CAPÍTULO 8
Ministros de las buenas noticias
JEHOVÁ nos ha dado un ejemplo perfecto que debemos imitar: su Hijo, Jesucristo (1 Ped. 2:21). Los seguidores de Jesús somos, al igual que él, ministros de Dios que predicamos las buenas noticias. Esto nos renueva espiritualmente, como dijo el propio Cristo: “Vengan a mí, todos ustedes, que trabajan duro y están sobrecargados, y yo los aliviaré. Pónganse bajo mi yugo y aprendan de mí, porque soy apacible y humilde de corazón. Conmigo encontrarán alivio” (Mat. 11:28, 29). Quienes hemos aceptado esta invitación nunca nos hemos sentido defraudados.
2 Jesús, que es el principal ministro de Dios, invitó a algunas personas para que fueran sus seguidores (Mat. 9:9; Juan 1:43). Los capacitó y los envió a hacer la misma obra que él (Mat. 10:1-11:1; 20:28; Luc. 4:43). Tiempo después, envió a otros 70 discípulos a predicar el Reino de Dios (Luc. 10:1, 8-11). A estos les dijo: “El que los escucha a ustedes también me escucha a mí, y el que no les hace caso a ustedes tampoco me hace caso a mí. Además, el que no me hace caso a mí tampoco le hace caso al que me envió” (Luc. 10:16). De esta manera destacó que tenían una seria responsabilidad: representaban a Jesús y al Dios Altísimo. Lo mismo pasa hoy. Quienes aceptan la invitación de Jesús de ser sus seguidores reciben de Dios la comisión de predicar y hacer discípulos (Mat. 24:14; 28:19, 20; Luc. 18:22; 2 Cor. 2:17).
3 Los que aceptamos esta invitación hemos llegado a conocer a Jehová y a Cristo (Juan 17:3). Hemos aprendido los caminos de Dios. Con su ayuda, logramos renovar la mente, ponernos la nueva personalidad y vivir de acuerdo con sus normas justas (Rom. 12:1, 2; Efes. 4:22-24; Col. 3:9, 10). Nos sentimos tan agradecidos a Jehová que le hemos dedicado nuestra vida y nos hemos bautizado. En ese momento llegamos a ser sus ministros.
4 No olvidemos nunca que, para servir a Dios, debemos tener “manos inocentes y corazón puro” (Sal. 24:3, 4; Is. 52:11; 2 Cor. 6:14-7:1). La fe en Jesús nos permite servir a Dios con la conciencia tranquila (Heb. 10:19-23, 35, 36; Apoc. 7:9, 10, 14). El apóstol Pablo les recordó a los cristianos que hicieran todas las cosas para la gloria de Dios y no hicieran tropezar a otras personas. El apóstol Pedro destacó la importancia de la buena conducta para atraer a los que no son cristianos (1 Cor. 10:31, 33; 1 Ped. 3:1). ¿Qué haremos entonces para que un estudiante de la Biblia llegue a ser ministro de las buenas noticias?
NUEVOS PUBLICADORES
5 Desde el principio, debemos animar al estudiante de la Biblia a contar a sus familiares, amigos o compañeros de trabajo lo que está aprendiendo. Esta es una parte importante de la enseñanza que recibe el nuevo discípulo para llegar a ser ministro (Mat. 9:9; Luc. 6:40). Quien se acostumbra a dar testimonio informal y progresa en sentido espiritual seguramente expresará su deseo de salir a predicar.
LOS REQUISITOS PARA LOS NUEVOS PUBLICADORES
6 Antes de invitar a una persona a ir de casa en casa por primera vez, debemos asegurarnos de que llene ciertos requisitos. La gente identifica como testigo de Jehová a cualquiera que sale a predicar con nosotros. Por lo tanto, es lógico que solo quien viva de acuerdo con las normas justas de Dios pueda ser publicador no bautizado.
7 Cuando un publicador enseña la Biblia a una persona y analiza con ella los principios bíblicos, es probable que llegue a conocer sus circunstancias personales. Quizás vea que está poniendo en práctica lo que aprende. Aun así, los ancianos se reunirán con el estudiante y con el publicador para conversar sobre algunos aspectos de su vida.
8 El coordinador encargará a dos ancianos (uno de ellos del comité de servicio) que hablen con el publicador y su estudiante. En las congregaciones con pocos ancianos, podrá encargarles esta tarea a un anciano y a un siervo ministerial capaz. Estos procurarán atenderla lo antes posible. Por ejemplo, si el coordinador les informa en una reunión de congregación, tal vez podrían reunirse con el publicador y su estudiante al finalizar esta. El ambiente de la conversación debe ser agradable y cordial. Antes de aprobar que el estudiante sea publicador no bautizado, se asegurarán de lo siguiente:
1) El estudiante cree que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios (2 Tim. 3:16).
2) Conoce y acepta las enseñanzas básicas de la Biblia. Basa sus respuestas en las Escrituras y no en enseñanzas religiosas falsas ni en ideas personales (Mat. 7:21-23; 2 Tim. 2:15).
3) Obedece el mandato bíblico de asistir a las reuniones con el pueblo de Jehová si le resulta posible hacerlo (Sal. 122:1; Heb. 10:24, 25).
4) Conoce y obedece lo que la Biblia enseña sobre el adulterio, la poligamia, la homosexualidad y otras formas de inmoralidad sexual. Si vive con una persona del sexo opuesto con la que mantiene relaciones sexuales, debe estar legalmente casado (Mat. 19:9; 1 Cor. 6:9, 10; 1 Tim. 3:2, 12; Heb. 13:4).
5) Obedece el mandato bíblico sobre la borrachera. No consume sin razones médicas sustancias naturales o sintéticas que sean adictivas o que alteren la mente (2 Cor. 7:1; Efes. 5:18; 1 Ped. 4:3, 4).
6) Comprende lo importante que es no tener malas compañías (1 Cor. 15:33).
7) Ha cortado toda relación con cualquier organización religiosa falsa a la que haya pertenecido. Ya no asiste a sus servicios religiosos ni apoya sus actividades (2 Cor. 6:14-18; Apoc. 18:4).
8) No se mete en política (Juan 6:15; 15:19; Sant. 1:27).
9) Mantiene la neutralidad en los conflictos entre las naciones (Is. 2:4).
10) Desea de verdad ser testigo de Jehová (Sal. 110:3).
9 Si los ancianos no están seguros de la opinión del estudiante sobre alguno de estos puntos, deben preguntarle lo que piensa. Podrían hacerlo analizando con él los textos citados. Es importante que comprenda que la vida de quienes predican con los testigos de Jehová debe regirse por las normas bíblicas. Sus comentarios permitirán a los ancianos determinar si comprende qué se espera de él y si llena los requisitos a un grado razonable.
10 Los ancianos deben decirle lo antes posible si puede ser publicador o no. En la mayoría de los casos, podrán hacerlo inmediatamente después de hablar con él. Si llena los requisitos, lo felicitarán por su progreso (Rom. 15:7). Lo animarán a salir a predicar lo antes posible y a entregar su primer informe al final de ese mismo mes. Además, le explicarán que, cuando lo haga, se rellenará a su nombre un formulario Registro de publicador de la congregación y se pondrá en los archivos de la congregación. Los ancianos le piden al publicador los datos personales que aparecen en este formulario por dos motivos: para que la organización pueda ocuparse de las actividades religiosas de los testigos de Jehová en todo el mundo y para que el publicador pueda participar en las actividades espirituales y recibir ayuda espiritual. Además, los ancianos recordarán a los nuevos publicadores que sus datos personales se tratarán según lo dispuesto en la “Política global de protección de datos personales de los testigos de Jehová”, que aparece en jw.org.
11 Todos debemos conocer bien al nuevo publicador e interesarnos por su progreso. Esto tendrá un efecto positivo en él. Lo motivará a ser regular en el ministerio y a dar aún más en el servicio a Jehová (Filip. 2:4; Heb. 13:2).
12 Cuando los ancianos le comuniquen al estudiante que ha sido aceptado como publicador, se encargarán de que reciba un ejemplar de este libro. Después de que entregue su primer informe, se anunciará brevemente a la congregación que ya es publicador no bautizado.
CUANDO UN NIÑO DESEA SER PUBLICADOR
13 Los niños también pueden ser publicadores. Jesús los acogió con gusto y los bendijo (Mat. 19:13-15; 21:15, 16). Los principales responsables de los niños son sus padres, y su buen ejemplo en el ministerio los motivará a servir a Dios con entusiasmo. Por supuesto, todos los que formamos parte de la congregación queremos ayudar a los niños que desean de corazón predicar el mensaje del Reino. Cuando un niño que tiene buena conducta expresa el deseo de hablar de sus creencias a otras personas, ¿qué puede hacerse para que siga progresando?
14 El padre hablará con uno de los ancianos del Comité de Servicio de la Congregación sobre si el niño llena los requisitos para ser publicador. El coordinador del cuerpo de ancianos se encargará de que dos ancianos (uno de ellos, del comité de servicio) se reúnan con el niño y uno o ambos padres creyentes o su tutor. Dos factores que indican el progreso del niño son que tenga un conocimiento básico de la Biblia y que demuestre que de verdad quiere salir a predicar. Pero, además, los ancianos comentarán con él los mismos puntos que tratarían con un adulto, excepto aquellos que no sean aplicables a un niño. Una vez hecho esto, podrán decidir si se le acepta como publicador no bautizado (Luc. 6:45; Rom. 10:10).
15 Los ancianos aprovecharán la oportunidad para felicitar al niño por su progreso y para animarlo a que se ponga la meta de bautizarse. También felicitarán a los padres, pues sin duda han puesto todo de su parte para inculcarle la verdad. Además, les dirán que lean la sección “Unas palabras para los padres” (páginas 179 a 181), donde encontrarán ideas sobre cómo seguir ayudando a su hijo.
LA DEDICACIÓN Y EL BAUTISMO
16 La persona que ha llegado a conocer y amar a Jehová, obedece sus mandamientos y sale a predicar tiene que afianzar su relación con él. ¿De qué manera? Dedicándose y bautizándose (Mat. 28:19, 20).
17 En este contexto, dedicar significa apartar algo para un uso sagrado. Nos dedicamos a Dios cuando le prometemos solemnemente en oración que usaremos nuestra vida para servirle y andaremos en sus caminos. Al hacerlo, nos comprometemos a darle devoción exclusiva para siempre (Deut. 5:9). Esta es una decisión personal, que nadie puede tomar por nosotros.
18 Pero no basta con decirle a Jehová en privado que deseamos ser de su propiedad. Tenemos que hacer pública nuestra dedicación. ¿Cómo? Bautizándonos, al igual que hizo Jesús (1 Ped. 2:21; 3:21). Si hemos decidido servir a Jehová y queremos bautizarnos, hablemos con el coordinador. Él les pedirá a varios ancianos que se reúnan con nosotros para asegurarse de que llenamos los requisitos bíblicos para el bautismo. Encontraremos más información en la sección “Unas palabras para el publicador no bautizado” (páginas 182 a 184) y “Preguntas para quienes desean bautizarse” (páginas 185 a 207).
LOS DISCÍPULOS DE CRISTO INFORMAN SU ACTIVIDAD
19 Las noticias sobre la expansión mundial de la adoración pura siempre han animado al pueblo de Jehová. Desde el momento en que Jesús les dijo a sus discípulos que las buenas noticias se predicarían por toda la Tierra, a los cristianos les ha interesado mucho saber cómo se cumplirían sus palabras (Mat. 28:19, 20; Mar. 13:10; Hech. 1:8).
20 A los primeros discípulos de Jesús les encantaba oír noticias sobre el éxito de la predicación (Mar. 6:30). El libro de Hechos nos cuenta que había unos ciento veinte discípulos reunidos cuando recibieron el espíritu santo en el Pentecostés del año 33. En poco tiempo, la cantidad de discípulos aumentó, primero hasta unos tres mil y luego hasta unos cinco mil. Dice el relato que “cada día Jehová añadía los que se iban salvando al número de discípulos” y que “un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe” (Hech. 1:15; 2:5-11, 41, 47; 4:4; 6:7). ¿Se imagina cuánto debieron animar a los discípulos las noticias sobre estos aumentos? Sin duda se sintieron impulsados a seguir adelante a pesar de la cruel persecución que promovían los líderes religiosos judíos.
21 En su carta a los cristianos colosenses (años 60-61), Pablo les dijo que las buenas noticias estaban “dando fruto y extendiéndose por todo el mundo” y que se habían predicado “en toda la creación que está bajo el cielo” (Col. 1:5, 6, 23). Los primeros cristianos obedecían las Escrituras, y el espíritu santo les dio las fuerzas necesarias para llevar a cabo esta inmensa obra de predicar antes de que llegara el fin del sistema judío, en el año 70. Una vez más, estos informes animaron mucho a los cristianos fieles de entonces.
¿Hace usted todo lo posible por efectuar su ministerio antes de que llegue el fin?
22 Hoy día, la organización de Jehová también trata de llevar un registro de lo que está haciendo en cumplimiento de Mateo 24:14, donde dice: “Las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”. Jehová se encargará de que se termine esta urgente obra. Pero si nosotros, sus siervos dedicados, deseamos tener su aprobación, debemos hacer todo lo posible por efectuar nuestro ministerio antes de que llegue el fin (Ezeq. 3:18-21).
CÓMO INFORMAMOS NUESTRA PREDICACIÓN
23 La hoja Informe de predicación indica qué datos debemos informar. Sin embargo, pueden sernos útiles los siguientes comentarios.
24 En la columna “Publicaciones (impresas y electrónicas)”, anotamos la cantidad total de publicaciones impresas o electrónicas que hemos entregado a quienes no son Testigos bautizados. En “Presentaciones de videos”, informamos el número de veces que enseñamos cualquiera de nuestros videos.
25 Se informa una revisita cada vez que volvemos a visitar a alguien que no es Testigo con el objetivo de fomentar su interés en la verdad. Se hace una revisita cuando se vuelve a visitar a una persona, se le escribe una carta, se le hace una llamada telefónica, le enviamos un mensaje de texto o un correo electrónico, o le dejamos una publicación bíblica. Cada vez que dirigimos un curso bíblico, anotamos una revisita. En los hogares con niños no bautizados, el padre o la madre que dirige la adoración en familia informará un máximo de una revisita por semana.
26 Aunque por regla general un estudiante recibe clases de la Biblia cada semana, el publicador solo informa un curso bíblico y anota la cantidad total de diferentes cursos bíblicos que conduce durante el mes. ¿Qué cursos bíblicos se informan? Los que se dan a quienes no son Testigos bautizados, a hermanos inactivos (siguiendo las instrucciones de un miembro del comité de servicio) o a un recién bautizado que todavía no haya terminado el libro Disfrute de la vida.
27 En la casilla “Horas”, anotamos el tiempo que pasamos predicando de casa en casa, haciendo revisitas, dirigiendo cursos bíblicos o dando testimonio formal o informal a quienes no son Testigos bautizados. Es importante que este informe sea exacto. Cuando dos publicadores predican juntos, ambos informan el tiempo, aunque solo uno de ellos anota las revisitas y los cursos bíblicos. En el caso de la adoración en familia, tanto el padre como la madre informarán un máximo de una hora a la semana. Los discursantes anotarán el tiempo dedicado a presentar un discurso público. También pueden informarlo los intérpretes. En cambio, no informamos el tiempo que dedicamos a prepararnos para el ministerio ni el que pasamos en la salida a la predicación, atendiendo asuntos personales y así por el estilo.
28 Cuando decidimos cuánto tiempo vamos a informar, tenemos que seguir nuestra conciencia educada por la Biblia. Los territorios son diferentes. Algunos están en zonas densamente pobladas, mientras que en otros hay pocos habitantes y es necesario viajar mucho. Además, los puntos de vista de los publicadores sobre cómo contar el tiempo también son diferentes. El Cuerpo Gobernante no impone su conciencia sobre cómo contar el tiempo de predicación, y tampoco ha autorizado a nadie para que tome esta decisión por otros (Mat. 6:1; 7:1; 1 Tim. 1:5).
29 En el informe de predicación, debemos anotar horas completas. Se hace una excepción en el caso de publicadores que pueden hacer muy poco debido a la edad avanzada o a que son enfermos crónicos, a que no pueden levantarse de la cama o salir de casa, o a que están en un hogar de ancianos. Estos hermanos pueden informar su actividad en fracciones de quince minutos. Aunque solo hayan predicado quince minutos en un mes, deben informarlos, y se les seguirá considerando publicadores regulares. Pueden hacer lo mismo quienes debido a una enfermedad o una lesión graves no pueden salir durante un mes o más. Debe tratarse de publicadores a los que les resulte muy difícil salir a predicar. El comité de servicio decide quiénes se benefician de esta medida.
EL FORMULARIO REGISTRO DE PUBLICADOR DE LA CONGREGACIÓN
30 La actividad que informamos se anota en el formulario Registro de publicador de la congregación. Estos registros pertenecen a la congregación. Cuando vayamos a cambiar de congregación, debemos decírselo a los ancianos. El secretario se asegurará de enviar nuestros registros a la congregación a la que nos vamos. De este modo, los ancianos podrán darnos la bienvenida y cuidarnos espiritualmente. Si asistimos a otra congregación durante menos de tres meses, seguiremos enviando los informes a la congregación a la que pertenecemos.
POR QUÉ INFORMAMOS NUESTRA ACTIVIDAD
31 ¿Nos olvidamos a veces de entregar el informe? Todos necesitamos de vez en cuando un recordatorio. Pero, si comprendemos bien por qué debemos informar y la importancia de hacerlo, será más difícil que lo olvidemos.
32 Algunos preguntan por qué hay que entregar un informe si Jehová sabe lo que hacemos. Es verdad que lo sabe, y también está al tanto de si le servimos de toda alma o si le damos una mínima parte de lo que podríamos. Pero recordemos que Dios ha dejado constancia de muchos detalles de las actividades de sus siervos. En la Biblia nos dice cuántos días pasó Noé en el arca y cuántos años estuvieron viajando los israelitas por el desierto, así como cuántos de ellos fueron fieles a él y cuántos no. Registró la conquista de la tierra de Canaán y las hazañas de los jueces de Israel. Está claro lo que Jehová piensa sobre la importancia de tener registros exactos.
33 Los datos que aparecen en los relatos bíblicos demuestran cuánto les interesaba a los siervos de Dios dejar constancia exacta de los sucesos históricos. En muchos casos, estos datos nos ayudan a tener un cuadro completo de lo que ocurrió. Estos son algunos ejemplos: Génesis 46:27; Éxodo 12:37; Jueces 7:7; 2 Reyes 19:35; 2 Crónicas 14:9-13; Juan 6:10; 21:11; Hechos 2:41; 19:19.
34 Cuando los apóstoles regresaron de una campaña de predicación, le contaron a Jesús “todas las cosas que habían hecho y enseñado” (Mar. 6:30). Es obvio que en nuestros informes no aparece todo lo que hacemos en el servicio a Jehová, pero son de mucha utilidad para la organización. Pueden indicar a qué aspectos del ministerio hay que dar atención. Las cifras revelan en qué campos se progresa y en cuáles no (por ejemplo, en el aumento de publicadores). Tal vez haga falta animar a los hermanos o resolver determinados problemas. Los superintendentes tomarán nota de las necesidades y tratarán de eliminar los obstáculos que impiden el progreso de algunos hermanos o de toda la congregación.
35 Gracias a los informes, la organización puede determinar dónde hacen falta más predicadores, qué zonas son más productivas y dónde hay menos crecimiento. También le permiten ver qué publicaciones se necesitan para enseñar la verdad a la gente y atender esas necesidades en todo el mundo.
36 ¿No nos anima y emociona escuchar cómo va la predicación en otras partes de la Tierra? Los informes nos permiten hacernos una idea de cómo está creciendo la organización de Jehová, y las experiencias de nuestros hermanos mantienen vivo nuestro celo y nos dan fuerzas para hacer todo lo que podamos en el ministerio (Hech. 15:3). No cabe duda de que es importante que entreguemos el informe de predicación. Este detalle, que parece pequeño, demuestra que nos interesamos por todos nuestros hermanos y que nos sometemos a la organización de Jehová (Luc. 16:10; Heb. 13:17).
PONGÁMONOS METAS
37 No tenemos por qué compararnos con nadie, pues las circunstancias de cada uno son diferentes (Gál. 5:26; 6:4). Lo que sí nos beneficiará es fijarnos metas realistas, pues nos permitirán ver nuestro progreso en el ministerio. Además, alcanzar estas metas nos da sentido de logro.
38 Es evidente que Jehová está haciendo que más y más personas entren en su pueblo y tengan la perspectiva de sobrevivir a “la gran tribulación”. Ahora se está cumpliendo esta profecía de Isaías: “El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa. Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo” (Apoc. 7:9, 14; Is. 60:22). Ser ministros de las buenas noticias en este momento histórico es un inmenso privilegio (Mat. 24:14).