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Liberación de un clima de temorLa Atalaya 1974 | 15 de mayo
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a que todos los hombres recibieran pecado y muerte por herencia. (Rom. 5:12) El Adversario de Dios puede aprovecharse de las tendencias pecaminosas, las debilidades de los hombres y las mujeres, y también de la ignorancia de los que no conocen la verdad. Puede llevar a los hombres a una muerte prematura. Los que creen en la idea falsa de que las personas muertas todavía están vivas de alguna manera, caen en el lazo del Diablo y sus demonios inicuos asociados, que de veras existen. Uno realmente da entrada a los demonios cuando hace sacrificios y ejecuta ritos para ayudar a los muertos, paga dinero por liberar a las almas de un “purgatorio” u otro lugar imaginario, o para apaciguar a los muertos. De esas cosas, el apóstol Pablo escribe: “Las cosas que las naciones sacrifican, a demonios las sacrifican, y no a Dios.”—1 Cor. 10:20.
Siendo enemigo, la muerte verdaderamente es indeseable y penosa para cualquier persona que ama la vida. Pero no debería ser causa de aflicción excesiva, aplastante, para el que sabe la verdad acerca de la muerte y acerca del propósito de Dios de resucitar a los muertos durante el reinado de mil años de su Rey Mesiánico. A los cristianos de la ciudad de Tesalónica, rodeados de costumbres griegas que se basaban en la creencia babilónica de la inmortalidad del alma, el apóstol les dijo: “Hermanos, no queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza.”—1 Tes. 4:13.
Dios extiende esta verdadera esperanza para aliviar a los hombres del temor a lo que viene después de la muerte, el gran enemigo que ha causado tanta angustia. Remueve el dolor de la muerte el saber que el Señor Jesucristo, después de vaciar el sepulcro de toda la humanidad, también suprimirá todo vestigio del pecado (que trae condenación a muerte) en todas las personas obedientes. Entonces la misma muerte adánica, como el último que desaparecerá de los enemigos del hombre, será arrojada “al lago de fuego,” el símbolo de extinción eterna. Así la resurrección de los muertos terrestres durante el reinado de mil años de Cristo ahuyentará el clima de temor en el cual la humanidad ha vivido por siglos. Ese clima de temor será removido para siempre. ¡Qué magnífica liberación!—Rev. 20:13, 14; 1 Cor. 15:26; Rom. 8:20, 21.
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Negocio eclesiásticoLa Atalaya 1974 | 15 de mayo
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Negocio eclesiástico
● El ex-comisionado de Rentas Internas Mortimer M. Caplin, testificando ante el Comité de Árbitros de la Cámara de los Estados Unidos en 1969, dijo: “Varias iglesias han entrado en empresas comerciales activas y agresivas. Una, por ejemplo, ha llegado a ser distribuidora al por mayor de grabaciones fonográficas populares. Otra ha adquirido por lo menos siete negocios de manufactura de ropa de deportes y ropa corriente. Otra produce casas ambulantes y opera un negocio de horadación. Otras dirigen negocios de desarrollo de bienes raíces, suministran comodidades para almacenamiento de petróleo y participan en una amplia variedad de empresas manufactureras.” Las iglesias participan en una sorprendente variedad de actividades, que oscilan desde la producción de vino hasta una pista de patinar, gimnasio y bolera bautista. Lo que poseen en los negocios incluye casas electrónicas, una compañía productora de fajas, suministros para supermercados, escuelas, hoteles, ropa, seguros, funerarias y cementerios. ¿Suena todo eso como el negocio del Señor... el curso y ejemplo que trazaron Jesucristo y sus apóstoles?
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