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Monotonía y futilidad... o estabilidadLa Atalaya 1971 | 1 de septiembre
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HACE mucho tiempo, el rey Salomón, un gran observador de la naturaleza, y dotado por Dios de sabiduría extraordinaria, escribió:
“El sol . . . ha salido fulguroso, y el sol se ha puesto, y está viniendo jadeante a su lugar de donde va a salir fulguroso. El viento está yendo hacia el sur, y está dando la vuelta en movimiento circular hacia el norte. Girando y girando de continuo está yendo en forma de círculo, y sin demora está volviendo el viento a sus movimientos circulares. Todos los torrentes invernales están saliendo para el mar, no obstante el mar mismo no está lleno. Al lugar para donde están saliendo los torrentes invernales, allí están regresando para poder salir. Todas las cosas son fatigosas; nadie puede hablar de ello. El ojo no se satisface de ver, ni se llena el oído de oír.”—Ecl. 1:5-8.
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Monotonía y futilidad... o estabilidadLa Atalaya 1971 | 1 de septiembre
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CICLOS REPETIDOS, UNA BENDICIÓN
Hay ciertos factores de uniformidad que son esenciales para la vida humana equilibrada. Considere algunos de los ciclos de la creación de Dios... el Sol, el viento, el agua, las estaciones, etcétera. ¿Qué hay si no pudiéramos contar con que el Sol saliera a cierta hora de la mañana? ¿o si no pudiéramos estar seguros de cuál estación sería la siguiente? No podría haber planes, no podría efectuarse ningún verdadero trabajo. Todo sería confusión. En realidad, no pasaría mucho tiempo antes que comenzáramos a perder el juicio.
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Monotonía y futilidad... o estabilidadLa Atalaya 1971 | 1 de septiembre
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Hay otro aspecto en el cual se ve que la repetición de cosas naturales es una bendición, de hecho, una necesidad. La Tierra realmente es una gigantesca astronave. En sus ciclos del viento, el agua y las estaciones, tiene su propio sistema magnífico de purificación por el cual puede mantener un abastecimiento de aire, agua y alimento puros para sus habitantes.
Considere el ciclo del agua de la Tierra. Solo aproximadamente el 3 por ciento del agua de la Tierra es agua dulce, el 2 por ciento está encerrado en capas de hielo, y solo como el 1 por ciento existe en los lagos, ríos y bajo tierra, y como vapor en el aire. Los océanos son salados, pero el agua evaporada de ellos por el Sol es dulce, pues la sal se queda atrás. El Sol, en su curso diario sobre los océanos, extrae esta agua a razón de casi 15.000.000 de toneladas por segundo. Las corrientes de viento ‘que giran de continuo’ la llevan sobre la tierra, donde se condensa y cae como lluvia. El agua que se precipita así a la tierra fluye de vuelta a los océanos. El hombre depende de este ciclo para abastecimientos de agua, para el crecimiento de las plantas que sirven de alimento y para que haya condiciones del tiempo adecuadas para vivir.—Sal. 147:18; Pro. 25:23.
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