Jueves 9 de enero
Que todos sepan que ustedes son personas razonables (Filip. 4:5).
Los ancianos deben poner el ejemplo y ser razonables (1 Tim. 3:2, 3). Por ejemplo, un anciano no espera que siempre se acepte su opinión solo por el hecho de que es mayor que los demás. Sabe que el espíritu de Jehová puede impulsar a cualquier miembro del cuerpo de ancianos a decir algo que lleve a una buena decisión. Y, si no se viola ningún principio bíblico, los ancianos razonables apoyan con gusto la decisión de la mayoría, aunque vean las cosas de otra manera. Si somos razonables, recibimos muchas bendiciones. Por ejemplo, nos llevamos mejor con los hermanos y hay paz en la congregación. También sentimos que la variedad de personalidades y costumbres que hay dentro del pueblo unido de Jehová nos enriquece. Y lo más importante es que somos felices porque sabemos que estamos imitando a Jehová, que es un Dios razonable. w23.07 32:16, 17
Viernes 10 de enero
Solo los perspicaces entenderán (Dan. 12:10).
Daniel estudiaba las profecías con el motivo correcto: quería saber la verdad. También lo ayudó ser humilde. Reconocía que Jehová les da entendimiento a los que lo conocen y obedecen sus normas justas y puras (Dan. 2:27, 28). Daniel demostró su humildad al acudir a Jehová por ayuda (Dan. 2:18). Además, estudiaba con detenimiento las Escrituras. Investigaba a fondo los escritos sagrados que existían en su tiempo (Jer. 25:11, 12; Dan. 9:2). ¿Cómo puede seguir su ejemplo? Analice sus motivos. ¿Por qué estudia las profecías de la Biblia? ¿Es porque desea realmente conocer la verdad? Si es así, Jehová lo ayudará (Juan 4:23, 24; 14:16, 17). Algunas personas estudian la Biblia con la intención de hallar pruebas de que no viene de Dios. Tratan de buscar una excusa para decidir por ellas mismas lo que está bien y lo que está mal, y así hacer con su vida lo que quieren. Pero, al estudiar las profecías, debemos tener el motivo correcto. w23.08 34:7, 8
Sábado 11 de enero
Si te desanimas, te faltarán las fuerzas (Prov. 24:10).
Una manera de cargarnos con expectativas poco realistas es comparándonos con los demás (Gál. 6:4). Si lo hacemos, puede que acabemos fomentando competencias y envidiando a otros (Gál. 5:26). Cuando tratamos de hacer lo mismo que hacen los demás, es posible que nos exijamos más de lo que en realidad podemos dar. Piense en esto: la Biblia dice que “las expectativas que tardan en cumplirse enferman el corazón” (Prov. 13:12). Así que será todavía más frustrante esperar algo que jamás lograremos. Eso podría quitarnos las energías y hacer que bajemos el ritmo en nuestra carrera por la vida. No se exija más de lo que Jehová le pide, y es que él nunca le va a pedir que le dé lo que no tiene (2 Cor. 8:12). Puede estar tranquilo, Jehová no lo compara con nadie (Mat. 25:20-23). Él valora lo que usted hace: su servicio de todo corazón, su fidelidad, su aguante. w23.08 36:10, 11