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Busque las asociaciones correctasLa Atalaya 1960 | 15 de julio
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19. ¿De qué otras maneras tendrá uno cuidado para evitar las asociaciones incorrectas y buscar las correctas, y por qué?
19 Finalmente llegamos al muy importante rasgo de la asociación por medio de lo que uno lee, ve, escucha o piensa. Aquí también uno participa de los pensamientos de otros, y cuando uno está solo y concentrándose en la lectura , la mente es muy impresionable. Si uno no quiere asociarse en la compañía de burladores impíos de la Palabra de Dios o con personas inmorales, depravadas, entonces uno no debe participar en privado de sus pensamientos y hechos leyéndolos. Si ‘la fornicación y la impureza ni siquiera deben mencionarse entre ustedes, tal como es digno de personas santas,’ entonces tampoco deben escucharse esas cosas. (Efe. 5:3, 12) Si es ‘vergonzoso hasta contar’ tales cosas, es vergonzoso escribirlas o leerlas. El leer relatos de tales cosas en diarios, revistas, libros o el ver semejante inmoralidad sugerida en las películas es tener compañerismo con las personas inmorales cuyos hechos se describen o con el que escribió el cuento. El que hace esto jamás podría tener su mente y deseos en consonancia con el Santo. Por lo tanto, cuando uno lee, escucha el radio o ve la televisión o una película, debe cuidar de estar en buena compañía, buscando buenas asociaciones. Quizás la información sea educativa e informativa, o quizás humorística, pero siempre debe ser edificante. La mente no puede contener los pensamientos de Dios según se revelan en su Palabra mientras al mismo tiempo participa de los pensamientos de personas impías, de inclinación a la carne, inmorales.—1 Ped. 1:13-16; Sant. 3:11; 4:8.
20. ¿Qué esperanza pueden abrigar los que se asocian con los rectos?
20 Sí, el camino de la sabiduría es evitar las asociaciones incorrectas y buscar las asociaciones correctas. “Cuando entre la sabiduría en tu corazón . . . la misma habilidad para pensar te vigilará . . . para librarte del camino malo, del hombre que habla cosas perversas, de los que dejan las sendas de rectitud para andar en los caminos de las tinieblas, de los que están regocijándose en hacer el mal, que están alegres en las cosas perversas de la maldad; aquellos cuyos caminos son torcidos y que son tortuosos en su curso general . . . El propósito es que andes en el camino de la gente buena y que retengas los senderos de los justos. Porque los rectos son los que moraran en la tierra, y los que están sin tacha son los que serán dejados en ella.” (Pro. 2:10-22) El pensar de este mundo significa muerte. Los pensamientos de Dios significan vida. “El mundo está desapareciendo y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17) Busque las asociaciones incorrectas y éstas durarán sólo un corto tiempo. Las asociaciones correctas continuarán para siempre. Busque las asociaciones correctas y disfrute de ellas eternamente.
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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1962 | 1 de marzo
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Siguiendo tras mi propósito en la vida
Según lo relató Haraldo A. Morris
A LA edad de dieciocho años el muchacho está lleno de ambiciones que espera realizar algún día. La vida está delante de él. La vejez, la debilidad y la muerte están muy alejadas de sus pensamientos. Muy a menudo se considera mucho más sabio de lo que realmente es. Es muy improbable que él dé consideración al consejo del sabio rey Salomón a menos que esté consciente de su necesidad espiritual. “Recuerda, ahora, a tu magnífico Creador en los días de tu juventud como hombre,” dijo Salomón. Pues bien, yo era uno que no pensaba en absoluto en este consejo. Es verdad que fui criado en lo que se consideraba un hogar cristiano, pero me faltaba mucho en cuanto a lo espiritual.
Mientras se graduaban mis compañeros de clase de la escuela secundaria, yo estaba en el hospital sometiéndome a una operación de emergencia en el apéndice. Esto me retuvo en el hospital por un mes, y pasé otro mes recuperándome en casa. Ya que no me fue posible asistir al colegio ese otoño, me empleé en otro pueblo. Fue aquí que conocí a un testigo de Jehová y comencé a aprender acerca de los maravillosos propósitos de Jehová de restaurar la Tierra a un estado paradisíaco. Lo visité repetidamente para embeber más conocimiento acerca de las maravillosas verdades de la Palabra de Dios. Fue este conocimiento lo que le dio a mi vida un propósito que vale la pena.
Una noche el testigo me invitó a acompañarle al estudio de La Atalaya. Acepté en el acto la invitación. Ya que yo estaba acostumbrado a servicios religiosos tradicionales, el primer estudio de La Atalaya me pareció extraño. Se veía claramente, sin embargo, que todos los que estaban allí eran estudiantes de la Biblia. La sinceridad y amigabilidad eran desemejantes a todo cuanto había conocido antes. Después del estudio la congregación hizo arreglos para asistir a una asamblea de zona que había de celebrarse en Indianápolis de allí a dos semanas. Esa asamblea hizo en mí una impresión profunda. Nunca antes había visto yo a tantas personas felices y consideradas. Esto ayudó a convencerme de que eran el pueblo de Jehová. Seis meses más tarde, en la siguiente asamblea de zona, por medio de ser bautizado tomé un paso importante hacia adelante en lo de seguir tras mi propósito en la vida.
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