Por consiguiente, aunque “Dios es amor” y “tanto amó [...] al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito” a favor de él, el hecho es que toda la humanidad ha estado enemistada con Dios, y Él ha manifestado al mundo de los hombres el amor que se tiene a los enemigos, el amor que está fundado sobre los principios (gr. a·gá·pē) más bien que sobre el afecto o la amistad (gr. fi·lí·a). (1Jn 4:16; Jn 3:16; compárese con Snt 4:4.)
... Él es “benévolo y misericordioso”, y “rico en misericordia” (Sl 145:8, 9; Ef 2:4); pero no antepone la misericordia a la justicia.