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Preservación mediante obedecer la ley de Dios sobre la sangreLa Atalaya 1961 | 1 de agosto
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que al prohibir al hombre el uso de la sangre, el Dios Todopoderoso, el Creador del hombre, el gran Médico que entiende el funcionamiento del cuerpo del hombre como ningún médico humano podrá jamás, no solo estaba exigiendo la obediencia del hombre, sino que para los que obedecían la ley estaba proveyendo preservación de los muchos males que les han sobrevenido a los hombres como resultado directo del uso de sangre.
Los doctores quizás arguyan que el riesgo vale la pena si hay alguna oportunidad de salvar una vida. Los líderes religiosos quizás se unan a ellos en su alegato, diciendo que la ley de Dios no aplica en los casos en que la vida está envuelta. Ambos están equivocados. Al amenazar la muerte no es tiempo de vacilar o volver la espalda a Dios. Es tiempo de cifrar confianza completa en Aquel en cuyas manos está el poder de la vida. Es tiempo en que toda otra persona, sean doctores o amigos o parientes, puede mostrar su amor sincero al paciente y su temor a Dios al animar al paciente a apegarse a su fe, a no temer, sino a poner su confianza en el Dios Altísimo.
Los cristianos fieles recuerdan la acusación del Diablo, que dijo: “Piel a favor de piel, y todo lo que el hombre tenga lo dará a favor de su vida.” (Job 2:4, margen) Él afirmó que nadie mantendría fe en Dios y obedecería Su ley si el hacerlo pusiera en peligro su vida. Pero el Diablo es un mentiroso, y los cristianos temerosos de Dios de todas partes de la Tierra diariamente prueban que lo es porque obedecen la ley divina en cuanto a abstenerse de sangre. Por su fidelidad Dios los preservará, aun si mueren, levantándolos a vida eterna en su justo nuevo mundo.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1961 | 1 de agosto
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Preguntas de los lectores
● Un hombre se divorcia de su mujer sin base bíblica. Después de concederse el divorcio la esposa y la congregación se enteran de que justamente antes del divorcio el hombre había sido culpable de adulterio. ¿Libraría tal acto de adulterio al hombre o a la mujer bíblicamente para volver a casarse?
En este caso la pregunta crucial, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, es: ¿Quién se divorcia de quién, y sobre qué base? ¿Quién tiene el derecho al divorcio? De acuerdo con las Escrituras la condición moral del esposo no sirve como factor determinante que le conceda el derecho de divorciarse de su esposa. Por lo contrario, el estado moral del cónyuge de quien se divorcia es lo que determina el derecho del que procura el divorcio a efectuar la disolución de los vínculos matrimoniales. De acuerdo con las Escrituras inspiradas es al cónyuge inmundo a quien se da la cédula de divorcio por el cónyuge limpio, no adúltero, inocente. El lenguaje de Deuteronomio 24:1-4 es inequívoco en cuanto a esto.
Esta ley deuteronómica fue la que hicieron objeto de discusión los fariseos en Mateo 19:3-9. Jesús les dijo a los fariseos que Dios no le había dado a Adán el derecho de divorciarse de su esposa Eva por ninguna causa. En respuesta los fariseos se refirieron a esta ley deuteronómica al preguntar: “¿Por qué, pues, prescribió Moisés que se diera un certificado de despedida y que se divorciara de ella?” Esta ley mosaica cita específicamente la inmundicia de la esposa de quien el esposo se divorciaba, pero no inmundicia alguna de su esposo, que se divorciaba de ella. Jesús mostró el debido respeto por las restricciones sobre el derecho de divorciarse del cónyuge cuando dijo: “Moisés en consideración de la dureza de sus corazones, les hizo una concesión para que se divorciaran de sus esposas, pero ése no ha sido el caso desde el principio. Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa a no ser por motivo de fornicación y se case con otra comete adulterio.” Puesto que Jesús aquí estaba comentando en relación con su referencia a la ley mosaica, estaba hablando acerca de divorciarse de una mujer por otras causas aparte de su fornicación, su adulterio, su inmundicia,
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