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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1961 | 1 de diciembre
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En 1950 se dedicaron otra nueva fábrica y un agregado a Betel. Miles de delegados vinieron a visitarnos ese año mientras asistían a la primera gran asamblea en el estadio Yanqui.
Por supuesto, los meses que preceden a las grandes asambleas son de mucho trabajo en las oficinas principales y llenos de expectación. La preparación de las futuras publicaciones a presentarse en la asamblea es uno de los muchos privilegios de Betel, pero se mantiene secreto entre los respectivos departamentos de tal modo que solo los que están directamente implicados saben lo que se está produciendo. No es nada sorprendente el que las publicaciones que se presentan en las asambleas tomen completamente por sorpresa a miembros de la familia Betel, tan bien ‘aprende cada uno a ser callado y a ocuparse de sus propios asuntos.’
En 1956 dimos la bienvenida al completamiento del nuevo edificio de trece pisos de alto para imprimir La Atalaya y ¡Despertad! Desde mi cuarto soleado en Columbia Heights se podía ver el nuevo edificio hasta hace poco. Ahora al otro lado del edificio número 124 de Columbia Heights se levanta el hermoso edificio de doce pisos de alto de la escuela, dormitorio y oficina de la Sociedad con su hermoso jardín al frente. Por ese jardín pasan miembros de la familia y estudiantes de Galaad en camino a sus asignaciones y estudios o de vuelta de ellos. Ahora que Galaad se mudó a Brooklyn y miembros de la familia los acompañan en giras de la ciudad gozos y privilegios mayores nos vienen a nosotros los que estamos en las oficinas principales. Justamente ahora el número de miembros de la familia pasa de setecientos.
El estar en Betel es en sí mismo una recompensa en muchas formas. Ninguna de mis asignaciones ha sido particularmente fuera de lo ordinario. Pero ciertamente ha sido emocionante estar entre cristianos dedicados por cuarenta y siete años y tener una parte en la obra. Como David, preferiría ser portero en la casa de Jehová a morar en las tiendas de los inicuos y apoyar este moribundo sistema de cosas. Betel es una “casa de Dios.” No hay duda en mi mente al respecto. Ahora estoy en mi octogésimo séptimo año. Manos más jóvenes están haciéndose cargo del trabajo aquí, pero agradezco a Jehová el estar unido con ellas en el gozoso trabajo de servir al Soberano Universal y mirar adelante a la felicidad eterna en el nuevo mundo de Dios.
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“No devuelvan mal por mal a nadie”La Atalaya 1961 | 1 de diciembre
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“No devuelvan mal por mal a nadie”
El no devolver “mal por mal” tiende a destruir la oposición. En Tobago, en las Antillas, un hombre le soltó un perro a una testigo de Jehová, pero ella permaneció en calma donde estaba hasta que la esposa de este señor vino y llamó al perro. La esposa aceptó algunas revistas bíblicas e invitó a la Testigo a volver. Más tarde, al encontrarse con el mismo señor en la calle, la Testigo no dio evidencia alguna de guardar rencor sino que lo saludó como si nada hubiera pasado. Cuando la Testigo volvió a visitar a la esposa de este señor, ella le dijo que su esposo había confesado: “Hay que admirar a esta gente. La traté mal en mi casa, pero ella todavía me saluda en la calle.” Ahora él presta atención y hasta lee algunas de las revistas.
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