielo y le da vida al mundo”.+ 34 Así que le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”.
35 Jesús les dijo: “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí nunca más tendrá hambre, y el que demuestre fe en mí nunca más tendrá sed.+ 36 Pero, como ya les dije, ustedes me han visto y aun así no creen.+ 37 Todos aquellos que el Padre me entrega vendrán a mí, y al que venga a mí yo jamás lo rechazaré.+ 38 Porque no bajé del cielo+ para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.+ 39 Esta es la voluntad del que me envió: que no pierda a ninguno de todos los que él me ha entregado,+ sino que los resucite+ en el último día. 40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que reconozca al Hijo y demuestre fe en él tenga vida eterna,+ y yo lo resucitaré+ en el último día”.
41 Entonces los judíos se pusieron a murmurar de él porque había dicho “Yo soy el pan que bajó del cielo”.+ 42 Y empezaron a decir: “¿Este no es Jesús hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre?+ ¿Cómo es que ahora dice ‘Yo he bajado del cielo’?”. 43 Al ver esto, Jesús les dijo: “Dejen de murmurar entre ustedes. 44 Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo traiga;+ y a ese yo lo resucitaré en el último día.+ 45 Está escrito en los Profetas: ‘Todos ellos serán enseñados* por Jehová’.+ Todo el que escucha al Padre y aprende de él viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre,+ aparte del que viene de Dios; ese sí ha visto al Padre.+ 47 De verdad les aseguro que el que cree tendrá vida eterna.+
48 ”Yo soy el pan de la vida.+ 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y de todas maneras murieron.+ 50 Este es el pan que baja del cielo, para que el que coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguien come de este pan, vivirá para siempre. De hecho, el pan que yo voy a entregar para que el mundo viva es mi carne”.+
52 Entonces los judíos se pusieron a discutir entre ellos y decir: “¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne?”. 53 Así que Jesús les dijo: “De verdad les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes mismos.+ 54 El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré+ en el último día; 55 porque mi carne es alimento de verdad y mi sangre es bebida de verdad. 56 El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre se mantiene en unión conmigo, y yo me mantengo en unión con él.+ 57 El Padre, que vive, me envió y yo vivo por causa del Padre. De igual modo, el que se alimente de mí vivirá por causa de mí.+ 58 Este es el pan que bajó del cielo. No es como el que comieron los antepasados de ustedes, quienes acabaron muriendo. El que se alimente de este pan vivirá para siempre”.+ 59 Dijo estas cosas mientras enseñaba en una sinagoga de Capernaúm.
60 Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: “Este discurso es ofensivo. ¿Quién lo puede escuchar?”. 61 Pero Jesús, que sabía en su interior que sus discípulos estaban murmurando de eso, les dijo: “¿Esto los escandaliza? 62 ¿Qué pasaría entonces si vieran al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes?+ 63 Lo que da vida es el espíritu;+ la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y son vida.+ 64 Pero hay algunos de ustedes que no creen”. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a traicionar.+ 65 Y añadió: “Por eso les dije que nadie puede venir a mí a menos que el Padre se lo conceda”.+
66 A raíz de eso, muchos de sus discípulos volvieron a las cosas que habían dejado atrás+ y ya no andaban con él. 67 Así que Jesús les preguntó a los Doce: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”. 68 Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a acudir?+ Tú tienes palabras de vida eterna.+ 69 Nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.+ 70 Jesús les contestó: “Yo los elegí a ustedes, a los 12, ¿no es cierto?+ Sin embargo, uno de ustedes es un calumniador”.+ 71 Estaba hablando de Judas hijo de Simón Iscariote, porque, aunque era uno de los Doce, lo iba a traicionar.+
7 Después de esto, Jesús siguió recorriendo* Galilea porque prefería no andar por Judea, ya que los judíos estaban buscando una oportunidad para matarlo.+ 2 Ahora bien, se acercaba la fiesta judía de los Tabernáculos.+ 3 Por eso sus hermanos+ le dijeron: “Sal de aquí y vete a Judea para que tus discípulos también vean las obras que haces. 4 Porque, cuando uno quiere que todos lo conozcan, no hace nada en secreto. Si tú haces estas cosas, muéstrate al mundo”. 5 En realidad, sus hermanos no demostraban fe en él.+ 6 Entonces, Jesús les dijo: “Mi tiempo todavía no ha llegado,+ pero para ustedes cualquier tiempo es bueno. 7 El mundo no tiene motivos para odiarlos a ustedes, pero a mí me odia porque yo doy testimonio de que las cosas que hace son malas.+ 8 Suban ustedes a la fiesta. Yo aún no voy a subir a esta fiesta, porque mi tiempo todavía no ha llegado”.+ 9 Les dijo esto y se quedó en Galilea.
10 Sin embargo, una vez que sus hermanos subieron a la fiesta, él también subió, pero no lo hizo abiertamente, sino en secreto. 11 Así que los judíos se pusieron a buscarlo en la fiesta y a decir: “¿Dónde estará ese hombre?”. 12 Entre las multitudes había mucha gente cuchicheando sobre él. Algunos decían: “Es una buena persona”. Otros decían: “No, no lo es. Lo que hace es engañar a la multitud”.+ 13 Pero, claro, nadie se atrevía a hablar de él en público por miedo a los judíos.+
14 A la mitad de la fiesta, Jesús subió al templo y se puso a enseñar. 15 Los judíos estaban asombrados y decían: “¿Cómo sabe este hombre tanto de las Escrituras,+ si no ha estudiado en las escuelas?”.+ 16 Entonces Jesús les contestó: “Lo que yo enseño no es mío, sino del que me envió.+ 17 Si alguien desea hacer la voluntad de Dios, sabrá si lo que yo enseño viene de Dios,+ o si son mis propias ideas. 18 El que enseña sus propias ideas busca su propia alabanza,* pero el que busca que alaben al* que lo envió+ es fiel a* la verdad, y no hay injusticia en él. 19 Moisés les dio la Ley,+ ¿no es cierto? Pero ni uno de ustedes obedece la Ley. ¿Por qué intentan matarme?”.+ 20 La multitud le contestó: “¡Tienes un demonio!*+ ¿Quién intenta matarte?”. 21 Entonces, Jesús les dijo: “Hice una sola cosa y todos ustedes se quedaron sorprendidos. 22 Piensen en esto: Moisés les dio la circuncisión+ (aunque en realidad no viene de Moisés, sino de sus antepasados)+ y ustedes circuncidan a un varón en sábado. 23 Si circuncidan a un varón en sábado para no desobedecer la Ley de Moisés, ¿cómo es que se ponen tan furiosos conmigo por curar totalmente a un hombre en sábado?+ 24 Dejen de juzgar por las apariencias: sean justos cuando juzguen”.+
25 Entonces algunos de los habitantes de Jerusalén se pusieron a decir: “Este es el hombre a quien intentan matar, ¿no es cierto?+ 26 Pero, mira, ahí está hablando delante de todos y no le dicen nada. ¿Será que nuestros gobernantes se han convencido de que él es el Cristo? 27 Pero no; nosotros sabemos de dónde es este hombre,+ y cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde es”. 28 Entonces Jesús dijo con voz fuerte mientras enseñaba en el templo: “Ustedes me conocen y saben de dónde soy. Pero yo no vine por mi propia cuenta.+ El que me envió es real, y ustedes no lo conocen.+ 29 Yo sí lo conozco,+ porque vengo como representante suyo y fue él quien me envió”. 30 Por eso comenzaron a buscar la manera de atraparlo,+ pero nadie pudo ponerle las manos encima porque todavía no había llegado su hora.+ 31 Aun así, muchos de los que estaban allí pusieron su fe en él+ y decían: “Cuando venga el Cristo, él no va a hacer más milagros* de los que ya ha hecho este hombre, ¿verdad?”.+
32 Los fariseos oyeron a la multitud cuchicheando estas cosas sobre él. De ahí que ellos y los sacerdotes principales mandaran guardias para arrestarlo. 33 Jesús entonces le dijo a la gente: “Estaré con ustedes un poco más de tiempo antes de ir a quien me envió.+ 34 Ustedes me buscarán, pero no me encontrarán. No pueden ir adonde yo esté”.+ 35 Así que los judíos comentaban entre ellos: “¿Adónde piensa ir este, para que no podamos encontrarlo? ¿No pensará irse con los judíos esparcidos entre los griegos y enseñarles a los griegos? 36 ¿A qué se refería cuando dijo ‘Ustedes me buscarán, pero no me encontrarán. No pueden ir adonde yo esté’?”.
37 El último día, el gran día de la fiesta,+ Jesús se puso de pie y dijo con voz fuerte: “Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba.+ 38 Si alguien pone su fe en mí, ‘de lo más profundo de su ser saldrán ríos de agua viva’, tal como dicen las Escrituras”.+ 39 Ahora bien, con esto se estaba refiriendo al espíritu, que iban a recibir los que pusieran su fe en él. Y es que aún no se había recibido el espíritu,+ porque Jesús todavía no había sido glorificado.+ 40 Al oír estas palabras, algunos de la multitud se pusieron a decir: “Está claro que este es el Profeta”.+ 41 Otros decían: “Este es el Cristo”.+ Pero algunos decían: “El Cristo no puede venir de Galilea, ¿verdad?+ 42 ¿No dicen las Escrituras que el Cristo sería de la descendencia de David+ y que vendría de Belén,+ la aldea de donde era David?”.+ 43 Así que entre la multitud se produjo un desacuerdo acerca de él. 44 Y algunos de ellos querían arrestarlo, pero nadie pudo ponerle las manos encima.
45 Entonces los guardias volvieron adonde estaban los sacerdotes principales y los fariseos. Estos últimos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?”. 46 Los guardias les respondieron: “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”.+ 47 Pero los fariseos les dijeron: “¿No se habrán dejado engañar ustedes también? 48 ¿Acaso alguno de nuestros gobernantes o de los fariseos ha puesto su fe en él?+ 49 Pero esta multitud que no conoce la Ley es gente maldita”. 50 Nicodemo, que anteriormente había ido a ver a Jesús+ y que era uno de ellos, les dijo: 51 “Según nuestra Ley, no se puede juzgar a alguien sin antes escucharlo y saber bien lo que está haciendo, ¿no es cierto?”.+ 52 Al oír esto, ellos le dijeron: “¿Tú no serás también de Galilea, verdad? Investiga y verás que de Galilea no puede salir ningún profeta”.+
8 12 Entonces Jesús les habló de nuevo. Dijo: “Yo soy la luz del mundo.+ El que me siga nunca andará en la oscuridad, sino que tendrá la luz+ de la vida”. 13 A lo que los fariseos le dijeron: “Estás dando testimonio a favor de ti mismo. Tu testimonio no es verdadero”.* 14 Jesús les respondió: “Aunque doy testimonio a favor de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque yo sé de dónde vine y adónde voy.+ Pero ustedes no saben de dónde vine ni adónde voy. 15 Ustedes juzgan según criterios humanos;*+ yo no juzgo a nadie. 16 Y, si acaso juzgara, mi juicio sería fiel a la verdad, porque no estoy solo, sino que el Padre, que me envió, está conmigo.+ 17 Además, en la propia Ley de ustedes está escrito: ‘El testimonio de dos personas es verdadero’.*+ 18 Yo soy el que da testimonio a mi favor, y también da testimonio a mi favor el Padre, que me envió”.+ 19 Entonces le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús les contestó: “Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre.+ Si me conocieran, conocerían a mi Padre también”.+ 20 Dijo estas palabras en el lugar donde estaban las arcas del tesoro,+ cuando estaba enseñando en el templo. Pero nadie lo atrapó porque todavía no había llegado su hora.+
21 Así que les dijo otra vez: “Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado.+ Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”.+ 22 Los judíos se pusieron a decir: “¿Será que va a quitarse la vida? Es que dice ‘Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’”. 23 Entonces él añadió: “Ustedes son de las regiones de abajo; yo soy de las regiones de arriba.+ Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por eso les dije ‘Morirán en sus pecados’. Porque, si no creen que yo soy quien digo ser, morirán en sus pecados”. 25 Así que se pusieron a preguntarle: “¿Y tú quién eres?”. Jesús les respondió: “¿Para qué les hablo siquiera? 26 Tengo mucho que decir sobre ustedes y muchas cosas que juzgar. De hecho, el que me envió es fiel a la verdad, y yo digo en el mundo las mismas cosas que le escuché a él”.+ 27 Pero ellos no captaron que les hablaba del Padre. 28 Entonces Jesús dijo: “Una vez que ustedes hayan alzado al Hijo del Hombre,+ entonces sabrán que yo soy quien digo ser+ y que no hago nada por mi cuenta,+ sino que digo lo que el Padre me enseñó. 29 Y el que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que a él le agrada”.+ 30 Mientras decía estas cosas, muchos pusieron su fe en él.
31 Entonces Jesús pasó a decirles a los judíos que le habían creído: “Si permanecen en mis enseñanzas,* realmente son mis discípulos; 32 conocerán la verdad,+ y la verdad los hará libres”.+ 33 Le respondieron: “Somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices ‘Serán libres’?”. 34 Jesús les contestó: “De verdad les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado.+ 35 Además, el esclavo no se queda para siempre en la casa del amo; el hijo sí se queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo los libera, serán libres de verdad. 37 Yo sé que son descendientes de Abrahán; pero están tratando de matarme porque mis palabras no progresan en ustedes. 38 Yo hablo de las cosas que vi cuando estaba con mi Padre,+ pero ustedes hacen las cosas que le han oído decir a su padre”. 39 A lo que ellos le dijeron: “Nuestro padre es Abrahán”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abrahán,+ harían las mismas obras que Abrahán. 40 Pero a mí, un hombre que les ha dicho la verdad que le escuchó a Dios,+ me quieren matar. Abrahán no hizo eso. 41 Ustedes hacen las mismas obras que su padre”. Y ellos le dijeron: “Nosotros no somos hijos ilegítimos; tenemos un solo Padre, Dios”.
42 Jesús les respondió: “Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían,+ porque fue Dios quien me envió y por eso estoy aquí. No vine por mi propia cuenta, sino que él me envió.+ 43 ¿Por qué no entienden lo que estoy diciendo? Es porque no son capaces de escuchar* mis palabras. 44 Ustedes son hijos de su padre, el Diablo, y quieren cumplir los deseos de su padre.+ Él en sus comienzos fue un asesino.+ No se mantuvo fiel a la verdad porque no hay verdad en él. Cada vez que dice una mentira, habla de acuerdo con su forma de ser, porque es un mentiroso y el padre de la mentira.+ 45 En cambio, como yo les digo la verdad, a mí no me creen. 46 ¿Quién de ustedes puede probar que soy culpable de algún pecado?+ Si digo la verdad, ¿por qué no me creen? 47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios.+ Por eso ustedes no escuchan: porque no son de Dios”.+
48 Al oír esto, los judíos le dijeron: “¿No tenemos razón al decir ‘Tú eres un samaritano+ y tienes un demonio’?”.+ 49 Jesús les contestó: “Yo no tengo ningún demonio. Lo que hago es honrar a mi Padre, y ustedes me deshonran a mí. 50 Pero yo no estoy buscando gloria para mí;+ hay alguien que la busca, y él es el que juzga. 51 De verdad les aseguro que, si alguien obedece mis palabras, nunca verá la muerte”.+ 52 Los judíos le dijeron: “Ahora nos queda claro que tienes un demonio. Abrahán murió y los profetas también, pero tú dices ‘Si alguien obedece mis palabras, nunca probará la muerte’. 53 ¿Acaso eres superior a nuestro padre Abrahán, que murió? Los profetas también murieron. ¿Quién te crees que eres?”. 54 Jesús contestó: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no serviría de nada. El que me glorifica es mi Padre,+ el que ustedes dicen que es su Dios. 55 Pero ustedes no lo conocen; en cambio, yo lo conozco.+ Y, si dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes. Pero sí lo conozco y obedezco sus palabras. 56 Abrahán, el padre de ustedes, se alegraba muchísimo pensando en que vería mi día, y lo vio y se alegró”.+ 57 Entonces los judíos le dijeron: “No tienes ni 50 años, ¿y has visto a Abrahán?”. 58 Jesús les dijo: “De verdad les aseguro que, antes de que Abrahán naciera, yo ya existía”.+ 59 Entonces agarraron piedras para lanzárselas a Jesús, pero él se escondió y salió del templo.
9 Al pasar, vio a un hombre que había nacido ciego. 2 Y sus discípulos le preguntaron: “Rabí,+ ¿quién pecó para que este hombre naciera ciego: él, o sus padres?”. 3 Jesús les contestó: “No pecaron ni él ni sus padres, pero esto pasó para que en su caso se viera claramente lo que Dios puede hacer.+ 4 Tenemos que hacer las obras del que me envió mientras sea de día.+ Viene la noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras yo esté en el mundo, yo soy la luz del mundo”.+ 6 Después de decir esto, escupió en la tierra y con la saliva hizo barro. Luego se lo aplicó al hombre en los ojos+ 7 y le dijo: “Ve a lavarte en el estanque de Siloam” (que se traduce “enviado”). Así que él fue, se lavó y, cuando volvió, ya podía ver.+
8 Entonces los vecinos y los que solían verlo mendigando se pusieron a decir: “Este es el hombre que se sentaba a pedir, ¿verdad?”. 9 Unos decían: “Es él”. Otros decían: “No es él, pero se le parece”. Y el hombre decía: “Sí, soy yo”. 10 Así que le preguntaron: “¿Y cómo se te abrieron los ojos?”. 11 Él les contestó: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo puso en los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloam y lávate’.+ Y yo fui, me lavé y pude ver”. 12 Entonces le preguntaron: “¿Dónde está ese hombre?”. “No lo sé”, respondió.
13 Ellos llevaron al que había sido ciego ante los fariseos. 14 Por cierto, el día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos+ era sábado.+ 15 Así que los fariseos también se pusieron a preguntarle cómo había conseguido ver. Él les dijo: “Me puso barro en los ojos, yo me lavé y ahora puedo ver”. 16 Entonces algunos de los fariseos se pusieron a decir: “Ese hombre no es de Dios, porque no respeta el sábado”.+ Otros decían: “Pero ¿cómo puede un pecador hacer milagros* así?”.+ No se ponían de acuerdo.+ 17 Y le volvieron a decir al ciego: “Ya que fue a ti a quien le abrió los ojos, ¿qué dices tú de él?”. El hombre les contestó: “Es un profeta”.+
18 Sin embargo, los judíos no creyeron que él había sido ciego y ahora podía ver, hasta que llamaron a los padres del hombre. 19 Les preguntaron: “¿Es este su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? Entonces, ¿cómo es que ahora ve?”. 20 Y sus padres les contestaron: “Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. 21 Pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; y quién le abrió los ojos, tampoco lo sabemos. Pregúntenselo a él, que es mayor de edad y debe responder por sí mismo”. 22 Sus padres contestaron así por miedo a los judíos;+ y es que los judíos ya se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga+ a cualquiera que reconociera a Jesús como Cristo. 23 Por eso sus padres dijeron “Es mayor de edad. Pregúntenselo a él”.
24 Por lo tanto, llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. 25 Él les contestó: “Si es un pecador, eso no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo”. 26 Entonces le preguntaron: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?”. 27 Él les contestó: “Ya se lo dije, pero ustedes no me hicieron caso. ¿Por qué quieren oírlo otra vez? No querrán hacerse discípulos de él también, ¿verdad?”. 28 Al oír esto, ellos le dijeron con desprecio: “Tú eres discípulo de ese hombre, pero nosotros somos discípulos de Moisés. 29 Sabemos que Dios le habló a Moisés, pero este no sabemos de dónde ha salido”. 30 El hombre les respondió: “Esto sí que es increíble, que él me haya abierto los ojos y ustedes no sepan de dónde ha salido. 31 Sabemos que Dios no escucha a pecadores,+ pero al que teme a Dios y hace su voluntad, a ese sí lo escucha.+ 32 En toda la historia, jamás se ha oído que alguien le abriera los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada”.+ 34 Entonces, le dijeron: “Tú, que naciste lleno de pecado, ¿pretendes darnos lecciones a nosotros?”. Y lo echaron.+
35 Jesús oyó que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: “¿Tienes fe en el Hijo del Hombre?”. 36 Él le contestó: “¿Y quién es, señor? Dímelo para que pueda tener fe en él”. 37 Jesús le respondió: “Tú ya lo has visto. De hecho, estás hablando con él”.+ 38 Entonces él dijo: “Tengo fe en él, Señor”. Y le rindió homenaje. 39 Y Jesús dijo: “He venido a este mundo para un juicio, para que los que no ven puedan ver+ y los que ven se queden ciegos”.+ 40 Los fariseos que estaban allí con él oyeron esto y le dijeron: “Nosotros no estamos ciegos también, ¿verdad?”.+ 41 Jesús les contestó: “Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado. Pero, como ustedes dicen ‘Nosotros vemos’, su pecado permanece”.+
10 “De verdad les aseguro que el que no entra en el redil* de las ovejas por la puerta, sino que trepa por otro lado, ese es un ladrón y un saqueador.+ 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.+ 3 Es a este a quien el portero le abre,+ y las ovejas escuchan su voz.+ El pastor llama a sus ovejas por su nombre y las conduce afuera. 4 Después de sacar a todas sus ovejas, va delante de ellas. Las ovejas lo siguen porque conocen su voz. 5 Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él porque no conocen la voz de los extraños”.+ 6 Jesús les habló usando esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les estaba diciendo.
7 Así que Jesús les volvió a decir: “De verdad les aseguro que yo soy la puerta para las ovejas.+ 8 Todos los que han venido haciéndose pasar por mí son unos ladrones y unos saqueadores, pero las ovejas no los han escuchado. 9 Yo soy la puerta; el que entre por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará pastos.+ 10 El ladrón solo viene para robar, matar y destruir.+ Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. 11 Yo soy el pastor excelente,+ y el pastor excelente entrega su vida por las ovejas.+ 12 El trabajador, que ni es pastor ni es el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona a las ovejas y huye. El lobo entonces las arrebata y las dispersa. 13 El trabajador huye porque solo trabaja por la paga y no le importan las ovejas. 14 Yo soy el pastor excelente. Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí,+ 15 tal como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre;+ y yo entrego mi vida por las ovejas.+
16 ”Y tengo otras ovejas, que no son de este redil;*+ a esas también las tengo que traer, y ellas escucharán mi voz. Formarán un solo rebaño con un solo pastor.+ 17 El Padre me ama+ por esto: porque yo entrego mi vida+ para luego volver a recibirla. 18 Nadie me la quita, sino que la entrego voluntariamente. Tengo autoridad para entregarla y tengo autoridad para recibirla de nuevo.+ Ese es el mandamiento que recibí de mi Padre”.
19 Por estas palabras, los judíos volvieron a estar en desacuerdo.+ 20 Muchos de ellos decían: “Tiene un demonio y ha perdido la cabeza.+ ¿Por qué lo escuchan?”. 21 Otros decían: “Esas no son palabras de un endemoniado. Un demonio no puede abrirles los ojos a los ciegos, ¿verdad?”.
22 Por esas fechas se celebraba en Jerusalén la Fiesta de la Dedicación. Era invierno, 23 y Jesús estaba en el templo, caminando por el Pórtico* de Salomón.+ 24 Entonces los judíos lo rodearon y se pusieron a decirle: “¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si eres el Cristo, dilo claramente”. 25 Jesús les contestó: “Ya lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio a mi favor.+ 26 Pero ustedes no creen porque no son mis ovejas.+ 27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen.+ 28 Yo les doy vida eterna;+ no van a ser destruidas nunca, y nadie las arrebatará de mis manos.+ 29 Lo que mi Padre me ha dado es más valioso que todo lo demás, y nadie puede arrebatar las ovejas de las manos del Padre.+ 30 Yo y el Padre somos uno”.+
31 Una vez más, los judíos agarraron piedras para apedrearlo.+ 32 Jesús entonces les dijo: “Les he mostrado muchas buenas* obras que vienen del Padre. ¿Por cuál de esas obras me quieren apedrear?”. 33 Los judíos le contestaron: “No te vamos a apedrear por ninguna buena obra, sino por blasfemar;+ porque tú, aunque eres un hombre, te haces a ti mismo un dios”. 34 Jesús les contestó: “¿No está escrito en su Ley ‘Yo dije: “Ustedes son dioses”’?+ 35 Si él llamó dioses+ a aquellos contra* quienes se dirigió la palabra de Dios (y las Escrituras no se pueden anular), 36 ¿a mí —a quien el Padre santificó y envió al mundo— me dicen* ‘blasfemas’ por decir ‘soy Hijo de Dios’?+ 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. 38 Pero, si las hago, aunque no me crean a mí, crean por las obras que hago.+ Así sabrán y nunca dejarán de saber que el Padre está en unión conmigo y yo estoy en unión con el Padre”.+ 39 Y otra vez trataron de atraparlo, pero se les escapó de las manos.+
40 Volvió a irse al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan bautizaba al principio,+ y se quedó allí. 41 Muchas personas fueron a verlo y empezaron a decir: “Juan no hizo ni un solo milagro,* pero todo lo que Juan dijo acerca de este hombre era verdad”.+ 42 Y muchos allí pusieron su fe en Jesús.
11 Ahora bien, un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Era de Betania,+ la aldea de María y su hermana Marta.+ 2 Esta María fue la que derramó aceite perfumado sobre el Señor y le secó los pies con su cabello.+ El que estaba enfermo era su hermano Lázaro. 3 Así que sus hermanas mandaron a decirle a Jesús: “Señor, mira, tu querido amigo está enfermo”.+ 4 Pero, cuando Jesús oyó esto, dijo: “Esta enfermedad no tiene como finalidad la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios+ y para que el Hijo de Dios sea glorificado mediante ella”.
5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Sin embargo, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7 Luego les dijo a los discípulos: “Vámonos otra vez a Judea”. 8 Pero los discípulos le dijeron: “Rabí,+ hace poco los de Judea querían apedrearte,+ ¿y piensas ir allí de nuevo?”. 9 Jesús les contestó: “El día tiene 12 horas de luz, ¿no es así?+ Quien camina a la luz del día no tropieza con nada porque ve la luz de este mundo. 10 Pero quien camina de noche tropieza porque la luz no está en él”.
11 Después de decir esto, añadió: “Nuestro amigo Lázaro se ha dormido,+ pero voy para allá a despertarlo”. 12 Los discípulos entonces le dijeron: “Señor, si está durmiendo, se pondrá bien”.* 13 En realidad, Jesús quería decir que Lázaro estaba muerto. Pero ellos creían que se refería a que estaba dormido, descansando. 14 Entonces, Jesús les dijo claramente: “Lázaro ha muerto,+ 15 y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que ustedes crean. Vayamos adonde está él”. 16 Por eso Tomás, a quien llamaban el Gemelo, les dijo a los otros discípulos: “Vayamos nosotros también y muramos con él”.+
17 Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro ya llevaba cuatro días en la tumba. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros. 19 Muchos judíos habían venido a ver a Marta y a María para consolarlas por lo de su hermano. 20 Cuando Marta se enteró de que Jesús venía, fue a su encuentro; pero María+ se quedó sentada en la casa. 21 Marta entonces le dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará”. 23 Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará”. 24 Marta le respondió: “Yo sé que se levantará en la resurrección,+ en el último día”. 25 Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida.+ El que demuestre fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; 26 y nadie que esté vivo y demuestre fe en mí morirá jamás.+ ¿Crees tú esto?”. 27 Ella le dijo: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. 28 Después de decir esto, se fue a llamar a su hermana María y le dijo en privado: “El Maestro+ está aquí y te llama”. 29 Tan pronto como María oyó esto, se levantó y fue a verlo.
30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que seguía en el mismo lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Cuando los judíos que estaban consolando a María en la casa la vieron levantarse de repente y salir, la siguieron porque pensaban que se iba a llorar a la tumba.+ 32 Entonces María llegó adonde estaba Jesús y, cuando lo vio, cayó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. 33 Jesús, al verla llorando a ella y también a los judíos que la acompañaban, se conmovió en lo más profundo de su ser y se sintió angustiado. 34 Les preguntó: “¿Dónde lo han puesto?”. Le contestaron: “Ven, Señor, y lo verás”. 35 A Jesús se le saltaron las lágrimas.+ 36 Al verlo, los judíos se pusieron a decir: “¡Miren cuánto lo quería!”.* 37 Pero algunos de ellos decían: “Si este hombre pudo abrirle los ojos al ciego,+ ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera?”.
38 Jesús, después de conmoverse otra vez en su interior, fue a la tumba. En realidad era una cueva, y había una piedra tapando la entrada. 39 Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Pero Marta, la hermana del difunto, le dijo: “Señor, ya debe oler mal, porque han pasado cuatro días”. 40 Jesús le preguntó: “¿No te dije que si creías podrías ver la gloria de Dios?”.+ 41 Así que quitaron la piedra. Entonces Jesús levantó la mirada al cielo+ y dijo: “Padre, te doy las gracias por haberme escuchado. 42 Yo sé que tú siempre me escuchas, pero lo digo por la multitud que me rodea, para que crean que tú me enviaste”.+ 43 Y, después de decir esto, gritó con fuerza: “¡Lázaro, sal!”.+ 44 El que había estado muerto salió. Tenía los pies y las manos atados con vendas y la cara envuelta con una tela. Jesús les dijo: “Quítenle las vendas y dejen que se vaya”.
45 Por eso, al ver lo que Jesús hizo, muchos de los judíos que habían venido a visitar a María pusieron su fe en él.+ 46 Pero algunos se fueron y les contaron a los fariseos lo que Jesús había hecho. 47 Así que los sacerdotes principales y los fariseos reunieron al Sanedrín y dijeron: “¿Qué vamos a hacer? Porque este hombre hace muchos milagros.*+ 48 Si dejamos que siga así, todos pondrán su fe en él y los romanos vendrán y nos quitarán tanto nuestro lugar santo como nuestra nación”. 49 Pero uno de ellos, Caifás,+ que era el sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no entienden nada. 50 No se dan cuenta de que les conviene que muera un solo hombre por el pueblo y no que toda la nación sea destruida”.+ 51 Pero esto no lo dijo porque fuera idea suya, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación. 52 Y no solo por la nación, sino también para reunir en un solo grupo a los hijos de Dios que estaban esparcidos.+ 53 Así que desde ese día conspiraron para matarlo.+
54 Por eso Jesús dejó de andar en público entre los judíos y se fue a la región que está cerca del desierto,+ a una ciudad llamada Efraín,+ y se quedó allí con los discípulos. 55 Se acercaba la Pascua+ de los judíos, y mucha gente de la zona rural subió a Jerusalén antes de la Pascua para limpiarse ceremonialmente. 56 Y se pusieron a buscar a Jesús. Se decían unos a otros en el templo: “¿Ustedes qué creen? ¿Será que no va a venir a la fiesta?”. 57 Pero los sacerdotes principales y los fariseos habían ordenado que, si alguien se enteraba de dónde estaba Jesús, lo informara para que pudieran arrestarlo.
12 Seis días antes de la Pascua, Jesús llegó a Betania,+ donde vivía Lázaro,+ a quien Jesús había levantado de entre los muertos. 2 Y allí le prepararon una cena. Marta les servía+ y Lázaro estaba entre los que cenaban* con él. 3 Entonces María tomó una libra de un aceite perfumado muy caro, de nardo puro, y lo derramó sobre los pies de Jesús. Luego se los secó con su cabello.+ Y la casa se llenó del aroma del aceite perfumado.+ 4 Pero uno de sus discípulos, Judas Iscariote,+ que estaba a punto de traicionarlo, dijo: 5 “¿Por qué no se vendió este aceite perfumado por 300 denarios y se dio ese dinero a los pobres?”. 6 En realidad, no lo dijo porque le importaran los pobres, sino porque era un ladrón; como tenía a su cargo la caja del dinero, robaba del dinero que se ponía en ella. 7 Jesús entonces dijo: “Déjala tranquila; que cumpla con esta costumbre en vista del día de mi entierro.+ 8 Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes,+ pero a mí no me van a tener siempre”.+
9 Mientras tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania y vinieron a verlo, pero no solo a él, sino también a Lázaro, a quien él había levantado de entre los muertos.+ 10 Los sacerdotes principales ahora conspiraron para matar también a Lázaro+ 11 porque por él muchos judíos iban allí y empezaban a tener fe en Jesús.+
12 Al día siguiente, la gran multitud que había venido para la fiesta se enteró de que Jesús estaba llegando a Jerusalén. 13 Así que tomaron hojas de palmera y salieron a su encuentro,+ y se pusieron a gritar: “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito el que viene en el nombre de Jehová,+ el Rey de Israel!”.+ 14 Cuando Jesús encontró un burrito, se montó en él,+ así como está escrito: 15 “No temas, hija de Sion. ¡Mira! Viene tu rey, sentado en un burrito”.+ 16 Al principio sus discípulos no comprendieron estas cosas.+ Pero, cuando Jesús fue glorificado,+ recordaron que estas cosas estaban escritas acerca de él y que esas eran las cosas que le habían hecho.+
17 Ahora bien, la multitud que había estado presente cuando Jesús le dijo a Lázaro que saliera de la tumba+ y lo levantó de entre los muertos iba dando testimonio de lo que había ocurrido.+ 18 Fue también por eso por lo que la multitud salió a su encuentro, porque oyeron que había hecho ese milagro.* 19 Así que los fariseos se dijeron unos a otros: “Ya ven que no estamos logrando nada. ¡Miren cómo todo el mundo se ha ido detrás de él!”.+
20 Resulta que entre la gente que había venido a adorar a Dios en la fiesta había unos griegos. 21 Ellos se acercaron a Felipe,+ que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, queremos ver a Jesús”. 22 Felipe fue a decírselo a Andrés,+ y entonces Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
23 Pero Jesús les contestó: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.+ 24 De verdad les aseguro que, si el grano de trigo no cae al suelo y muere, sigue siendo solo un grano. Pero, si muere,+ entonces da mucho fruto. 25 El que ama su vida la perderá,* pero el que odia su vida+ en este mundo la conservará para la vida eterna.+ 26 Si alguien quiere servirme, que me siga; y, donde yo esté, allí también estará mi siervo.+ Si alguien me sirve, el Padre lo honrará. 27 Ahora me siento angustiado.+ Y ¿qué podría decir? Padre, líbrame de esta difícil hora.+ Pero precisamente para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre”. Entonces del cielo salió una voz+ que dijo: “Lo he glorificado y lo volveré a glorificar”.+
29 La multitud que estaba allí oyó eso, y algunos se pusieron a decir que había tronado. Otros dijeron: “Le ha hablado un ángel”. 30 Jesús entonces dijo: “Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.+ 31 Ahora se está juzgando al mundo; ahora el gobernante de este mundo+ será echado afuera.+ 32 Pero yo, cuando sea alzado de la tierra,+ atraeré a mí a todo tipo de personas”.+ 33 En realidad, esto lo dijo para indicar de qué manera iba a morir.+ 34 Entonces la multitud le contestó: “Sabemos por la Ley que el Cristo existirá para siempre.+ ¿Cómo es que tú dices que el Hijo del Hombre tiene que ser alzado?+ ¿Quién es ese Hijo del Hombre?”. 35 Así que Jesús les dijo: “La luz estará entre ustedes un poco más.+ Caminen mientras tengan la luz para que la oscuridad no los venza; el que camina en la oscuridad no sabe adónde va.+ 36 Mientras tengan la luz, demuestren fe en la luz, para que lleguen a ser hijos de la luz”.+
Después de decir estas cosas, Jesús se fue y se escondió de ellos. 37 Aunque había hecho tantos milagros* delante de ellos, no ponían su fe en él, 38 para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías, que dijo: “Jehová, ¿quién ha puesto su fe en nuestro mensaje?*+ ¿Y a quién le ha sido revelado el brazo de Jehová?”.+ 39 Isaías también dijo la razón por la que no podían creer: 40 “Les ha cegado los ojos y les ha endurecido* el corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón ni regresen a Dios* y yo los sane”.+ 41 Isaías dijo estas cosas porque vio la gloria de él, y habló acerca de él.+ 42 De todas formas, hasta muchos gobernantes de los judíos pusieron su fe en él;+ pero no lo reconocían abiertamente por miedo a los fariseos, para no ser expulsados de la sinagoga,+ 43 porque amaban más la aprobación* de la gente que la aprobación* de Dios.+
44 Pero Jesús dijo con voz fuerte: “El que pone su fe en mí no solo pone su fe en mí, sino también en el que me envió;+ 45 y el que me ve a mí también ve al que me envió.+ 46 He venido al mundo como una luz,+ para que nadie que ponga su fe en mí siga estando en la oscuridad.+ 47 Ahora bien, si alguien oye mis palabras pero no las cumple, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.+ 48 El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: las palabras que he dicho lo juzgarán en el último día.+ 49 Porque no he hablado por mi cuenta, sino que es el Padre, que me envió, quien me ha mandado lo que tengo que decir y lo que tengo que hablar.+ 50 Y sé que su mandamiento significa* vida eterna.+ Así que todo lo que digo, lo digo tal como el Padre me lo ha dicho”.+
13 Ahora bien, antes de la fiesta de la Pascua, Jesús sabía que le había llegado la hora+ de irse de este mundo para volver con el Padre.+ Por eso, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el final.+ 2 Estaban en plena cena* y el Diablo ya había metido en el corazón de Judas Iscariote+, el hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús.+ 3 Así que Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que él había venido de Dios y volvería con Dios,+ 4 se levantó de la mesa, puso su manto a un lado, tomó una toalla y se la ató a la cintura.+ 5 Luego echó agua en una palangana y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba atada a la cintura.+ 6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le preguntó: “Señor, ¿tú me vas a lavar los pies?”. 7 Jesús le respondió: “Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero más adelante lo entenderás”. 8 Pedro le dijo: “No me lavarás los pies jamás”. Y Jesús le contestó: “Si no te los lavo,+ no eres uno de los míos”.* 9 Simón Pedro le dijo: “Señor, entonces no me laves solo los pies, sino también las manos y la cabeza”. 10 Jesús le respondió: “El que se ha bañado está completamente limpio+ y solo necesita lavarse los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. 11 Y es que sabía quién lo traicionaría.+ Por eso dijo “No todos ustedes están limpios”.
12 Entonces, después de lavarles los pies, ponerse su manto y sentarse* de nuevo a la mesa, les dijo: “¿Entienden lo que les he hecho? 13 Ustedes me llaman Maestro+ y Señor, y tienen razón, porque lo soy.+ 14 Por eso, si yo, el Señor y Maestro, les he lavado los pies a ustedes,+ ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.+ 15 Yo les he dado el ejemplo* para que hagan lo mismo que yo les hice.+ 16 De verdad les aseguro que el esclavo no es más que su amo ni es el enviado más que el que lo envió.+ 17 Ahora que saben estas cosas, serán felices si las ponen en práctica.+ 18 No me refiero a todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero esto fue para que se cumpliera el pasaje de las Escrituras+ que dice: ‘El que comía de mi pan se ha vuelto en mi contra’.+ 19 Les digo esto desde ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda ustedes crean que yo soy quien digo ser.+ 20 De verdad les aseguro que el que recibe a cualquiera que yo envíe me recibe también a mí,+ y el que me recibe a mí recibe también al que me envió”.+
21 Después de decir estas cosas, Jesús se sintió angustiado* y declaró:* “De verdad les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar”.+ 22 Los discípulos empezaron a mirarse unos a otros, confundidos por no saber a cuál de ellos se estaba refiriendo.+ 23 Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba,+ estaba a la mesa junto a Jesús. 24 Así que Simón Pedro le hizo una seña con la cabeza y le preguntó: “¿De quién está hablando?”. 25 Entonces él se recostó en el pecho de Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”.+ 26 Jesús contestó: “Es aquel a quien le dé el pedazo de pan que voy a mojar”.+ Y, después de mojar el pan, se lo dio a Judas hijo de Simón Iscariote. 27 Después de que Judas tomó el pedazo de pan, Satanás entró en él.+ Entonces Jesús le dijo: “Lo que estás haciendo, hazlo más rápido”. 28 Pero ninguno de los que estaban* a la mesa sabía por qué le había dicho eso. 29 De hecho, algunos pensaban que, como Judas tenía a su cargo la caja del dinero,+ Jesús le estaba diciendo “Compra las cosas que necesitamos para la fiesta”, o quizás que les diera algo a los pobres. 30 Así que, en cuanto recibió el pedazo de pan, salió de allí. Era de noche.+
31 Entonces, cuando ya se había ido, Jesús dijo: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre,+ y Dios es glorificado por medio de él.* 32 Dios mismo lo va a glorificar,+ y lo va a glorificar enseguida. 33 Hijitos, voy a estar con ustedes un poco más de tiempo. Me buscarán; pero lo mismo que les dije a los judíos se lo digo ahora a ustedes: ‘No pueden venir adonde yo voy’.+ 34 Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; que, así como yo los he amado,+ ustedes se amen unos a otros.+ 35 De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros”.+
36 Simón Pedro le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?”. Jesús le contestó: “Adonde yo voy no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde”.+ 37 Pedro le dijo: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.+ 38 Jesús le contestó: “¿Que tú darás la vida por mí? De verdad te aseguro que de ningún modo el gallo cantará hasta que hayas negado tres veces que me conoces”.+
14 “Que no se les angustie el corazón.+ Demuestren fe en Dios,+ y demuestren fe en mí también. 2 En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, ya que me voy para prepararles un lugar.+ 3 Además, cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los recibiré en casa, a mi lado, para que donde yo esté también estén ustedes.+ 4 Y ustedes conocen el camino para ir adonde yo voy”.
5 Tomás+ le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”.
6 Jesús le contestó: “Yo soy el camino,+ la verdad+ y la vida.+ Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí.+ 7 Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre.+ Desde ahora lo conocen y lo han visto”.+
8 Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre, y con eso nos basta”.
9 Jesús le contestó: “Felipe, con todo el tiempo que llevo con ustedes, ¿todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre también.+ ¿Cómo es que me dices ‘Muéstranos al Padre’? 10 ¿No crees que yo estoy en unión con el Padre y que el Padre está en unión conmigo?+ Las cosas que yo les digo no son ideas mías,+ sino que el Padre, que se mantiene en unión conmigo, está haciendo sus obras. 11 Créanme cuando les digo que yo estoy en unión con el Padre y el Padre está en unión conmigo. Y, si no, crean por las obras.+ 12 De verdad les aseguro que el que demuestre fe en mí también hará las obras que yo hago. Y hará obras más grandes,+ porque yo voy camino al Padre.+ 13 Además, sea lo que sea que pidan en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado por medio del Hijo.+ 14 Si ustedes piden algo en mi nombre, yo lo haré.
15 ”Si me aman, obedecerán mis mandamientos.+ 16 Y yo le rogaré al Padre y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre:+ 17 el espíritu de la verdad,+ que el mundo no puede recibir porque ni lo ve ni lo conoce.+ Ustedes lo conocen porque está en ustedes y se queda con ustedes. 18 No los dejaré abandonados. Volveré a ustedes.+ 19 Dentro de poco, el mundo ya no me verá más, pero ustedes me verán,+ porque yo vivo y ustedes vivirán. 20 Ese día sabrán que yo estoy en unión con mi Padre, que ustedes están en unión conmigo y que yo estoy en unión con ustedes.+ 21 El que acepta* mis mandamientos y los obedece es el que me ama. Y, al que me ama, mi Padre lo amará,+ y yo lo amaré y me mostraré abiertamente a él”.
22 Judas,+ no el Iscariote, le preguntó: “Señor, ¿qué ha pasado? ¿Por qué vas a mostrarte abiertamente a nosotros y no al mundo?”.
23 Jesús le contestó: “Si alguien me ama, obedecerá mis palabras.+ Y mi Padre lo amará, y nosotros dos vendremos a él y viviremos con él.+ 24 El que no me ama no obedece mis palabras. Las palabras que ustedes escuchan no son mías, sino que son del Padre, que me envió.+
25 ”Les digo estas cosas mientras todavía estoy con ustedes. 26 Pero el ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.+ 27 La paz les dejo; mi paz les doy.+ No se la doy como el mundo la da. Que no se les angustie ni acobarde el corazón. 28 Oyeron que les dije: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me aman, les alegrará que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo.+ 29 Les he dicho esto antes de que suceda para que, cuando suceda, ustedes crean.+ 30 Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque viene el gobernante del mundo,+ aunque sobre mí él no tiene ningún poder.+ 31 Pero, para que el mundo sepa que amo al Padre, hago exactamente lo que el Padre me ha mandado.+ Levántense, vámonos de aquí.
15 ”Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el agricultor. 2 Él corta todas las ramas* en mí que no dan fruto, y todas las que dan fruto las limpia para que den más.+ 3 Ustedes ya están limpios gracias a las palabras que les he dicho.+ 4 Manténganse en unión conmigo y yo me mantendré en unión con ustedes. Igual que la rama no puede dar fruto por sí sola, sino que tiene que seguir unida a la vid, ustedes tampoco pueden dar fruto si no se mantienen en unión conmigo.+ 5 Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que se mantiene en unión conmigo, y yo en unión con él, ese da mucho fruto.+ Porque, separados de mí, ustedes no pueden hacer* nada. 6 Si alguien no se mantiene en unión conmigo, es desechado como una rama y se seca. Esas ramas se recogen, se echan al fuego y se queman.+ 7 Si se mantienen en unión conmigo y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les hará realidad.+ 8 Esto glorifica a mi Padre: que den siempre mucho fruto y demuestren ser mis discípulos.+ 9 Igual que el Padre me ha amado a mí,+ yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. 10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor,+ así como yo he obedecido los mandamientos del Padre y permanezco en su amor.+
11 ”Les he dicho estas cosas para que sientan la misma felicidad que siento yo* y para que su felicidad sea completa.+ 12 Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado.+ 13 Nadie tiene amor más grande que quien da* su vida por sus amigos.+ 14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando.+ 15 Ya no los llamo esclavos, porque el esclavo no sabe lo que hace su amo. Los llamo amigos, porque les he contado todas las cosas que le he escuchado decir a mi Padre. 16 Ustedes no me eligieron a mí. Más bien, yo los elegí a ustedes. Los he comisionado para que vayan y sigan dando fruto, fruto que perdure. Así el Padre les dará cualquier cosa que le pidan en mi nombre.+
17 ”Les ordeno estas cosas para que se amen unos a otros.+ 18 Si el mundo los odia, ya saben que a mí me odió antes que a ustedes.+ 19 Si fueran parte del mundo, el mundo los amaría porque serían algo suyo. Pero, como no son parte del mundo,+ sino que yo los he elegido de entre el mundo, por eso el mundo los odia.+ 20 Tengan presente lo que les dije: el esclavo no es más que su amo. Si ellos me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes;+ si ellos han obedecido mis palabras, también obedecerán las suyas. 21 Por causa de mi nombre, ellos les harán todas estas cosas, porque no conocen al que me envió.+ 22 Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado a ellos, ellos no serían culpables de pecado.+ Pero ahora no tienen excusa para su pecado.+ 23 El que me odia a mí también odia a mi Padre.+ 24 Si yo no hubiera hecho delante de ellos las obras que nadie más ha hecho, no serían culpables de pecado;+ pero ahora me han visto y me han odiado a mí y también a mi Padre. 25 Pero esto pasó para que se cumplieran las palabras escritas en la Ley de ellos: ‘Me odiaron sin ningún motivo’.+ 26 Cuando venga el ayudante que les enviaré de parte del Padre, el espíritu de la verdad,+ que viene del Padre, ese dará testimonio a mi favor;+ 27 y ustedes también deben dar testimonio,+ porque han estado conmigo desde el principio.
16 ”Les he dicho estas cosas para que no pierdan la fe.* 2 Los van a expulsar de la sinagoga.+ De hecho, viene la hora en que todo el que los mate+ creerá que le está prestando un servicio sagrado a Dios. 3 Pero harán todo esto porque no han llegado a conocernos ni al Padre ni a mí.+ 4 Les he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora de que sucedan, recuerden que se las dije.+
”No les dije estas cosas al principio porque estaba con ustedes. 5 Pero ahora voy al que me envió,+ y ninguno de ustedes me pregunta ‘¿Adónde vas?’. 6 Al contrario, el corazón se les ha llenado de tristeza+ porque les dije estas cosas. 7 Pero les digo la verdad: es por su bien que me voy. Porque, si no me voy, el ayudante+ no vendrá a ustedes; pero, si me voy, yo se lo enviaré a ustedes. 8 Y, cuando venga, le dará al mundo pruebas convincentes del pecado, de la justicia y del juicio. 9 Primero del pecado,+ porque ellos no demuestran fe en mí;+ 10 luego de la justicia, porque voy al Padre y ustedes no me verán más, 11 y luego del juicio, porque el gobernante de este mundo ha sido juzgado.+
12 ”Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ahora sería demasiado para ustedes.+ 13 Pero, cuando venga él —el espíritu de la verdad—,+ los guiará hacia toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá lo que oiga y les anunciará las cosas que están por venir.+ 14 Él me glorificará+ porque recibirá de lo que es mío y se lo anunciará a ustedes.+ 15 Todo lo que el Padre tiene también es mío.+ Por eso dije que recibirá de lo que es mío y se lo anunciará a ustedes. 16 Dentro de poco ya no me verán más,+ pero también dentro de poco me verán”.
17 Al oírlo, algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros: “¿Qué quiere decirnos con ‘Dentro de poco ya no me verán, pero también dentro de poco me verán’? ¿Y con eso de ‘Porque voy al Padre’?”. 18 Decían: “¿A qué se refiere cuando dice ‘Dentro de poco’? No sabemos de qué habla”. 19 Jesús, sabiendo que querían hacerle preguntas, les dijo: “¿Andan preguntándose eso unos a otros porque dije ‘Dentro de poco ya no me verán, pero también dentro de poco me verán’? 20 De verdad les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán,+ pero el mundo se alegrará; ustedes sentirán dolor, pero su dolor se convertirá en felicidad.+ 21 Cuando una mujer está dando a luz, siente dolor porque le ha llegado la hora. Pero, cuando ya ha dado a luz al niño, la felicidad de que un ser humano haya venido al mundo hace que se le olvide todo el sufrimiento.* 22 Lo mismo pasa con ustedes. Ahora están muy tristes; pero yo volveré a verlos, y el corazón se les llenará de felicidad+ y nadie les podrá quitar su felicidad. 23 Y ese día no me harán ninguna pregunta. De verdad les aseguro que, si le piden cualquier cosa al Padre+ en mi nombre, él se la dará.+ 24 Hasta ahora no han pedido ni una sola cosa en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su felicidad sea completa.
25 ”Les he dicho estas cosas usando comparaciones. Viene la hora en que ya no les hablaré usando comparaciones, sino que les hablaré del Padre claramente. 26 Ese día le pedirán al Padre en mi nombre. Con esto no quiero decir que yo le voy a pedir por ustedes. 27 Y es que a ustedes el Padre mismo los quiere, porque me han querido a mí+ y han creído que yo vine como representante de Dios.+ 28 Vine al mundo como representante del Padre. Ahora dejo el mundo y voy al Padre”.+
29 Sus discípulos le dijeron: “Ahora sí que hablas claro, sin usar comparaciones. 30 Ahora sabemos que lo sabes todo y que no necesitas que nadie te pregunte. Por esta razón creemos que viniste de Dios”. 31 Jesús les contestó: “¿Ahora creen? 32 Escuchen esto. Viene la hora —de hecho, ha llegado ya— en que serán dispersados. Cada uno se irá a su propia casa y me dejarán solo.+ Aunque no estoy solo, porque el Padre está conmigo.+ 33 Les he dicho estas cosas para que tengan paz por medio de mí.+ En el mundo van a tener sufrimientos.*+ Pero ¡sean valientes!, que yo he vencido al mundo”.+
17 Después de decir estas cosas, Jesús levantó la mirada al cielo y dijo: “Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu hijo para que tu hijo te glorifique a ti,+ 2 así como le has dado autoridad sobre todas las personas+ para que él les dé vida eterna+ a todos los que le diste.+ 3 Esto significa vida eterna:+ que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero,+ y a quien tú enviaste, Jesucristo.+ 4 Yo te he glorificado en la tierra;+ he completado la obra que me encargaste.+ 5 Así que ahora, Padre, glorifícame a tu lado con aquella gloria que yo tenía junto a ti antes de que el mundo existiera.+
6 ”Les he dado a conocer* tu nombre a quienes me diste del mundo.+ Eran tuyos y me los diste, y han obedecido tus palabras. 7 Ahora han llegado a saber que todas las cosas que me diste vienen de ti; 8 porque les he dado el mensaje que me diste+ y ellos lo han aceptado y realmente han llegado a saber que vine como representante tuyo,+ y han creído que tú me enviaste.+ 9 Pido por ellos; no pido por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; 10 y todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío,+ y yo he sido glorificado entre ellos.
11 ”Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos están en el mundo,+ y yo me voy a ti. Padre santo, cuídalos*+ por causa de tu propio nombre, el que tú me diste, para que sean uno así como nosotros somos uno.+ 12 Cuando estaba con ellos, yo los cuidaba+ por causa de tu propio nombre, el que tú me diste; y los he protegido, y ninguno de ellos ha sido destruido,+ excepto el hijo de la destrucción,+ para que se cumplieran las Escrituras.+ 13 Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo para que ellos sientan plenamente mi felicidad* en su interior.+ 14 Les he comunicado tus palabras, pero el mundo los ha odiado+ porque no son parte del mundo,+ igual que yo no soy parte del mundo.
15 ”No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas* del Maligno.+ 16 Ellos no son parte del mundo,+ igual que yo no soy parte del mundo.+ 17 Santifícalos por medio de la verdad;+ tu palabra es la verdad.+ 18 Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envié al mundo.+ 19 Y me santifico por ellos para que ellos también sean santificados mediante la verdad.
20 ”No te pido solo por ellos, sino también por los que pongan su fe en mí gracias a las palabras de ellos, 21 para que todos ellos sean uno.+ Tal como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo,+ que ellos también estén en unión con nosotros; así el mundo creerá que tú me enviaste. 22 Les he dado la gloria que me diste para que ellos sean uno igual que nosotros somos uno:+ 23 yo en unión con ellos y tú en unión conmigo para que estén completamente unidos.+ Así el mundo sabrá que tú me enviaste y los amaste a ellos como me amaste a mí. 24 Padre, quiero que los que me diste estén conmigo donde yo esté+ para que vean la gloria que me has dado, porque me amaste antes de la fundación del mundo.+ 25 Padre justo, el mundo realmente no ha llegado a conocerte,+ pero yo te conozco+ y ellos han llegado a saber que tú me enviaste. 26 Les he dado a conocer tu nombre, y seguiré dándolo a conocer,+ para que el amor con que tú me amaste esté en ellos y yo esté en unión con ellos”.+
18 Después de decir estas cosas, Jesús se fue con sus discípulos al otro lado del valle de Cedrón+ y entró con ellos en un huerto que había allí.+ 2 Judas, el que lo iba a traicionar,+ también conocía el lugar, ya que Jesús solía reunirse allí con sus discípulos. 3 Así que Judas se presentó con el destacamento de soldados y guardias de los sacerdotes principales y de los fariseos. Llegaron con antorchas, lámparas y armas.+ 4 Entonces Jesús, sabiendo todo lo que le iba a pasar, dio un paso al frente y les preguntó: “¿A quién buscan?”. 5 Le contestaron: “A Jesús el Nazareno”.+ “Soy yo”, les dijo él. Y Judas, el traidor, también estaba con ellos.+
6 Pero, cuando Jesús les dijo “Soy yo”, retrocedieron y cayeron al suelo.+ 7 De modo que les preguntó otra vez: “¿A quién buscan?”. Le dijeron: “A Jesús el Nazareno”. 8 Jesús les contestó: “Ya les dije que soy yo. Así que, si me están buscando a mí, dejen que estos hombres se vayan”. 9 Esto pasó para que se cumpliera lo que él había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste”.+
10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, atacó al esclavo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.+ El esclavo se llamaba Malco. 11 Pero Jesús le dijo a Pedro: “Mete la espada en su vaina.+ ¿Acaso no debo beber de la copa que me ha dado el Padre?”.+
12 Entonces los soldados, el comandante militar y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús y lo ataron. 13 Primero lo llevaron ante Anás porque era el suegro de Caifás,+ que ese año era sumo sacerdote.+ 14 De hecho, este Caifás era el mismo que les había sugerido a los judíos que les convenía que un solo hombre muriera por el pueblo.+
15 Ahora bien, Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús.+ Y ese discípulo, como era un conocido del sumo sacerdote, entró con Jesús en el patio del sumo sacerdote, 16 pero Pedro se quedó afuera, junto a la puerta.* Así que el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, salió a hablar con la portera y llevó a Pedro adentro. 17 Entonces la sirvienta, que era la portera, le preguntó a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”. Él le contestó: “No, no lo soy”.+ 18 Como hacía frío, los esclavos y los guardias habían hecho un fuego de carbón y estaban allí de pie calentándose alrededor de él. Pedro también estaba con ellos calentándose.
19 El sacerdote principal interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre lo que enseñaba. 20 Jesús le contestó: “He hablado públicamente a todo el mundo. Siempre enseñé en las sinagogas y en el templo,+ donde todos los judíos se reúnen, y no dije nada en secreto. 21 ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a quienes oyeron lo que les dije. Ahí están, ellos saben bien lo que dije”. 22 Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada+ y le dijo: “¿Así le contestas al sacerdote principal?”. 23 Jesús le respondió: “Si he dicho algo malo, dime* qué fue; pero, si lo que he dicho es cierto, ¿por qué me pegas?”. 24 Luego Anás se lo mandó atado a Caifás, el sumo sacerdote.+
25 Mientras tanto, Simón Pedro seguía allí de pie, calentándose. Entonces le preguntaron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?”. Él lo negó. Dijo: “No, no lo soy”.+ 26 Uno de los esclavos del sumo sacerdote, que era pariente del hombre a quien Pedro le había cortado la oreja,+ le dijo: “¿No te vi yo en el huerto con él?”. 27 Pero Pedro volvió a negarlo, y al instante un gallo cantó.+
28 Entonces llevaron a Jesús de la casa de Caifás a la residencia del gobernador+ —era temprano por la mañana—, pero ellos mismos no entraron en la residencia del gobernador para no contaminarse+ y así poder comer la Pascua. 29 Por eso Pilato salió adonde estaban ellos y les preguntó: “¿De qué acusan a este hombre?”. 30 Le contestaron: “Si este hombre no fuera un delincuente,* no te lo habríamos entregado”. 31 De modo que Pilato les dijo: “Llévenselo y júzguenlo ustedes según su ley”.+ Los judíos le dijeron: “A nosotros no se nos permite matar a nadie”.+ 32 Esto pasó para que se cumplieran las palabras que Jesús había dicho sobre la manera en que iba a morir.+
33 Pilato entró de nuevo en la residencia del gobernador, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.+ 34 Jesús le contestó: “¿Salió de ti hacer esta pregunta, o es que otros te han hablado de mí?”. 35 Y Pilato le dijo: “¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los sacerdotes principales te entregaron a mí. ¿Qué fue lo que hiciste?”. 36 Jesús le respondió:+ “Mi Reino no es parte de este mundo.+ Si mi Reino fuera parte de este mundo, mis ayudantes habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos.+ Pero la realidad es que mi Reino no es de aquí”. 37 Así que Pilato le preguntó: “¿O sea, que tú eres rey?”. Jesús le contestó: “Sí, tú mismo estás diciendo que yo soy rey.+ Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.+ Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz”.+ 38 Pilato le preguntó: “¿Qué es la verdad?”.
Después de decir esto, salió de nuevo adonde estaban los judíos y les dijo: “Yo no encuentro que sea culpable de nada.+ 39 Además, ustedes tienen la costumbre de que les ponga en libertad a un preso durante la Pascua.+ ¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?”. 40 Ellos volvieron a gritar: “¡No, a él no! ¡A Barrabás!”. Y Barrabás era un ladrón.+
19 Pilato entonces mandó que se llevaran a Jesús y le dieran latigazos.+ 2 Y los soldados trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y le pusieron un manto púrpura.+ 3 Se le acercaban diciendo: “¡Viva el rey de los judíos!”. Además, le daban bofetadas.+ 4 Pilato salió otra vez y le dijo a la multitud: “¡Escuchen! Lo traigo aquí afuera para que sepan que no encuentro que sea culpable de nada”.+ 5 Así que Jesús salió con la corona de espinas y el manto púrpura. Y Pilato les dijo: “¡Miren! ¡El hombre!”. 6 Pero, cuando los sacerdotes principales y los oficiales lo vieron, gritaron: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él!”.*+ Pilato les dijo: “Llévenselo y ejecútenlo* ustedes, porque yo no encuentro que sea culpable de nada”.+ 7 Los judíos le contestaron: “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir,+ porque se hizo a sí mismo hijo de Dios”.+
8 Cuando Pilato oyó lo que ellos decían, tuvo más miedo todavía 9 y volvió a entrar en la residencia del gobernador y le preguntó a Jesús: “¿De dónde eres tú?”. Pero Jesús no le respondió nada.+ 10 Así que Pilato le dijo: “¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que tengo autoridad para ponerte en libertad y autoridad para ejecutarte?”.* 11 Jesús le contestó: “No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran concedido de arriba.+ Por eso el pecado del hombre que me entregó a ti es peor”.
12 A raíz de esto, Pilato siguió intentando encontrar la manera de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaron: “¡Si lo pones en libertad, no eres amigo de César! ¡Todo el que se hace rey se opone a* César!”.+ 13 Entonces Pilato, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en un lugar llamado Empedrado, Gábbatha en hebreo. 14 Era el día de la preparación+ de la Pascua, cerca de la hora sexta. Y les dijo a los judíos: “¡Miren! ¡Su rey!”. 15 Pero ellos gritaron: “¡Fuera! ¡Fuera! ¡Al madero con él!”.* Pilato les preguntó: “¿Entonces, ejecuto a su rey?”. Los sacerdotes principales contestaron: “No tenemos más rey que César”. 16 Después de eso, les entregó a Jesús para que lo ejecutaran en el madero.+
Y ellos se encargaron de él. 17 Cargando con su propio madero de tormento, salió hacia el llamado Lugar de la Calavera,+ que en hebreo se llama Gólgota.+ 18 Allí lo clavaron al madero+ junto a otros dos hombres, uno a cada lado y Jesús en el medio.+ 19 Además, Pilato escribió un letrero y lo puso en el madero de tormento. Decía: “Jesús el Nazareno, el rey de los judíos”.+ 20 Muchos de los judíos leyeron este letrero porque el lugar donde Jesús fue clavado al madero estaba cerca de la ciudad. Además, el letrero estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. 21 Pero los sacerdotes principales de los judíos le dijeron a Pilato: “No escribas ‘El rey de los judíos’, sino que él dijo ‘Soy rey de los judíos’”. 22 Pilato contestó: “Lo que he escrito, escrito está”.
23 Después de clavar a Jesús al madero, los soldados tomaron su ropa y la dividieron en cuatro partes, una para cada soldado, y tomaron la túnica.* Pero la túnica no tenía costuras porque estaba tejida de arriba abajo. 24 Por eso se dijeron unos a otros: “No la rompamos. Echemos suertes para ver quién se queda con ella”.+ Esto pasó para que se cumpliera el pasaje de las Escrituras que dice: “Se repartieron mis prendas de vestir, y por mi ropa echaron suertes”.+ Y eso fue justo lo que hicieron los soldados.
25 Junto al madero de tormento de Jesús estaban su madre+ y la hermana de su madre; también María la esposa de Clopas y María Magdalena.+ 26 Cuando Jesús vio allí cerca a su madre y al discípulo que él amaba,+ le dijo a su madre: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”. 27 Luego le dijo al discípulo: “¡Ahí tienes a tu madre!”. Y, desde aquel momento, el discípulo la tuvo con él en su casa.
28 Después de esto, sabiendo que ya todas las cosas se habían realizado, Jesús dijo: “Tengo sed”. Así se cumplieron las Escrituras.+ 29 Y, como había allí una jarra llena de vino agrio, pusieron una esponja empapada en vino agrio en una caña de hisopo y se la acercaron a la boca.+ 30 Cuando Jesús tomó el vino agrio, dijo: “¡Se ha cumplido!”.+ Luego inclinó la cabeza y entregó su espíritu.+
31 Como era el día de la preparación,+ los judíos le pidieron a Pilato que se les quebraran las piernas a los hombres y se retiraran sus cuerpos, para que los cuerpos no quedaran en los maderos de tormento+ durante el sábado (porque aquel era un sábado grande).+ 32 Por lo tanto, los soldados fueron y le quebraron las piernas al primer hombre y también al otro hombre que estaba en un madero junto a él. 33 Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto; por eso no le quebraron las piernas. 34 Pero uno de los soldados le clavó una lanza en el costado,+ y al instante salió sangre y agua. 35 Y el que lo ha visto ha dado este testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que lo que dice es verdad, para que ustedes también crean.+ 36 De hecho, estas cosas pasaron para que se cumpliera este pasaje de las Escrituras: “No le quebrarán ni un hueso”.+ 37 Además, hay otro pasaje de las Escrituras que dice: “Mirarán al que traspasaron”.+
38 Después de esto, José de Arimatea (que era un discípulo de Jesús, aunque en secreto, porque les tenía miedo a los judíos)+ le preguntó a Pilato si podía llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato le dio permiso. Así que vino y se llevó el cuerpo.+ 39 También llegó Nicodemo+ —el hombre que la primera vez había ido a ver a Jesús de noche— con una mezcla de mirra y áloes que pesaba unas 100 libras.+ 40 Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en telas de lino con las especias aromáticas,+ según la costumbre que tienen los judíos para enterrar a sus muertos.+ 41 Resulta que había un huerto en el lugar donde él había sido ejecutado en el madero, y en ese huerto había una tumba nueva+ en la que hasta entonces nunca habían puesto a nadie. 42 Por eso, como era el día de la preparación+ de los judíos y la tumba estaba cerca, pusieron a Jesús allí.
20 El primer día de la semana, María Magdalena fue a la tumba temprano,+ cuando todavía estaba oscuro, y vio que habían quitado la piedra de la tumba.+ 2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús quería,+ y les dijo: “¡Se han llevado de la tumba al Señor,+ y no sabemos dónde lo han puesto!”.
3 Entonces Pedro y el otro discípulo fueron para la tumba. 4 Los dos echaron a correr juntos, pero el otro discípulo corrió más rápido que Pedro y llegó primero a la tumba. 5 Al agacharse para mirar adentro, vio allí las telas de lino,+ pero no entró. 6 Entonces Simón Pedro, que venía detrás de él, llegó también y entró en la tumba. Y vio allí las telas de lino. 7 La tela con la que le habían cubierto la cabeza a Jesús no estaba con las otras vendas, sino enrollada y colocada en un lugar aparte. 8 Después también entró el otro discípulo, el que había llegado primero a la tumba, y vio y creyó. 9 Y es que todavía no entendían el pasaje de las Escrituras que decía que él tenía que levantarse de entre los muertos.+ 10 Así que los discípulos volvieron a sus casas.
11 Pero María se quedó de pie afuera, llorando junto a la tumba. Mientras lloraba, se agachó para mirar adentro de la tumba 12 y vio a dos ángeles+ vestidos de blanco sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Y ellos le preguntaron: “Mujer, ¿por qué estás llorando?”. Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. 14 Después de decir esto, ella se volvió y vio a Jesús allí de pie, pero no se dio cuenta de que era él.+ 15 Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el jardinero, le dijo: “Si tú te lo has llevado, señor, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré”. 16 “¡María!”, le dijo Jesús. Al volverse, ella le contestó en hebreo: “¡Rabbóni!” (que significa “maestro”). 17 Jesús le dijo: “Deja de agarrarte de mí, porque todavía no he subido al Padre. Vete adonde están mis hermanos+ y diles: ‘Voy a subir a mi Padre+ y Padre de ustedes, a mi Dios+ y Dios de ustedes’”. 18 María Magdalena fue a ver a los discípulos y les dio la noticia: “¡He visto al Señor!”. Y les contó lo que él le había dicho.+
19 Ya era tarde aquel día —el primero de la semana—, y los discípulos, por miedo a los judíos, habían cerrado con llave las puertas del lugar donde estaban reunidos. Entonces Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “Tengan paz”.+ 20 Después de decir eso, les mostró las manos y el costado.+ Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.+ 21 Jesús les volvió a decir: “Tengan paz.+ Tal como el Padre me envió a mí,+ yo también los envío a ustedes”.+ 22 Después de decir eso, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban espíritu santo.+ 23 Si ustedes le perdonan los pecados a alguien, le quedan perdonados; si no se los perdonan, no le quedan perdonados”.
24 Pero Tomás,+ uno de los Doce,+ al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25 Por eso los otros discípulos le decían: “¡Hemos visto al Señor!”. Pero él les dijo: “A menos que vea en sus manos la marca de los clavos y meta mi dedo en la herida de los clavos y meta mi mano en su costado,+ jamás lo voy a creer”.+
26 Ahora bien, ocho días más tarde, sus discípulos estaban de nuevo reunidos en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas con llave, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “Tengan paz”.+ 27 Luego le dijo a Tomás: “Pon tu dedo aquí y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado. Deja de dudar* y cree”. 28 Entonces, Tomás le dijo: “¡Mi Señor y mi Dios!”.+ 29 Jesús le dijo: “¿Has creído porque me has visto? Felices los que no han visto y aun así creen”.+
30 De hecho, Jesús también hizo delante de los discípulos muchos otros milagros* que no están escritos en este rollo.+ 31 Pero estos se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, por creer, puedan tener vida por medio de su nombre.+
21 Después de esto, junto al mar de Tiberíades, Jesús se les apareció* de nuevo a los discípulos. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (al que llamaban el Gemelo),+ Natanael+ de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo+ y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: “Me voy a pescar”. Y ellos le dijeron: “Nos vamos contigo”. Así que fueron y se subieron a la barca, pero esa noche no pescaron nada.+
4 Al amanecer, Jesús estaba en la playa, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él.+ 5 Entonces Jesús les dijo: “Hijos míos, no tienen nada que comer, ¿verdad?”. “No”, le contestaron. 6 Y él les dijo: “Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán algo”. Cuando la echaron, se llenó de tantos peces que no podían sacarla.+ 7 Entonces el discípulo al que Jesús amaba+ le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Al oír que era el Señor, Simón Pedro se puso* la ropa, porque estaba desnudo, y se lanzó al mar. 8 Pero los otros discípulos fueron en la barca pequeña, arrastrando la red llena de peces, porque no se encontraban lejos de la orilla; estaban solo a unos 90 metros.
9 Cuando llegaron a la orilla, vieron un fuego. Había pescado sobre las brasas, y pan. 10 Jesús les dijo: “Traigan algunos de los peces que acaban de pescar”. 11 Así que Simón Pedro subió a bordo y arrastró a tierra la red, que estaba llena de peces grandes: había 153. Pero, a pesar de que había tantos, la red no se rompió. 12 Jesús les dijo: “Vengan a desayunar”.+ Ni uno de los discípulos se atrevía a preguntarle “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor. 13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, y lo mismo hizo con el pescado. 14 Esta fue la tercera vez+ que Jesús se les apareció a los discípulos después de haber sido levantado de entre los muertos.
15 Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: “Simón hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?”. Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Alimenta a mis corderos”.+ 16 De nuevo, por segunda vez, le preguntó: “Simón hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea a mis ovejitas”.+ 17 Por tercera vez le preguntó: “Simón hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se puso triste al ver que por tercera vez le preguntaba “¿Me quieres?”. Así que le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que yo te quiero”. Jesús le dijo: “Alimenta a mis ovejitas.+ 18 De verdad te aseguro que, cuando eras más joven, tú mismo te vestías y andabas por donde querías; pero, cuando envejezcas, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras”.+ 19 Dijo esto para indicar con qué tipo de muerte Pedro glorificaría a Dios. Y, después de decírselo, añadió: “Continúa siguiéndome”.+
20 Pedro se volvió y vio que detrás de ellos venía el discípulo al que Jesús amaba,+ el mismo que en la cena se había recostado en su pecho y le había preguntado “Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?”. 21 Por eso, cuando lo vio, Pedro le preguntó a Jesús: “Señor, ¿y qué va a ser de este?”. 22 Jesús le dijo: “Si quiero que se quede aquí hasta que yo venga, ¿qué te importa eso a ti? Tú continúa siguiéndome”. 23 Por eso entre los hermanos corrió el rumor de que este discípulo no iba a morir. Pero Jesús no le dijo que no moriría. Lo que dijo fue: “Si quiero que se quede aquí hasta que yo venga, ¿qué te importa eso a ti?”.
24 Este es el discípulo+ que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.+
25 De hecho, Jesús hizo muchas otras cosas que, si alguna vez se escribieran en detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribirían.+
O “era”.
O “de la humanidad”.
O “lo reconoció”, “lo aceptó”.
Lit. “voluntad de carne”.
O “Lo primero que hizo fue encontrar”.
Lit. “señales”.
O “no se confiaba a ellos”.
Lit. “le diera testimonio”.
Lit. “señales”.
Lit. “los hombres”.
O “censuradas”.
O “mi gozo es completo”.
O “todas las cosas”.
O “no da el espíritu de forma escasa”. Lit. “no da el espíritu por medida”.
Lit. “Jesús”.
O “de la dádiva gratuita”.
Lit. “señales”.
O “prodigios”.
O “se estaba recuperando”.
O “paralizadas”. Lit. “secas”.
Lit. “levanta”.
O “válido”.
O “no dependo del”.
Lit. “gloria”.
O “las personas”, “los seres humanos”. Lit. “los hombres”.
Lit. “gloria”.
Lit. “gloria”.
Lit. “las señales”.
Lit. “la señal”.
Lit. “señales”.
Lit. “señal”.
O “serán los enseñados”.
O “caminando por”.
Lit. “gloria”.
Lit. “la gloria del”.
O “dice”.
O “¡Estás poseído por un demonio!”, “¡Estás endemoniado!”.
Lit. “señales”.
O “válido”.
O “por las apariencias”. Lit. “según la carne”.
O “válido”.
Lit. “mi palabra”.
O “aceptar”.
Lit. “señales”.
O “corral”.
O “corral”.
O “la Columnata”.
O “excelentes”.
O “a”.
O “de él —a quien el Padre santificó y envió al mundo— dicen”.
Lit. “señal”.
O “se salvará”.
O “cuánto cariño le tenía”.
Lit. “señales”.
O “estaban reclinados a la mesa”.
Lit. “señal”.
Lit. “la destruye”.
Lit. “señales”.
O “nuestro informe”. Lit. “la cosa oída de nosotros”.
O “les ha hecho terco”.
O “ni se vuelvan”.
O “alabanza”. Lit. “gloria”.
O “alabanza”. Lit. “gloria”.
O “es”.
O quizás “Estaban preparando la cena”.
O “no tienes parte conmigo”.
O “reclinarse”.
O “modelo”.
Lit. “se perturbó en espíritu”.
Lit. “dio testimonio y dijo”.
O “estaban reclinados”.
O “en relación con él”.
Lit. “tiene”.
O “todos los sarmientos”.
O “producir”.
O “para que mi felicidad (gozo) esté en ustedes”.
O “entrega”.
O “no sufran tropiezo”.
O “toda la tribulación”.
Lit. “tribulación”.
Lit. “he puesto de manifiesto”.
O “vigílalos”.
O “gozo”.
O “vigiles por causa”.
O “entrada”.
O “testifica”. Lit. “da testimonio de”.
O “malhechor”.
O “¡Ejecútenlo en el madero! ¡Ejecútenlo en el madero!”.
O “ejecútenlo en el madero”.
O “ejecutarte en el madero”.
O “habla en contra de”.
O “¡Ejecútenlo en el madero!”.
O “prenda de vestir interior”.
Lit. “de ser incrédulo”.
Lit. “señales”.
Lit. “manifestó”.
O “se cubrió con”, “se ciñó”.