Paniolos, los vaqueros hawaianos
De nuestro corresponsal en Hawai
MUCHOS visitantes que llegan al archipiélago hawaiano se sorprenden al descubrir que aquí existe una próspera industria ganadera, principalmente en la Gran Isla, también llamada Hawai. Aunque están familiarizados con las antiguas plantaciones de azúcar y piña, y con los cafetales de Kona, a los turistas les resulta chocante y fuera de lugar encontrarse con auténticos vaqueros, o paniolos. “¿Cómo vinieron a parar el ganado y los vaqueros a Hawai?”, preguntan.
Llega el ganado
La aparición del ganado en la Gran Isla de Hawai se remonta a 1793, cuando George Vancouver, capitán de barco y explorador inglés, lo trajo para regalárselo al rey Kamehameha I. El archipiélago no era desconocido para Vancouver, pues acompañaba al capitán James Cook, otro famoso explorador británico, cuando ambos se convirtieron en los primeros europeos que recorrieron estas islas.
El rey aceptó el presente con tanto agrado que Vancouver regresó al año siguiente con más reses y ovejas. Este capitán esperaba que los animales se adaptaran y multiplicaran, y con el tiempo llegaran a ser un recurso económico más para las islas Sandwich, como se las denominaba por aquel entonces. A fin de lograr este objetivo, propuso al rey Kamehameha promulgar un kapu (tabú) que prohibiese la matanza del ganado y facilitase así su rápida proliferación. El monarca se percató de inmediato de la conveniencia de hacerlo y decretó dicho kapu, que se extendería durante un período de diez años.
El ganado se vuelve una plaga
Las reses que Vancouver introdujo en Hawai eran de la raza californiana longhorn, enormes y temibles animales de formidable cornamenta (véase la fotografía de la pág. 18). Los hawaianos enseguida las llamaron pua‘a pipi (literalmente, cerdo grande) y mantenían las distancias respetando el kapu, de modo que el ganado vagaba a sus anchas por todas partes y no dejaba de crecer en número.
No pasó mucho tiempo antes de que las reses se convirtieran en una plaga. En plena libertad y sin depredadores, comenzaron a causar graves daños en los bosques autóctonos de las tierras mauka (montañosas) y con frecuencia se internaban en busca de comida en las huertas de las tierras makai (terrenos más bajos en la costa), donde los aldeanos cultivaban batata (boniato), ñame y taro, así como otras hortalizas. Los muros de piedra volcánica e incluso las papipi (cercas de cactus) no servían de mucho para contener a aquellas bestias robustas, fieras y obstinadas.
No fue hasta 1815 que el rey Kamehameha I, debido a los daños que el elevado número de reses causaba en la Gran Isla, permitió al emprendedor John Palmer Parker, de Nueva Inglaterra, emplear su nuevo mosquete de fabricación norteamericana para matar al ganado. Este perspicaz rey no tardó en darse cuenta del gran valor económico que poseían la carne, el sebo y la piel de estos animales; de hecho, con el tiempo la carne conservada en sal sustituyó al sándalo como producto estrella de la Gran Isla.
De vaqueros a paniolos
A principios de la década de 1830, los rebaños de reses salvajes eran tan grandes y peligrosos que algo tenía que hacerse. Viendo la necesidad de mantenerlos bajo control, el rey Kamehameha III envió a un gran jefe a California —por entonces en manos de México— para buscar expertos en el manejo de los rebaños. El trabajo de estos hombres consistiría en reunir el ganado y enseñar a los hawaianos esa tarea. Para entonces, los animales no solo poblaban la Gran Isla, sino también Oahu, Maui y Kauai.
En 1832, con sus característicos sombreros, sillas de montar, lazos y espuelas, llegaron a Hawai experimentados y vistosos vaqueros de origen español, mexicano e indio que habían aprendido su oficio en haciendas hispanomexicanas. A causa de su ascendencia “española”, enseguida se les puso el apodo de paniolos. La denominación tuvo buena acogida, y todavía hoy reciben este nombre.
Los paniolos eran vaqueros trabajadores y amantes de la diversión que no solo sobresalían por la destreza en su oficio, sino que también disfrutaban cantando y tocando instrumentos musicales. Su experiencia fue muy útil en la realización de la colosal tarea que tenían por delante, la cual acometieron con valor, aguante y un fuerte orgullo profesional. Un curtido paniolo resumió su filosofía de esta manera: “Si trabajas duro, vivirás mucho tiempo”. ¡Y vaya si trabajaban! Pasaban largos días desde el amanecer hasta la noche reuniendo, separando, echando el lazo y marcando el ganado. Y claro está, también tuvieron que levantar y reparar cercas, ya que después había que domesticar las reses.
Pero ¿qué es un vaquero sin un caballo? En 1803, Richard J. Cleveland trajo a Hawai los primeros ejemplares, de raza árabe y berberisca, a bordo del bergantín Lelia Byrd. Y el propio rey Kamehameha I fue el primer hawaiano de las islas que montó a caballo.
Estos animales eran veloces, ágiles y robustos, y se adaptaron a la perfección al irregular terreno. A los paniolos les resultaron indispensables para efectuar la ardua labor de manejar y domesticar las reses.
Algunos caballos, al igual que el ganado, deambulaban con entera libertad al principio, y con el paso del tiempo se mezclaron con otras variedades traídas desde Gran Bretaña y Estados Unidos, entre las cuales había ejemplares purasangres y árabes. Estos cruces pusieron a disposición del paniolo una amplia variedad de caballos. No obstante, si al paniolo de la actualidad se le preguntara cuál es su favorito para el lazo y el rodeo, casi con toda probabilidad escogería uno de la raza quarter. ¿Por qué? Porque los paniolos han aprendido que los rápidos reflejos de este caballo no tienen rival a la hora de echar a correr, detenerse y obedecer órdenes.
Campeonato mundial de rodeo
Los paniolos hawaianos llegaron a dominar las destrezas por las que se conoce a los vaqueros en todas partes: cabalgar, lacear y competir en carreras. Era tal su habilidad que, en 1908, unos cuantos —entre ellos Ikua (Ike) Purdy y Archie Ka‘au‘a— participaron en la mayor y más prestigiosa competición de esta especialidad en Estados Unidos: el rodeo Frontier Days, celebrado en Cheyenne (Wyoming).
Con su colorido atuendo, su gallarda apariencia y sus collares de flores hawaianos, estos paniolos llamaron la atención de los vaqueros del mundo occidental. ¡Y cómo brillaron! Ike Purdy se convirtió en campeón mundial de la modalidad de lacear novillos, y Archie también realizó una magnífica actuación. Anonadado, todo el mundo centró su interés en Hawai y sus increíbles paniolos. Incluso años después, en 1996, se propuso a Ike Purdy para la galería de personajes famosos del National Cowboy and Western Heritage Museum.
La vida del paniolo moderno
¿Cómo es hoy día la vida de los paniolos? Quizás un poco menos emocionante, pero todavía con mucho que hacer en las haciendas modernas. Un buen ejemplo es el rancho Parker, situado en Waimea, en la Gran Isla. Abarca una vasta superficie de terreno, con cientos de kilómetros de cercas y muchos miles de cabezas de ganado. Hay trabajo de sobra para el paniolo, quien a lomos de su caballo favorito conduce el ganado de unos pastos a otros.
Una vez concluidas las tareas del día en Waimea, tal vez se encuentre con un grupo de paniolos descansando en su taberna favorita. Con pantalones vaqueros y botas, y algunos incluso con collares hawaianos alrededor de sus sombreros, estarán escuchando la inconfundible música de la guitarra de tono bajo típica del lugar o coreando alguna de sus antiguas canciones hawaianas preferidas.
[Ilustración de la página 17]
El rey Kamehameha I
[Ilustración de la página 18]
Marcando ganado
[Ilustración de la página 18]
Res de raza longhorn
[Ilustración de las páginas 18 y 19]
De izquierda a derecha: Archie Ka‘au‘a, Eben Low e Ike Purdy
[Reconocimiento]
Paniolo Preservation Society/Dr. Billy Bergin
[Reconocimiento de la página 16]
Islas hawaianas: Mountain High Maps® Copyright © 1997 Digital Wisdom, Inc.
[Reconocimiento de la página 17]
Rancho Parker/John Russell
[Reconocimiento de la página 18]
Rancho Parker/John Russell