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Sigan tras las cosas que los edifican unos a otrosLa Atalaya 1961 | 15 de octubre
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12. De acuerdo con el capítulo diez de Primera de Corintios, ¿qué actitud debe tener el edificador cristiano maduro?
12 Quizás una persona quiera afirmar que ella comerá o beberá lo que le dé la gana, no siendo ilícito a vista de Dios el tomar vino o comer ciertos alimentos. Pero aunque cierta cosa sea lícita a vista de Dios, ¿servirá para edificar? Pablo considera esto en el capítulo diez de Primera de Corintios, que se refiere de manera parecida al alimento y a la bebida, y dice: “Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas edifican. Siga buscando cada uno, no su propio provecho, sino el de la otra persona. Por esto, sea que estén comiendo o bebiendo o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para gloria de Dios. Eviten el hacerse causas de tropiezo tanto a judíos como a griegos y a la congregación de Dios, aun como yo estoy agradando a toda la gente en todas las cosas, no buscando mi propio provecho, sino el de los muchos, para que puedan salvarse.”—1 Cor. 10:23, 24, 31-33.
13. ¿A quiénes se imita por este proceder altruista?
13 Esta manera de considerar a otros por causa de las buenas nuevas es la posición correcta para todos los cristianos. Manifiesta la debida actitud mental como la desplegó Cristo. Así que Pablo dice en 1 Corintios 11:1: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.” Debemos estar siempre buscando el provecho de otros por causa de las buenas nuevas.
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Usando amorosamente lo que se nos daLa Atalaya 1961 | 15 de octubre
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Usando amorosamente lo que se nos da
1. ¿Cuáles son los dones del espíritu mencionados en el capítulo 12 de Primera de Corintios, y con qué propósito se dieron?
DESPUÉS de haber escrito a los corintios en cuanto a la necesidad de considerar a otras personas en conexión con la comida, Pablo en seguida trató muchos otros asuntos. En el capítulo doce toma en consideración varios dones del espíritu que fueron suministrados a las congregaciones cristianas primitivas. Estos dones se dieron a individuos cristianos, no simplemente para el placer o beneficio de ellos, sino para el beneficio de otras personas. De manera que Pablo escribe en el capítulo doce, versículos siete al once: “Pero la manifestación del espíritu se da a cada uno con propósito benéfico. Por ejemplo, a uno se le da mediante el espíritu palabra de sabiduría, a otro palabra de conocimiento según el mismo espíritu a otro fe por el mismo espíritu, a otro dones de curaciones mediante ese único espíritu a otro operaciones de obras poderosas, a otro profecía, a otro discernimiento de dichos inspirados, a otro lenguas distintas, y a otro interpretación de lenguas. Pero todas estas operaciones las desempeña el uno y el mismo espíritu, repartiendo a cada uno respectivamente como a él le place.”
2. ¿Cómo requirió Jehová que se usaran estos dones?
2 Todos los cristianos eran miembros de un solo cuerpo, y todas las cosas recibidas de Dios eran para beneficio de la entera organización. Cada uno tenía su puesto en el cuerpo según le agradó a Dios, pero era importante cómo usaban las cosas que Dios les había dado como colaboradores en el programa de edificación. Dios es un gran edificador en amor; de manera que los que trabajan con él también tienen que ser impelidos por la fuerza del amor. El hecho de que alguien hubiera recibido un don del espíritu, tal como el de hablar en lenguas o profetizar, no quería decir que sería aceptado por Jehová, a menos que usara el don de la manera apropiada y con el móvil correcto. Dijo Pablo: “Si hablo en las lenguas de los hombres y de los ángeles pero no tengo amor, he llegado a ser un pedazo de bronce que resuena o un címbalo que retiñe. Y si tengo el don de profecía y entiendo todos los secretos sagrados y todo el conocimiento, y si tengo toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si doy todas mis posesiones para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para poder jactarme, pero no tengo amor, en nada he aprovechado.”—1 Cor. 13:1-3.
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