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Tacto teocrático en casas divididasLa Atalaya 1955 | 15 de agosto
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15 No es fácil el aguantar tormento físico, lo mismo puede decirse de la angustia mental; es penoso enfrentarse a un pelotón de fusilamiento una vez, y lo mismo puede decirse de enfrentarse a una andanada de abuso diariamente, año tras año, y ser regañado incesantemente y ridiculizado en su propia casa, excluído del círculo de la familia y de sus asuntos porque uno sirve a Jehová. En muchos casos uno puede salirse de esto más fácilmente que de una prisión o un campo de concentración. Sin embargo, no olvidemos la guerra fría que hiela el círculo de la familia donde algunos están en la verdad y algunos no, donde en el frente doméstico se desarrolla una lucha por la fe, lucha constante de 24 horas al día. De modo que no olvidemos el aguante paciente de estas personas al enfrentarse a sus problemas a través de los años. Aunque quizás estas pruebas y persecuciones no sean tan espectaculares, no obstante pueden ser muy penosas. Los puñales más agudos que pueden ser metidos en el corazón del hombre son aquellos que están impelidos por personas amadas de su propia casa, pero ¡ni siquiera ellos pueden desviar a los siervos dedicados de Jehová del servicio fiel!
16. ¿Qué consuelo hay para los que han perdido sus familias por su firme aceptación y defensa de la verdad?
16 ¿Hay algunos de los que ahora están leyendo estas líneas que han perdido sus familias a causa de la verdad, como en los dos casos que se mencionaron en párrafos anteriores? ¿Es usted semejante a ellos? ¿Piensa usted que ha perdido una familia? Si tal es el caso, levante la vista y vea a sus nuevos hermanos y hermanas de la sociedad del Nuevo Mundo unidos a usted en el servicio de Jehová, y al contemplarlos comprenda que usted está experimentando el cumplimiento de la promesa de Jesús: “Nadie ha dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o campos por mi causa y por causa de las buenas nuevas que no haya de recibir un céntuplo ahora en este período de tiempo, casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y campos, con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna.” (Mar. 10:29, 30, NM) Y no es sólo la docena de hermanos o los cien hermanos y hermanas a su alrededor en su congregación local lo que ha conseguido. No, sino que hay cientos de miles de ellos por toda la tierra, listos para recibirlo con los brazos abiertos, con las puertas abiertas, y, sobre todo, con corazones abiertos. ¡Y este gran círculo de familia teocrático no será roto por regaños incesantes, por inquietud por pequeñeces, por pelea, por rebelión o por impiedad, porque es una familia unida bajo Jehová Dios y su Rey Cristo Jesús, y todo miembro de ella está resuelto a mantener comportamiento teocrático perpetuo dentro de este gozoso círculo de familia! ¡Que Jehová nos ayude a proceder así siempre!
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1955 | 1 de octubre
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Preguntas de los lectores
● Isaías 54:1 dice: “Más son los hijos de la desolada que los hijos de la casada.” ¿Quién es la casada mencionada aquí?—M. F., Estados Unidos.
“¡Canta, oh estéril, tú que no dabas a luz hijos! ¡rompe en alabanzas y alza el grito, tú que nunca estuviste de parto! porque más son los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice Jehová.” El relato continúa con una llamada a la mujer desolada a que ensanche su tienda de campaña y se prepare para el aumento porque la vergüenza de su juventud y de su viudez ha de olvidarse: “Porque marido tuyo es tu Hacedor, Jehová de los Ejércitos es su nombre.” En ira Jehová había ocultado su rostro de ella por un momento y por un momentito se había olvidado de ella, pero ahora con gran misericordia y bondad toma a sí mismo a esta desolada que era como una viuda y la bendice con una prole numerosa, haciéndola más bendita que la mujer casada en este respecto.—Isa. 54:1-8.
Pablo habló de estas dos mujeres simbólicas y las comparó a Sara y Agar: “Está escrito que Abrahán adquirió dos hijos, uno de la sierva y uno de la mujer libre; pero el de la sierva nació realmente según la manera de la carne, el otro, de la mujer libre por medio de una promesa. Estas cosas quedan como un drama simbólico; porque estas mujeres significan dos pactos, el uno del monte Sinaí, que produce hijos para esclavitud, y el cual es Agar. Bueno, esta Agar significa Sinaí, un monte en Arabia, y ella corresponde a la Jerusalén de hoy día, porque está en esclavitud con sus hijos. Pero la Jerusalén que está arriba es libre, y ella es nuestra madre. Porque está escrito: ‘Regocíjate, tú mujer estéril que no produces hijos; prorrumpe y clama en voz alta, tú mujer que no tienes dolores de parto; porque los hijos de la mujer desolada son más numerosos que los de aquella que tiene el esposo.’ Ahora nosotros, hermanos, somos hijos pertenecientes a la promesa igual como lo fué Isaac. Pero así como en ese entonces el que nació según la manera de la carne empezó a perseguir al que nació según la manera del espíritu, así ahora también. Sin embargo, ¿qué dice la Escritura? ‘Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque de ninguna manera recibirá herencia el hijo de la sierva con el hijo de la mujer libre.’ Por lo tanto, hermanos, somos hijos, no de una sierva, sino de la mujer libre.”—Gál. 4:22-31, NM.
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