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¿Por qué los cambios en los gobiernos mundiales desde 1914?La Atalaya 1965 | 15 de mayo
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imperfectos está de salida. En cuanto a las profecías que nos dan seguridad adicional del control completo por Dios de la dominación mundial en sus propios tiempos decretados, sírvase ver los siguientes varios números de esta revista.
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¿Por qué dos pactos para poder del reino?La Atalaya 1965 | 15 de mayo
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¿Por qué dos pactos para poder del reino?
UN PACTO puede ser un acuerdo entre dos partes interesadas o una promesa legal de una parte interesada para hacer algo para otro. Una vez hecho de manera legal y obligatoria, no parecería haber razón alguna para duplicar o repetir un pacto. No obstante, en la Biblia hallamos que Dios hizo dos pactos para dar poder del reino a su Hijo, Cristo Jesús. Uno se hizo por medio de David y otro con Jesucristo que fue prefigurado por Melquisedec. ¿Por qué se hizo esto? ¿Son idénticos los dos pactos?
PACTO DAVÍDICO
El pacto de Dios con el rey David dice, en parte, como sigue: “Cuando tus días se cumplan cabalmente, y tengas que acostarte con tus padres, entonces yo ciertamente levantaré tu descendencia después de ti, la cual saldrá de tus entrañas; y realmente estableceré firmemente su reino. . . . Y tu casa y tu reino ciertamente serán firmes hasta tiempo indefinido delante de ti; tu mismísimo trono llegará a ser un trono establecido firmemente hasta tiempo indefinido.”—2 Sam. 7:12-16.
En fidelidad a esta promesa Jehová se encargó de que quienes se sentaran después como representantes de Él en el trono terrestre en Jerusalén fueran descendientes carnales de David. Esto continuó hasta los días del inicuo rey Sedequías, cuando Jehová decretó que aquel reino típico ‘ciertamente no llegaría a ser de nadie hasta que viniera aquel que tiene el derecho legal.’ Este con el derecho legal habría de ser el Hijo de Dios, y él nació por medio de la virgen María, quien era del linaje de David. Por eso, cuando se anunció su nacimiento el ángel Gabriel declaró apropiadamente: “Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y gobernará como rey sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.”—Eze. 21:27; Luc. 1:32, 33.
¿Qué, específicamente, se prometió a los herederos de David en este pacto? Estrictamente era el derecho de gobernar sobre un trono terrestre. No prometía nada más que eso; por lo tanto, sus herederos no podían heredar algo que fuera más que eso. El que así se entendían las cosas, aun entre los propios apóstoles de Jesús, es evidente por la pregunta que hicieron después que él había sido resucitado de entre los muertos y se les apareció con un cuerpo materializado: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” Ellos todavía esperaban la restauración del reino terrestre de David, que había sido derrumbado en 607 a. de la E.C., porque así entendían las promesas del pacto davídico.—Hech. 1:6.
En esta mismísima conversación Jesús aconsejó a sus seguidores que “no se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido.” (Hech. 1:4)
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