HECHOS DE LOS APÓSTOLES
1 En el primer relato, Teófilo, escribí acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar+ 2 hasta el día en que fue llevado arriba,+ después de darles instrucciones mediante espíritu santo a los apóstoles que había elegido.+ 3 Después de haber sufrido, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo.+ Ellos lo vieron durante 40 días, y él estuvo hablando acerca del Reino de Dios.+ 4 Mientras estaba reunido con ellos, les ordenó: “No se vayan de Jerusalén.+ Sigan esperando lo que el Padre ha prometido,+ aquello de lo que les he hablado. 5 Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con espíritu santo+ dentro de pocos días”.
6 Entonces, cuando ellos se reunieron, le preguntaron: “Señor, ¿vas a restaurar el reino en Israel en este tiempo?”.+ 7 Él les dijo: “No les corresponde a ustedes saber los tiempos o épocas que el Padre ha puesto bajo su propia autoridad.+ 8 Pero recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes.+ Y serán mis testigos+ en Jerusalén,+ en toda Judea y Samaria,+ y hasta la parte más lejana de la tierra”.+ 9 Después de decir estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban. Entonces una nube lo ocultó de su vista.+ 10 Ellos estaban mirando atentamente al cielo mientras él se iba cuando, de repente, dos hombres vestidos de blanco*+ aparecieron al lado de ellos 11 y les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué están ahí de pie mirando al cielo? Este Jesús, que estaba con ustedes y fue llevado al cielo, vendrá de la misma manera en que lo han visto irse al cielo”.
12 Luego ellos regresaron a Jerusalén+ desde lo que se conoce como el monte de los Olivos, una montaña que está cerca de Jerusalén, a tan solo la distancia del camino de un sábado. 13 Cuando llegaron, subieron al cuarto de arriba donde se alojaban. Estaban Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Entusiasta y Judas hijo de Santiago.+ 14 Con un mismo objetivo, todos ellos perseveraban en la oración junto con algunas mujeres,+ con María la madre de Jesús y con los hermanos de él.+
15 En esos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos (eran un grupo de unas 120 personas) y les dijo: 16 “Varones, hermanos, era necesario que se cumpliera el pasaje de las Escrituras que el espíritu santo profetizó mediante David acerca de Judas,+ quien fue guía de los que arrestaron a Jesús.+ 17 Él fue uno de nuestro grupo+ y fue elegido para participar en este ministerio. 18 (Resulta que este hombre compró un campo con el salario de la injusticia+ y, cuando cayó de cabeza,* su cuerpo reventó* y se le salieron los intestinos.+ 19 Todos los habitantes de Jerusalén se enteraron y llamaron a aquel campo Akéldama, que en su lengua quiere decir ‘campo de sangre’). 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: ‘Que su casa quede desierta y que nadie viva en ella’,+ y ‘Que su puesto de superintendente lo ocupe otro’.+ 21 Por lo tanto, es necesario que, de los hombres que nos acompañaron durante todo el tiempo en que el Señor Jesús realizó sus actividades entre nosotros, 22 desde que Juan lo bautizó+ hasta el día en que estaba con nosotros y fue llevado arriba,+ uno de estos hombres llegue a ser testigo con nosotros de su resurrección”.+
23 Así que propusieron a dos: a José, llamado Barsabás y también conocido como Justo, y a Matías. 24 Después oraron y dijeron: “Oh, Jehová, tú que conoces los corazones de todos,+ indica a cuál de estos dos hombres has elegido 25 para recibir este ministerio y apostolado que Judas abandonó para irse a su propio lugar”.+ 26 Entonces echaron suertes,+ y la suerte cayó sobre Matías, y él fue añadido a los 11 apóstoles.
2 Ahora bien, durante el día de la Fiesta de Pentecostés,+ todos estaban juntos en el mismo lugar. 2 De repente se oyó un ruido desde el cielo, como el de una fuerte ráfaga de viento, y llenó toda la casa donde estaban sentados.+ 3 Y vieron aparecer algo similar a lenguas de fuego que se fueron repartiendo y posando, una sobre cada uno de ellos. 4 Todos se llenaron de espíritu santo+ y comenzaron a hablar en diferentes idiomas, así como el espíritu los capacitaba para hablar.+
5 Para esa época había en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones que hay bajo el cielo.+ 6 Así que, cuando se oyó aquel sonido, se juntó una multitud que estaba desconcertada porque cada uno de ellos oía hablar a los discípulos en su propio idioma. 7 En efecto, estaban completamente asombrados y decían: “Miren a todos estos que están hablando. Son galileos,+ ¿verdad? 8 Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros está oyendo su lengua materna? 9 Partos, medos+ y elamitas,+ habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de la provincia de Asia,+ 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cerca de Cirene, visitantes procedentes de Roma, tanto judíos como prosélitos,+ 11 cretenses y árabes, todos nosotros los oímos hablar de las cosas magníficas de Dios en nuestros idiomas”. 12 Así es, todos estaban asombrados y confundidos, y se decían unos a otros: “¿Qué significa esto?”. 13 Sin embargo, otros se burlaban de ellos y decían: “Están llenos de vino dulce”.
14 Pero Pedro se puso de pie con los Once,+ y con voz fuerte le dijo a la gente: “Hombres de Judea y habitantes de Jerusalén, escuchen mis palabras con atención y sepan esto. 15 En realidad, estas personas no están borrachas como ustedes creen, pues es la hora tercera del día. 16 Más bien, lo que está pasando es lo que se dijo mediante el profeta Joel: 17 ‘Y en los últimos días —dice Dios— derramaré parte de mi espíritu sobre todo tipo de personas. Sus hijos y sus hijas profetizarán, sus jóvenes tendrán visiones y sus mayores tendrán sueños,+ 18 e incluso sobre mis esclavos y mis esclavas derramaré parte de mi espíritu en esos días, y ellos profetizarán.+ 19 Haré cosas impresionantes arriba en el cielo y milagros abajo en la tierra: habrá sangre, fuego y nubes de humo. 20 El sol se convertirá en oscuridad y la luna en sangre antes de que venga el grande y glorioso día de Jehová. 21 Y todo el que invoque el nombre de Jehová será salvado’.+
22 ”Hombres de Israel, oigan esto: Jesús el Nazareno fue un hombre al que Dios aprobó públicamente con las obras poderosas, cosas impresionantes y milagros* que Dios hizo mediante él en medio de ustedes,+ como ustedes mismos saben. 23 A este hombre, que fue entregado por la voluntad establecida y la presciencia de Dios,+ ustedes lo fijaron en un madero por medio de hombres malvados* y lo mataron.+ 24 Pero Dios lo resucitó+ liberándolo de los dolores de la muerte, porque no era posible que ella lo retuviera.+ 25 Pues David dice sobre él: ‘Siempre tengo a Jehová frente a mí,* porque él está a mi derecha para que nada me sacuda jamás. 26 Por eso se alegró mi corazón y se puso muy contenta mi lengua. Y yo viviré con esperanza, 27 porque no me dejarás en la Tumba, ni permitirás que tu siervo leal sufra corrupción.*+ 28 Me has dado a conocer los caminos de la vida. Me llenarás de gran alegría en tu presencia’.+
29 ”Hermanos, permítanme hablarles abiertamente sobre nuestro patriarca David, que murió y fue enterrado,+ y su tumba sigue hasta el día de hoy con nosotros. 30 Como era profeta y sabía que Dios le había hecho el juramento de que sentaría sobre su trono a uno de sus descendientes,+ 31 vio la resurrección del Cristo de antemano y habló de ella, diciendo que ni él fue abandonado en la Tumba ni su carne sufrió corrupción.+ 32 Dios resucitó a este Jesús, y de eso todos nosotros somos testigos.+ 33 Por eso, puesto que él fue elevado a la derecha* de Dios+ y recibió del Padre el espíritu santo prometido,+ él ha derramado lo que ustedes ven y oyen. 34 Porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice: ‘Jehová le dijo a mi Señor: “Siéntate a mi derecha 35 hasta que ponga a tus enemigos como banquillo para tus pies”’.+ 36 Por lo tanto, que toda la casa de Israel sepa sin duda alguna que Dios hizo Señor+ y también Cristo a este Jesús a quien ustedes ejecutaron en un madero”.+
37 Cuando oyeron esto, sintieron que un dolor les atravesaba el corazón y les preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”. 38 Pedro les dijo: “Arrepiéntanse,+ y que cada uno de ustedes se bautice+ en el nombre de Jesucristo para que sus pecados sean perdonados,+ y recibirán el regalo* del espíritu santo. 39 Porque la promesa+ es para ustedes y sus hijos, y para todos los que están lejos, para todos a los que llame Jehová nuestro Dios”.+ 40 Y con muchas otras palabras les dio un testimonio completo* y les aconsejó:* “Sálvense de esta generación malvada”.+ 41 Así que se bautizaron los que aceptaron de buena gana su mensaje.+ En aquel día, unas 3.000 personas se unieron a los discípulos.+ 42 Y se dedicaron a aprender lo que enseñaban los apóstoles, a pasar tiempo unos con otros, a comer juntos+ y a orar.+
43 Es más, todas las personas comenzaron a sentir temor, y los apóstoles empezaron a realizar muchas cosas impresionantes y milagros.*+ 44 Todos los que se hacían creyentes estaban juntos y compartían todo lo que tenían, 45 y vendían sus posesiones+ y propiedades y repartían lo recaudado según lo que cada uno necesitara.+ 46 Día tras día asistían constantemente al templo con un mismo propósito. Comían en hogares diferentes y compartían su comida con mucha alegría y de todo corazón 47 alabando a Dios y ganándose la simpatía de toda la gente. Al mismo tiempo, cada día Jehová añadía los que se iban salvando al número de discípulos.+
3 Pues bien, Pedro y Juan estaban subiendo al templo para la hora de la oración, a la hora novena, 2 y había un hombre cojo de nacimiento al que estaban cargando hasta la puerta del templo llamada Hermosa. Allí lo ponían a diario para que pudiera pedir limosna* a los que entraban en el templo. 3 Tan pronto como él vio a Pedro y a Juan a punto de entrar en el templo, empezó a pedirles limosna. 4 Pero Pedro, acompañado de Juan, lo miró fijamente y le dijo: “Míranos”. 5 Así que él los miró atento esperando que le dieran algo. 6 Sin embargo, Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo. ¡En el nombre de Jesucristo el Nazareno, camina!”.+ 7 Dicho eso, lo tomó de la mano derecha y lo levantó.+ Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos,+ 8 y de un salto se puso de pie,+ comenzó a caminar y entró con ellos en el templo caminando, saltando y alabando a Dios. 9 Y toda la gente lo vio caminando y alabando a Dios. 10 Entonces se dieron cuenta de que era el hombre que solía sentarse a pedir limosna en la Puerta Hermosa del templo,+ y se quedaron totalmente boquiabiertos y admirados por lo que le había pasado.
11 Mientras el hombre aún seguía agarrado de Pedro y de Juan, la gente fue corriendo adonde estaban, en lo que se llamaba el Pórtico* de Salomón.+ La gente estaba totalmente sorprendida. 12 Al ver esto, Pedro les dijo: “Hombres de Israel, ¿por qué se asombran tanto? ¿Por qué nos miran como si hubiéramos hecho caminar a este hombre con nuestro propio poder o por nuestra devoción a Dios?* 13 El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,+ el Dios de nuestros antepasados, glorificó a su Siervo,+ Jesús,+ a quien ustedes entregaron+ y rechazaron ante Pilato, aun cuando él había decidido liberarlo. 14 Así es, ustedes rechazaron a ese hombre santo y justo, pidieron que les liberaran a un asesino+ 15 y mataron al Agente Principal de la vida.+ Pero Dios lo levantó de entre los muertos y nosotros somos testigos de eso.+ 16 Por medio de su nombre y por nuestra fe en su nombre se ha fortalecido a este hombre que ustedes ven y conocen. La fe que tenemos por medio de él ha sanado completamente a este hombre delante de todos ustedes. 17 Hermanos, sé que actuaron así por ignorancia,+ al igual que sus gobernantes.+ 18 Pero de esta manera Dios ha cumplido lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo sufriría.+
19 ”De modo que arrepiéntanse+ y den media vuelta+ para que sus pecados sean borrados,+ y así el propio Jehová haga venir tiempos de alivio+ 20 y envíe al Cristo nombrado para ustedes: Jesús. 21 Él debe permanecer en el cielo hasta que lleguen los tiempos de la restauración de todas las cosas que Dios anunció por boca de sus santos profetas de la antigüedad. 22 De hecho, Moisés dijo: ‘Jehová su Dios nombrará para ustedes un profeta como yo de entre sus hermanos.+ Deben escucharlo y hacer todo lo que les diga.+ 23 Es más, cualquiera que no escuche a ese Profeta será exterminado del pueblo’.+ 24 Todos los profetas que hablaron —de Samuel en adelante— también anunciaron estos días.+ 25 Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con sus antepasados+ cuando le dijo a Abrahán: ‘Y todas las familias de la tierra serán bendecidas mediante tu descendencia’.+ 26 Después de nombrar a su Siervo, Dios se lo envió primero a ustedes+ para bendecirlos apartando a cada uno de ustedes de sus malas acciones”.
4 Mientras los dos le hablaban al pueblo, se les acercaron los sacerdotes, el capitán del templo+ y los saduceos.+ 2 Estaban enojados porque los apóstoles le enseñaban al pueblo y proclamaban abiertamente la resurrección de Jesús de entre los muertos.*+ 3 Así que los arrestaron* y los pusieron bajo custodia+ hasta el día siguiente, porque ya estaba anocheciendo. 4 Sin embargo, muchos de los que habían escuchado el discurso se hicieron creyentes; llegaron a ser unos 5.000 hombres.+
5 Al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus gobernantes, ancianos y escribas, 6 junto con el sacerdote principal Anás+ y con Caifás,+ Juan, Alejandro y todos los que eran parientes del sacerdote principal. 7 Pusieron a Pedro y a Juan en medio de ellos y empezaron a preguntarles: “¿Con qué poder o en nombre de quién hicieron esto?”.+ 8 Pedro, lleno de espíritu santo,+ les respondió:
“Gobernantes del pueblo y ancianos, 9 si hoy nos interrogan por una buena acción hecha a un hombre lisiado+ y quieren saber quién lo sanó,* 10 sepan todos ustedes y todo el pueblo de Israel que fue sanado en el nombre de Jesucristo el Nazareno,+ a quien ustedes ejecutaron en un madero+ pero a quien Dios levantó de entre los muertos.+ Por medio de él,* este hombre está aquí sano delante de ustedes. 11 Esta es ‘la piedra que ustedes, los constructores, trataron como si no tuviera ningún valor y que ha llegado a ser la principal piedra angular’.+ 12 Además, no hay salvación por medio de ningún otro, porque no hay otro nombre+ bajo el cielo que se les haya dado a los hombres mediante el que podamos ser salvados”.+
13 Pues bien, al ver el valor de Pedro y Juan, y al percibir que eran hombres comunes y con poca educación,+ se asombraron. Y se dieron cuenta de que habían estado con Jesús.+ 14 Como veían con ellos al hombre que había sido curado,+ no podían decir nada en contra.+ 15 Entonces los mandaron salir de la sala del Sanedrín y se pusieron a hablar entre ellos. 16 Decían: “¿Qué haremos con estos hombres?+ Porque para todos los habitantes de Jerusalén es evidente que han realizado un milagro* extraordinario,+ y no podemos negarlo. 17 Así que, para que esto no se siga extendiendo entre la gente, vamos a amenazarlos y a decirles que no vuelvan a hablarle a nadie en nombre de este hombre”.+
18 Entonces los llamaron y les ordenaron que no hablaran ni enseñaran nada en nombre de Jesús. 19 Pero Pedro y Juan les respondieron: “Si es correcto a los ojos de Dios obedecerlos a ustedes en vez de a Dios, júzguenlo ustedes mismos.+ 20 Pero nosotros no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído”. 21 Así que, después de amenazarlos de nuevo, los pusieron en libertad porque no encontraron base para castigarlos y por temor al pueblo,+ pues todos estaban dándole gloria a Dios por lo que había sucedido. 22 Porque el hombre que había sido curado mediante este milagro tenía más de 40 años.
23 Después de ser liberados, ellos fueron adonde estaban los otros discípulos y les contaron lo que los sacerdotes principales y los ancianos les habían dicho. 24 Al oír esto, le oraron juntos a Dios y dijeron:
“Señor Soberano, tú eres el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos,+ 25 y eres el que por espíritu santo dijo por boca de nuestro antepasado David,+ tu siervo: ‘¿Por qué se alborotaron las naciones y meditaron en cosas inútiles los pueblos? 26 Los reyes de la tierra tomaron su posición y los gobernantes se reunieron como uno solo contra Jehová y contra su ungido’.+ 27 Y así fue, porque tanto Herodes como Poncio Pilato+ se unieron en esta ciudad con gente de las naciones y pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste,+ 28 para hacer lo que tu poder y tu voluntad* habían predeterminado que ocurriera.+ 29 Y ahora, Jehová, ten en cuenta sus amenazas y haz que tus esclavos sigan hablando de tu palabra con gran valor, 30 mientras tú extiendes la mano para hacer curaciones y mientras se realizan milagros* y cosas impresionantes+ mediante el nombre de tu santo siervo Jesús”.+
31 Cuando terminaron esta sentida oración, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos sin excepción quedaron llenos de espíritu santo+ y se pusieron a proclamar la palabra de Dios con valor.+
32 Además, el gran grupo de creyentes tenían un solo corazón y alma, y ninguno de ellos decía que las cosas que tenía eran suyas, sino que lo compartían todo.+ 33 Y con gran poder los apóstoles continuaron dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús.+ Todos fueron bendecidos con mucha bondad inmerecida. 34 De hecho, no había ningún necesitado entre ellos,+ porque todos los que tenían campos o casas los vendían y llevaban el dinero de lo que vendían 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles.+ Entonces se repartía según lo que cada uno necesitaba.+ 36 Por eso José, un levita natural de Chipre a quien los apóstoles también llamaban Bernabé+ (que traducido significa “hijo del consuelo”), 37 vendió un terreno que tenía y llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.+
5 Pues bien, un hombre llamado Ananías y su esposa Safira vendieron una propiedad. 2 Sin embargo, él se quedó con parte del dinero y no se lo dijo a nadie, solo a su esposa. Entonces llevó el resto del dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.+ 3 Pero Pedro le dijo: “Ananías, ¿cómo es que Satanás te dio valor para mentirle+ al espíritu santo+ y quedarte en secreto con parte del dinero del campo? 4 ¿Acaso el campo no era tuyo antes de venderlo? Y, cuando lo vendiste, ¿verdad que podías hacer con el dinero lo que quisieras? ¿Por qué planeaste algo así en tu corazón? No les has mentido a los hombres; le has mentido a Dios”. 5 En el momento en que oyó estas palabras, Ananías cayó al suelo y murió. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron. 6 Entonces los hombres más jóvenes se levantaron, lo envolvieron con telas, lo sacaron y lo enterraron.
7 Como tres horas después entró su esposa, que no sabía lo que había pasado. 8 Pedro le dijo: “Dime, ¿vendieron ustedes dos el campo en tanto?”. Ella le respondió: “Sí, en tanto”. 9 Entonces Pedro le dijo: “¿Por qué se pusieron de acuerdo ustedes dos para poner a prueba el espíritu de Jehová? ¡Mira! Los pies de los que enterraron a tu esposo están a la puerta, y también te sacarán a ti”. 10 Al instante, ella cayó a los pies de él y murió. Cuando los jóvenes entraron, la encontraron muerta, así que la sacaron y la enterraron al lado de su esposo. 11 Por lo tanto, un gran temor se apoderó de toda la congregación y de todos los que se enteraron de estas cosas.
12 Y por medio de los apóstoles se realizaban muchos milagros* y cosas impresionantes entre el pueblo,+ y ellos se reunían en el Pórtico de Salomón.+ 13 Es verdad que ninguno de los otros tenía valor para unirse a ellos, pero el pueblo hablaba muy bien de ellos. 14 Es más, siguió aumentando el número de creyentes en el Señor, muchísimos hombres y mujeres.+ 15 La gente incluso sacaba a los enfermos a las calles principales y los ponía allí sobre camas pequeñas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra tocara a algunos.+ 16 También acudían muchísimas personas de las ciudades de alrededor de Jerusalén llevando a los enfermos y a los que eran atormentados por espíritus malignos,* y todos eran curados.
17 Pero el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, que eran de la secta de los saduceos,+ se levantaron llenos de celos. 18 Así que arrestaron a* los apóstoles y los metieron en la cárcel pública+. 19 Pero, durante la noche, el ángel de Jehová abrió las puertas de la prisión,+ los sacó y les dijo: 20 “Vayan al templo y allí sigan predicándole al pueblo todo el mensaje acerca de esta vida”. 21 Después de oír esto, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar.
Ahora bien, el sumo sacerdote y los que estaban con él llegaron y reunieron al Sanedrín y a toda la asamblea de los ancianos de los hijos de Israel. Entonces ordenaron que trajeran a los apóstoles de la cárcel. 22 Pero, cuando los oficiales llegaron allá, no los encontraron en la prisión. De modo que regresaron y lo informaron. 23 Dijeron: “Encontramos la cárcel cerrada y asegurada, y los guardias estaban de pie ante las puertas, pero al abrirlas no había nadie dentro”. 24 Pues bien, cuando el capitán del templo y los sacerdotes principales oyeron esto, quedaron desconcertados porque no sabían en qué acabaría todo aquello. 25 Pero alguien llegó y les informó: “¡Miren! Los hombres a los que metieron en prisión están en el templo enseñando al pueblo”. 26 Entonces el capitán fue con sus oficiales y se los llevaron, pero sin violencia, porque tenían miedo de que el pueblo los apedreara.+
27 De modo que los llevaron y los presentaron ante el Sanedrín. Entonces el sumo sacerdote los interrogó. 28 Les dijo: “Les dimos órdenes estrictas de que no siguieran enseñando en nombre de ese hombre.+ Pero resulta que han llenado Jerusalén con sus enseñanzas. Están decididos a hacernos culpables de la muerte de ese hombre”.*+ 29 Pedro y los otros apóstoles respondieron: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.+ 30 El Dios de nuestros antepasados resucitó* a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo en un madero.+ 31 Dios lo elevó a su derecha+ como Agente Principal+ y Salvador+ para que Israel pueda arrepentirse y recibir el perdón de sus pecados.+ 32 Nosotros somos testigos de todo esto+ y también lo es el espíritu santo,+ que Dios les ha dado a los que lo obedecen como gobernante”.
33 Cuando ellos oyeron esto, se pusieron furiosos y quisieron matarlos.+ 34 Pero un fariseo llamado Gamaliel,+ que era un maestro de la Ley respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín y ordenó que sacaran a aquellos hombres por un momento. 35 Luego les dijo a los demás: “Hombres de Israel, tengan cuidado con lo que planean hacerles a estos hombres. 36 Por ejemplo, hace algún tiempo apareció Teudas diciendo que era alguien importante, y unos 400 hombres se unieron a su partido. Pero, cuando lo mataron, todos sus seguidores se dispersaron y ahí se acabó todo. 37 Después de él apareció Judas el galileo en los días del censo, y consiguió seguidores. Este hombre también murió, y todos los que lo seguían se dispersaron. 38 Así que en estas circunstancias les digo que no se metan con estos hombres y que los dejen en paz. Porque, si este proyecto o esta obra es de origen humano, fracasará. 39 Pero, si viene de Dios, ustedes no podrán hacer que fracasen.+ Y hasta puede que acaben luchando contra Dios mismo”.+ 40 De modo que le hicieron caso. Llamaron a los apóstoles, les dieron golpes,+ les ordenaron que dejaran de hablar en nombre de Jesús y luego los dejaron ir.
41 Ellos salieron de delante del Sanedrín, felices+ porque Dios los había considerado dignos de sufrir deshonra a causa del nombre de Jesús. 42 Y todos los días, sin parar, seguían enseñando y declarando las buenas noticias acerca del Cristo, Jesús,+ en el templo y de casa en casa.+
6 Ahora bien, durante esos días, cuando estaba aumentando el número de discípulos, los judíos de habla griega empezaron a quejarse de los judíos de habla hebrea, porque se estaba pasando por alto a sus viudas en el reparto diario de comida.+ 2 Así que los Doce reunieron a todos los discípulos y les dijeron: “No está bien que nosotros dejemos la palabra de Dios para repartir alimento entre las mesas.+ 3 Por eso, hermanos, elijan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación+ que estén llenos de espíritu y sabiduría+ para que los pongamos a cargo de esta tarea necesaria.+ 4 Pero nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio relacionado con la palabra”.+ 5 A todos los discípulos les pareció bien lo que dijeron. De modo que eligieron a Esteban —un hombre lleno de fe y espíritu santo—,+ así como a Felipe,+ a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía. 6 Luego los llevaron ante los apóstoles y, después de orar, ellos les impusieron las manos.+
7 Como resultado, la palabra de Dios siguió extendiéndose,+ y el número de discípulos siguió aumentando muchísimo+ en Jerusalén. Y un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe.+
8 Pues bien, Esteban, lleno de favor divino y de poder, realizaba grandes milagros* y cosas impresionantes entre el pueblo. 9 Pero unos hombres de la llamada Sinagoga de los Libertos, así como algunos cireneos y alejandrinos, y algunos de Cilicia y Asia, fueron a discutir con Esteban. 10 Sin embargo, no eran capaces de hacer frente a la sabiduría y el espíritu con los que él hablaba.+ 11 Entonces convencieron en secreto a unos hombres para que dijeran: “Lo hemos oído decir blasfemias contra Moisés y contra Dios”.+ 12 De este modo alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas. Y de repente llegaron adonde él estaba, lo agarraron a la fuerza y lo llevaron al Sanedrín. 13 Allí presentaron testigos falsos que dijeron: “Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la Ley.+ 14 Por ejemplo, lo hemos oído decir que este Jesús el Nazareno derribará este lugar+ y cambiará las costumbres que Moisés nos transmitió”.
15 Y todos los que estaban sentados en el Sanedrín lo miraron y vieron que su cara parecía la de un ángel.
7 Pero el sumo sacerdote le preguntó: “¿Son ciertas estas cosas?”. 2 Esteban respondió: “Hermanos y padres, escuchen. El Dios de la gloria se le apareció a nuestro antepasado Abrahán cuando él estaba en Mesopotamia, antes de establecerse en Harán,+ 3 y le dijo: ‘Sal de tu país, deja a tus parientes y vete al país que yo te mostraré’.+ 4 Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se estableció en Harán. Y, después de morir su padre,+ Dios hizo que se mudara de allí a esta tierra donde ustedes ahora viven.+ 5 Sin embargo, no le dio ninguna herencia en ella, ni siquiera un pedazo de tierra donde poner un pie. Pero prometió dársela en propiedad a él y después a su descendencia,+ aunque todavía no tenía ningún hijo.+ 6 Además, Dios le dijo que sus descendientes serían extranjeros en una tierra que no era de ellos y que la gente de allí los convertiría en esclavos y los maltrataría durante 400 años.+ 7 Dios dijo: ‘Y yo juzgaré a la nación que los esclavizará’.+ Luego dijo: ‘Después de eso, ellos saldrán y me darán servicio sagrado en este lugar’.+
8 ”También le dio el pacto de la circuncisión,+ y él llegó a ser el padre de Isaac+ y lo circuncidó al octavo día.+ Isaac llegó a ser el padre de Jacob, y Jacob, de los 12 patriarcas. 9 Y los patriarcas se pusieron celosos de José+ y lo vendieron a Egipto.+ Pero Dios estaba con él,+ 10 y lo salvó de todos sus sufrimientos+ y le concedió favor y sabiduría ante el faraón, el rey de Egipto. Entonces él le encargó que gobernara Egipto y toda su casa.+ 11 Pero hubo una época de hambre en todo Egipto y Canaán, sí, de gran angustia,* y nuestros antepasados no tenían nada para comer.+ 12 Pero Jacob oyó que había alimento* en Egipto y envió allí a nuestros antepasados por primera vez.+ 13 Cuando fueron por segunda vez, José les dijo a sus hermanos quién era, y el faraón supo de la familia de José.+ 14 De modo que José envió un mensaje y mandó traer de aquel lugar a su padre Jacob y a todos sus parientes:+ 75 personas en total.+ 15 Así que Jacob bajó a Egipto+ y allí murió,+ al igual que nuestros antepasados.+ 16 Fueron llevados a Siquem y los pusieron en la tumba que Abrahán les había comprado a los hijos de Hamor en Siquem por cierta cantidad de dinero.*+
17 ”Justo cuando se iba acercando el tiempo de que se cumpliera la promesa que Dios le había hecho a Abrahán, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto 18 hasta que un rey diferente que no conocía a José subió al poder en Egipto.+ 19 Este rey actuó con astucia contra nuestra raza* y obligó injustamente a los padres a abandonar* a sus bebés para que no sobrevivieran.+ 20 Por ese tiempo nació Moisés, que era extremadamente hermoso. Y durante tres meses fue criado en la casa de su padre.+ 21 Pero, cuando fue abandonado,*+ la hija del faraón lo recogió y lo crio como hijo suyo.+ 22 Así que Moisés fue educado en toda la sabiduría de los egipcios. De hecho, era poderoso en palabras y acciones.+
23 ”Ahora bien, cuando cumplió 40 años, decidió hacerles una visita a* sus hermanos, los hijos de Israel.+ 24 Cuando vio que maltrataban a uno de ellos, lo defendió y lo vengó matando al egipcio que lo maltrataba.+ 25 Él pensó que sus hermanos comprenderían que Dios los estaba salvando mediante él, pero ellos no lo comprendieron. 26 Al día siguiente fue adonde unos que se estaban peleando y trató de que hicieran las paces. Les dijo: ‘Hombres, ustedes son hermanos. ¿Por qué se maltratan?’.+ 27 Pero el que estaba maltratando a su compañero empujó a Moisés y le dijo: ‘¿Quién te nombró gobernante y juez sobre nosotros? 28 No querrás matarme como mataste al egipcio ayer, ¿verdad?’.+ 29 Al oír esto, Moisés huyó y vivió como extranjero en la tierra de Madián, donde tuvo dos hijos.+
30 ”Y 40 años después se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que estaba ardiendo.+ 31 Moisés se quedó maravillado con lo que vio. Al acercarse para mirar mejor, oyó la voz de Jehová decir: 32 ‘Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob’.+ Moisés comenzó a temblar y no se atrevió a seguir mirando. 33 Jehová le dijo: ‘Quítate las sandalias, porque estás pisando suelo santo.+ 34 De veras he visto el maltrato de mi pueblo en Egipto, y he oído sus lamentos+ y he bajado para liberarlos. Ahora, ven, voy a enviarte a Egipto’.+ 35 A este Moisés lo habían rechazado diciendo: ‘¿Quién te nombró gobernante y juez?’.+ Pero fue a él mismo al que Dios envió+ como gobernante y también como libertador por medio del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó+ realizando cosas impresionantes y milagros* en Egipto,+ en el mar Rojo+ y en el desierto durante 40 años.+
37 ”Este es el Moisés que les dijo a los hijos de Israel: ‘Dios nombrará para ustedes un profeta como yo de entre sus hermanos’.+ 38 Este fue el que estuvo en la congregación en el desierto, el que estuvo con el ángel+ que le habló+ en el monte Sinaí y con nuestros antepasados. Él recibió declaraciones sagradas y vivas para dárnoslas a nosotros.+ 39 Nuestros antepasados no quisieron obedecerlo. Más bien, lo rechazaron+ y en sus corazones volvieron a Egipto+ 40 al decirle a Aarón: ‘Haznos dioses que vayan delante de nosotros. Porque no sabemos qué le pasó a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto’.+ 41 Así que en aquellos días hicieron un ídolo en forma de becerro,* le ofrecieron un sacrificio y se pusieron a celebrar lo que habían hecho.+ 42 De modo que Dios se alejó de ellos y dejó que le dieran servicio sagrado al ejército del cielo,+ tal como está escrito en el libro de los Profetas: ‘Oh, casa de Israel, ¿verdad que no fue a mí a quien le hicieron ofrendas y sacrificios durante 40 años en el desierto? 43 Más bien, ustedes transportaron la tienda de Moloc+ y la estrella del dios Refán, las imágenes que hicieron para adorarlas. Así que los desterraré más allá de Babilonia’.+
44 ”En el desierto, nuestros antepasados tenían la tienda del Testimonio, tal como Dios ordenó cuando le dijo a Moisés que la hiciera siguiendo el modelo que había visto.+ 45 Y nuestros antepasados la heredaron y la llevaron con Josué a la tierra de las naciones+ que Dios expulsó delante de nuestros antepasados.+ Allí permaneció hasta los días de David. 46 Él disfrutó del favor de Dios y pidió el privilegio de hacer* una morada para el Dios de Jacob.+ 47 Pero fue Salomón el que le construyó una casa.+ 48 Sin embargo, el Altísimo no vive en casas hechas por manos humanas.+ Es como dice el profeta: 49 ‘El cielo es mi trono+ y la tierra es el banquillo para mis pies.+ ¿Qué clase de casa harán para mí? —dice Jehová—. ¿O dónde está mi lugar de descanso? 50 ¿Acaso no fue mi mano la que hizo todas estas cosas?’.+
51 ”Hombres tercos e incircuncisos de corazón y de oídos,+ ustedes siempre se están resistiendo al espíritu santo. Hacen lo mismo que hicieron sus antepasados.+ 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados?+ Sí, ellos mataron a los que anunciaron de antemano la venida del justo,+ aquel a quien ustedes traicionaron y asesinaron.+ 53 Ustedes recibieron la Ley tal como la transmitieron los ángeles,+ pero no la han obedecido”.
54 Al oír estas cosas, ellos se sintieron furiosos en el corazón y, mirándolo, empezaron a apretar los dientes.+ 55 Pero él, lleno de espíritu santo, miró al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios,+ 56 y dijo: “¡Miren! Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre+ de pie a la derecha de Dios”.+ 57 Entonces ellos gritaron con todas sus fuerzas, se taparon los oídos y todos se lanzaron sobre él. 58 Después de sacarlo de la ciudad, empezaron a apedrearlo.+ Los testigos+ pusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo.+ 59 Mientras lo apedreaban, Esteban suplicó: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. 60 Entonces se arrodilló y gritó con voz fuerte: “Jehová, no les tengas en cuenta este pecado”.+ Después de decir esto, se durmió en la muerte.
8 Y Saulo aprobaba su asesinato.+
En aquel día comenzó una gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén. Todos, menos los apóstoles, fueron esparcidos por las regiones de Judea y Samaria.+ 2 Unos hombres devotos se llevaron a Esteban para enterrarlo e hicieron un gran duelo por él. 3 Saulo, por su parte, empezó a atacar ferozmente a la congregación. Invadía una casa tras otra para arrastrar afuera a hombres y mujeres y llevarlos a prisión.+
4 Pero los que habían sido esparcidos iban por la zona declarando las buenas noticias de la palabra.+ 5 Y Felipe+ bajó a la ciudad de Samaria+ y se puso a predicarle a la gente acerca del Cristo. 6 Todos en las multitudes prestaban mucha atención a lo que Felipe decía; lo escuchaban y observaban los milagros* que hacía. 7 Muchos tenían espíritus malignos,* y estos salían gritando muy fuerte.+ Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 Así que aquella ciudad se llenó de alegría.
9 Ahora bien, en la ciudad había un hombre llamado Simón que, antes de que pasara todo esto, practicaba magia y asombraba a la nación de Samaria, y decía que era alguien grande. 10 Todos ellos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Este hombre es el Poder de Dios, llamado Gran Poder”. 11 De modo que le prestaban atención porque los había asombrado durante mucho tiempo con sus artes mágicas. 12 Pero, cuando Felipe les declaró las buenas noticias del Reino de Dios+ y del nombre de Jesucristo, le creyeron y tanto hombres como mujeres se bautizaron.+ 13 El propio Simón también se hizo creyente y, después de bautizarse, no se apartó de Felipe. Se quedaba maravillado al ver los milagros* y las grandes obras poderosas que se hacían.
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que la gente de Samaria había aceptado la palabra de Dios,+ les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Así que ellos bajaron y oraron para que los samaritanos recibieran espíritu santo,+ 16 pues solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús y ninguno había recibido aún el espíritu santo.+ 17 De modo que les impusieron las manos+ y ellos empezaron a recibir espíritu santo.
18 Ahora bien, cuando Simón vio que se recibía espíritu cuando los apóstoles imponían las manos, les ofreció dinero 19 y les dijo: “Denme este poder a mí también para que cualquiera a quien yo le imponga las manos reciba espíritu santo”. 20 Pero Pedro le dijo: “Que tu plata muera contigo, porque pensaste que podías conseguir con dinero el regalo* de Dios.+ 21 Tú no tienes absolutamente nada que ver en este asunto, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios. 22 Así que arrepiéntete de esta maldad tuya y suplícale a Jehová que, si es posible, sean perdonadas las malas intenciones de tu corazón; 23 porque veo que eres un veneno amargo y un esclavo de la injusticia”.* 24 Y Simón les respondió: “Suplíquenle a Jehová por mí para que no me pase nada de lo que han dicho”.
25 Después de dar un testimonio completo* y predicar la palabra de Jehová, salieron de regreso a Jerusalén y fueron declarando las buenas noticias en muchas aldeas de los samaritanos.+
26 Sin embargo, el ángel de Jehová+ le habló a Felipe y le dijo: “Prepárate y ve hacia el sur, al camino que baja de Jerusalén a Gaza”. (Este es un camino por el desierto). 27 Por lo tanto, él se preparó y se fue. Entonces se encontró a un eunuco etíope, un hombre de autoridad que estaba al servicio de Candace, la reina de los etíopes, y que estaba a cargo de todo el tesoro de ella. Él había ido a Jerusalén para adorar a Dios,+ 28 pero ya estaba de regreso. Iba sentado en su carro leyendo en voz alta al profeta Isaías. 29 De modo que el espíritu le dijo a Felipe: “Ve y acércate a ese carro”. 30 Felipe corrió al lado y oyó que él estaba leyendo en voz alta al profeta Isaías. Entonces le preguntó: “¿De veras entiendes lo que estás leyendo?”. 31 Él le respondió: “¿Y cómo voy a entenderlo sin alguien que me enseñe?”. Así que le suplicó a Felipe que subiera y se sentara con él. 32 El pasaje de las Escrituras que leía era este: “Como oveja fue llevado al matadero;+ y, como un cordero que se queda callado ante el que lo esquila, él no abre la boca.+ 33 Durante su humillación, le negaron la justicia.+ ¿Quién contará los detalles de su generación? Porque su vida es eliminada de la tierra”.+
34 Entonces el eunuco le dijo a Felipe: “Por favor, dime, ¿de quién está hablando el profeta? ¿De él mismo, o de otro hombre?”. 35 Felipe empezó a hablar y, comenzando por este pasaje de las Escrituras, le declaró las buenas noticias acerca de Jesús. 36 Mientras iban por el camino, llegaron a una masa de agua, y el eunuco le dijo: “¡Mira! Aquí hay agua. ¿Qué impide que me bautice?”. 37 -- 38 Así que mandó parar el carro y tanto Felipe como el eunuco se metieron en el agua. Entonces Felipe lo bautizó. 39 Cuando salieron del agua, enseguida el espíritu de Jehová condujo a Felipe a otro lugar, y el eunuco no volvió a verlo. El eunuco siguió feliz su camino. 40 En cambio, Felipe acabó en Asdod, y al atravesar el territorio siguió declarando las buenas noticias en todas las ciudades hasta que llegó a Cesarea.+
9 Pero Saulo seguía amenazando a los discípulos del Señor y deseaba asesinarlos.*+ Así que fue al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco que le permitieran traer atado a Jerusalén a cualquier miembro del Camino+ que encontrara, ya fuera hombre o mujer.
3 Ahora bien, cuando iba viajando a Damasco y ya estaba cerca, una luz del cielo lo envolvió de repente,+ 4 y él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. 5 Él preguntó: “¿Quién eres, Señor?”. Y le respondió: “Soy Jesús,+ a quien tú persigues.+ 6 Pero ahora levántate y entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer”. 7 Los hombres que lo acompañaban se quedaron quietos y sin poder hablar, porque oían el sonido de una voz pero no veían a nadie.+ 8 Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Así que lo llevaron de la mano a Damasco. 9 Durante tres días no vio nada,+ y no comió ni bebió.
10 En Damasco había un discípulo llamado Ananías,+ y el Señor le dijo en una visión: “¡Ananías!”. Él respondió: “Aquí estoy, Señor”. 11 El Señor le dijo: “Levántate, ve a la calle llamada Recta y busca en la casa de Judas a un hombre de Tarso llamado Saulo.+ Resulta que está orando 12 y ha visto en una visión que un hombre llamado Ananías entra y pone las manos sobre él para que recupere la vista”.+ 13 Pero Ananías le contestó: “Señor, he oído a muchos hablar de este hombre y de todo el daño que les hizo a tus santos en Jerusalén. 14 Y aquí tiene autoridad de parte de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre”.+ 15 Pero el Señor le dijo: “Ve, porque este hombre es un instrumento* escogido por mí+ para llevar mi nombre a las naciones,+ así como a reyes+ y a los hijos de Israel. 16 Yo le mostraré claramente todo lo que tendrá que sufrir por mi nombre”.+
17 De modo que Ananías fue, entró en la casa, puso las manos sobre él y le dijo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por el que venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno de espíritu santo”.+ 18 De inmediato cayeron de sus ojos lo que parecían escamas y él recuperó la vista. Entonces se levantó y fue bautizado, 19 comió algo y recobró las fuerzas.
Luego se quedó durante unos días con los discípulos que había en Damasco+ 20 y enseguida se puso a predicar en las sinagogas acerca de Jesús, diciendo que es el Hijo de Dios. 21 Pero todos los que lo oían quedaban asombrados y decían: “¿No es este el hombre que atacaba ferozmente en Jerusalén a los que invocaban este nombre?+ ¿No había venido aquí con el propósito de arrestarlos y llevarlos* ante los sacerdotes principales?”.+ 22 Pero Saulo iba consiguiendo más y más poder, y dejaba confundidos a los judíos que vivían en Damasco al demostrarles de forma lógica que Jesús es el Cristo.+
23 Al cabo de muchos días, los judíos planearon matarlo.+ 24 Pero Saulo se enteró de lo que planeaban contra él. Como ellos además vigilaban las puertas de día y de noche para matarlo, 25 sus discípulos lo tomaron una noche y lo bajaron por una abertura de la muralla en una canasta.+
26 Al llegar a Jerusalén,+ él se esforzó por unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo porque no creían que fuera discípulo. 27 Así que Bernabé+ fue a ayudarlo y lo llevó ante los apóstoles. Luego les contó con todo detalle que Saulo había visto en el camino al Señor,+ que este le había hablado y que Saulo había predicado en Damasco con mucho valor en el nombre de Jesús.+ 28 Entonces Saulo se quedó con ellos, y él se movía libremente por Jerusalén y predicaba con mucho valor en el nombre del Señor. 29 Hablaba y debatía con los judíos de habla griega. Pero ellos intentaron matarlo varias veces.+ 30 Cuando los hermanos se enteraron, lo llevaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.+
31 Entonces, por toda Judea, Galilea y Samaria,+ la congregación entró en un periodo de paz y fue edificada. Y, como andaba en el temor de Jehová y en el consuelo del espíritu santo,+ siguió creciendo.
32 Ahora bien, como Pedro estaba viajando por toda la región, también bajó a visitar a los santos que vivían en Lida.+ 33 Allí vio a un hombre llamado Eneas, que era paralítico y llevaba ocho años en cama. 34 Pedro le dijo: “Eneas, Jesucristo te sana.+ Levántate y haz tu cama”.+ Al instante, él se levantó. 35 Cuando todos los que vivían en Lida y en la llanura de Sarón lo vieron, se convirtieron al Señor.
36 En Jope había una discípula llamada Tabita, nombre que traducido es Dorcas. Ella hacía muchas obras buenas y ayudaba mucho a los necesitados.* 37 Pero, en esos días, se enfermó y murió. Así que la lavaron y la acostaron en un cuarto de la planta alta. 38 Ahora bien, Lida estaba cerca de Jope, así que, cuando los discípulos oyeron que Pedro estaba en esa ciudad, mandaron a dos hombres para que le rogaran: “Por favor, ven aquí cuanto antes”.* 39 Pedro se levantó de inmediato y fue con ellos. Cuando llegó, lo llevaron al cuarto de la planta alta. Y todas las viudas se presentaron ante él llorando y mostrándole todas las ropas y los mantos que Dorcas había hecho cuando estaba viva. 40 Entonces Pedro los hizo salir a todos,+ se arrodilló y oró. Luego se volvió hacia el cuerpo y dijo: “Tabita, ¡levántate!”. Ella abrió los ojos y, tan pronto como vio a Pedro, se incorporó.+ 41 Él la ayudó a levantarse dándole la mano. Luego llamó a los santos y a las viudas, y la presentó viva ante ellos.+ 42 Toda Jope se enteró de esto, y muchos creyeron en el Señor.+ 43 Pedro se quedó bastantes días más en Jope con un curtidor llamado Simón.+
10 Ahora bien, en Cesarea había un hombre llamado Cornelio, un oficial del ejército en lo que se conocía como el regimiento italiano. 2 Era un hombre devoto que temía a Dios, al igual que toda su casa. Ayudaba mucho a los necesitados* y le rogaba a Dios constantemente. 3 Pues bien, cerca de la hora novena+ del día vio con claridad en una visión que un ángel de Dios entraba adonde él estaba y le decía: “¡Cornelio!”. 4 Cornelio se quedó mirándolo aterrorizado y le preguntó: “¿Qué sucede, Señor?”. Él le dijo: “Tus oraciones y la ayuda que les das a los pobres han subido hasta Dios, y él las recuerda.+ 5 Así que envía a algunos hombres a Jope para que traigan a un hombre llamado Simón, conocido como Pedro. 6 Se está hospedando con Simón, un curtidor que tiene su casa junto al mar”. 7 Tan pronto como se fue el ángel que le habló, él llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado devoto de entre sus asistentes, 8 les contó todo y los envió a Jope.
9 Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar como a la hora sexta. 10 Pero le dio mucha hambre y quiso comer. Mientras preparaban la comida, él cayó en un trance+ 11 y vio el cielo abierto y algo* parecido a una gran sábana de lino sostenida por sus cuatro puntas que descendía sobre la tierra. 12 Encima había todo tipo de animales de cuatro patas y reptiles* de la tierra y aves del cielo. 13 Entonces una voz le dijo: “¡Levántate, Pedro, mata* y come!”. 14 Pero Pedro respondió: “De ninguna manera, Señor. Nunca he comido nada contaminado o impuro”.+ 15 La voz habló por segunda vez y le dijo: “Deja de llamar contaminadas a las cosas que Dios ha purificado”. 16 Esto ocurrió una tercera vez, y enseguida la sábana* volvió al cielo.
17 Pedro estaba desconcertado y no dejaba de pensar en lo que podría significar aquella visión. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio habían preguntado dónde quedaba la casa de Simón y ya estaban allí en la puerta.+ 18 Llamaron y preguntaron si Simón, conocido como Pedro, se hospedaba allí. 19 Mientras Pedro todavía estaba pensando en la visión, el espíritu+ dijo: “¡Mira! Tres hombres están preguntando por ti. 20 Así que levántate, baja y vete con ellos sin dudarlo, porque yo los he enviado”. 21 Entonces Pedro bajó adonde estaban los hombres y dijo: “Aquí estoy. Es a mí al que buscan. ¿Por qué han venido?”. 22 Ellos dijeron: “Cornelio+ es un oficial del ejército, un hombre justo que teme a Dios y de quien toda la nación judía habla bien. Mediante un santo ángel recibió instrucciones divinas de invitarte a su casa y de escuchar lo que tú dijeras”. 23 Así que Pedro los invitó a entrar y les dio hospedaje.
Al día siguiente se levantó y se fue con ellos, y algunos hermanos de Jope lo acompañaron. 24 Un día después llegó a Cesarea. Cornelio, por supuesto, los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos. 25 Cuando Pedro entró en la casa, Cornelio fue a su encuentro, cayó a sus pies y le rindió homenaje. 26 Pero Pedro lo levantó diciéndole: “Ponte de pie. Yo también soy solo un hombre”.+ 27 Mientras hablaba con él, entró y allí encontró a muchas personas reunidas. 28 Él les dijo: “Ustedes saben bien que va contra la ley que un judío tenga trato con un hombre de otra raza o se acerque a él.+ Pero Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o impuro a nadie.+ 29 Por eso vine sin poner objeciones cuando fueron a buscarme. Ahora díganme, ¿por qué me llamaron?”.
30 Cornelio respondió: “Hace cuatro días estaba orando en mi casa a esta misma hora, la hora novena, cuando de repente un hombre con ropa brillante se presentó ante mí 31 y me dijo: ‘Cornelio, tu oración ha sido escuchada, y Dios ha recordado la ayuda que les has dado a los pobres.+ 32 Por eso, envía a alguien a Jope y manda llamar a Simón, conocido como Pedro. Él está hospedado en la casa de Simón, un curtidor que vive junto al mar’.+ 33 Enseguida mandé que fueran a buscarte y tú has tenido la bondad de venir. Y ahora todos estamos aquí delante de Dios para oír todas las cosas que Jehová te ha mandado decir”.
34 Al oír eso, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ahora de veras entiendo que Dios no es parcial,+ 35 sino que acepta a los que le temen y hacen lo que está bien, sea cual sea su nación.+ 36 Él envió su mensaje* a los hijos de Israel para anunciarles las buenas noticias de paz+ mediante Jesucristo. Este es Señor de todos.+ 37 Ustedes conocen el tema del que se hablaba por toda Judea, algo que comenzó en Galilea,+ después del bautismo que Juan predicó:+ 38 era de Jesús de Nazaret, de cómo Dios lo ungió con espíritu santo+ y poder, y de que fue por la tierra haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo,+ porque Dios estaba con él.+ 39 Nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén, pero ellos lo mataron colgándolo en un madero.+ 40 Dios lo resucitó* al tercer día+ y le permitió manifestarse* 41 no a todo el pueblo, sino a testigos nombrados de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con él después de que fue levantado de entre los muertos.+ 42 También él nos ordenó que le predicáramos al pueblo y que diéramos un testimonio completo*+ de que él es a quien Dios ha nombrado juez de vivos y de muertos.+ 43 Todos los profetas dan testimonio de él,+ de que todos los que ponen su fe en él reciben el perdón de los pecados mediante su nombre”.+
44 Mientras Pedro todavía estaba hablando de estas cosas, el espíritu santo bajó sobre todos los que estaban escuchando el mensaje.*+ 45 Y los creyentes circuncisos que habían ido con Pedro estaban asombrados porque el regalo* del espíritu santo también se estaba derramando sobre gente de las naciones, 46 pues ellos los oían hablar en diferentes idiomas y alabar a Dios.+ Después, Pedro dijo: 47 “Estos han recibido el espíritu santo, igual que nosotros. ¿Puede alguien negarles el agua e impedir que sean bautizados?”.+ 48 Entonces mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.+ Luego le pidieron que se quedara con ellos algunos días.
11 Ahora bien, los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también gente de las naciones había aceptado la palabra de Dios. 2 Por eso, cuando Pedro subió a Jerusalén, los defensores de la circuncisión+ se pusieron a criticarlo.* 3 Le decían: “Entraste en la casa de hombres que no están circuncidados y comiste con ellos”. 4 Entonces Pedro se puso a explicarles los detalles. Les dijo:
5 “Yo estaba orando en la ciudad de Jope cuando caí en un trance y tuve una visión. Vi algo* parecido a una gran sábana de lino sostenida por sus cuatro puntas que bajaba del cielo, y llegó justo adonde yo estaba.+ 6 Miré atentamente y encima vi animales de cuatro patas de la tierra, animales salvajes, reptiles* y aves del cielo. 7 También oí una voz que me dijo: ‘¡Levántate, Pedro, mata y come!’. 8 Pero yo respondí: ‘De ninguna manera, Señor. En mi boca nunca ha entrado nada contaminado o impuro’. 9 Entonces la voz del cielo habló por segunda vez y dijo: ‘Deja de llamar contaminadas a las cosas que Dios ha purificado’. 10 Esto ocurrió una tercera vez, y todo fue llevado de nuevo al cielo. 11 Justo en ese momento, tres hombres que habían sido enviados a buscarme desde Cesarea llegaron a la casa en donde estábamos hospedados.+ 12 El espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudarlo. También fueron conmigo estos seis hermanos, y entramos en la casa del hombre.
13 ”Él nos contó que había visto a un ángel en su casa y que este le había dicho: ‘Envía a algunos hombres a Jope para que traigan a Simón, conocido como Pedro,+ 14 y él te dirá cómo pueden salvarse tú y tu casa’. 15 Pero, cuando yo estaba empezando a hablar, el espíritu santo descendió sobre ellos, igual que descendió sobre nosotros al principio.+ 16 En ese momento me acordé de lo que el Señor solía decir: ‘Juan bautizó con agua,+ pero ustedes serán bautizados con espíritu santo’.+ 17 Por lo tanto, si Dios les estaba dando a ellos el mismo regalo* que nos dio a nosotros, que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?”.*+
18 Al oír todo esto, ellos dejaron de poner objeciones* y le dieron gloria a Dios. Dijeron: “¡Así que Dios también le ha dado a gente de las naciones la oportunidad de arrepentirse para recibir vida!”.+
19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos+ por la persecución* que surgió a causa de Esteban llegaron hasta Fenicia,+ Chipre y Antioquía. Pero solo les predicaban el mensaje a los judíos.+ 20 Sin embargo, hubo entre ellos algunos hombres de Chipre y de Cirene que fueron a Antioquía y se pusieron a predicarles a las personas de habla griega y a anunciarles las buenas noticias del Señor Jesús. 21 Es más, la mano de Jehová estaba con ellos, y un gran número de personas se hicieron creyentes y se convirtieron al Señor.+
22 Esta noticia llegó a oídos de la congregación de Jerusalén, y ellos enviaron a Bernabé+ a Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio la bondad inmerecida de Dios, se alegró mucho y los animó a todos a permanecer leales al Señor con firmeza y sinceridad,+ 24 porque Bernabé era un hombre bueno que estaba lleno de espíritu santo y fe. Y una gran multitud empezó a creer en el Señor.+ 25 Entonces él se fue a Tarso para buscar a Saulo+ por todas partes. 26 Cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Y durante todo un año se reunieron con la congregación y enseñaron a una multitud bastante grande. Fue en Antioquía donde, por dirección divina, a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez.+
27 En esos días, unos profetas+ bajaron de Jerusalén a Antioquía. 28 Uno de ellos, llamado Ágabo,+ se levantó y profetizó mediante el espíritu que toda la tierra habitada estaba a punto de sufrir una época de mucha hambre,+ que de hecho tuvo lugar en tiempos de Claudio.+ 29 Así que los discípulos decidieron enviarles ayuda,+ cada uno según sus posibilidades,+ a los hermanos que vivían en Judea. 30 Y eso hicieron. Les enviaron la ayuda a los ancianos mediante Bernabé y Saulo.+
12 Por ese mismo tiempo, el rey Herodes empezó a maltratar a algunos miembros de la congregación.+ 2 Mató a espada+ a Santiago, el hermano de Juan,+ 3 y, al ver que esto les gustó a los judíos, también arrestó a Pedro. (Todo esto fue durante los días de la Fiesta de los Panes Sin Levadura).+ 4 De modo que lo arrestó, lo metió en prisión+ y puso cuatro turnos de cuatro soldados cada uno para vigilarlo, pues tenía la intención de presentarlo* ante el pueblo después de la Pascua.+ 5 Así que dejaron a Pedro encerrado en la prisión. Mientras tanto, la congregación no dejaba de orarle con fervor a Dios por él.+
6 La noche antes de que Herodes lo presentara ante el pueblo, Pedro dormía sujetado por dos cadenas entre dos soldados, y había guardias vigilando delante de la puerta de la prisión. 7 Pero de repente el ángel de Jehová se apareció allí,+ y una luz iluminó la celda de la prisión. Entonces él despertó a Pedro tocándolo en el costado y diciéndole: “¡Levántate! ¡Rápido!”. Y las cadenas cayeron de sus manos.+ 8 El ángel le dijo: “Vístete y ponte las sandalias”. Él obedeció. Por último le dijo: “Ponte tu manto y sígueme”. 9 Pedro salió y lo siguió, pero no se daba cuenta de que lo que el ángel estaba haciendo era real. De hecho, pensaba que estaba teniendo una visión. 10 Tras pasar al primer grupo de guardias y luego al segundo, llegaron a la puerta de hierro que llevaba a la ciudad y esta se abrió sola.+ De modo que salieron y continuaron por una calle. De repente, el ángel lo dejó. 11 En ese momento, Pedro se dio cuenta de lo que había pasado y dijo: “Ahora estoy seguro de que Jehová envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo lo que los judíos esperaban que me pasara”.+
12 Después de darse cuenta de esto, fue a la casa de María la madre de Juan, al que llamaban Marcos,+ donde estaban reunidos muchos discípulos orando. 13 Cuando llamó a la puerta de la entrada, una joven sirvienta llamada Rode fue a ver quién era. 14 Al reconocer la voz de Pedro, se alegró tanto que, en vez de abrir la puerta, corrió adentro a decir que Pedro estaba a la entrada. 15 Ellos le dijeron: “Estás loca”. Pero, como ella insistía en que era verdad, ellos empezaron a decir: “Es su ángel”. 16 Mientras tanto, Pedro seguía fuera tocando a la puerta. Cuando ellos abrieron y lo vieron, se quedaron sorprendidos. 17 Él les hizo señas con la mano para que estuvieran callados y les contó en detalle cómo Jehová lo había sacado de la prisión. Entonces les dijo: “Infórmenles de estas cosas a Santiago+ y a los hermanos”. Dicho esto, salió y se fue a otro lugar.
18 Cuando se hizo de día, se produjo un gran alboroto entre los soldados porque no sabían lo que había pasado con Pedro. 19 Herodes hizo una búsqueda concienzuda; pero, como no lo encontró, interrogó a los guardias y luego mandó que los castigaran.+ Después bajó de Judea a Cesarea y se quedó allí un tiempo.
20 Ahora bien, él estaba enojado* con los habitantes de Tiro y Sidón. Así que ellos se unieron para ir* adonde estaba él y, tras convencer a Blasto —el encargado de los asuntos de la casa del rey—, pidieron la paz, porque su país vivía de los alimentos que recibía del país del rey Herodes. 21 Cuando llegó el día fijado, Herodes se vistió con las ropas reales, se sentó en el tribunal y empezó a darle un discurso al público. 22 Entonces la gente allí reunida empezó a gritar: “¡Es la voz de un dios, y no de un hombre!”. 23 Al instante, el ángel de Jehová hizo que se enfermara, porque no le dio la gloria a Dios. Y murió comido por los gusanos.
24 Pero la palabra de Jehová siguió creciendo y extendiéndose.+
25 En cuanto a Bernabé+ y Saulo, cuando acabaron todas sus labores de socorro en Jerusalén,+ regresaron llevándose con ellos a Juan,+ al que también llamaban Marcos.
13 Ahora bien, en Antioquía había profetas y maestros en la congregación local:+ Bernabé,+ Symeón —al que llamaban Niger—, Lucio de Cirene, Manaén —que fue educado con Herodes,+ el gobernante de distrito— y Saulo. 2 Mientras estaban sirviendo a Jehová y ayunando, el espíritu santo dijo: “Sepárenme a Bernabé y a Saulo+ a fin de que realicen la misión para la que los he llamado”.+ 3 Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y se despidieron de ellos.
4 Así que estos hombres, enviados por el espíritu santo, bajaron a Seleucia y allí se embarcaron para Chipre. 5 Cuando llegaron a Salamina, se pusieron a predicar la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Y Juan iba con ellos de ayudante.+
6 Después de atravesar toda la isla hasta Pafos, se encontraron con cierto judío llamado Bar-Jesús, que era un hechicero y un falso profeta. 7 Él estaba con el procónsul Sergio Paulo, un hombre inteligente. Este llamó a Bernabé y a Saulo porque estaba muy interesado en oír la palabra de Dios. 8 Pero Elimas, el hechicero (porque así se traduce su nombre), empezó a oponerse a ellos y trataba de apartar de la fe al procónsul. 9 Entonces Saulo, también llamado Pablo, se llenó de espíritu santo, lo miró fijamente 10 y dijo: “Tú que estás lleno de toda clase de fraude y toda clase de maldad, tú que eres hijo del Diablo+ y enemigo de todo lo justo, ¿cuándo dejarás de torcer los caminos rectos de Jehová? 11 ¡Mira! La mano de Jehová está sobre ti: te quedarás ciego y no verás la luz del sol por un tiempo”. Al instante, una espesa neblina y oscuridad cayeron sobre sus ojos, y comenzó a buscar a su alrededor a alguien que lo llevara de la mano. 12 Al ver lo sucedido, el procónsul se hizo creyente, pues quedó muy impresionado con las enseñanzas de Jehová.
13 Saliendo desde Pafos, Pablo y sus compañeros navegaron hasta Perga+ de Panfilia. Pero Juan+ los dejó y regresó a Jerusalén.+ 14 Sin embargo, ellos siguieron el viaje desde Perga y llegaron a Antioquía+ de Pisidia. Allí entraron en la sinagoga+ en sábado y se sentaron. 15 Después de la lectura pública de la Ley y los Profetas,+ los presidentes de la sinagoga mandaron a decirles: “Hermanos, si tienen alguna palabra de ánimo para el pueblo, díganla”. 16 Entonces Pablo se levantó, hizo señas con la mano y dijo:
“Hombres de Israel y todos los demás que temen a Dios, escuchen. 17 El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros antepasados. Él engrandeció al pueblo mientras vivían como extranjeros en la tierra de Egipto y los sacó de allí con brazo fuerte.*+ 18 Y durante cerca de 40 años los soportó en el desierto.+ 19 Después de destruir a siete naciones en la tierra de Canaán, les dio sus tierras como herencia.+ 20 Todo esto sucedió durante unos 450 años.
”Después les dio jueces hasta el profeta Samuel.+ 21 Pero entonces exigieron un rey,+ y Dios les dio durante 40 años a Saúl hijo de Quis, un hombre de la tribu de Benjamín.+ 22 Después lo quitó y les dio a David como rey,+ de quien dio testimonio y dijo: ‘He encontrado en David hijo de Jesé+ a un hombre que complace a mi corazón.+ Él hará todas las cosas que yo deseo’. 23 De la descendencia de este hombre, Dios ha traído a Israel un salvador, Jesús, tal como había prometido.+ 24 Antes de que él llegara, Juan le había predicado a todo el pueblo de Israel el bautismo en señal de arrepentimiento.+ 25 Sin embargo, cuando estaba terminando su misión,* Juan decía: ‘¿Quién piensan que soy? Yo no soy él.*+ Pero sepan que detrás de mí viene uno a quien ni siquiera merezco desatarle las sandalias de los pies’.+
26 ”Hermanos, los descendientes de la familia de Abrahán y el resto de ustedes que temen a Dios, a nosotros se nos ha enviado este mensaje de salvación.+ 27 Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no reconocieron a este salvador, pero cuando lo juzgaron cumplieron las palabras de los Profetas+ que se leen en voz alta todos los sábados. 28 Aunque no encontraron ninguna base para matarlo,+ le exigieron a Pilato que lo ejecutara.+ 29 Y, cuando habían cumplido todo lo que se escribió sobre él, lo bajaron del madero y lo pusieron en una tumba.+ 30 Pero Dios lo levantó de entre los muertos,+ 31 y durante muchos días él se les apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén. Estos ahora son sus testigos ante el pueblo.+
32 ”Así que nosotros les estamos predicando las buenas noticias acerca de la promesa hecha a nuestros antepasados. 33 Dios la ha cumplido hasta el último detalle para nosotros, sus hijos, al resucitar a Jesús;+ es tal como está escrito en el segundo salmo: ‘Tú eres mi hijo; hoy he llegado a ser tu padre’.+ 34 Dios declaró que lo resucitaría de entre los muertos y que nunca más volvería a la corrupción* cuando dijo: ‘Les daré las muestras de amor leal prometidas a David, que son fieles’.*+ 35 También se dice en otro salmo: ‘No permitirás que tu siervo leal sufra corrupción’.+ 36 Pues bien, David sirvió a Dios durante su generación, se durmió en la muerte, fue enterrado con sus antepasados y sí sufrió corrupción,+ 37 mientras que aquel a quien Dios resucitó* no sufrió corrupción.+
38 ”Por lo tanto, hermanos, sepan que les estamos anunciando el perdón de los pecados mediante él+ 39 y que, por medio de él, todo el que cree es declarado libre de culpa+ de todas las cosas de las que ustedes no podían ser declarados libres de culpa mediante la Ley de Moisés.+ 40 Por eso, tengan cuidado para que no les pase lo que se dice en los Profetas: 41 ‘Véanlo ustedes, burlones, asómbrense y mueran, porque en sus días estoy haciendo algo que ustedes no creerán aunque alguien se lo explique en detalle’”.+
42 Ahora bien, cuando estaban saliendo, la gente les suplicó que hablaran de estos asuntos el sábado siguiente. 43 Una vez terminada la reunión* en la sinagoga, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablaron con ellos y los animaron a permanecer en la bondad inmerecida de Dios.+
44 El sábado siguiente casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra de Jehová. 45 Cuando los judíos vieron las multitudes, se pusieron celosos y empezaron a contradecir a Pablo y a blasfemar contra lo que él decía.+ 46 Entonces Pablo y Bernabé les dijeron con valor: “Era necesario predicarles la palabra de Dios a ustedes primero.+ Pero, como la han rechazado y piensan que no merecen la vida eterna..., nos vamos a las naciones.+ 47 Jehová nos lo ha ordenado al decir: ‘Te he nombrado luz de las naciones, para que lleves la salvación hasta las partes más lejanas de la tierra’”.+
48 Cuando los que eran de las naciones oyeron esto, se alegraron y empezaron a darle gloria a la palabra de Jehová, y todos los que tenían la actitud correcta para obtener vida eterna se hicieron creyentes. 49 Es más, la palabra de Jehová se difundió por todo aquel territorio. 50 Pero los judíos alborotaron a las mujeres influyentes que temían a Dios y a los hombres importantes de la ciudad y provocaron una persecución+ contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. 51 Así que ellos se sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio.+ 52 Y los discípulos siguieron llenándose de felicidad*+ y de espíritu santo.
14 Ahora bien, en Iconio entraron juntos en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que muchísimos judíos y griegos se hicieron creyentes.+ 2 Pero los judíos que no creyeron alborotaron a la gente de las naciones y los pusieron en contra de los hermanos.+ 3 Así que ellos pasaron bastante tiempo hablando con valor gracias a la autoridad de Jehová, quien confirmaba el* mensaje de su bondad inmerecida permitiéndoles realizar milagros* y cosas impresionantes.+ 4 Sin embargo, la gente de la ciudad se dividió: algunos estaban a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles. 5 La gente de las naciones tramó un plan con los judíos y sus gobernantes para maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé.+ 6 Pero, cuando ellos se enteraron, huyeron a Listra y a Derbe —ciudades de Licaonia— y a sus alrededores.+ 7 Y allí siguieron predicando las buenas noticias.
8 En Listra había un hombre sentado que tenía los pies lisiados. Como había nacido así, nunca había andado. 9 Él estaba escuchando hablar a Pablo. Entonces Pablo lo miró fijamente y, como vio que tenía fe para ser curado,*+ 10 le dijo con voz fuerte: “Ponte de pie”. Y el hombre se levantó de un salto y empezó a andar.+ 11 Cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, ellos gritaron en la lengua licaónica: “¡Los dioses han tomado forma humana y han bajado adonde nosotros!”.+ 12 Así que se pusieron a llamar Zeus a Bernabé, pero llamaron Hermes a Pablo porque él era el que casi siempre hablaba. 13 Y el sacerdote del templo de Zeus, que estaba situado a la entrada de la ciudad,* trajo a las puertas toros y guirnaldas, y quería ofrecer sacrificios con la gente.
14 Al enterarse, los apóstoles Bernabé y Pablo se rasgaron la ropa, se metieron corriendo entre la multitud y gritaron: 15 “Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos humanos y tenemos las mismas debilidades que ustedes.+ Estamos predicándoles las buenas noticias para que abandonen estas cosas inútiles y se vuelvan al Dios vivo,+ el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos.+ 16 En el pasado, él permitió que cada nación siguiera su camino,+ 17 aunque no dejó de dar testimonio de sí mismo+ haciendo cosas buenas. Les dio lluvias del cielo y cosechas abundantes,+ les dio suficiente comida y llenó sus corazones de alegría”.+ 18 Pero, incluso diciéndoles todo esto, a duras penas lograron impedir que la gente les hiciera sacrificios.
19 Ahora bien, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y pusieron a la gente en contra de Pablo,+ de modo que lo apedrearon y lo arrastraron fuera de la ciudad creyendo que estaba muerto.+ 20 Sin embargo, cuando los discípulos se juntaron a su alrededor, él se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente se fue con Bernabé a Derbe.+ 21 Después de predicar las buenas noticias en aquella ciudad y de hacer una buena cantidad de discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía. 22 Allí fortalecieron a los discípulos+ animándolos a permanecer en la fe y diciéndoles: “Tenemos que pasar por muchas dificultades para entrar en el Reino de Dios”.+ 23 Además, nombraron ancianos en cada congregación,+ orando y ayunando,+ y los dejaron al cuidado de Jehová, en quien habían llegado a creer.
24 Luego atravesaron Pisidia y entraron en Panfilia+ 25 y, después de predicar la palabra en Perga, bajaron a Atalia. 26 De allí se embarcaron hacia Antioquía, donde los habían dejado bajo el cuidado de la bondad inmerecida de Dios para que realizaran la misión que acababan de completar.+
27 Cuando llegaron y reunieron a la congregación, les contaron todas las cosas que Dios había hecho mediante ellos. También les contaron que él les había abierto a las naciones la puerta de la fe.+ 28 De modo que pasaron bastante tiempo con los discípulos.
15 Entonces unos hombres bajaron de Judea y se pusieron a enseñarles a los hermanos: “A menos que se circunciden de acuerdo con la costumbre* de Moisés,+ no pueden ser salvados”. 2 Pero Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y, tras mucha discusión,* se hicieron preparativos para que Pablo, Bernabé y algunos más subieran adonde estaban los apóstoles y los ancianos de Jerusalén+ para hablar de este asunto.
3 Así que la congregación los acompañó durante una parte del camino. Después, ellos siguieron adelante a través de Fenicia+ y de Samaria. Y, al ir contando en detalle la conversión de gente de las naciones, alegraban muchísimo a todos los hermanos. 4 Cuando llegaron a Jerusalén, la congregación, los apóstoles y los ancianos los recibieron amablemente, y ellos les contaron todas las cosas que Dios había hecho por medio de ellos.+ 5 Sin embargo, algunos miembros de la secta de los fariseos que se habían hecho creyentes se levantaron de sus asientos y dijeron: “Es necesario circuncidarlos y ordenarles que obedezcan la Ley de Moisés”.+
6 De modo que los apóstoles y los ancianos se reunieron para tratar este asunto. 7 Después de discutirlo mucho, Pedro se levantó y les dijo: “Hermanos, ya saben que desde el principio Dios me eligió de entre todos ustedes para que la gente de las naciones oyera de mi boca el mensaje de las buenas noticias y creyera.+ 8 Y Dios, que conoce el corazón,+ demostró que los aprobaba* dándoles el espíritu santo,+ tal como también hizo con nosotros. 9 Él no hizo ninguna diferencia entre ellos y nosotros,+ sino que purificó sus corazones con la fe.+ 10 Entonces, ¿por qué ponen a prueba a Dios imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo+ que ni nuestros antepasados ni nosotros pudimos llevar?+ 11 Más bien, nosotros tenemos fe en que somos salvados mediante la bondad inmerecida del Señor Jesús,+ igual que ellos”.+
12 Al oír esto, el grupo entero se calló. Y se pusieron a escuchar a Bernabé y a Pablo, que les contaron todos los milagros* y las cosas impresionantes que Dios había hecho mediante ellos entre las naciones. 13 Cuando terminaron de hablar, Santiago+ dijo: “Hermanos, óiganme.+ 14 Symeón+ nos ha contado con todo detalle la primera vez que Dios dirigió su atención a las naciones para sacar de entre ellas un pueblo para su nombre.+ 15 Y eso coincide con las palabras de los Profetas, tal como está escrito: 16 ‘Después de estas cosas volveré y levantaré de nuevo la tienda de David, que está caída. Reconstruiré sus ruinas y la restauraré 17 para que los hombres que queden busquen diligentemente a Jehová con gente de todas las naciones, personas que son llamadas por mi nombre. Así dice Jehová, quien hace estas cosas,+ 18 que son conocidas desde la antigüedad’.+ 19 Por lo tanto, mi opinión es que no hay que causarle problemas a la gente de las naciones que se está volviendo a Dios.+ 20 Más bien, hay que escribirles que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos,+ de inmoralidad sexual,+ de animales estrangulados y de sangre.+ 21 Pues desde tiempos antiguos* Moisés ha tenido predicadores en cada ciudad, porque todos los sábados lo leen en voz alta en las sinagogas”.+
22 Así que los apóstoles y los ancianos, junto con toda la congregación, decidieron elegir a algunos hombres de entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Enviaron a Judas, también llamado Barsabás, y a Silas,+ que eran hombres con grandes responsabilidades entre los hermanos. 23 Esto fue lo que escribieron y mandaron con ellos:
“De los apóstoles y los ancianos, sus hermanos, a los hermanos de Antioquía,+ Siria y Cilicia que son de las naciones: ¡Saludos! 24 Nos hemos enterado de que algunos de entre nosotros, sin recibir instrucciones nuestras, han ido y les han causado problemas con sus palabras+ tratando de confundirlos. 25 Así que de forma unánime decidimos elegir a unos hombres y enviárselos con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 quienes han renunciado a sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.+ 27 Por eso, les enviamos a Judas y a Silas para que ustedes también oigan este mismo informe por boca de ellos.+ 28 Porque al espíritu santo+ y a nosotros nos ha parecido bien no imponerles más cargas aparte de estas cosas necesarias: 29 que se abstengan de cosas sacrificadas a ídolos,+ de sangre,+ de animales estrangulados+ y de inmoralidad sexual.+ Si evitan por completo estas cosas, les irá bien. ¡Que tengan buena salud!”.
30 Después de despedirse, estos hombres bajaron a Antioquía. Allí reunieron a todo el grupo y les entregaron la carta. 31 Cuando la leyeron, se sintieron felices por las palabras de ánimo. 32 Y, como Judas y Silas también eran profetas, animaron a los hermanos con muchos discursos y los fortalecieron.+ 33 Pasaron un tiempo allí, y después los hermanos les desearon paz y los mandaron de vuelta a quienes los habían enviado. 34 -- 35 Sin embargo, Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y predicando con muchos otros las buenas noticias de la palabra de Jehová.
36 Algunos días después, Pablo le dijo a Bernabé: “Regresemos ya* a visitar a los hermanos de todas las ciudades donde predicamos la palabra de Jehová para ver cómo están”.+ 37 Bernabé estaba decidido a llevarse con ellos a Juan, al que llamaban Marcos.+ 38 Pero a Pablo no le parecía bien llevárselo porque se había separado de ellos en Panfilia y no los había acompañado en la obra.+ 39 Esto provocó un fuerte estallido de ira, y cada uno se fue por su lado. Bernabé+ se llevó a Marcos con él y se embarcó hacia Chipre. 40 Pablo eligió a Silas y se fue después de que los hermanos lo dejaron bajo el cuidado de la bondad inmerecida de Jehová.+ 41 Y pasó por Siria y Cilicia fortaleciendo a las congregaciones.
16 Entonces llegó a Derbe y luego a Listra.+ Allí había un discípulo llamado Timoteo.+ Él era hijo de una mujer judía creyente, pero su padre era griego. 2 Y los hermanos de Listra y de Iconio hablaban muy bien de él.+ 3 Pablo expresó el deseo de que Timoteo lo acompañara, así que se lo llevó y lo circuncidó debido a los judíos de aquellos lugares,+ porque todos sabían que su padre era griego. 4 Mientras viajaban de ciudad en ciudad, les transmitían a los hermanos las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén para que las obedecieran.+ 5 Como resultado, las congregaciones continuaron haciéndose firmes en la fe y creciendo día tras día.
6 También atravesaron Frigia y la región de Galacia,+ porque* el espíritu santo les había prohibido predicar el mensaje en la provincia de Asia. 7 Es más, cuando llegaron a Misia, intentaron entrar en Bitinia,+ pero el espíritu de Jesús no se lo permitió. 8 De modo que atravesaron Misia y bajaron a Troas. 9 Durante la noche, Pablo tuvo una visión: un hombre macedonio estaba frente a él suplicándole: “Ven a Macedonia y ayúdanos”. 10 Justo después de haber tenido la visión, tratamos de ir a Macedonia, pues llegamos a la conclusión de que Dios nos había llamado para anunciar allí las buenas noticias.
11 Así que nos embarcamos en Troas y fuimos directamente a Samotracia. Al día siguiente salimos hacia Neápolis, 12 y de allí fuimos a la colonia de Filipos,+ que es la ciudad principal del distrito de Macedonia. Nos quedamos en esa ciudad durante algunos días. 13 El sábado salimos por la puerta de la ciudad y fuimos junto a un río, donde pensábamos que había un lugar para orar. Entonces nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que se habían reunido allí. 14 Una mujer llamada Lidia —una vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira+ que adoraba a Dios— estaba escuchando. Y Jehová le abrió el corazón por completo para que prestara atención a las cosas que Pablo estaba diciendo.+ 15 Después de que Lidia y los de su casa se bautizaron,+ ella nos suplicó: “Si ustedes consideran que soy fiel a Jehová, vengan a quedarse en mi casa”. Y sencillamente nos obligó a aceptar.
16 Un día, cuando íbamos al lugar de oración, nos encontramos con una joven sirvienta poseída por un espíritu, un demonio de adivinación.+ Ella obtenía muchas ganancias para sus amos prediciendo el futuro. 17 La muchacha se puso a seguirnos a Pablo y a nosotros, y gritaba: “Estos hombres son esclavos del Dios Altísimo+ y les están predicando el camino de la salvación”. 18 Ella hizo esto durante muchos días. Al final, Pablo se cansó, se volvió y le dijo al espíritu: “Te ordeno en el nombre de Jesucristo que salgas de ella”. En ese mismo momento, el espíritu salió.+
19 Pero, cuando sus amos vieron que habían perdido su esperanza de obtener ganancias,+ agarraron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza de mercado ante los gobernantes.+ 20 Al presentarlos ante los magistrados civiles, dijeron: “Estos hombres están perturbando muchísimo a la ciudad.+ Ellos son judíos 21 y están enseñando costumbres que no nos está permitido adoptar ni practicar,+ porque somos romanos”.+ 22 Y la gente se lanzó contra ellos. Entonces los magistrados civiles les desgarraron la ropa y luego ordenaron que los golpearan con varas.+ 23 Después de haberles dado muchos golpes, los metieron en la prisión+ y le ordenaron al carcelero que los vigilara muy bien.+ 24 Al recibir semejante orden, él los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo.
25 Como a medianoche, Pablo y Silas estaban orando y alabando a Dios con canciones,+ y los presos los estaban escuchando. 26 De repente hubo un terremoto tan grande que sacudió los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos.+ 27 Cuando el carcelero se despertó y vio que las puertas de la prisión estaban abiertas, sacó su espada y estaba a punto de matarse porque pensaba que los presos se habían escapado.+ 28 Pero Pablo gritó con fuerza: “¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!”. 29 De modo que el carcelero pidió luz, corrió adentro y cayó temblando a los pies de Pablo y Silas. 30 Luego los sacó y les dijo: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?”. 31 Ellos respondieron: “Cree en el Señor Jesús, y tú y tu casa serán salvados”. + 32 Entonces le predicaron la palabra de Jehová a él y a todos los de su casa. 33 En aquella misma hora de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas. Enseguida, él y todos los de su casa fueron bautizados.+ 34 Él los hizo entrar en su casa y les preparó la mesa. Y él se alegró muchísimo con todos los de su casa porque ahora creía en Dios.
35 Cuando amaneció, los magistrados civiles enviaron a los alguaciles a decirle al carcelero: “Libera a esos hombres”. 36 El carcelero le informó de esto a Pablo. Le dijo: “Los magistrados civiles enviaron a unos hombres para que ustedes dos sean liberados. Así que salgan y váyanse en paz”. 37 Pero Pablo les dijo: “Nos dieron golpes públicamente sin habernos juzgado* aunque somos romanos,+ y nos metieron en la prisión. ¿Y ahora nos echan a escondidas? ¡Pues no! Que vengan ellos mismos a sacarnos”. 38 Los alguaciles les contaron a los magistrados civiles lo que él había dicho. Cuando ellos se enteraron de que los hombres eran romanos, les dio miedo.+ 39 Así que fueron a disculparse y, después de sacarlos, les pidieron que dejaran la ciudad. 40 Pero, cuando Pablo y Silas salieron de la prisión, se dirigieron a la casa de Lidia,+ donde vieron a los hermanos y los animaron.+ Después se fueron.
17 Entonces pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica,+ donde había una sinagoga de los judíos. 2 Y, tal como tenía por costumbre,+ Pablo entró adonde estaban ellos y durante tres sábados razonó con ellos usando las Escrituras.+ 3 Les explicaba y probaba con referencias que era necesario que el Cristo sufriera+ y se levantara de entre los muertos.+ Les decía: “Este es el Cristo: el Jesús del que yo les estoy hablando”. 4 Como resultado, algunos de ellos se hicieron creyentes y se unieron a Pablo y a Silas.+ Lo mismo hicieron un gran grupo de griegos que adoraban a Dios, así como muchas mujeres importantes.
5 Pero los judíos, llenos de envidia,+ juntaron a algunos hombres malvados que vagaban por la plaza de mercado y formaron una chusma que alborotó la ciudad. Entonces asaltaron la casa de Jasón buscando a Pablo y a Silas para entregárselos a la chusma.+ 6 Como no los encontraron, se llevaron a rastras ante los gobernantes de la ciudad a Jasón y a algunos hermanos, y gritaban: “Los hombres que han trastornado* toda la tierra habitada están aquí también,+ 7 y Jasón los tiene hospedados en su casa. Todos estos hombres actúan en contra de los decretos de César diciendo que hay otro rey: Jesús”.+ 8 Al oír esto, la gente y los gobernantes de la ciudad se asustaron, 9 así que les pidieron una fianza a Jasón y a los demás, y después los dejaron ir.
10 Esa misma noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea. Cuando llegaron, fueron a la sinagoga de los judíos. 11 Pero estos judíos eran más nobles que los de Tesalónica, porque aceptaron la palabra con muchísimo interés, y todos los días examinaban con cuidado las Escrituras para ver si estas cosas eran tal como les decían. 12 Por lo tanto, muchos de ellos se hicieron creyentes. Lo mismo pasó con muchas mujeres griegas respetables y con algunos hombres. 13 Pero, cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo también estaba proclamando la palabra de Dios en Berea, fueron allá para provocar y alborotar a las multitudes.+ 14 De inmediato, los hermanos hicieron salir a Pablo hacia el mar,+ pero Silas y Timoteo se quedaron allí. 15 Sin embargo, los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas. Luego regresaron con las instrucciones de que Silas y Timoteo+ se reunieran con Pablo cuanto antes.
16 Ahora bien, mientras Pablo los esperaba en Atenas, él* se indignó profundamente al ver que la ciudad estaba llena de ídolos. 17 Así que se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con otras personas que adoraban a Dios. Y todos los días hacía lo mismo en la plaza de mercado con los que estuvieran por allí. 18 Pero algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos empezaron a discutir con él. Unos preguntaban: “¿Qué querrá decir este charlatán?”. Otros decían: “Parece que es un predicador de dioses extranjeros”. Decían esto porque él predicaba las buenas noticias de Jesús y de la resurrección.+ 19 De modo que lo agarraron y lo llevaron al Areópago. Decían: “¿Podemos saber cuál es esa nueva enseñanza de la que hablas? 20 Porque estás hablando de cosas que nos suenan extrañas, y queremos saber qué significan”. 21 De hecho, todos los atenienses y los extranjeros que había allí no hacían nada más durante su tiempo libre que contar o escuchar cosas nuevas. 22 Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago+ y dijo:
“Hombres de Atenas, veo que en todas las cosas ustedes parecen ser más devotos de los dioses* que otros.+ 23 Por ejemplo, mientras caminaba y observaba atentamente sus objetos sagrados,* incluso encontré un altar que tenía la siguiente inscripción: ‘A un Dios Desconocido’. Pues yo les estoy hablando de aquel a quien ustedes adoran sin conocerlo. 24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él es Señor del cielo y de la tierra,+ así que no vive en templos hechos por hombres.+ 25 Tampoco pide que le sirvan manos humanas, como si necesitara algo,+ porque él mismo les da a todas las personas vida, aliento+ y todas las cosas. 26 De un solo hombre creó+ todas las naciones humanas para que poblaran toda la superficie de la tierra,+ y decretó los tiempos fijados y estableció los límites dentro de los que vivirían los hombres.+ 27 Lo hizo para que buscaran a Dios, aunque fuera a tientas, y de veras lo encontraran,+ pues lo cierto es que él no está muy lejos de cada uno de nosotros. 28 Porque por* él tenemos vida, nos movemos y existimos.+ Como han dicho algunos de los poetas de ustedes: ‘Porque nosotros también somos hijos* de él’.
29 ”Así que, puesto que somos hijos* de Dios,+ no debemos pensar que el Ser Divino sea semejante al oro, la plata o la piedra, semejante a algo tallado que resulta del arte y la imaginación de los seres humanos.+ 30 Es cierto, Dios ha pasado por alto esos tiempos de ignorancia,+ pero ahora les está diciendo a todos en todas partes que se arrepientan. 31 Porque ha fijado un día en el que se propone juzgar+ a la tierra habitada con justicia mediante un hombre nombrado por él. Y les ha dado una garantía a todos los hombres al resucitarlo de entre los muertos”.+
32 Pues bien, al oírle hablar de una resurrección de los muertos, algunos empezaron a burlarse+ y otros dijeron: “Te oiremos hablar de esto en otro momento”. 33 Así que Pablo se fue, 34 pero algunos hombres se unieron a él y se hicieron creyentes. Entre ellos estaban Dionisio, que era juez del tribunal del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, además de otros.
18 Después de esto, él se fue de Atenas y llegó a Corinto. 2 Allí encontró a un judío llamado Áquila,+ natural del Ponto. Recientemente había llegado de Italia con su esposa Priscila, porque Claudio había ordenado que todos los judíos se fueran de Roma. Así que Pablo fue adonde estaban ellos 3 y, como tenía el mismo oficio, se quedó en su casa y trabajó con ellos.+ Su oficio era hacer tiendas de campaña. 4 Todos los sábados,+ él daba un discurso en la sinagoga+ y convencía a judíos y a griegos.
5 Cuando Silas+ y Timoteo+ bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó por completo a predicar la palabra. Les daba testimonio a los judíos y les demostraba que Jesús es el Cristo.+ 6 Pero, como ellos no dejaban de ponerse en contra de él y lo insultaban, se sacudió la ropa+ y les dijo: “Ustedes son responsables de su propia muerte.+ Yo no tengo la culpa.+ De ahora en adelante iré a la gente de las naciones”.+ 7 Así que se fue de allí y entró en la casa de Ticio Justo, un hombre que adoraba a Dios y que tenía su casa pegada a la sinagoga. 8 Pero Crispo,+ el presidente de la sinagoga, y toda su casa creyeron en el Señor. Y muchos de los corintios que oyeron el mensaje empezaron a creer y a bautizarse. 9 Es más, el Señor le dijo a Pablo en una visión durante la noche: “No tengas miedo. Sigue hablando y no calles, 10 porque yo estoy contigo+ y nadie te atacará para hacerte daño. Tengo a mucha gente en esta ciudad”. 11 Así que se quedó allí un año y seis meses enseñándoles la palabra de Dios.
12 Mientras Galión era procónsul de Acaya, los judíos se pusieron de acuerdo para atacar a Pablo y lo llevaron ante el tribunal. 13 Decían: “Este hombre está tratando de convencer a la gente para que adore a Dios de una manera que va en contra de la ley”.+ 14 Cuando Pablo estaba a punto de hablar, Galión les dijo a los judíos: “Si en realidad se tratara de alguna injusticia o de un delito grave, sería razonable que yo los escuchara con paciencia. 15 Pero, si se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de su propia ley,+ encárguense ustedes del asunto. Yo no quiero ser juez de estas cosas”. 16 Entonces los echó del tribunal. 17 De modo que todos ellos agarraron a Sóstenes,+ el presidente de la sinagoga, y comenzaron a golpearlo enfrente del tribunal. Pero Galión no quiso involucrarse para nada en el asunto.
18 Pablo se quedó algunos días más. Después se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas+ se cortó el pelo porque había hecho un voto. 19 Cuando llegaron a Éfeso, los dejó allí. Pero él entró en la sinagoga y se puso a razonar con los judíos.+ 20 Aunque le pidieron que se quedara más tiempo, él no aceptó, 21 sino que se despidió y les dijo: “Si Jehová quiere, volveré a verlos”. Y se embarcó en Éfeso 22 y bajó a Cesarea.+ Entonces subió y saludó a la congregación. Luego bajó a Antioquía.+
23 Después de pasar algún tiempo allí, se fue y viajó de un lugar a otro por toda la región de Galacia y Frigia+ fortaleciendo a todos los discípulos.+
24 Ahora bien, un judío llamado Apolos,+ natural de Alejandría, llegó a Éfeso. Él era un hombre elocuente que conocía muy bien las Escrituras. 25 Fue instruido en el camino de Jehová y, lleno de fervor debido al espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud acerca de Jesús, pero conocía solamente el bautismo de Juan.+ 26 Él comenzó a hablar con valor en la sinagoga, y, cuando Priscila y Áquila+ lo oyeron, se lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios. 27 Además, como él quería ir a Acaya, los hermanos les escribieron a los discípulos para rogarles que lo recibieran amablemente. Cuando llegó allá, ayudó mucho a quienes se habían hecho creyentes mediante la bondad inmerecida de Dios, 28 porque en público y con determinación probó claramente que los judíos estaban equivocados, demostrándoles con las Escrituras que Jesús es el Cristo.+
19 Mientras Apolos+ estaba en Corinto, Pablo pasó por las regiones del interior y bajó a Éfeso.+ Allí encontró a algunos discípulos 2 y les preguntó: “¿Recibieron espíritu santo cuando se hicieron creyentes?”.+ Ellos le contestaron: “Nunca hemos oído hablar de que haya espíritu santo”. 3 Él les dijo: “Entonces, ¿qué bautismo recibieron?”. “El bautismo de Juan”,+ le respondieron. 4 Pablo dijo: “Juan bautizó con el bautismo en señal de arrepentimiento+ y le decía al pueblo que creyera en el que vendría después de él,+ es decir, en Jesús”. 5 Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. 6 Cuando Pablo les impuso las manos, el espíritu santo vino sobre ellos+ y empezaron a hablar en diferentes idiomas y a profetizar.+ 7 En total fueron unos 12 hombres.
8 Ahora bien, él entró en la sinagoga+ y habló con valor por tres meses dando discursos y razonamientos convincentes sobre el Reino de Dios.+ 9 Pero algunos fueron tercos y se negaron a creer,* y hablaban mal del Camino+ delante de la gente. Por eso, él los dejó+ y separó de ellos a los discípulos. Y todos los días daba discursos en la sala de conferencias de la escuela de Tirano. 10 Así estuvo por dos años, de modo que todos los que vivían en la provincia de Asia, tanto judíos como griegos, oyeron la palabra del Señor.
11 Y Dios siguió realizando milagros extraordinarios* mediante Pablo.+ 12 Hasta les llevaban a los enfermos paños y delantales que habían tocado el cuerpo de Pablo,+ y entonces se curaban de sus enfermedades, y los espíritus malvados salían de ellos.+ 13 Pero algunos judíos que iban de un sitio a otro expulsando demonios también intentaron usar el nombre del Señor Jesús con los que tenían espíritus malvados. Decían: “Yo les ordeno solemnemente en el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, que salgan”.+ 14 Esto era lo que hacían siete hijos de un sacerdote principal judío llamado Esceva. 15 Sin embargo, un espíritu malvado les respondió: “Conozco a Jesús+ y sé quién es Pablo.+ Pero ¿quiénes son ustedes?”. 16 Entonces el hombre poseído por el espíritu malvado se lanzó sobre ellos y los fue dominando uno tras otro hasta que pudo con todos. Y ellos huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17 Todos, tanto los judíos como los griegos que vivían en Éfeso, se enteraron de lo que había pasado. Así que todos se llenaron de temor, y el nombre del Señor Jesús siguió siendo engrandecido. 18 Y muchos de los que se habían hecho creyentes iban a confesar y a declarar abiertamente sus prácticas. 19 De hecho, muchos de los que habían practicado magia juntaron sus libros y los quemaron delante de todos.+ Calcularon el precio, y valían 50.000 monedas de plata. 20 Así, la palabra de Jehová siguió extendiéndose y ganando fuerza de manera poderosa.+
21 Después de todo esto, Pablo decidió* que, tras pasar por Macedonia+ y Acaya, viajaría a Jerusalén.+ Además, dijo: “Después de ir allá, también tengo que ir a Roma”.+ 22 De modo que envió a Macedonia a dos de sus ayudantes: Timoteo+ y Erasto.+ Sin embargo, él se quedó un tiempo en la provincia de Asia.
23 En esa época se produjo un fuerte disturbio+ a causa del Camino.+ 24 Resulta que un hombre llamado Demetrio, un platero que hacía templetes de Ártemis en plata, les generaba muchas ganancias a los artesanos.+ 25 Entonces reunió a estos y a los que trabajaban en cosas parecidas y dijo: “Señores, ustedes saben bien que nuestra ganancia depende de este negocio. 26 Y ahora ven y oyen que, no solo en Éfeso,+ sino en casi toda la provincia de Asia, este Pablo ha convencido a mucha gente y los ha hecho cambiar de opinión diciendo que los dioses fabricados con las manos no son dioses de verdad.+ 27 Es más, existe el peligro no solo de que nuestro negocio pierda su buena reputación, sino también de que el templo de la gran diosa Ártemis sea despreciado. Y a ella, a la que adoran en toda la provincia de Asia y la tierra habitada, le van a quitar su esplendor”. 28 Al oír esto, los hombres se pusieron furiosos y empezaron a gritar: “¡Grande es Ártemis de los efesios!”.
29 De modo que se produjo un gran alboroto en la ciudad, y todos juntos entraron corriendo en el teatro arrastrando con ellos a Gayo y a Aristarco,+ dos macedonios que eran compañeros de viaje de Pablo.+ 30 Por su parte, Pablo quería entrar adonde estaba la gente, pero los discípulos no se lo permitieron. 31 Hasta algunos de los delegados de fiestas y juegos que eran amigables con él le enviaron un mensaje y le suplicaron que no se arriesgara a ir al teatro. 32 Mientras tanto, unos gritaban una cosa y otros otra, pues la asamblea estaba en confusión y la mayoría de ellos no sabía por qué se habían reunido. 33 Así que de entre la multitud sacaron a Alejandro, a quien los judíos habían empujado hacia el frente. Y Alejandro hizo señas con la mano porque quería presentar su defensa ante el pueblo. 34 Pero, cuando se dieron cuenta de que era judío, todos se pusieron a gritar al mismo tiempo. Durante dos horas dijeron: “¡Grande es Ártemis de los efesios!”.
35 Cuando el registrador de la ciudad por fin calmó a la multitud, dijo: “Hombres de Éfeso, ¿acaso hay algún ser humano que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana del templo de la gran Ártemis y de la imagen que cayó del cielo? 36 Nadie pone esto en duda, así que manténganse en calma y no hagan nada precipitado. 37 Estos hombres que han traído aquí no son ladrones de templos ni han blasfemado contra nuestra diosa. 38 Así que, si Demetrio+ y los artesanos que están con él tienen una acusación contra alguien, para eso están los días en que se reúnen los tribunales y para eso hay procónsules. Que entonces presenten las acusaciones que tengan unos contra otros. 39 Pero, si ustedes están buscando algo más, este asunto tendrá que resolverse* en una asamblea formal. 40 Porque estamos en peligro de que nos acusen de sedición por lo que está pasando hoy, ya que no tenemos ninguna base para justificar este alboroto”. 41 Después de decir esto, disolvió la asamblea.
20 Cuando se calmó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos. Tras animarlos y despedirse de ellos, emprendió su viaje hacia Macedonia.+ 2 Después de pasar por aquellas regiones y dar muchas palabras de ánimo a los discípulos de allí, llegó a Grecia. 3 Pasó tres meses allí; pero, cuando estaba a punto de embarcarse hacia Siria, los judíos tramaron una conspiración contra él,+ así que decidió regresar por Macedonia. 4 Le acompañaban Sópater hijo de Pirro de Berea, Aristarco+ y Segundo de Tesalónica, Gayo de Derbe, Timoteo+ y, de la provincia de Asia, Tíquico+ y Trófimo.+ 5 Ellos se adelantaron y nos esperaron en Troas.+ 6 Después de los días de la Fiesta de los Panes Sin Levadura,+ nosotros nos embarcamos en Filipos y a los cinco días los alcanzamos en Troas. Allí nos quedamos siete días.
7 El primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para comer, Pablo se puso a hablarles a los presentes, ya que se iba al día siguiente. Su discurso se extendió hasta la medianoche, 8 así que había muchas lámparas en el cuarto de arriba donde estábamos reunidos. 9 Sentado en la ventana, había un joven llamado Eutico que se quedó profundamente dormido mientras Pablo hablaba. Como lo venció el sueño, se cayó desde el tercer piso y, cuando lo levantaron, estaba muerto. 10 Pero Pablo bajó, se echó sobre él y lo abrazó.+ Y dijo: “No se alarmen. Está vivo”.+ 11 Después subió, partió el pan y empezó a comer. Luego siguió hablando durante largo rato hasta que amaneció, y entonces se fue. 12 De modo que se llevaron vivo al muchacho y se sintieron enormemente consolados.
13 Pues bien, nosotros nos fuimos al barco y navegamos hacia Asón, donde recogeríamos a Pablo. Él nos había dado estas instrucciones porque quería ir hasta allí a pie. 14 Por lo tanto, cuando nos alcanzó en Asón, lo subimos a bordo y fuimos a Mitilene. 15 Al día siguiente zarpamos desde allí y paramos enfrente de Quíos. Al otro día paramos brevemente en Samos, y el día después llegamos a Mileto. 16 Pablo decidió no parar en Éfeso+ a fin de no retrasarse en la provincia de Asia. Se estaba apresurando porque quería llegar a Jerusalén,+ de ser posible, el día de la Fiesta de Pentecostés.+
17 Sin embargo, desde Mileto mandó un mensaje a Éfeso para llamar a los ancianos de la congregación. 18 Cuando se encontraron con él, les dijo: “Ustedes saben bien cómo me he comportado entre ustedes desde el primer día que pisé la provincia de Asia.+ 19 He servido como esclavo al Señor con toda humildad,+ y he derramado lágrimas y he sufrido pruebas debido a las conspiraciones de los judíos. 20 Aun así, no dudé en decirles cualquier cosa que fuera de provecho para ustedes ni en enseñarles públicamente+ y de casa en casa.+ 21 Al contrario, tanto a judíos como a griegos les di un testimonio completo* sobre la necesidad de arrepentirse+ y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús.+ 22 Pero ahora, impulsado por el espíritu, voy a Jerusalén,+ aunque no sé lo que me pasará allá, 23 excepto que, en una ciudad tras otra, el espíritu santo me avisa* una y otra vez de que me esperan prisión y dificultades.*+ 24 Sin embargo, no me importa mi propia vida* con tal de que termine mi carrera+ y el ministerio que recibí del Señor Jesús+ de dar un testimonio completo* de las buenas noticias de la bondad inmerecida de Dios.
25 ”Pero ahora sé que ninguno de ustedes a quienes les prediqué el Reino me volverá a ver. 26 Por eso los llamo, para que hoy sean testigos de que estoy limpio de la sangre de todo hombre,+ 27 porque no dudé en declararles toda la voluntad de Dios.+ 28 Cuídense ustedes mismos+ y cuiden del rebaño, del cual el espíritu santo los nombró superintendentes+ para pastorear la congregación de Dios,+ que él compró con la sangre de su propio Hijo.+ 29 Sé que cuando me vaya entrarán entre ustedes lobos feroces*+ que no tratarán al rebaño con ternura, 30 y de entre ustedes mismos saldrán hombres que dirán cosas retorcidas para arrastrar a los discípulos y llevárselos detrás de ellos.+
31 ”Por lo tanto, manténganse despiertos y recuerden que durante tres años,+ de día y de noche, no dejé de aconsejar a cada uno de ustedes con lágrimas. 32 Y ahora los dejo al cuidado de Dios y del mensaje de su bondad inmerecida, el mensaje que puede edificarlos* y darles la herencia entre todos los santificados.+ 33 No he deseado la plata ni el oro ni la ropa de nadie.+ 34 Ustedes saben que estas manos han trabajado para conseguir lo necesario para mí+ y para los que andan conmigo. 35 En todo les he demostrado que deben trabajar así de duro+ para ayudar a los que son débiles y que deben recordar estas palabras que dijo el Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en dar+ que en recibir’”.
36 Cuando terminó de hablar, se arrodilló con todos ellos y oró. 37 Entonces todos rompieron a llorar y abrazaron a Pablo y lo besaron con cariño, 38 porque estaban muy tristes, sobre todo por lo que había dicho de que no volverían a verlo.+ Finalmente, lo acompañaron hasta el barco.
21 Después de separarnos de ellos con mucho dolor, zarpamos y navegamos con rumbo directo a Cos. Al día siguiente fuimos a Rodas y de allí a Pátara. 2 Cuando encontramos un barco que viajaba hacia Fenicia, subimos a bordo y partimos. 3 Después de ver a lo lejos la isla de Chipre, la dejamos atrás a la izquierda y seguimos navegando hacia Siria. Hicimos escala en Tiro, donde el barco tenía que dejar su cargamento. 4 Allí buscamos y encontramos a los discípulos, y nos quedamos en ese lugar siete días. Pero mediante el espíritu ellos le decían a Pablo una y otra vez que no pusiera un pie en Jerusalén.+ 5 Cuando pasaron esos días, continuamos nuestro viaje. Todos ellos, incluidos mujeres y niños, nos acompañaron hasta que salimos de la ciudad. Entonces nos arrodillamos en la playa, oramos 6 y nos despedimos. Nosotros subimos al barco y ellos volvieron a sus hogares.
7 Desde Tiro navegamos hasta llegar a Tolemaida. Allí saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. 8 Partimos al día siguiente y llegamos a Cesarea. Fuimos a la casa de Felipe el evangelizador,+ que era uno de los siete hombres,+ y nos quedamos con él. 9 Este hombre tenía cuatro hijas solteras que profetizaban.+ 10 Llevábamos allí bastantes días cuando bajó de Judea un profeta llamado Ágabo.+ 11 Vino adonde estábamos, tomó el cinturón de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: “Esto es lo que dice el espíritu santo: ‘Así atarán los judíos al dueño de este cinturón en Jerusalén+ y lo entregarán en manos de gente de las naciones’”.+ 12 Al oír esto, nosotros y los demás que estaban allí nos pusimos a suplicarle que no subiera a Jerusalén. 13 Entonces Pablo contestó: “¿Por qué están llorando y tratando de desanimarme? Pueden estar seguros de que no solo estoy listo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús”.+ 14 Como no pudimos convencerlo, dejamos de insistir* y dijimos: “Que se haga la voluntad de Jehová”.
15 Después de estos días, nos preparamos y empezamos el viaje a Jerusalén. 16 Algunos discípulos de Cesarea fueron con nosotros para llevarnos a la casa de uno de los primeros discípulos, Mnasón de Chipre, pues íbamos a hospedarnos allí. 17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con alegría. 18 Al día siguiente, Pablo fue con nosotros a ver a Santiago.+ Estaban presentes* todos los ancianos. 19 Pablo los saludó y se puso a contarles en detalle las cosas que Dios había hecho entre las naciones mediante su ministerio.
20 Después de oír esto, se pusieron a darle gloria a Dios, pero luego le dijeron: “Hermano, sabes que hay muchos miles de creyentes entre los judíos y que todos son fervientes defensores de la Ley.+ 21 Pero ellos oyeron rumores de que a todos los judíos que viven entre las naciones les estás enseñando que dejen la Ley de Moisés diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni sigan las costumbres establecidas.+ 22 Entonces, ¿qué vamos a hacer? Ellos sin duda se van a enterar de que llegaste. 23 Por lo tanto, haz lo que vamos a decirte. Tenemos cuatro hombres que están cumpliendo un voto. 24 Llévatelos, límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se puedan afeitar la cabeza. Así todo el mundo sabrá que los rumores sobre ti no son ciertos, pues estás actuando correctamente y también estás obedeciendo la Ley.+ 25 En cuanto a los creyentes que son de las naciones, les hemos enviado por escrito nuestra decisión de que se abstengan de cosas sacrificadas a ídolos,+ así como de sangre,+ de animales estrangulados+ y de inmoralidad sexual”.+
26 Al día siguiente, Pablo se llevó a estos hombres y se limpió ceremonialmente con ellos.+ Luego entró en el templo para informar cuándo se cumplían los días de la limpieza ceremonial y cuándo se presentaría la ofrenda por cada uno de ellos.
27 Cuando estaban por cumplirse los siete días, los judíos de Asia lo vieron en el templo y alborotaron a toda la multitud. Así que lo agarraron 28 mientras gritaban: “¡Hombres de Israel, ayúdennos! Este es el hombre que en todas partes le enseña a todo el mundo cosas contra nuestro pueblo, contra nuestra Ley y contra este lugar. Es más, hasta ha metido a griegos en el templo y ha contaminado este lugar santo”.+ 29 Decían esto porque antes lo habían visto en la ciudad con Trófimo+ el efesio y pensaban que Pablo lo había llevado al templo. 30 La ciudad entera se alborotó. La gente llegó corriendo, agarró a Pablo y lo arrastró fuera del templo. Enseguida se cerraron las puertas. 31 Mientras intentaban matarlo, se avisó al comandante del regimiento de que toda Jerusalén estaba alborotada. 32 Al instante, él reunió soldados y oficiales del ejército y bajó corriendo adonde estaban ellos. Cuando la gente vio al comandante militar y a los soldados, dejó de golpear a Pablo.
33 El comandante militar se acercó, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas.+ Luego preguntó quién era y qué había hecho. 34 Pero algunos de la multitud gritaban una cosa y otros otra. Como el alboroto le impedía averiguar lo que de verdad había pasado, ordenó que llevaran a Pablo al cuartel de los soldados. 35 Pero, cuando él llegó a las escaleras, los soldados tuvieron que cargarlo a causa de la violencia de la multitud, 36 porque la gente iba siguiéndolos y gritaba: “¡Mátalo!”.*
37 Cuando estaban a punto de meterlo en el cuartel de los soldados, Pablo le dijo al comandante militar: “¿Puedo decir algo?”. Él dijo: “¿Hablas griego? 38 ¿Pero no eres tú el egipcio que hace un tiempo promovió una rebelión y condujo al desierto a 4.000 sicarios?”.* 39 Pablo le respondió: “En realidad soy judío,+ ciudadano de Tarso,+ una ciudad nada insignificante de Cilicia. Por eso te ruego que me permitas hablarle al pueblo”. 40 Tras recibir permiso, Pablo, de pie sobre las escaleras, le hizo señas con la mano al pueblo. Cuando se hizo un gran silencio, les dijo en hebreo:+
22 “Hermanos y padres, escuchen ahora lo que tengo que decirles en mi defensa”.+ 2 Cuando oyeron que les hablaba en hebreo, guardaron todavía más silencio. Entonces él continuó: 3 “Yo soy judío.+ Nací en Tarso de Cilicia,+ pero fui educado en esta ciudad a los pies de Gamaliel.+ Me enseñaron a obedecer estrictamente la Ley de nuestros antepasados+ y he sido tan devoto de Dios como ustedes lo son hoy.+ 4 Perseguí a muerte a los miembros de este Camino, atando y metiendo en prisión a hombres y mujeres,+ 5 como pueden confirmar* el sumo sacerdote y toda la asamblea de ancianos. Ellos me entregaron cartas para los hermanos de Damasco, adonde fui para traer atados a Jerusalén a los que estaban allí a fin de que fueran castigados.
6 ”Pero, durante el viaje, cuando ya me acercaba a Damasco a eso del mediodía, una gran luz del cielo me envolvió de repente.+ 7 Entonces caí al suelo y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’. 8 Yo le contesté: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y me dijo: ‘Soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues’. 9 Ahora bien, los hombres que estaban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.+ 10 Entonces yo dije: ‘¿Qué debo hacer, Señor?’. El Señor me respondió: ‘Levántate, ve a Damasco y allí te dirán todo lo que se ha decidido que hagas’.+ 11 Como yo no veía nada a causa del brillo de aquella luz, los hombres que estaban conmigo me llevaron de la mano, y así llegué a Damasco.
12 ”Después Ananías,+ un hombre devoto según la Ley y de quien hablaban bien todos los judíos que vivían allí, 13 vino a verme. Se puso de pie a mi lado y me dijo: ‘¡Saulo, hermano, recupera la vista!’. Y en ese momento levanté la mirada y lo vi.+ 14 Él me dijo: ‘El Dios de nuestros antepasados te ha elegido para que conozcas su voluntad y para que veas al justo+ y oigas la voz de su boca, 15 porque serás su testigo ante todos los hombres de las cosas que has visto y oído.+ 16 Entonces, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lava tus pecados+ invocando su nombre’.+
17 ”Pues bien, cuando volví a Jerusalén+ y estaba orando en el templo, caí en un trance 18 y lo vi a él. Me dijo: ‘Apresúrate y sal rápido de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio sobre mí’.+ 19 Y yo dije: ‘Señor, ellos saben bien que yo iba de sinagoga en sinagoga encarcelando y dándoles golpes a los que creían en ti.+ 20 Y, cuando estaban derramando la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba allí, aprobándolo todo y guardando los mantos de los que lo mataban’.+ 21 Aun así, él me dijo: ‘Vete, porque te enviaré a naciones lejanas’”.+
22 Ahora bien, la gente lo estaba escuchando hasta ese momento. Pero entonces dijeron a gritos: “¡Borra a este hombre de la tierra! ¡No merece vivir!”. 23 Como estaban gritando, arrojando sus mantos y lanzando polvo al aire,+ 24 el comandante militar ordenó que metieran a Pablo en el cuartel de los soldados. También dijo que lo interrogaran dándole latigazos, pues quería saber exactamente por qué la gente gritaba así contra él. 25 Pero, cuando lo estiraron para darle los latigazos, Pablo le dijo al oficial del ejército que estaba allí: “¿Les permite la ley darle latigazos a un romano que no ha sido juzgado?”.*+ 26 Al oír esto, el oficial del ejército fue a informárselo al comandante militar y le dijo: “¿Qué piensas hacer? Porque este hombre es romano”. 27 De modo que el comandante militar fue adonde estaba él y le preguntó: “Dime, ¿eres romano?”. Él le respondió: “Sí”. 28 El comandante militar le dijo: “Yo compré estos derechos de ciudadano por una gran cantidad de dinero”. Y Pablo le dijo: “Pero yo los tengo de nacimiento”.+
29 Enseguida, los hombres que iban a interrogarlo y torturarlo se apartaron de él. El comandante militar se asustó cuando supo que era romano y que él lo había encadenado.+
30 Como quería saber exactamente por qué lo estaban acusando los judíos, al día siguiente lo liberó y mandó que se reunieran los sacerdotes principales y todo el Sanedrín. Entonces hizo bajar a Pablo y lo presentó ante ellos.+
23 Mirando fijamente al Sanedrín, Pablo dijo: “Hermanos, hasta este día he actuado con una conciencia completamente limpia ante Dios”.+ 2 Al oír esto, el sumo sacerdote Ananías les ordenó a los que estaban junto a él que lo golpearan en la boca.+ 3 Entonces Pablo le dijo: “Dios te va a golpear a ti, pared blanqueada. ¿Tú te sientas a juzgarme según la Ley y al mismo tiempo violas la Ley mandando que me golpeen?”. 4 Los que estaban junto a él le dijeron: “¿Estás insultando al sumo sacerdote de Dios?”. 5 Pablo les respondió: “Hermanos, no sabía que era el sumo sacerdote. Porque está escrito: ‘No insultes a ninguno de los jefes de tu pueblo’”.+
6 Pues bien, como Pablo sabía que unos eran saduceos y otros fariseos, gritó en el Sanedrín: “Hermanos, yo soy fariseo,+ hijo de fariseos. Hoy se me está juzgando por mi esperanza en la resurrección de los muertos”. 7 Debido a lo que dijo, los fariseos y los saduceos se pusieron a discutir y la asamblea se dividió, 8 pues los saduceos dicen que no hay resurrección ni ángel ni espíritu, mientras que los fariseos creen en* todo esto.+ 9 De modo que estalló una gran gritería. Entonces se levantaron algunos escribas del partido de los fariseos y empezaron a protestar violentamente. Decían: “No hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si le habló un espíritu o un ángel?”.+ 10 Al ver que la discusión se hacía más intensa, el comandante militar tuvo miedo de que despedazaran a Pablo. Así que mandó bajar a los soldados para que lo sacaran de allí y lo llevaran al cuartel de los soldados.
11 Pero esa misma noche el Señor se apareció al lado de Pablo y le dijo: “¡Ten valor!+ Porque, tal como has dado un testimonio completo* de mí en Jerusalén, también tendrás que dar testimonio en Roma”.+
12 Cuando amaneció, los judíos tramaron una conspiración+ y se comprometieron con una maldición a no comer ni beber hasta que hubieran matado a Pablo. 13 Eran más de 40 hombres los que juraron participar en esta conspiración. 14 De modo que fueron a ver a los sacerdotes principales y los ancianos, y les dijeron: “Nos hemos comprometido firmemente con una maldición a no comer nada hasta que hayamos matado a Pablo. 15 Así que hablen ustedes y el Sanedrín con el comandante militar para que lo baje adonde están ustedes, como si quisieran examinar su caso con más detenimiento. Y, antes de que él llegue, nosotros estaremos preparados para matarlo”.
16 Sin embargo, el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada que planeaban, así que fue al cuartel de los soldados y se lo informó a Pablo. 17 Entonces Pablo llamó a un oficial del ejército y le dijo: “Lleva a este joven ante el comandante militar, porque tiene algo que informarle”. 18 Por lo tanto, él se lo llevó y lo presentó ante el comandante militar. Le dijo: “El preso Pablo me llamó y me pidió que te trajera a este joven porque tiene algo que decirte”. 19 El comandante militar lo tomó de la mano, lo llevó aparte y le preguntó: “¿Qué tienes que contarme?”. 20 Él le dijo: “Los judíos se han puesto de acuerdo para pedirte que bajes a Pablo al Sanedrín mañana, como si quisieran averiguar más detalles sobre su caso.+ 21 Pero no te dejes convencer, porque tienen a más de 40 de sus hombres preparados para tenderle una emboscada. Y ellos se han comprometido con una maldición a no comer ni beber hasta que lo maten.+ Ya están listos esperando que autorices su petición”. 22 El comandante militar dejó ir al joven, pero antes le ordenó: “No le digas a nadie que hablaste de esto conmigo”.
23 Luego mandó llamar a dos oficiales del ejército y les dijo: “Preparen 200 soldados para salir hacia Cesarea a la hora tercera de la noche. Lleven también 70 jinetes y 200 lanceros. 24 Y preparen caballos para llevar a Pablo y entregárselo sano y salvo al gobernador Félix”.+ 25 Entonces escribió una carta que decía así:
26 “De Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: ¡Saludos! 27 Los judíos agarraron a este hombre y estaban a punto de matarlo. Pero, cuando me enteré de que era romano,+ fui enseguida con mis soldados y lo rescaté.+ 28 Quería averiguar por qué lo acusaban, así que lo bajé a su Sanedrín.+ 29 Descubrí que lo acusaban de cuestiones relacionadas con su Ley,+ pero de nada que mereciera la muerte o las cadenas de prisión.+ 30 Sin embargo, me informaron que hay una conspiración para matarlo,+ así que te lo he mandado enseguida y también les he ordenado a los que lo acusan que presenten sus cargos ante ti”.
31 De modo que, obedeciendo sus órdenes, estos soldados tomaron a Pablo+ y lo llevaron de noche a Antípatris. 32 Al día siguiente dejaron que los jinetes siguieran con él y ellos regresaron al cuartel de los soldados. 33 Cuando los jinetes entraron en Cesarea, le entregaron la carta al gobernador y también presentaron a Pablo ante él. 34 Así que él leyó la carta y preguntó de qué provincia era Pablo. Entonces supo que era de Cilicia.+ 35 “Escucharé todo tu caso —dijo él— cuando lleguen tus acusadores”.+ Luego ordenó que lo tuvieran vigilado en el palacio de Herodes.
24 Cinco días después, el sumo sacerdote Ananías+ bajó con algunos ancianos y con un orador llamado Tértulo, y ellos presentaron su caso contra Pablo ante el gobernador.+ 2 Al ser llamado, Tértulo comenzó su acusación diciendo:
“Sabemos que por ti disfrutamos de mucha paz y que por tu previsión se están haciendo reformas en esta nación. 3 En todo momento y también en todo lugar lo reconocemos con inmensa gratitud, excelentísimo Félix. 4 Pero, a fin de no tomarte más tiempo, te ruego que nos oigas brevemente con la bondad que te caracteriza. 5 Hemos descubierto que este hombre es una plaga.+ Promueve rebeliones+ entre todos los judíos por toda la tierra habitada y es un cabecilla* de la secta de los nazarenos.+ 6 También trató de profanar el templo, así que lo arrestamos.+ 7 -- 8 Cuando tú mismo lo interrogues, confirmarás todas las cosas de las que nosotros lo acusamos”.
9 A continuación, los judíos se unieron al ataque asegurando que todo era verdad. 10 El gobernador le hizo una seña con la cabeza a Pablo para que hablara. Entonces él contestó:
“Sé bien que eres juez en esta nación desde hace muchos años, así que de buena gana hablo en mi defensa.+ 11 Como tú mismo puedes comprobar, hace apenas 12 días subí a Jerusalén a adorar a Dios.+ 12 Ellos no me encontraron ni discutiendo con nadie en el templo ni alborotando a la gente en las sinagogas o por la ciudad. 13 Tampoco pueden probarte las cosas de las que me están acusando ahora mismo. 14 Pero sí te confieso que, siguiendo el camino que ellos llaman secta, estoy dándole servicio sagrado al Dios de mis antepasados,+ pues creo todas las cosas expuestas en la Ley y escritas en los Profetas.+ 15 Y tengo esperanza en Dios, esperanza que también tienen estos hombres, de que va a haber una resurrección+ tanto de justos como de injustos.+ 16 Por eso, siempre me esfuerzo por mantener la conciencia limpia* ante Dios y ante los hombres.+ 17 Después de muchos años vine a traerles donativos*+ a los de mi nación y a hacer ofrendas. 18 Yo estaba ceremonialmente limpio en el templo+ haciendo estas cosas cuando me encontraron. No estaba con mucha gente ni estaba causando problemas. Pero allí había unos judíos de la provincia de Asia+ 19 que deberían estar aquí presentes ante ti para acusarme, si es que tienen algo contra mí.+ 20 O, si no, que los hombres aquí presentes digan de qué me hallaron culpable cuando estuve ante el Sanedrín, 21 salvo que grité allí en medio: ‘¡Hoy se me está juzgando ante ustedes debido a la resurrección de los muertos!’”.+
22 Sin embargo, Félix, que conocía bastante bien todo lo que tenía que ver con este Camino,+ pospuso el asunto y les dijo a todos: “Tomaré una decisión sobre su caso cuando baje el comandante militar Lisias”. 23 Y le ordenó al oficial del ejército que mantuviera al hombre bajo arresto pero que le dejara cierta libertad, y que les permitiera a los suyos ocuparse de sus necesidades.
24 Algunos días después llegó Félix con su esposa Drusila, que era judía, y mandó llamar a Pablo y lo escuchó hablar acerca de la creencia en Cristo Jesús.+ 25 Pero, cuando Pablo se puso a hablar sobre la justicia, el autocontrol* y el juicio venidero,+ Félix se asustó y le dijo: “Por ahora vete. Volveré a llamarte cuando tenga oportunidad”. 26 Al mismo tiempo esperaba que Pablo le diera dinero. Por eso lo mandaba llamar cada vez con más frecuencia y conversaba con él. 27 Pasaron dos años y Félix fue sucedido por Porcio Festo. Pero, como Félix deseaba quedar bien con los judíos,+ dejó a Pablo en prisión.
25 A los tres días de llegar a la provincia y ocupar su puesto, Festo+ subió de Cesarea a Jerusalén. 2 Entonces los sacerdotes principales y los judíos más importantes le presentaron sus acusaciones contra Pablo.+ Y se pusieron a suplicarle a Festo 3 que les hiciera el favor* de mandar traer a Pablo a Jerusalén. Sin embargo, ellos estaban tramando una emboscada para matar a Pablo por el camino.+ 4 Pero Festo les dijo que Pablo tenía que quedarse preso en Cesarea y que él mismo regresaría allá pronto. 5 Y añadió: “Bajen conmigo aquellos de ustedes que tengan autoridad y, si el hombre de veras ha hecho algo malo, presenten sus acusaciones contra él”.+
6 Cuando no llevaba más de 8 o 10 días con ellos, bajó a Cesarea. Al día siguiente se sentó en el tribunal y mandó que trajeran ante él a Pablo. 7 Al entrar Pablo, los judíos que habían bajado de Jerusalén lo rodearon y empezaron a presentar contra él muchos cargos graves que no podían probar.+
8 Pero Pablo se defendió diciendo: “No he cometido ningún pecado contra la Ley de los judíos ni contra el templo ni contra César”.+ 9 Queriendo quedar bien con los judíos,+ Festo le contestó a Pablo: “¿Deseas subir a Jerusalén y ser juzgado allí delante de mí por estas cosas?”. 10 Pero Pablo le dijo: “Estoy ante el tribunal de César y aquí es donde debo ser juzgado. No he hecho nada malo contra los judíos, como tú mismo te estás dando cuenta. 11 Si de veras soy un delincuente y he hecho algo que merece la muerte,+ no suplico que se me libre de morir. Pero, si no hay base para ninguna de las acusaciones que han hecho estos hombres contra mí, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para hacerles un favor. ¡Apelo a César!”.+ 12 Después de consultar a su grupo de consejeros, Festo le respondió: “Has apelado a César y a César irás”.
13 Varios días después, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para hacerle una visita de cortesía a Festo. 14 Como iban a quedarse allí algunos días, Festo le expuso al rey el caso de Pablo. Le dijo:
“Tengo aquí a cierto hombre al que Félix dejó preso+ 15 y, cuando estuve en Jerusalén, los sacerdotes principales y los ancianos de los judíos me informaron de su caso+ y me pidieron que lo condenara. 16 Pero yo les respondí que, según la ley romana, no se puede hacer el favor de entregarle un acusado a nadie sin darle antes la oportunidad de defenderse de los cargos frente a quienes lo acusan.+ 17 Por eso, cuando llegaron aquí, no perdí el tiempo y, al día siguiente, me senté en el tribunal y mandé que trajeran al hombre ante mí. 18 Entonces se levantaron sus acusadores, pero no lo acusaron de ninguna de las cosas malas que yo pensaba que había hecho.+ 19 Resultó que simplemente tenían diferencias con él sobre la adoración de su dios*+ y sobre un tal Jesús que murió pero que Pablo aseguraba que estaba vivo.+ 20 Yo no tenía ni idea de cómo resolver este conflicto, así que le pregunté si quería ir a Jerusalén para que lo juzgaran allí por estas cosas.+ 21 Pero, como Pablo apeló y pidió quedarse bajo custodia a la espera de la decisión de Augusto,+ mandé que lo mantuvieran arrestado hasta que lo enviara adonde César”.
22 Entonces Agripa le dijo a Festo: “A mí también me gustaría oír al hombre”.+ Él le contestó: “Mañana lo oirás”. 23 Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran ostentación y entraron en la sala de audiencias con comandantes militares y con los hombres importantes de la ciudad. Entonces Festo dio la orden y llevaron a Pablo ante él. 24 Y Festo dijo: “Rey Agripa y todos los aquí presentes con nosotros, miren a este hombre. Tanto en Jerusalén como aquí, todos los judíos me han hecho una petición sobre él gritando que no debe seguir viviendo.+ 25 Pero yo me di cuenta de que él no había hecho nada que mereciera la muerte.+ Por eso, cuando este hombre apeló a Augusto, decidí enviarlo adonde él. 26 Sin embargo, no tengo nada específico que escribirle a mi Señor sobre él. Por este motivo, lo presento ante ustedes y sobre todo ante ti, rey Agripa, para que, después de interrogarlo, tenga yo algo que escribir. 27 Porque me parece absurdo enviar a un preso y no indicar los cargos que hay contra él”.
26 Agripa+ le dijo a Pablo: “Puedes hablar a tu favor”. Entonces Pablo extendió la mano y comenzó su defensa:
2 “Rey Agripa, me siento feliz de que hoy pueda defenderme ante ti de todas las cosas de las que me acusan los judíos,+ 3 especialmente porque eres experto en todas las costumbres y las controversias de los judíos. Por eso, te ruego que me escuches con paciencia.
4 ”La vida que llevé desde joven entre mi gente* y en Jerusalén la conocen bien todos los judíos+ 5 que me conocieron antes. Si ellos quisieran, podrían testificar que yo viví como fariseo,+ según la secta más estricta de nuestra religión.+ 6 Pero hoy me están juzgando por la esperanza que tengo en la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados.+ 7 Nuestras 12 tribus esperan ver cumplida esta misma promesa dándole servicio sagrado a Dios con fervor día y noche. Pues bien, los judíos me están acusando porque tengo esta esperanza,+ oh, rey.
8 ”¿Por qué les parece* increíble que Dios resucite* a los muertos? 9 Yo mismo estaba convencido de que debía usar todos los medios posibles para luchar contra el nombre de Jesús el Nazareno. 10 Eso es exactamente lo que hice en Jerusalén. Con la autorización de los sacerdotes principales,+ encerré en prisión a muchos de los santos.+ Y, cuando iban a ser ejecutados, yo daba mi voto de aprobación. 11 A menudo los castigaba en todas las sinagogas para tratar de obligarlos a renunciar a su fe. Como estaba sumamente furioso con ellos, llegué al punto de perseguirlos hasta en ciudades apartadas.
12 ”Con ese fin viajaba a Damasco, autorizado y comisionado por los sacerdotes principales, 13 cuando al mediodía vi en el camino, oh, rey, una luz del cielo más brillante que el sol, y nos envolvió a mí y a los que iban conmigo.+ 14 Cuando todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en hebreo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te estás haciendo daño por estar dando coces* contra el aguijón’. 15 Pero yo le dije: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y el Señor me contestó: ‘Soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Pero levántate, ponte de pie. Por esta razón me he aparecido ante ti: para elegirte como siervo y testigo de cosas que has visto y de cosas que te haré ver acerca de mí.+ 17 Y te libraré de este pueblo y de las naciones, a quienes te voy a enviar+ 18 para que les abras los ojos,+ para que se vuelvan de la oscuridad+ a la luz+ y de la autoridad de Satanás+ a Dios, a fin de que reciban el perdón de los pecados+ y una herencia entre los que son santificados por su fe en mí’.
19 ”Así que, rey Agripa, no desobedecí la visión celestial, 20 sino que fui primero a los de Damasco,+ luego a los de Jerusalén,+ así como por todo el país de Judea y también a las naciones, y les llevé el mensaje de que se arrepintieran y volvieran a Dios realizando obras que demostraran su arrepentimiento.+ 21 Por eso los judíos me agarraron en el templo y trataron de matarme.+ 22 Sin embargo, gracias a la ayuda de Dios, sigo hasta este día dando testimonio tanto a grandes como a pequeños. Pero no digo nada más allá de lo que los Profetas y Moisés dijeron que iba a suceder:+ 23 que el Cristo sufriría+ y que, siendo el primero en resucitar* de entre los muertos,+ les anunciaría luz a este pueblo y a las naciones”.+
24 Ahora bien, mientras Pablo decía estas cosas en su defensa, Festo gritó: “¡Te estás volviendo loco, Pablo! ¡Tanto estudiar te está haciendo perder la cabeza!”. 25 Pero Pablo le contestó: “No estoy volviéndome loco, excelentísimo Festo. Estoy diciendo palabras verdaderas y con sentido. 26 Sé que el rey al que le estoy hablando con tanta franqueza está bien enterado de todo esto. Estoy convencido de que ninguna de estas cosas son desconocidas para él, porque nada de esto se ha hecho en secreto.+ 27 Rey Agripa, ¿crees lo que dicen los Profetas? Yo sé que tú lo crees”. 28 Pero Agripa le dijo a Pablo: “En poco tiempo me convencerías de hacerme cristiano”. 29 A esto, Pablo le respondió: “Le pido a Dios que, tarde o temprano, no solo tú, sino también todos los que hoy me oyen lleguen a ser como yo, solo que sin estas cadenas de prisión”.
30 Entonces el rey se puso de pie, y lo mismo hicieron el gobernador, Berenice y los hombres que estaban sentados con ellos. 31 Al ir saliendo, se decían unos a otros: “Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión”.+ 32 Y Agripa le dijo a Festo: “Este hombre podría haber sido puesto en libertad si no hubiera apelado a César”.+
27 Entonces, como se decidió que navegáramos hacia Italia,+ Pablo y otros presos fueron entregados a un oficial del ejército llamado Julio, del regimiento de Augusto. 2 Subimos a bordo de un barco de Adramitio que estaba a punto de salir hacia algunos puertos de la costa de la provincia de Asia, y zarpamos. Un macedonio de Tesalónica llamado Aristarco+ venía con nosotros. 3 Al día siguiente desembarcamos en Sidón. Julio trató a Pablo con bondad y permitió que fuera a visitar a sus amigos y que ellos lo cuidaran.
4 Salimos desde allí y navegamos al abrigo de Chipre, pues teníamos los vientos en contra. 5 Luego navegamos por altamar a lo largo de Cilicia y Panfilia e hicimos escala en Mira de Licia. 6 Allí, el oficial del ejército encontró un barco de Alejandría que iba hacia Italia y nos hizo subir a bordo. 7 Después de navegar lentamente durante bastantes días, llegamos con dificultad a Cnido. Como el viento no nos dejaba avanzar, navegamos al abrigo de Creta pasando frente a Salmone. 8 Bordeando la costa con dificultad, llegamos a un lugar llamado Bellos Puertos, que estaba cerca de la ciudad de Lasea.
9 Había pasado bastante tiempo y ya era peligroso navegar, pues incluso había pasado el ayuno del Día de Expiación.+ Así que Pablo les advirtió: 10 “Señores, veo que en este viaje vamos a sufrir daños y graves pérdidas, no solo del cargamento y del barco, sino también de nuestras vidas”. 11 Sin embargo, el oficial del ejército les hizo caso al piloto y al dueño del barco, y no a lo que dijo Pablo. 12 Como el puerto no era un lugar adecuado para pasar el invierno, la mayoría aconsejó salir de allí para ver si de algún modo lograban llegar a Fenice, un puerto de Creta que se abre al noreste y al sureste, y pasar allí el invierno.
13 Cuando el viento del sur sopló suavemente, pensaron que habían logrado su objetivo. Así que levaron anclas y bordearon Creta navegando cerca de la orilla. 14 Sin embargo, no mucho tiempo después se desató sobre ella un viento muy fuerte llamado euroaquilón. 15 Puesto que el barco era arrastrado con violencia y no podía mantenerse proa al viento, cedimos y nos dejamos llevar. 16 Luego navegamos al abrigo de una isla pequeña llamada Cauda. Aun así, se nos hizo muy difícil controlar el esquife que estaba en la popa del barco. 17 Después de subirlo a bordo, reforzaron el barco amarrándolo por debajo. Como tenían miedo de encallar en la Sirte, bajaron los aparejos y se dejaron llevar. 18 Al día siguiente, debido a que la tormenta nos sacudía violentamente, empezaron a aligerar el barco.+ 19 Al tercer día arrojaron las jarcias del barco con sus propias manos.
20 Cuando llevábamos muchos días sin ver ni el sol ni las estrellas y estábamos siendo azotados por una tempestad violenta, toda esperanza de salvarnos comenzó a desaparecer. 21 Los que estaban a bordo ya llevaban mucho tiempo sin comer. Entonces Pablo se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “Señores, debieron haber escuchado mi consejo y no haber salido de Creta. Así nos habríamos ahorrado estos daños y pérdidas.+ 22 Pero ahora les pido que tengan valor, porque ninguno de ustedes perderá la vida. Solo se perderá el barco. 23 Anoche se apareció a mi lado un ángel+ del Dios al que pertenezco y a quien doy servicio sagrado 24 y me dijo: ‘No tengas miedo, Pablo. Tú tienes que presentarte ante César;+ además, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo’. 25 Así que tengan valor, señores, porque le creo a Dios y sé que pasará exactamente lo que me ha dicho. 26 Sin embargo, tendremos que naufragar cerca de una isla”.+
27 Ahora bien, ya llevábamos 14 noches de acá para allá en el mar de Adria. A medianoche, los marineros empezaron a sospechar que estaban acercándose a tierra. 28 Así que sondearon la profundidad y vieron que era de 20 brazas. Avanzaron un poco más y volvieron a sondear la profundidad: ahora era de 15 brazas. 29 Como tenían miedo de que encalláramos en las rocas, echaron cuatro anclas desde la popa, deseosos de que se hiciera de día. 30 Pero los marineros intentaron escapar del barco y se pusieron a bajar el esquife al mar con la excusa de que iban a soltar las anclas desde la proa. 31 Entonces Pablo les dijo al oficial del ejército y a los soldados: “Si estos hombres no se quedan en el barco, ustedes no pueden salvarse”.+ 32 Así que los soldados cortaron las cuerdas del esquife y lo dejaron caer.
33 Ahora bien, faltaba poco para que se hiciera de día, y Pablo empezó a animar a todos a que comieran algo. Les dijo: “Ya llevan 14 días esperando en tensión y no han comido nada. 34 Por lo tanto, les aconsejo que coman algo. Se lo digo por su propio bien, porque ninguno de ustedes perderá ni un solo pelo de su cabeza”. 35 Tras decir esto, tomó un pan, le dio gracias a Dios delante de todos, lo partió y comenzó a comer. 36 De modo que todos se animaron y empezaron a comer algo. 37 En total éramos 276 personas en el barco. 38 Después de comer hasta quedar satisfechos, aligeraron el barco echando el trigo al mar.+
39 Cuando se hizo de día, no pudieron reconocer aquella tierra,+ pero vieron una bahía con una playa. Decidieron varar el barco allí si podían. 40 Así que cortaron las cuerdas de las anclas y las dejaron caer al mar. Al mismo tiempo aflojaron los amarres de los remos timoneros y, después de izar el trinquete al viento, se dirigieron a la playa. 41 Cuando chocaron contra un banco de arena bañado por el mar por ambos lados, encallaron el barco. La proa se encajó y quedó inmóvil, pero la popa empezó a hacerse pedazos debido a la fuerza de las olas.+ 42 Entonces los soldados decidieron matar a los presos para que nadie se escapara nadando. 43 Pero el oficial del ejército quería salvar a Pablo, así que les impidió realizar su plan. Mandó que los que supieran nadar saltaran al mar y llegaran a tierra primero 44 y que los demás fueran detrás usando tablas o los restos del barco. Al final, todos llegaron a tierra sanos y salvos.+
28 Cuando ya estábamos todos a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta.+ 2 Y los habitantes de la isla nos mostraron una bondad extraordinaria. Encendieron un fuego y nos recibieron a todos amablemente porque estaba lloviendo y hacía frío.+ 3 Pero, cuando Pablo juntó un manojo de ramas y lo echó al fuego, salió una víbora por el calor y se le prendió de la mano. 4 Cuando los habitantes de la isla vieron el animal venenoso colgando de su mano, empezaron a decirse unos a otros: “Este hombre debe ser un asesino. Y, aunque se salvó del mar, la Justicia no le ha permitido vivir”. 5 Pero él sacudió la mano y el animal cayó en el fuego, y él no sufrió ningún daño. 6 Ellos se quedaron esperando a que él se hinchara o que cayera muerto de repente. Pero, al ver que pasaba el tiempo y que no le ocurría nada malo, cambiaron de opinión y empezaron a decir que era un dios.+
7 Cerca del lugar, el hombre más importante de la isla tenía terrenos. Su nombre era Publio. Él nos dio la bienvenida y nos hospedó amablemente durante tres días. 8 Pero resultó que el padre de Publio estaba postrado en cama con fiebre y disentería, así que Pablo entró adonde él estaba y, tras orar y poner las manos sobre él, lo sanó.+ 9 Después de esto, los demás enfermos de la isla empezaron a ir a verlo y fueron curados.+ 10 También nos honraron con muchos regalos y, cuando íbamos a zarpar, nos dieron todo lo que necesitábamos.
11 Después de pasar tres meses en la isla, zarpamos en un barco que tenía un mascarón de proa de los Hijos de Zeus. El barco era de Alejandría y había pasado el invierno en la isla. 12 Hicimos una escala de tres días en Siracusa. 13 Desde allí seguimos adelante y llegamos a Regio. Un día después se levantó un viento del sur y al segundo día pudimos llegar a Puteoli. 14 Allí encontramos hermanos y nos suplicaron que nos quedáramos con ellos siete días. Luego salimos hacia Roma. 15 Cuando los hermanos de allí tuvieron noticias nuestras, vinieron hasta la Plaza del Mercado de Apio y las Tres Tabernas para encontrarse con nosotros. Al verlos, Pablo le dio gracias a Dios y se sintió muy animado.+ 16 Cuando por fin llegamos a Roma, a Pablo se le permitió alojarse solo, con un soldado vigilándolo.
17 Sin embargo, a los tres días, llamó a los judíos más importantes. Y, cuando estaban todos reunidos, les dijo: “Hermanos, aunque no hice nada contra el pueblo ni las costumbres de nuestros antepasados,+ en Jerusalén me entregaron preso a los romanos.+ 18 Tras interrogarme,+ ellos quisieron liberarme, porque no había base para condenarme a muerte.+ 19 Como los judíos no estaban de acuerdo, me vi obligado a apelar a César,+ pero no porque yo tuviera alguna acusación contra mi nación. 20 Por eso pedí verlos y hablar con ustedes, porque llevo esta cadena debido a la esperanza de Israel”.+ 21 Entonces ellos le dijeron: “No hemos recibido ninguna carta de Judea sobre ti, ni ninguno de los hermanos que han llegado de allí nos ha traído noticias ni nos ha hablado mal de ti. 22 Pero nos parece adecuado oír de tu propia boca lo que piensas, porque sabemos que en todas partes se habla en contra de esta secta”.+
23 Así que ellos hicieron planes para reunirse un día con él, y un número aún mayor de personas fueron adonde él se alojaba. Entonces, desde la mañana hasta el atardecer, les explicó el asunto dándoles un testimonio completo* sobre el Reino de Dios, a fin de convencerlos de que aceptaran a Jesús+ usando la Ley de Moisés+ y los Profetas.+ 24 Algunos creyeron las cosas que decía y otros no. 25 Y, como no se ponían de acuerdo entre ellos, empezaron a irse. Pablo solo hizo este comentario:
“Con razón el espíritu santo les habló a sus antepasados mediante el profeta Isaías 26 y dijo: ‘Ve adonde este pueblo y di: “Ustedes van a oír, pero jamás van a entender. Van a mirar, pero jamás van a ver.+ 27 Porque el corazón de este pueblo se ha hecho insensible.* Se han tapado los oídos* y han cerrado los ojos, para que nunca vean con los ojos ni oigan con los oídos ni entiendan con el corazón ni regresen a Dios* y yo los sane”’.+ 28 Por lo tanto, sepan que esta salvación procedente de Dios ha sido enviada a las naciones.+ Ellas sí la escucharán”.+ 29 --
30 De modo que él se quedó allí durante dos años enteros en su propia casa alquilada.+ Recibía amablemente a todos los que lo visitaban, 31 y les predicaba el Reino de Dios+ y les enseñaba acerca del Señor Jesucristo con muchísimo valor,+ sin ningún obstáculo.
O “con ropa brillante”, “con ropa resplandeciente”.
O quizás “cuando se hinchó”.
O “él reventó por el medio”.
Lit. “señales”.
Lit. “que violaban la ley”.
O “ante mis ojos”.
O “descomposición”.
O quizás “por la mano derecha”.
O “la dádiva gratuita”.
O “cabal”.
O “los exhortó”.
Lit. “señales”.
O “dádivas de misericordia”.
O “la Columnata”.
O “devoción piadosa”.
O “la resurrección de entre los muertos en el caso de Jesús”.
Lit. “echaron sobre ellos las manos”.
O “lo ha salvado”.
O quizás “En este nombre”.
Lit. “señal”.
O “consejo”.
Lit. “señales”.
Lit. “señales”.
Lit. “impuros”.
Lit. “echaron las manos sobre”.
Lit. “a traer sobre nosotros la sangre de ese hombre”.
Lit. “levantó”.
Lit. “señales”.
Lit. “tribulación”.
O “grano”.
Lit. “plata”.
O “nuestro pueblo”.
O “exponer”, “dejar expuestos”
O “expuesto”, “dejado expuesto”.
O “ver en qué condiciones estaban”.
Lit. “señales”.
O “ternero”.
O “encontrar”.
Lit. “señales”.
Lit. “impuros”.
Lit. “señales”.
O “la dádiva gratuita”.
O “del pecado”.
O “cabal”.
O “seguía respirando amenazas y asesinatos contra los discípulos del Señor”.
O “vaso”.
Lit. “había venido aquí para conducirlos atados”.
O “daba muchas dádivas de misericordia”.
O “no tardes en venir aquí”.
O “Daba muchas dádivas de misericordia para el pueblo”.
Lit. “cierta clase de objeto”, “cierta clase de receptáculo”.
O “criaturas que se arrastran”.
O “sacrifica”.
Lit. “el objeto“, “el receptáculo”.
O “palabra”.
Lit. “levantó”.
O “hacerse visible”, “dejarse ver”.
O “cabal”.
O “la palabra”.
O “la dádiva gratuita”.
O “se pusieron a discutir con él”, “tuvieron un desacuerdo con él”.
Lit. “cierta clase de objeto”, “cierta clase de receptáculo”.
O “criaturas que se arrastran”.
O “la misma dádiva gratuita”.
O “para interponerme en el camino de Dios”.
Lit. “se callaron”.
Lit. “tribulación”.
O “juzgarlo”.
O “con ánimos de pelear”.
O “fueron de común acuerdo”.
Lit. “alzado”.
O “carrera”.
O “Yo no soy el que ustedes piensan”.
O “descomposición”.
O “confiables”, “seguras”.
Lit. “levantó”.
O “asamblea”.
O “gozo”.
Lit. “daba testimonio del”.
Lit. “señales”.
O “para ser salvado”.
O “que estaba situado justo en las afueras de la ciudad”. Lit. “el que estaba frente a la ciudad”.
O “Ley”.
O “disensión”.
Lit. “dio testimonio”.
Lit. “señales”.
O “desde generaciones antiguas”.
O quizás “sin falta”.
O “y”.
O “condenado”.
O “han causado problemas en”.
Lit. “su espíritu”.
O “parecen temer más a los dioses”.
O “de culto”.
O “gracias a”. Lit. “en”.
O “linaje”.
O “linaje”.
O “algunos persistieron en endurecerse y en no creer”.
O “siguió realizando obras poderosas extraordinarias”.
O “decidió en su espíritu”.
O “se resolverá”.
O “cabal”.
Lit. “da testimonio”.
O “tribulaciones”.
O “mi propia vida no tiene ningún valor para mí”.
O “cabal”.
O “lobos opresivos”.
O “fortalecerlos”.
Lit. “guardamos silencio”.
O “Se reunieron allí”.
O “¡Quítalo!”.
O “varones de puñal”, “asesinos”.
O “de lo que pueden dar testimonio”.
O “condenado”.
O “declaran públicamente”.
O “cabal”.
O “jefe principal”.
O “intachable”.
O “dádivas de misericordia”.
O “autodominio”.
Lit. “pidiendo un favor contra él”.
O “sobre su religión”.
O “mi nación”.
Lit. “se juzga”.
Lit. “levante”.
O “patadas”.
Lit. “el primero de la resurrección”.
O “cabal”.
Lit. “se ha endurecido”, “se ha engrosado”.
O “Sus oídos han oído sin hacer caso”.
O “ni se vuelvan”.