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¿Quiere usted ver eliminado el delito?La Atalaya 1977 | 15 de junio
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Y cuando esto suceda, ¿cómo será la vida? “Realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar,” dice la promesa de Dios.—Miq. 4:4.
Por eso, ¿desea usted ver eliminado el delito? Lo será, a la manera de Dios... y pronto. ¿Quiere usted sacar provecho de ello? Entonces tiene que averiguar qué hacer para satisfacer los requisitos de Dios para vivir en su nuevo orden sin delincuencia que está por llegar.
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Jehová... amador de la justiciaLa Atalaya 1977 | 15 de junio
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Jehová... amador de la justicia
EL Altísimo ama el derecho y la justicia. (Sal. 33:5) Su siervo Eliú declaró: “En cuanto al Todopoderoso, no lo hemos sondeado; es sublime en poder, y el derecho y la abundancia de justicia él no menospreciará.”—Job 37:23.
Porque tiene en la más alta estima la justicia, Jehová Dios no pasa por alto la opresión. Los opresores no pueden evitar el desenvolvimiento de esta ley inmutable de Dios: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) A veces Jehová ha manejado los asuntos de manera que los que han practicado la injusticia hayan sufrido calamidad. Para que supieran con certeza que el juicio procedía de él, el Todopoderoso lo anunció de antemano por medio de sus profetas.
Eso sucedió con Eliaquín, del siglo séptimo a. de la E.C. Su padre, el rey Josías, murió en batalla mientras trataba de impedir que los ejércitos egipcios bajo Faraón Neko pasaran por Samaria para combatir contra el vencedor babilónico de Asiria. Entonces el pueblo de Judá hizo rey al hermano menor de Eliaquín, Joacaz. Unos tres meses después, Faraón Neko tomó cautivo a Joacaz y se lo llevó a Egipto e hizo rey a Eliaquín, de veinticinco años de edad, y le cambió el nombre al de Joaquim. Además de esto, Neko le impuso una fuerte multa al reino de Judá. Joaquim exigió esto de sus súbditos mediante tributación.—2 Rey. 23:34-36; 2 Cró. 36:1-5.
En vez de por lo menos tomar en consideración la fuerte carga bajo la cual trabajaban sus súbditos, Joaquim hizo planes para edificar un nuevo y lujoso palacio. Sin duda para mantener bajo el costo de esto, opresivamente retenía el salario de los trabajadores. La acción arbitraria de Joaquim no pasó sin que Jehová Dios la notara. Él envió a Jeremías el profeta a la casa del rey. El registro de esto se encuentra en el capítulo 22 de Jeremías.
Aunque Joaquim merecía castigo, misericordiosamente Jehová Dios le suministró al rey la oportunidad de corregir los asuntos. Se le mandó a Jeremías que dijera: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Hagan equidad y justicia, y libren a la víctima del robo de la mano del defraudador; y no maltraten a ningún residente forastero, huérfano de padre ni viuda. No les hagan violencia. Y no derramen sangre inocente en este lugar. Porque si ustedes sin falta ejecutan esta palabra, también ciertamente entrarán por las puertas de esta casa los reyes que se sienten por David sobre su trono, montados en carros y en caballos, él con sus siervos y su pueblo.’” (Jer. 22:3, 4) De modo que si Joaquim cambiaba de proceder podía contribuir a que continuara la gobernación por hombres en la casa real de David.
“Pero,” continuó la palabra profética a Joaquim, “‘si ustedes no obedecen estas
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