No dejemos de animarnos unos a otros
“Si tienen alguna palabra de estímulo para el pueblo, díganla” (HECH. 13:15).
1, 2. Explique por qué es importante dar ánimo.
“MIS padres pocas veces me animan; todo lo contrario, me critican constantemente. Sus palabras me duelen mucho. Dicen que soy inmadura, que nunca aprenderé y que estoy gorda. No dejo de llorar; prefiero no hablar con ellos. Siento que no valgo nada”. Así se expresó Cristina, una joven de 18 años.[1] ¡Qué amarga puede ser la vida cuando nadie nos da ánimo!
2 Por otro lado, las palabras de ánimo pueden hacer mucho bien. Durante años, Rubén ha tenido que luchar contra el sentimiento de que no sirve para nada. Él cuenta lo que le ocurrió en una ocasión: “Estaba predicando con un anciano, que se dio cuenta de que tenía un mal día. Le conté cómo me sentía, y me escuchó con mucho interés. Me dijo todo lo que estaba haciendo bien. También me recordó que Jesús afirmó que valemos más que muchos gorriones. Pienso con frecuencia en ese texto, y me sigue llegando al corazón. Las palabras de aquel anciano me ayudaron muchísimo” (Mat. 10:31).
3. a) ¿Qué dijo Pablo sobre dar ánimo? b) ¿Qué analizaremos en este artículo?
3 No debería sorprendernos que la Biblia destaque la necesidad de dar y recibir ánimo constantemente. El apóstol Pablo les escribió a los cristianos hebreos: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo; pero sigan exhortándose [o animándose] los unos a los otros cada día, [...] por temor de que alguno de ustedes se deje endurecer por el poder engañoso del pecado” (Heb. 3:12, 13). Si un día alguien nos dijo algo que nos hizo sentir mejor, sabemos lo valioso que es el consejo de animarnos unos a otros. Por eso, respondamos las siguientes preguntas: ¿Por qué es tan importante el ánimo? ¿Qué nos enseñan sobre dar ánimo los ejemplos de Jehová, Jesús y Pablo? ¿Cómo podemos dar ánimo que sea útil de verdad?
TODO EL MUNDO NECESITA ÁNIMO
4. a) ¿Quiénes necesitan ánimo? b) ¿Por qué es tan poco común dar ánimo hoy día?
4 Todos necesitamos recibir ánimo, especialmente cuando estamos creciendo. El doctor Timothy Evans explica: “Los niños [...] necesitan ánimo igual que las plantas necesitan agua”. Y añade: “Los niños que reciben ánimo se sienten valiosos y queridos”. Sin embargo, vivimos en tiempos críticos, en los que mucha gente es egoísta, falta el cariño natural y rara vez se da estímulo (2 Tim. 3:1-5). Algunos padres no felicitan a sus hijos porque sus padres no los felicitaron a ellos. Y muchos trabajadores nunca reciben elogios en su lugar de empleo, y por eso se quejan de ese problema, que consideran crónico.
5. ¿Qué significa dar ánimo?
5 Por lo general, animar a alguien conlleva felicitarlo por algo que hizo bien. También implica decirle que tiene buenas cualidades o consolarlo cuando está deprimido (1 Tes. 5:14). La palabra griega que suele traducirse “confortar” o “animar” significa literalmente “llamar al lado de uno”. Como servimos a Dios al lado de nuestros hermanos, es probable que tengamos oportunidades de decirles algo que los anime (lea Eclesiastés 4:9, 10). ¿Aprovechamos las ocasiones que se nos presentan para hacerles saber por qué los queremos? Antes de responder esta pregunta, haríamos bien en pensar en el siguiente proverbio: “Una palabra a su tiempo apropiado, ¡oh, cuán buena es!” (Prov. 15:23).
6. ¿Por qué quiere desanimarnos el Diablo? Dé un ejemplo.
6 Satanás quiere desanimarnos porque sabe que así puede debilitarnos espiritualmente y de otras maneras. “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? —pregunta Proverbios 24:10—. Tu poder será escaso”. Él se valió de una serie de calamidades y acusaciones falsas para intentar desanimar a Job, un hombre justo, pero su perverso plan fracasó (Job 2:3; 22:3; 27:5). Una manera de oponernos al Diablo es animando a nuestra familia y a la congregación. Así contribuiremos a que todos nos sintamos felices y seguros en el hogar y en el Salón del Reino.
EJEMPLOS BÍBLICOS QUE IMITAR
7, 8. a) Mencione algunos ejemplos que demuestran que para Jehová es importante dar ánimo. b) ¿Cómo pueden seguir los padres el ejemplo de Jehová? (Vea el dibujo del principio).
7 Jehová. Un salmista cantó: “Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu” (Sal. 34:18). Cuando el fiel profeta Jeremías sintió miedo y se desanimó, Jehová lo ayudó a tener confianza (Jer. 1:6-10). E imagínese lo bien que se sintió el profeta Daniel, ya anciano, cuando el ángel que Dios envió para fortalecerlo lo llamó “hombre muy deseable” (Dan. 10:8, 11, 18, 19). ¿Verdad que podríamos hacer lo mismo y animar a los publicadores, precursores y hermanos mayores que se sienten débiles?
8 Dios no pensó que era innecesario animar a su querido Hijo mientras estaba en la Tierra solo porque hubieran trabajado juntos durante milenios. Al contrario, en dos ocasiones Jesús escuchó a su Padre decir desde los cielos: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mat. 3:17; 17:5). Dios felicitó así a Jesús y le aseguró que estaba haciendo las cosas bien. Seguramente él se sintió animado las dos veces que escuchó estas palabras, al principio de su ministerio y en su último año en la Tierra. Jehová también envió un ángel para fortalecerlo la noche antes de su muerte, cuando se sentía muy angustiado (Luc. 22:43). Los padres hacen bien en seguir el ejemplo de Jehová, animando con frecuencia a sus hijos y felicitándolos cuando hacen algo bien. Y si su lealtad se pone a prueba todos los días en la escuela, deberían darles incluso más apoyo.
9. ¿Qué aprendemos de cómo trató Jesús a sus apóstoles?
9 Jesús. La noche en la que Jesús instituyó la Conmemoración de su muerte, observó que sus apóstoles tenían problemas de orgullo. Aunque él fue humilde y les lavó los pies, ellos siguieron discutiendo sobre quién era el mayor. Y Pedro demostró exceso de confianza (Luc. 22:24, 33, 34). A pesar de todo, Jesús felicitó a sus apóstoles fieles por continuar a su lado durante sus pruebas. También predijo que harían obras mayores que las suyas y les aseguró que Dios sentía cariño por ellos (Luc. 22:28; Juan 14:12; 16:27). ¿Hacemos igual que Jesús? ¿Felicitamos a nuestros hijos y a otras personas por lo que hacen bien? ¿O nos centramos en sus defectos?
10, 11. ¿Cómo demostró Pablo que reconocía la necesidad de animar a los demás?
10 El apóstol Pablo. En sus cartas, Pablo habló muy bien de sus hermanos cristianos. Algunos habían sido sus compañeros de viaje por años y, aunque sin duda conocía sus defectos, dijo cosas buenas de ellos. Por ejemplo, dijo que Timoteo era su “hijo amado y fiel en el Señor”, y que se interesaba sinceramente por el bienestar de los demás cristianos (1 Cor. 4:17; Filip. 2:19, 20). Y a los cristianos de Corinto les habló bien de Tito, les dijo: “Él es partícipe conmigo y colaborador para bien de ustedes” (2 Cor. 8:23). A Timoteo y a Tito debió animarlos mucho saber lo que Pablo pensaba de ellos.
11 Pablo y Bernabé arriesgaron la vida al volver a los lugares donde habían sufrido violentos ataques. Por ejemplo, a pesar de haber sufrido la oposición de fanáticos en Listra, regresaron para animar a los nuevos discípulos a permanecer en la fe (Hech. 14:19-22). En Éfeso, una multitud furiosa atacó a Pablo. Encontramos el relato en Hechos 20:1, 2: “Después que se hubo apaciguado el alboroto, Pablo envió a llamar a los discípulos, y cuando los hubo animado y se hubo despedido de ellos, salió en viaje a Macedonia. Después de pasar por aquellas partes, y de animar con muchas palabras a los de allí, entró en Grecia”. Está claro que para Pablo era muy importante animar a los hermanos.
ANIMÉMONOS UNOS A OTROS
12. ¿Qué oportunidades de animarnos unos a otros nos dan las reuniones?
12 Nuestro cariñoso Padre celestial ha hecho posible que tengamos reuniones con regularidad. Una razón es que en ellas podemos dar y recibir ánimo (lea Hebreos 10:24, 25). Tal como lo hacían los primeros discípulos de Jesús, nos reunimos para aprender y estimularnos mutuamente (1 Cor. 14:31). Cristina, mencionada al principio, dice: “Lo que más me gusta de las reuniones es el amor y el ánimo que recibo. A veces, llego deprimida al Salón del Reino. Entonces, las hermanas se acercan a mí, me abrazan y me dicen que estoy linda. También me dicen que me quieren y que están contentas de ver mi progreso espiritual. Sus palabras me hacen sentir mucho mejor”. ¡Qué fortalecidos nos sentimos cuando todos cumplimos nuestra parte para que “haya un intercambio de estímulo”! (Rom. 1:11, 12).
13. ¿Por qué necesitan ánimo los siervos de Dios aunque tengan mucha experiencia?
13 Los siervos de Dios necesitan ánimo aunque tengan años de experiencia. Tomemos por caso a Josué, quien había servido fielmente a Jehová desde hacía mucho tiempo. Aun así, Jehová le dio este mandato a Moisés: “Comisiona a Josué y anímalo y fortalécelo, porque él es quien ha de atravesar delante de este pueblo y él es quien ha de hacer que hereden la tierra que tú verás” (Deut. 3:27, 28). Josué estaba a punto de asumir la gran responsabilidad de liderar a los israelitas en la conquista de la Tierra Prometida. Se enfrentaría a obstáculos y sufriría al menos una derrota militar (Jos. 7:1-9). No nos sorprende que Josué necesitara ánimo y fuerzas. Igualmente, los ancianos y superintendentes de circuito, que trabajan duro cuidando el rebaño de Dios, necesitan que les demos ánimo. ¿Lo estamos haciendo? (Lea 1 Tesalonicenses 5:12, 13). Un superintendente de circuito dijo: “A veces, los hermanos nos dan una carta de agradecimiento en la que nos dicen lo mucho que les gustó nuestra visita. Tenemos estas cartas guardadas, y las leemos cuando estamos decaídos. Nos levantan mucho el ánimo”.
14. ¿Qué muestra que felicitar y dar ánimo es útil cuando damos consejo?
14 Los padres y los ancianos han visto que felicitar y dar ánimo es útil para dar fuerza a los consejos bíblicos. Por ejemplo, cuando Pablo felicitó a los corintios por aplicar su consejo, seguramente se sintieron animados a seguir haciendo lo correcto (2 Cor. 7:8-11). Andreas, que tiene dos hijos, dice: “Animar a los hijos los ayuda a crecer espiritual y emocionalmente, y hace que el consejo se les grabe mejor. Aunque sepan qué es lo correcto, se acostumbrarán a hacerlo si los felicitamos con frecuencia”.
CÓMO DAR ÁNIMO QUE AYUDE DE VERDAD
15. ¿Cuál es una manera de animar a otros?
15 Mostremos a los hermanos que valoramos sus esfuerzos y sus cualidades (2 Crón. 16:9; Job 1:8). Jehová y Jesús consideran de gran valor el apoyo que damos a la obra del Reino, aunque lo que hagamos y contribuyamos no sea mucho debido a nuestras circunstancias (lea Lucas 21:1-4 y 2 Corintios 8:12). Por ejemplo, algunos hermanos mayores hacen grandes esfuerzos para asistir a las reuniones y participar en ellas, y para salir a predicar regularmente. ¿Verdad que merecen que los animemos y felicitemos?
16. ¿Cuándo debemos animar a otros?
16 Aprovechemos toda oportunidad para dar ánimo. Si vemos que alguien merece que lo felicitemos, ¿por qué callarnos? Pensemos en lo que ocurrió cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Pisidia. Los presidentes de la sinagoga les dijeron: “Varones, hermanos, si tienen alguna palabra de estímulo para el pueblo, díganla”. A continuación, Pablo dio un magnífico discurso (Hech. 13:13-16, 42-44). Si podemos decir algo animador, digámoslo. Si nos acostumbramos a dar ánimo, seguramente también lo recibiremos (Luc. 6:38).
17. ¿Qué da más fuerza a nuestras palabras de encomio?
17 Seamos sinceros y específicos. Las expresiones generales de ánimo y encomio son de ayuda. Sin embargo, el mensaje de Jesús a la congregación de Tiatira nos enseña que es mejor ser específicos (lea Revelación 2:18, 19). Por ejemplo, los padres podrían decirles a sus hijos qué aspectos de su progreso espiritual valoran en especial. A una madre sola podríamos mencionarle qué cosas concretas admiramos de la educación que da a sus hijos a pesar de los problemas que tiene. Así haremos mucho bien.
18, 19. ¿Cómo podemos edificar a quienes necesitan ánimo?
18 Jehová no nos encargará personalmente animar a alguien en particular, como lo hizo cuando le dijo a Moisés que animara a Josué. No obstante, a él le complace mucho que demos palabras de ánimo a nuestros compañeros cristianos y a otras personas (Prov. 19:17; Heb. 12:12). A quien haya presentado un discurso público podríamos decirle que nos dio el consejo que necesitábamos o que nos ayudó a comprender mejor un texto. Una hermana le escribió a un discursante que, si bien solo habían hablado unos minutos, había visto el dolor de su corazón y la había animado y fortalecido. Le dijo: “El cariño con que me hablaste, tanto en la plataforma, como en privado, fue un regalo de Jehová”.
19 Encontraremos muchas maneras de edificar a otros espiritualmente si nos decidimos a seguir este consejo de Pablo: “Sigan consolándose unos a otros y edificándose unos a otros, así como de hecho lo están haciendo” (1 Tes. 5:11). Si seguimos animándonos unos a otros todos los días, sin duda alegraremos a Jehová.
^ [1] (párrafo 1): Se han cambiado algunos nombres.