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Jael... una mujer valerosaLa Atalaya 1979 | 1 de febrero
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a Quedes, donde acampaba Heber el quenita. Puesto que no existía estado de guerra entre Heber y el rey Jabín, Sísara buscó seguridad allí—Jue. 4:10-17.
En aquellos días no era lo acostumbrado el que un hombre entrara en la tienda de campaña de una mujer casada. Pero cuando Jael la esposa de Heber expresó que estaba dispuesta a recibir a Sísara, él no vaciló en aprovechar el refugio que se le ofrecía allí. Exhausto debido a la experiencia que acababa de tener, se acostó, y Jael lo cubrió con una frazada. Más tarde, cuando él pidió de beber agua, ella le suministró leche. Indudablemente esta leche había sido agriada por medio de sacudirla en un odre no lavado, y por lo tanto se había mezclado con leche vieja que todavía se adhería al interior del odre. Después que Sísara se hubo bebido la leche, Jael lo cubrió de nuevo. (Jue. 4:18, 19; 5:25) Él entonces le dio esta instrucción: “Ponte de pie a la entrada de la tienda, y tiene que suceder que si alguien viene y de veras te pregunta y dice: ‘¿Hay aquí un hombre?’ entonces tienes que decir: ‘¡No!’”—Jue. 4:20.
Debido a la hospitalidad de Jael, Sísara tiene que haberse sentido seguro, y pronto quedó profundamente dormido. Así, este comandante militar se había colocado a merced de Jael. Pero, ¿se pondría ella de parte de él y en contra del pueblo de Dios, o sería ella la que hubiera de tomar acción contra Sísara?
Jael obró valerosamente; aprovechó la oportunidad de ponerse de parte de los israelitas. Como persona que moraba en tiendas, estaba acostumbrada a hundir estacas de tienda en el suelo con un martillo. Por eso, con una estaca de tienda en una mano y un martillo en la otra, furtivamente Jael se acercó a Sísara, quien dormía profundamente de lado. Seleccionando la parte más débil del cráneo de Sísara, ella colocó la estaca en el lugar apropiado y se la hundió en la cabeza. Más tarde, cuando Barac se presentó en el escenario de los acontecimientos, Jael le mostró lo que había hecho. Allí delante de él yacía Sísara, muerto con la estaca a través de la sien. La valerosa Jael había participado en el cumplimiento de la palabra que Jehová había dado por medio de Débora. Más tarde, cuando la victoria fue recordada en música, Débora y Barac cantaron: “Jael la esposa de Heber el quenita será muy bendita entre las mujeres, entre mujeres en la tienda será muy bendita.”—Jue. 4:21, 22; 5:24-27.
Sí, fue por la valerosa acción contra un enemigo enconado del pueblo de Dios que se conservó el nombre de Jael en el registro bíblico. Aunque hoy no se exige que los siervos de Dios de la “grande muchedumbre” participen en guerrear físico de esa índole, a menudo se exige que muestren un valor similar mientras adoptan acción positiva al lado del cristiano “Israel de Dios” en la batalla espiritual de éstos contra los enemigos de Jehová. (Efe. 6:11-13; Gál. 6:16) Además, el tener confianza en Jehová, y en lo correcto de apoyar lo que él aprueba, hará que tanto las mujeres fieles como los hombres sean hoy valerosos como Jael.
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“Cueva de salteadores”La Atalaya 1979 | 1 de febrero
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“Cueva de salteadores”
● Jesucristo, al echar de la zona del templo a los cambistas y vendedores de animales para sacrificio, dijo: “Está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración,’ pero ustedes la hacen cueva de salteadores.” (Mat. 21:13) Así Jesús, de hecho, llamó “salteadores” a los cambistas y a los que vendían animales para sacrificio. Esto sugiere que estaban obteniendo ganancias excesivas. La Mishna judía muestra que las palabras de Jesús no fueron una exageración. Informa acerca del tiempo en que un par de tórtolas costaba un denar de oro o veinticinco denars de plata. Este precio exhorbitante impulsó a Simeón el hijo de Gamaliel a jurar por el templo y decir: “No sufriré que pase la noche antes de que solo cuesten un denar [de plata].” Esto evidentemente significa que las tórtolas se estaban vendiendo a una suma veinticinco veces mayor de la que en realidad valían. Eso ciertamente era “asaltar.”
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