¿Cuál es el punto de vista bíblico?
¿Es el hipnotismo para los cristianos?
POR siglos la hipnosis ha estado envuelta en el misterio. En el pasado era un instrumento al alcance de los sacerdotes paganos y de los charlatanes, hoy en día está ganando “respetabilidad.” Los psiquíatras, dentistas, clérigos y muchos otros en ocasiones emplean el hipnotismo. Se le aclama como una ayuda en los esfuerzos por curar los desórdenes psicosomáticos, facilitar el parto y romper el hábito de usar drogas alucinógenas. Un clérigo escribió: “Como clérigo, consejero pastoral e hipnotizador practicante con varios años de experiencia, no conozco a ninguna persona que de algún modo haya sido perjudicada por el uso de la hipnosis. . . . Entre los varios fenómenos que utiliza el hombre para su bien, la hipnosis ciertamente es el más seguro.”
Pero otros consideran peligroso el hipnotismo. De hecho, algunos de sus practicantes han enloquecido. Y Andrew Salter, una prominente autoridad en este campo, ha dicho: “Como resultado de la sugestión hipnótica individuos han robado dinero, se han apresurado a levantar serpientes de cascabel, y han arrojado a la cara de un hombre ácido sulfúrico, el cual, sin que el individuo lo supiera, estaba protegido por un vidrio invisible. . . . Dicho francamente, por medio de la hipnosis es posible obligar a las personas a cometer crímenes.” Por lo tanto, hay buena razón para preguntar: ¿Es el hipnotismo para los cristianos?
La mismísima posibilidad de peligro merece que se le dé seria consideración. ¿No sería incorrecto para un cristiano poner en peligro su mentalidad? ¿Tiene él el derecho de arriesgar su propia vida o la de otro, llevando a cabo lo que podrían ser órdenes peligrosas, si el hipnotizador careciera de escrúpulos? ¡Por supuesto que no! Un cristiano dedicado pertenece a Jehová y debe usar su mente y cuerpo de tal modo que agrade y honre a Dios.—Rom. 12:1; 14:7, 8; 1 Cor. 10:31.
Aun las exhibiciones de hipnosis en el escenario aparentemente para entretener deberían hacer que el cristiano reflexionara. Suponga que a una persona hipnotizada se le dice que es un perro y entonces absurdamente trata de ladrar y saltar como los perros sobre sus manos y rodillas. ¿No es eso degradante? Seguramente no le agradaría o entretendría a un cristiano meditativo, quien tiene un profundo respeto por el Creador y sabe que el hombre fue hecho “a la imagen de Dios.”—Gén. 1:26, 27.
Al estar bajo la influencia hipnótica, algunas personas han participado en actos de crasa inmoralidad, como cometer adulterio con el hipnotizador. Es obvio que para agradar a Jehová los cristianos deben evitar esos malos actos. Deben mantener en alto la honorabilidad del matrimonio, “porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Heb. 13:4) Los cristianos deben apartarse de las circunstancias que pueden poner en peligro su relación con Dios y sus perspectivas de vida eterna.
Ningún humano sabe exactamente cómo opera el hipnotismo. Sin embargo, en este asunto, no se deben pasar por alto sus antecedentes. “Su historia está intrincadamente entretejida con el ocultismo, y hasta hoy día muchos fenómenos hipnóticos se clasifican como ‘espiritualistas,’” declara An Encyclopædia of Occultism. Algunos asocian la hipnosis con la referencia bíblica a las “fuerzas espirituales inicuas.” (Efe. 6:12) Así es que J. Garnier, en su libro The Worship of the Dead, declaró que tales cosas como el mesmerismo (hipnosis) y los poderes de mediums espiritistas “simplemente son la reproducción de los fenómenos de la magia antigua, producida exactamente por las mismas artes por medio de las cuales los magos, hechiceros, brujos, nigromantes paganos, etc., buscaban la ayuda de los demonios a quienes consideraban como sus dioses.”—Compare con Hechos 16:16-18.
En Egipto florecieron los sacerdotes practicantes de magia tan temprano como en el tiempo de José, el hijo de Jacob o Israel. (Gén. 41:8, 24) Más tarde, esos practicantes de las artes ocultas se opusieron a Moisés. (Éxo. 7:11, 22; 8:7) Sea que esos sacerdotes usaron el hipnotismo o no, en siglos posteriores los egipcios enfermos e incapacitados trataron de restaurar la salud por medio de sus deidades durante un estado conocido como “sueño del templo.” En realidad era un trance hipnótico, inducido por ciertas acciones de los sacerdotes practicantes de magia o por medio de las emanaciones que subían de cierta clase de incienso que ellos quemaban. Los hechiceros babilonios y otros de tiempos antiguos también trataban de efectuar curaciones por medio del hipnotismo o fenómenos relacionados.
¿Cómo han considerado en el pasado los siervos de Dios las prácticas asociadas con el ocultismo? Las personas fieles en el Israel de la antigüedad no tuvieron nada que ver con esas cosas, porque Jehová había declarado por medio de Moisés: “No debería hallarse en ti . . . nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová.”—Deu. 18:9-12.
Aunque los cristianos no están bajo la ley mosaica, aprecian sus elevados principios. (Rom. 6:14; Col. 2:13-17) Al comprender que la Palabra inspirada de Dios condena al ocultismo y a los que lo emplean, los cristianos verdaderos consideran que Jehová desaprueba lo oculto y las prácticas asociadas a ello. (Mal. 3:5; Rev. 21:8) Los anteriores practicantes de las artes mágicas que se hicieron cristianos en la antigua Éfeso no solo abandonaron lo oculto, sino que destruyeron su costosos libros de magia.—Hech. 19:18, 19.
Pero aun si la hipnosis no tuviera asociaciones con lo oculto, los verdaderos cristianos se apartarían de ella. ¿Por qué? Porque el hipnotismo requiere completo sometimiento de la voluntad de uno a otro humano. Dice The Encyclopedia Americana: “Después de un tiempo, él [el sujeto] está más allá del poder de recobrar la decisión independiente y entonces el hipnotizador puede conducirlo a llevar a cabo cualquier acto dentro de sus capacidades y él responderá sin pensarlo. Entonces está ‘hipnotizado.’” En contraste, Jesucristo reconoció que era su responsabilidad hacer siempre la voluntad de su Padre celestial, y él no podía hacer eso por medio de entregarse en una sumisión sin razonamiento a la voluntad de otro hombre. (Juan 6:38; Heb. 10:9, 10) Cristo les enseñó a sus discípulos a orar por el cumplimiento de la voluntad de Dios. (Mat. 6:9, 10) Al hacer una dedicación a Dios, un cristiano no debe someter su voluntad a la de algún hipnotizador, sino que necesita ejercitarla en armonía con la voluntad de Jehová.—Rom. 12:2.
Algunos clérigos recurren al hipnotismo para aconsejar a sus feligreses, pero al hacer esto no imitan a Jesucristo. La Biblia es la fuente aprobada por Dios para el consejo necesario sobre los problemas de la vida. (2 Tim. 3:16, 17) El espíritu santo de Dios, no la hipnoterapia, es la provisión divina para ayudar a las personas a reemplazar la inmundicia moral, la idolatría y otros rasgos impíos con amor, gozo, paz, gran paciencia, bondad, benignidad, fe, apacibilidad y gobierno de uno mismo. (Col. 3:5-11; Gál. 5:22, 23) Jehová, no algún hipnotizador, es quien provee la fortaleza que necesitan los cristianos para hacer frente a las dificultades.—Fili. 4:6, 7, 13.
El que un cristiano consulte a un médico quien a veces usa hipnotismo en tratar a otros debe ser una decisión personal. (Gál. 6:5) Pero un cristiano verdadero no permitirá que se emplee el hipnotismo. Porque el hipnotismo no es para los cristianos.